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s bien expresiva la fórmula latina, cum laude, conocida popularmente, incluso, y que se aplica a la
máxima calificación académica, que confirma la coronación del último grado de
una carrera universitaria. Miguel Delibes la encarece aún más, cuando escribe
que "Jairo fue sobresaliente, cum laude en el doctorado" (Madera de héroe, 1987). Además de
sobresaliente es ‘con elogio’, ‘con alabanza’.
Recientemente, a finales del mes de junio, fuimos invitados
a la lectura y defensa pública de la tesis doctoral de nuestra hija, Marta
Arroyo Cózar, de poco más de 30 años, médico-neumóloga del Hospital Universitario Infanta
Cristina, en Universitas Miguel Hernández de Alicante, Campus de Sant Joan
d’Alacant. Afortunadamente, pudimos asistir y lo hicimos con el natural orgullo
y la emoción contenida.
La cita fue a las 13 horas del día 27 del pasado junio, con buena
temperatura para ser verano y con viento del levante que llenaba el ambiente de
agradable brisa. En una espléndida, arquitectónicamente considerada, Sala de
grados, ocuparon sus butacas los asistentes-familiares y amigos, presidiendo un
tribunal de cinco miembros, doctores y profesores. El Presidente anunció el
título de la tesis para acceder al grado de Doctor: Importancia pronostica de la trombosis venosa profunda en pacientes
diagnosticados de tromboembolismo pulmonar agudo. Estableció un máximo de 40
minutos para la exposición pública, de los que la doctoranda ocupó unos 35,
ayudándose de diapositivas para su presentación.
Terminada esta primera parte, intervinieron los miembros del
Tribunal, abriendo el Secretario del mismo, con preguntas y aclaraciones acerca
del contenido de la investigación. La doctoranda fue contestando a cada una con
la seguridad de quien conocía bien el tema. Los demás miembros de la mesa
hicieron lo propio, concluyendo con sus observaciones el Presidente: precisiones
de tipo semántico, aclaraciones de contenido, interrogaciones sobre los
resultados, dado que había transcurrido algunos pocos años del planteamiento
del estudio. Resuelto todo, el Tribunal se quedó a deliberar y hacia las 14,45
horas ofreció su calificación: Sobresaliente por unanimidad, aclarando que el cum laude o premio era responsabilidad de la Universidad, que se pronunció
unos días después positivamente.
Con las felicitaciones a la ya nueva doctora, fueron a
celebrarlo con un almuerzo, regado con buenos vinos. Satisfacción y mucha
alegría por parte de los asistentes. Alguno de ellos comprobó en directo que el
progenitor había sido superado académicamente y lo consideró como un progreso
histórico. En efecto, los padres tienen que ser superados por los hijos y
entonces es cuando avanza la historia. Es el orgullo más sano que uno puede
sentir. Según Aristóteles, "el verdadero discípulo es el que supera al
maestro".
Hay que destacar tres virtudes importantes de la nueva
doctora. La primera es la tenacidad
en el empeño para sacar adelante lo que se propuso. Incluso, aunque sea corta
la distancia entre la aspirante y el director, las dificultades de no vivir en
la misma ciudad van en aumento. Y esto a pesar de las tecnologías que pueden emplearse
en la actualidad.
La segunda es el
esfuerzo para continuar el trabajo de investigación. Éste no se puede
demorar en el tiempo, ya que las circunstancias y las nuevas experiencias e
investigaciones podrían modificar los objetivos previstos y hasta el enfoque.
La tercera es de
orden organizativo, que permita compaginar el trabajo diario en la
especialidad hospitalaria y las necesidades cotidianas de todo lo que no se
pueden dejar de atender. Aquí hay que administrar muy bien los tiempos.
"Somos lo que hacemos día a día" -escribió Aristóteles. "De modo
que la excelencia no es un acto, sino un hábito".
Enhorabuena, doctora, estamos muy orgullosos.
Julián Arroyo Pomeda
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