domingo, 20 de septiembre de 2015

Los poderes financieros nos gobiernan



En el Congreso de la Sabiduría y el Conocimiento, celebrado en Córdoba este mes de septiembre, José Mujica nos recordaba que "no vinimos a este mundo sólo a trabajar y comprar; vinimos a vivir". Desear demasiado es ser pobres y esto es lo que incluye la necesidad de trabajar cada vez más porque tenemos más deseos que satisfacer. Por aquí van en la actualidad la mayoría de nuestros valores, que los poderes financieros están convirtiendo en los modelos únicos. ¿Somos así ricos o verdaderamente pobres de solemnidad? Comprar y tener más es lo que nos hará felices, pensamos demasiadas veces, desgraciadamente, cuando lo que ocurre es que cada vez somos más egoístas.

Los más altos intereses egoístas son los que mueven siempre a los poderes financieros. Sólo buscan los mayores beneficios en campos abiertos y con el respaldo internacional. Sin embargo, esto no es obstáculo para llegar a ofertas atractivas al pueblo y a los ciudadanos, de cuyos ahorros alcanzados con el trabajo cotidiano, convenientemente manipulados, obtienen sus ganancias. Préstamos con intereses es lo que han ofrecido siempre los usureros, que podrán embargar el patrimonio de cuantos los han necesitado, si no se devuelven en el plazo previsto las cantidades prestadas. El negocio que se ha realizado en la legalidad vigente cuenta con el éxito seguro.

Los negocios legales están avalados por los Estados nacionales y los tratados internacionales. Aquí el pez se muerde la cola, porque si un poder financiero va mal y se le deja que quiebre, el resto de inversores lo pagará caro, perdiendo la totalidad de sus depósitos. Por eso el Estado se considera obligado al rescate para salvar a los ciudadanos, salvando, paralelamente, a los poderes bancarios. En los últimos años se han dado suficientes pruebas de esto nuestro país, donde los bancos han sido reforzados con los impuestos de los ciudadanos por valor de 60.000 millones de euros, que, además, iban a pagar los mismos bancos. No se les puede dejar caer. Por tanto, son un negocio muy seguro.


En el caso de Catalunya, los consentidores se están dando de bruces con los consentidos. Después de hacer grandes negocios en ese territorio, ahora los poderes financieros amenazan con marcharse, si el voto popular establece la independencia. Desde luego que no se irán con las manos vacías en caso de hacerlo, sino que dejarán estructuras económicas a las que agarrarse para volver de nuevo, cuando huelan dinero, único olor que produce su entusiasmo. Entonces la independencia sería lo de menos. Por eso algunos han contestado a los especuladores con un buen refrán catalán, bon vent y barca nova, respondiendo al envite financiero sin complejos. En los poderes económicos confía igualmente el Gobierno del Estado, que sólo sabe crispar cada vez más, proporcionando así votos al soberanismo y hartando permanentemente a los ciudadanos de a pie, siendo incapaz de fortalecer al propio Estado, apoyándose en su mayoría absoluta, que lo fue hace casi cuatro años, pero ya no, porque la situación ha cambiado mucho.


La cuestión escalofriante es que los poderes económicos se atrevan a torcer una votación democrática o, al menos, a modificarla, influyendo en ella. En las formas de gobierno tradicionales esto se denominaba, en griego, oligarquía, es decir, gobierno de los ricos, actualmente, de los poderes económicos. Es una desvergüenza democrática total. ¿Cómo se ha podido llegar tan lejos? Quizás convirtiendo la política en el mayor de los negocios, por eso ambos poderes se entienden tan bien. Sorprende que ahora diga el Presidente Mas que hay que pasar por encima de los poderes financieros. Ya no se acuerda, quizás, de las prebendas que se les han concedido, eso sí, a cambio de magros intereses a su fuerza política gobernante. Que falta de vergüenza. Esperemos que cuando se vayan devuelvan, al menos, a los catalanes el dinero de su rescate que ellos han pagado, diga lo que diga el ministro de Hacienda.

El Ayuntamiento de Madrid también empieza a ser advertido por las agencias de calificación. Standard & Poor’s, en concreto, no quiere que el nuevo equipo de gobierno haga una auditoría de la deuda. No tiene que esperar a los resultados de la misma –podría ser que seguramente tenga cosas que ocultar- para amenazar que puede situar a esta institución en la calificación de bono basura con lo que tendría que pagar mayores intereses para financiarse y los ciudadanos madrileños serían los perjudicados. Qué poca elegancia lo de la agencia que sólo muestra la zafiedad que le caracteriza.

La alcaldesa Carmena está en su derecho de analizar si la deuda del Ayuntamiento es legítima. Es su obligación y el derecho de los ciudadanos. Claro que la cuestión es que se responsabiliza y sólo pagará la deuda legal, si hay otra de tipo especulativo tendrá que planteárselo, pero en esto se va a sentir completamente apoyada por la mayoría, así que ningún miedo a la amenaza de quienes sólo velan por sus intereses, a veces no tan legítimos. Se trata de un asunto político, del que la persona elegida por votos democráticos tendrá que responder.


Carmena ha declarado que Madrid "continuará pagando su deuda", naturalmente, puesto que la debe. Otra cosa será negociar una moratoria de la misma, liberarse de lo que no resulte legal, o reducirla con los acreedores. Todo esto son decisiones de tipo político que la institución está facultada para hacer. Que las agencias reclamen a otros las deudas contraídas, ellos sabrán cómo y por qué lo decidieron, pero los mandatarios actuales tienen la obligación de sanear tales situaciones, en vez de dejarlas en el terreno del limbo.

Algunos ilusos, pareciendo confundir la realidad con sus propios deseos, quieren una banca nueva, que se preocupe de ofrecer créditos a los ciudadanos, en lugar de atender únicamente a sus propios intereses especulativos. Esto sería extrapolable, también, a un Estado nuevo y a un nuevo gobierno. Siempre hay que mantener expectativas. Cuando acabó el anterior gobierno popular, la crispación había llegado a tal nivel que los ciudadanos respiraron, sintiéndose liberados. Con el actual gobierno de mayoría absoluta esté sucediendo algo parecido y los ciudadanos se están ahogando sin remedio.

"Tiene que llover", decía una antigua canción. "Y si llueve, salgamos a la lluvia", dice otra más actual. Se está haciendo imprescindible una limpieza a fondo de todas las lacras que nos invaden universalmente. Tanto autoritarismo político y financiero no puede traer nada bueno. La democracia debe poner en marcha sus propios mecanismos de defensa. Ojalá refresquen el ambiente las próximas elecciones catalanas y las cercanas nacionales. Y que la lluvia traiga después el sol, porque así no se puede seguir. Que lo nuevo no se demore demasiado.


Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.elpais.es,16 septiembre; www.elmundo.es, 19 septiembre; www.elmundo.es, 19 septiembre; www.efe.es



lunes, 27 de julio de 2015

Sanidad pública madrileña: suma y sigue


Muchas veces pequeñas anécdotas ilustran graves problemas. Como se sabe, el diablo está en los detalles. El día 21 del mes actual un diario nacional da cuenta de un suceso exasperante, que confirma el deterioro permanente y un aumento de la pésima gestión de la sanidad pública de Madrid.

                                              Hospital Universitario La Paz, Madrid

Sintéticamente, la noticia indicaba que el hospital La Paz suspendió una cirugía cardíaca en el último minuto por falta de cama de cuidados intensivos postoperatorios. Atención al detalle: la cancelación se hizo mientras una paciente de 47 años iba tendida en la camilla en dirección al quirófano. Por tanto, ya se había practicado la totalidad de pruebas pre operatorias y la paciente estaba preparada y bien dispuesta física y psíquicamente. No es necesario decir que La Paz es uno de los primeros hospitales de España mejor valorados pos la calidad de sus actuaciones.

Otros detalles: la enferma llevaba seis meses en lista de espera. Debido a su problema cardíaco, ha sufrido ya a tres hitos. El propio cirujano pidió la Dirección que se habilitara una de las camas cerradas (en el Hospital tiene 11 camas de reanimación con tres sin servicio en verano), pero no se lo autorizaron, por lo que cursó el alta y la enferma se fue a su casa desesperada. ¿Hasta cuándo? Ya la llamarán.  Sus familiares habían tomado el avión para estar en la operación.

Contrastemos el hecho y sus detalles con el programa de sanidad de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. En su punto 35 puede leerse que "se reducirán de manera significativa los tiempos de espera para las pruebas diagnósticas y para las operaciones quirúrgicas mediante la apertura de quirófanos por las tardes y pactos de gestión con los servicios afectados". Tanto cinismo e incumplimiento acaba dando risa. Veamos algunos detalles más.

1) Si a primera hora de la mañana faltan camas adecuadas, ¿por qué no van a seguir faltando por las tardes, salvo que suceda un milagro? ¿A qué se dedica un profesional, cuando carece de los medios técnicos imprescindibles?

2) ¿Seguro que se pueden reducir así, es decir, con semejante gestión técnica, los tiempos de espera para las operaciones quirúrgicas?

3) ¿De qué pactos de gestión se habla, si la Dirección lo único que sabe hacer es cancelar el proceso de una operación en marcha? No hablemos ya de calidad, porque se trata de simple profesionalidad y voluntad de arreglar las cosas.

                                                           Cifuentes y Sánchez

Sin embargo, "reducir el tiempo de espera y operar por las tardes" era la undécima estrella de Cifuentes. Esperemos que no cumpla todas así de mal, aunque es posible que todavía no la hayan informado porque éste de vacaciones. Y el Consejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos, puede estar también descansando. Nos encontramos en verano, claro. En cualquier caso, no se comprende por qué los responsables que estén de guardia no actúan de inmediato para resolver semejantes cacicadas de gerentes tan tarugos como los de algunos hospitales de Madrid. Parece que por aquí cojean de ambas piernas.

No cabe discutir los hechos, según el dicho latino medieval, ahora hay que preguntarse cuáles son las causas de estas consecuencias en la Sanidad madrileña. Para no argumentar maliciosamente, hay que tener en cuenta algunos datos. Uno es el de la lista de espera quirúrgica de diciembre de 2014. Entonces eran 77.689 pacientes los que aguardaban. Han leído bien y añado que se está jugando con la salud de los enfermos de una San sanidad pública, gratuita, universal y de calidad, que se paga con los impuestos de todos los ciudadanos. Los Centros están a reventar, los trabajadores de hospitales son los mínimos posibles. Según el SERMAS (Servicio Madrileño de Salud) de 2011 a 2013 la Sanidad perdió el 19% de efectivos, bajando de 106.566 a 86.235, en un brutal recorte de personal. Sin embargo, se crearon nuevos hospitales a los que deben atender bastantes menos profesionales. Cabría preguntar cómo lo hacen. Quizás matándose los sanitarios con el brutal aumento de trabajo. En cambio, sus sueldos "retroceden ocho años", según la Revista Médica, número 247. Es indignante que los gestores de la Sanidad se rían así de los ciudadanos, que están indignados con tanta desvergüenza.

Además, los que más sufren en este nivel -no sé si también en todos- son los ciudadanos más pobres y desfavorecidos, los enfermos. Con ellos se ceba tanta inhumanidad. Mientras, nos siguen contando mitos y fábulas para que no hagamos preguntas. El programa de Cifuentes en Sanidad comienza informando de que Madrid es la región española (curiosa descripción: "región española") que dedica un 45% de su presupuesto a la Sanidad. En los 10 últimos años ha construido 12 hospitales y 83 centros de salud. Y hay libre elección de médico, enfermero y centro sanitario. ¿Cómo, entonces, funcionan tan deficientemente los hospitales? ¿Lo saben ustedes?

                          Sanitarios de La paz se manifiestan en favor de la Sanidad madrileña

Nosotros sí que lo sabemos. Digámoslo de una vez. Se trata de rebajar los presupuestos. Se aprovecha la temporada veraniega para cerrar camas y ahorrar así en el presupuesto, ralentizando la actividad hospitalaria. Además, el personal sanitario tiene derecho a sus vacaciones, pero no se contrata más personal en la misma proporción. Igualmente, se puede romper una máquina y decir los directivos que no hay presupuesto para repararla. Precisamente en verano podrían reducir las listas de espera, pero probablemente lo que hacen es aumentarlas por causa de los dichosos recortes. Otra vez suma y sigue. ¿Hasta cuándo?

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones:


sábado, 4 de julio de 2015

Europa: ¿gobierno del pueblo o tiranía de los bancos?


Esta semana estamos asistiendo atónitos a la crisis más descomunal que Europa ha impulsado en el gobierno griego. Las negociaciones de tanta sutileza, que ha llevado con un cuidado que pretende ser formalmente irreprochable, han quedado rotas definitivamente en el primer round.

¿Qué puede pasar ahora? Lo peor, porque la totalidad de los gobiernos europeos vaticinan el desastre. La posición está tomada, aunque siguen sin cerrar la puerta a causa del peligro que corren sus intereses nacionales, que es lo único que les importa. La primera que debería sentirse avergonzada, por dignidad, es A. Merkel, que parece haberse olvidado del Tratado de Londres (1954) por el que las naciones vencedoras perdonaron a Alemania la mitad de su deuda. Gracias a ello se ha producido su despegue económico y es capaz de liderar hoy a Europa.


Otro desvergonzado es el premier inglés Cameron, que ni siquiera ha adoptado el euro como moneda y está sosteniendo muy endeblemente la permanencia de las Islas Británicas en Europa, aunque en su programa lleva la consulta a los ciudadanos sobre este futuro. Últimamente, se ha venido todavía más arriba con sus exigencias sobradas.

Francia teme que, si las cosas siguen torcidas, no pueda cobrar los impagos que le adeudan, aunque bien se haya sabido aprovechar de los contingentes de venta de armas para el ministerio de defensa griega. ¿Y qué decir de España? Rajoy saca mucho pecho para airear lo que deben los griegos al gobierno español, ocultando permanentemente que no es así, ya que sólo hace de avalista de los intereses financieros que los ciudadanos no ha suscrito nunca. En cambio, el ministro De Guindos tranquiliza diciendo que no habrá consecuencias, ya que los bancos españoles son muy sólidos. ¿En qué quedamos, entonces?


Con todo esto se va clarificando que Europa es una unión económica y no política. Por eso, la economía manda y exclusivamente, además. ¿Qué es lo que ha pasado en las quebradas negociaciones? Parece que las diferencias económicas eran insignificantes, por lo que el acuerdo ha estado a punto de firmarse. Han sido los acreedores los que se han opuesto, porque quieren tener el dominio absoluto no ya del marco económico, que lo tiene, sino del espectro político. Quieren esclavizar al pueblo griego para que no pueda levantarse nunca más. Hay que recortar en el ámbito social, precisamente. No se trata de que los griegos presenten una planificación, sino que tiene que ser "esta" planificación y no otra. Así lo deciden los acreedores y los miserables ciudadanos no tienen nada que decir. Ya se convencerán de cómo van las cosas en Europa. El problema es que los acreedores financieros han golpeado en la mesa, pero el gobierno griego no se arruga, porque todavía les queda orgullo suficiente.


Pero no basta el orgullo. La cuestión es saber qué pretenden hacer los acreedores con Grecia. ¿Hay, acaso, un plan trazado para los griegos de manera que puedan salir del abismo en un futuro próximo? Por aquí anda el problema, porque lo primero es pagar lo que deben, cuando finalicen los plazos. Además, les indican cómo salir de la crisis. La política de la clase bancaria de los acreedores obliga a recortar y ser austeros. Esto es la base del programa. Aun aceptando esta idea general del recorte neoconservador, hay que recordar que Grecia ha recortado su gasto público cerca del 50%. Ningún otro país europeo ha llegado a tanto.

La deuda pública griega ronda el 180% de su PIB y su ajuste económico ha llevado al 27% de paro. Se han despedido funcionarios, se han subido impuestos y se ha destrozado con los ajustes la sanidad, la educación y otras prestaciones sociales. Algunos hablan escandalizados del gasto militar ante la presencia del enemigo turco (los dos países permanecen en la OTAN, por cierto), pero desde 7.600 millones de euros en 2009 ha sido reducido el presupuesto en 2014 a 4000 millones de euros, que ya es rebajar. Han aceptado prolongar la edad de jubilación, quieren que suba el IVA y que se reduzcan las nóminas de los actuales pensionistas. ¿Y qué más quiere la troika? Como no sean dos huevos duros...


Aquí lo único que importa a los gobiernos son los intereses nacionales. Y a los acreedores que los griegos recorten más para que puedan pagar lo que deben. Lo de hacer una política común europea les da risa. No hay política comunitaria, ni democracia. El pueblo griego habló en las últimas y recientes elecciones, pero sólo los banqueros mandan, no habiendo nada por encima de ellos. Los griegos y todos los demás después tienen que hacerse esclavos para pagar la deuda que cada vez es mayor. Hacer una quita para sanear la economía griega no se contempla. Aplazar pagos en función del crecimiento, tampoco. Que hablen los ciudadanos consultados en referéndum, tampoco les gusta. Entonces ¿qué?

Europa sólo propone a Grecia que acepte el Acuerdo impuesto por los acreedores y advierte que el tiempo concluido. Ahogados como están los griegos, no me extraña que el gobierno califique esto de ultimátum y chantaje. A quien se ha plantado diciendo que los griegos decidirán su futuro sólo le queda arrepentirse y sufrir la mayor humillación pública hasta morir lentamente, sufriendo lo que merece. Ante las amenazas y el miedo sólo resta ya que se pronuncie el pueblo y que lo haga sin temor. Toda esta situación no deja de ser una auténtica vergüenza, que Grecia no se merece. “Es mejor sufrir la injusticia que cometerla”, proclamaba Sócrates, que lo confirmó con su muerte. Qué gran actualidad tienen todavía sus palabras. Grecia sigue sufriendo injusticias, que la Unión Europea comete contra ella. Otra vez.                                                             

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.publico.es (3 julio 2015), www.elperiodico.es (3 julio 2015), www.elmundo.es (4 julio 2015), www.elpais.es (4 julio 2015).


sábado, 20 de junio de 2015

Tomar el rábano por las hojas: prueba de filosofía de Selectividad, Madrid



Ayer, El País, publicó una brevísima carta mía sobre la polémica "irregularidad" cometida en la prueba de filosofía de las universidades de Madrid.

CARTAS AL DIRECTOR
Prueba de Filosofía

Estupor y confusión produjo en los profesores ver la prueba de Filosofía en el examen de selectividad del 9 de junio en Madrid. El texto de Aristóteles de la opción B era un fragmento del libro primero de Ética nicomáquea, cuando estaban fijados obligatoriamente por la Coordinación de las Universidades los libros II y X a comienzos del curso. Tal irregularidad es inaceptable por injusta y perjudicial para los estudiantes. Debería subsanarse este error para no perjudicar a los alumnos y cesar inmediatamente a los responsables del mismo. Los rectores tienen que intervenir para reparar la injusticia, por la dignidad de las instituciones y antes de que sean corregidos los exámenes. Julián Arroyo Pomeda.


Hoy, sábado, vuelve a la carga, con un corto en "El Acento" del autor Juan Andrés Rojo, titulado "Aristóteles, los nervios y las ideas fundamentales". El titular, tan periodístico, es un ejemplo de desenfoque y desorientación de la cuestión. Algo de esto se había hecho ya por parte de los lectores que ofrecen un flash de su primera ocurrencia en unas líneas, pero una sección técnica como "El Acento" necesita mayor rigor en el contenido de la información que  ofrece.

Con "Aristóteles" se refiere al fragmento irregular del examen. Con "los nervios" ironiza acerca de la situación en que se encuentra cualquiera que tenga que hacer un examen. A las tres Asociaciones que protestaron les sale con que "el drama no fue a más porque no ha afectado a las clasificaciones" (sic), queriendo decir "calificaciones". Y ya está, problema resuelto.

Sin embargo, el autor toma ahora el rábano por las hojas para plantear lo importante. Dando una larga cambiada, ofrece su concepción de la educación: los alumnos tienen que aprender a leer y escribir, esto es, a comprender un texto, captar las ideas fundamentales del mismo y relacionarlas entre sí.

Pues bien, que sepa Rojo que esto es lo que hace permanentemente en clase el profesorado, no sólo de filosofía, también de historia, lengua, literatura y otras materias. Así que no podríamos estar más de acuerdo con él. Pero lo que desconoce J. A. Rojo es que la lectura de textos en cada materia tiene características propias y dificultades técnicas específicas en función de sus contenidos respectivos. Y enseñar esto requiere tiempo y dedicación, no es tan fácil como lo presenta, ya que no se trata de una lectura más.

Tampoco sabe que el modelo de examen forma una estructura en la que hay un conjunto de cuatro cuestiones relacionadas entre sí e interdependientes. Ciertamente, no tiene por qué saberlo, pero sí está obligado a informarse y reflexionar un poco antes de escribir (tan mal). Aclarémoslo.

La cuestión 1 pide identificar las ideas fundamentales del texto y su relación. La cuestión 2 pide explicar cómo se trata el problema del contenido del texto, en este caso, la moral de Aristóteles. Es decir, que la idea de la moral es la que se debe desarrollar ahora. De haber sido otro el tema del contenido, sería, igualmente, otro el asunto a explicar, luego no hay segunda cuestión sin la primera. La cuestión 3 pide disponer las líneas generales del problema que ha salido, es decir, de la moral, en este caso, en un autor de otra época. También aquí la cuestión tres depende de la dos y la uno. Por último, la cuestión 4 pide desarrollar el problema del hombre, que sale en la línea primera del texto, con un autor o corriente de otra época. Por todo lo dicho, no se puede lanzar balones fuera, reduciéndolo todo a la primera cuestión, como hace J. A. Rojo, porque entonces el que pide leer y comprender no ha entendido nada.




Finalmente, en los textos de filosofía no hay ningún temario. Se trata de que las universidades establecen unos textos, sacados de la totalidad de las obras de los filósofos para leer y comentar en las aulas, que en este caso van de Platón a Ortega y Gasset, porque es imposible abarcarlos todos en un Curso de tres horas semanales, y, además, innecesario. Los coordinadores universitarios llevan la lista confeccionada y la "proponen" al profesorado de bachillerato. Por eso algunos no acuden a las reuniones, ya que se lo dan todo hecho.

Desde luego, lo importante, que reclama Rojo, es haber tomado el culo por las témporas, aprovechando la anécdota para alertar sobre el sistema educativo español. Esta es otra historia, que no puede mezclarse sin más y que se podría discutir mucho más despacio.

Páginas después, aparece en el periódico otro comentario de Pilar Álvarez, explicando que las universidades dicen que el error en Selectividad “no ha afectado a las calificaciones de los estudiantes", por lo que no lo van a revisar. Se apoya en Carlos de Carlos, delegado del rector de la Autónoma y secretario de uno de los tribunales de la prueba. Que sepa P. Álvarez que el delegado del rector tiene, entre otras tareas, la de parar los golpes para que no lleguen al responsable máximo de la Universidad, que debería intervenir ante cualquier irregularidad. De Carlos lo lleva bien estudiado, aunque ni los rectores, ni los decanos deberían conformarse con sus explicaciones.

Una es puramente para salir del paso. Ante la queja, comprueba que las calificaciones han sido similares a las de los años anteriores, luego el error no ha afectado a los resultados.

La segunda explicación es de más envergadura y los argumentos de De Carlos producen sonrojo. La primera pregunta valía 2 puntos sobre 10, lo que la hace insignificante. Aunque hubiera sido de sólo una décima, tiene su importancia. Lo más grave es que tampoco el secretario del tribunal se sabe la estructura de la prueba, por eso se defiende atacando.



Luego está lo del currículo de la Comunidad de Madrid. Vergüenza e indignación me produce el argumento de pedir a los alumnos "madurez y conocimientos generales", leer "de modo comprensivo" y analizar textos "con rigor". En cerca de cuarenta años de vida activa en la enseñanza pública nunca he oído a la Universidad manifestarse en estos términos, por lo que creo que De Carlos procede de otro planeta. Se reconoce el error o la irregularidad, pero no se mueve un dedo por subsanarlo. Es más, parece que la culpa sea del profesorado de bachillerato. Es intolerable.

Todo esto constituye una grave irresponsabilidad y alguien tendría que responder por ello, junto con el perjuicio que se ha hecho a los estudiantes, a los que les ha tocado el golpe injusto e inesperado.

Ni siquiera un gesto para que el responsable del desaguisado sea retirado de sus responsabilidades. Todos pagaremos por ello. Primero, la misma universidad; después, el profesorado y el alumnado, y, finalmente, los ciudadanos y la sociedad. Es este el verdadero drama, que nadie quiere reconocer. No se podrá decir que las asociaciones denunciantes no lo hayan hecho con sensata prudencia, aunque siempre serán consideradas unos miserables renacuajos que osan cuestionar a la Universidad. Qué pena.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.elmundo.es; www.tintaroja.es; www.desmotivaciones.es; www.uniactualidad.es



martes, 16 de junio de 2015

PAU Universidades de Madrid: irregularidad inadmisible


Las universidades de Madrid establecen un listado de los autores y los textos que entran en el ejercicio de Selectividad de Historia de la Filosofía. Los ahora vigentes se fijaron en el año 2009. Hay, además, unas preguntas que los estudiantes deben resolver para identificar las ideas del texto concreto, el problema tratado, las líneas principales del pensamiento del autor y el tratamiento de este tema por parte de otros autores y de otras épocas.

Hasta hoy, nunca se habían salido de este marco los Coordinadores de la Universidades que proponen el modelo de exámenes, con lo que los estudiantes conocían, al menos, las problemáticas tratadas en los textos y el pensamiento general de los autores. Además, disponían de dos opciones (A o B) para elegir una de ellas. Esto daba una tranquilidad relativa y calmaba algunos nervios que suelen desatarse en una situación de examen.

En el actual mes de junio, y a partir del día nueve, los textos considerados obligatorios en el caso de Aristóteles son los libros II y X de Ética nicomáquea. Pues bien, el profesorado más conspicuo pudo comprobar, con gran extrañeza, que en la opción B de junio salió un fragmento del libro I de la citada obra, capítulo VI in fine. No se lo podían creer. Es más, en la reunión con los correctores, que celebra cada Coordinador en su Universidad, tampoco lo habían advertido.

UNIVERSIDADES PÚBLICAS DE LA COMUNIDAD DE MADRID
PRUEBA DE ACCESO A LAS ENSEÑANZAS UNIVERSITARIAS
OFICIALES DE GRADO
Curso 2014-2015
MATERIA: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

OPCIÓN B
Si, entonces, la actividad propia del hombre es una actividad del alma según la razón, y si, por otra parte, decimos que esa función es específica del hombre y del hombre bueno, como el tocar la cítara es propio de un citarista y de un buen citarista, y así en todo añadiéndose a la obra la excelencia queda la virtud […], siendo esto así, decimos que la función del hombre es una cierta vida, y ésta es una actividad del alma y unas
acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y hermosamente, y cada uno se realiza bien según su propia virtud; y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y además en una vida entera. Porque una golondrina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco ni un solo día ni un solo instante bastan para hacer venturoso y feliz. (Aristóteles, Ética a Nicómaco).
En este texto Aristóteles expone el problema de la moral

[Este es el fragmento de la Opción del presente Curso, libro I, VI]

Para concluir, resulta que se dan unos textos obligatorios para que el profesorado pueda trabajar durante el Curso académico con los alumnos y luego no se respetan, poniendo otros, que no se habían previsto. ¿A qué viene esto? ¿Qué se pretende conseguir? ¿Acaso juegan al despiste, o alguien está boicoteando el sistema establecido?

Algunos profesores han comunicado está anomalía a los responsables, que la han reconocido, sin mover un dedo y dejando las cosas como están. Bueno, tampoco es para tanto, parecen pensar. Menos quejas y más ponerse a trabajar en la preparación de los estudiantes.

Las relaciones personales y profesionales entre los profesores universitarios, que ponen los exámenes, y los profesores de Bachillerato, que se encargan de la preparación de los estudiantes para que superen el nivel de Selectividad, no han sido nunca óptimas. Casi siempre dependía de las personas y no de la estructura establecida. Lo del examen del mes de junio supera todo lo imaginable.
Hace poco, hablando con un editor de materiales de texto para Selectividad, me decía que la Universidad nunca ha hecho mucho caso a los profesores de Instituto. Es verdad, pero lo de este año ha superado con creces cualquier límite. Creo que se trata del más absoluto desprecio a las normas establecidas, actuando desde un autoritarismo que se sitúa en la pura ilegalidad. Es prepotencia y abuso manifiesto con un trato injusto y lamentable para los estudiantes del último año de Bachillerato, impropio de la institución universitaria.

Por mi parte, creo que se trata de simple despreocupación y desidia en relación con los Coordinadores. ¿Cómo puede suceder, si no, que no se percaten del error en un texto que va a poner en el ejercicio? Probablemente, porque no contrastan nada. Tienen preparada una colección de modelos y sacan un par de ellos a voleo. Así nos va. Qué desastre.

Por otra parte, los medios de comunicación, que son tan tiquismiquis todos los años, tampoco han sacado nada de semejante irregularidad, ni siquiera alguna carta de las que se les ha enviado. Se explica, quizás, porque eran otros asuntos los que ocupaban la totalidad de sus energías.
Una vez más, no se puede callar ante tal atropello, aunque algunos se molesten con las denuncias por las injusticias contraídas. Hace unos años, hablando en confianza y particularmente con un Coordinador de la Universidad Autónoma, se sinceraba de este modo: "es que es un coñazo reunirse con los profesores de Instituto". Pues déjelo usted, buen hombre, si no le interesa el cargo. Seguro que otros podrían hacerlo mejor. Cualquier cosa antes que vapulear así a estudiantes y profesores de Secundaria. No vendría mal un poco de vergüenza por la honorabilidad de las instituciones educativas.

¿Nadie va a exigir la dimisión de los responsables, primero, y subsanar la irregularidad, después? Esperemos que los nuevos aires frescos introducidos en la política produzcan mayor sensatez en todos los niveles.

Julián Arroyo Pomeda


lunes, 18 de mayo de 2015

Qué política


Se hacen actualmente tantas críticas a la política y a sus representantes, los políticos, que uno estaría tentado a reivindicar una dedicación tan noble y digna, como han enseñado siempre los filósofos de todas las épocas sin excepción.

Ahora nos encontramos en el apogeo de las elecciones autonómicas y municipales, en las que vemos enfervorizados a todos los candidatos, junto con la histeria de las encuestas que van apareciendo cada día. En las tertulias de radio y televisión las peleas se suceden in crescendo y los titulares periodísticos no dejan de llamar nuestra atención. Desgraciadamente, lo que nunca se hace es prestigiar la política, sino enfangarla cada día más.

En este sentido no es de extrañar que a muchos ciudadanos les parezca nauseabunda semejante situación y estén deseando que acabe todo esto: total, todo va a continuar igual que antes, porque las promesas se hacen para conseguir el voto, después se justifican alegando que la herencia que ha quedado no les permite avanzar. Y así hasta las próximas elecciones.

No se siente ya aquella emoción de hace no muchos años, cuando pudimos votar, después de estar prohibido durante demasiado tiempo. Entonces se notaba entre los ciudadanos, que se encontraban de camino a los colegios electorales de los barrios, el sentimiento de la fiesta de la democracia. Sí, se vuelve a ir a votar, aunque con muy poca convicción, en general. Pero todavía se va, que no es poco y nunca se sabe.


Sin embargo, no es que las cosas sean tan complicadas. Por ejemplo, es digno de celebrar que ahora no se presenten ciudadanos absolutamente profesionales de la política. Tenemos en Madrid un trío inigualable, con independencia de los partidos que representen. En efecto, hay una juez, un poeta y un metafísico. ¿Por qué no? Como dicho alguno, vista la extrañeza que se produce, ¿qué profesión hay que tener para trabajar en política? Ni tan siquiera hay que ser militante de un partido determinado, ya que independencia no significa diferencia. Quizás muchos se encuentren reflejados en el contenido de esta frase. Ojalá que los ciudadanos participen en la votación, aunque no sean militantes, porque no intervenir en los asuntos de la ciudad no es nada inteligente, es nuestra responsabilidad enteramente.

¿Por qué política hay que optar? El profesor de metafísica Ángel Gabilondo recordaba a Kant ("cosas de Kant", decía) para afirmar que "la honradez es la mejor política"; La paz perpetua. Apéndice I). Y continúa: "Decimos sí a las políticas públicas, si a las instituciones justas, si al compromiso con los deberes cívicos". Todo un programa, ¿para qué más?

En cambio, hoy se llevan las cuchilladas y las puñaladas, las mentiras contra los adversarios que defienden programas distintos, no se soporta la pluralidad de voces con otros intereses y objetivos, se hacen ataques permanentes con tal de ocupar portadas en los medios, se tiende todo tipo de trapos sucios, sin aceptar ninguna responsabilidad por lo que ha sucedido durante el mandato, la amnesia es total ante preguntas comprometedoras sobre corrupción, y se echa la culpa a los demás cuando algo no ha ido bien, aunque sean del mismo partido. Desparpajos soberbios y respuestas contundentes, por más que quien las formula quede inmediatamente en evidencia, al sonar la voz del interesado en otros momentos, pero que éste se apresura a negar que sea suya. Las declaraciones se han manipulado, o se han sacado de contexto, mintiendo por ello. "Me he equivocado y no volverá a ocurrir más", parece que resulta una ignominia, si alguien se atreve a reconocer su error, en lugar de montar la bronca correspondiente. Estamos ante gentuza, que no ante gentes y seres humanos.

Cuando el partido gobernante pierde unas elecciones, parece que tendrá que acostumbrarse a ser pagado con la misma moneda que él mismo acuñó y ha utilizado con profusión. "Conocéis el escenario que nos dejan: paro, precariedad, pérdida de derechos, exilio económico, autoritarismo, integrismo contra las mujeres, entrega de nuestro país a potencias extranjeras, vuelta al privilegio educativo, corrupción, impunidad...". Así acaba de escribir J. C. Monedero en un periódico, refiriéndose al partido que gobierna en la actualidad en nuestro país, ante lo que algunos sacan el fantasma del miedo: que viene el lobo anuncian a las ovejas y a los corderos que están dispuestos a depositar su voto para confirmar algunas cosas. ¿Qué lobo? Habría que recordar con Hobbes que sólo hay uno: homo homini lupus.

Muchos son los que llevan años comportándose como lobos con los demás ciudadanos, siendo capaces de arrancarles hasta la piel para sacar mayores beneficios todavía. Con la dichosa gestión política de la austeridad, si no lo han esquilmado todo ya, desde luego queda poco por tocar tan suciamente. Y, además, hasta se atreven a presumir de ello. ¡Qué desfachatez! Indignaos ciudadanos, haced uso de la hybris griega. No es para menos.


El ritmo es frenético esta última semana con el fin de arrancar algún voto más, no para insistir una vez más en que cumplirán su programa, que tienen escrito y que, incluso, alguno no parece ni siquiera conocer, o se le ha olvidado y tiene que preguntar a compañero cómo se llama la propuesta que está tratando ante las cámaras. Una vergüenza por la que no tendrían que pasar, si tuvieran por costumbre comentar en cada intervención uno de los puntos que llevan en el programa escrito. De este modo sería fácil desgranar casi la totalidad del contenido en el tiempo dedicado a la campaña.

Así lo reactualizarían, aclarando aspectos, o matices y estando disponibles algunos minutos a cuantas preguntas quisieran hacer los posibles votantes. Pero no se puede perder un minuto, dado que por la mañana se requiere su presencia en Madrid y Barcelona, y por la tarde en Cáceres y Burgos, por ejemplo. No les queda tiempo para saludar a sus votantes, ni mucho menos para descansar un rato.
Las gargantas pueden quedarse afónicas de gritar, exponiendo a marchas forzadas lo que van a hacer, si logran alcanzar la mayoría. A marchas forzadas siempre hasta quebrarse las cuerdas bucales, si fuera necesario. Tiempo tendrán de descansar durante los próximos cuatro años, porque la herencia adquirida sólo les permite hacer algunos apaños. Los ciudadanos tendrán que conformarse, ¿qué otra cosa podrían hacer?

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: izquierda21.blogspot.com; zoomnews.es; elpaís.com; congestiondepersonas.com; elexitoenvida.com

lunes, 20 de abril de 2015

Nos han robado todo


He vuelto a ver la película Asignatura pendiente, que Garci estrenó en el cine Carlos III de Madrid en 1977, siendo su primer largo metraje. Es una obra generacional, que presenta de un modo muy personal y con una extraordinaria sensibilidad la España de la época, la de los últimos años del régimen franquista y los comienzos de la Transición. Aquí aparece la historia de un período histórico preciso.

                                    Sacristán y Falcoyano en una escena de la película

Hacia la mitad del metraje, Pepe Sacristán (Jose) le dice a Fiorela Faltroyano (Helena) una frase que sintetiza magistralmente el contenido: "Nos han robado tantas cosas, las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo hicimos, los libros que debimos leer, las cosas que debimos pensar, qué se yo, pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar...". Y el Epílogo remacha: "A nosotros que nos han robado la inocencia...".

Mas no se queda en esta decepción ya irremediable, sino que, al final, cuando los amantes deciden romper, Sacristán propone a Helena lo que todavía queda, que es "mirar hacia adelante". Y ante la incredulidad y resignada mirada de ésta le aclara que eso vale para él, para ella y para todos. Sólo queda eso, porque aquella herencia moral de los años 50 es el vacío más absoluto. No queda ninguna base, porque nos lo han quitado todo.

No puedo menos que situarme ante otra imagen de época, la de hoy mismo, en los años 15 del siglo XXI. Acaso necesitemos otro Garci que nos vuelva a contar esta historia actual. También ahora nos están robando todo y esta cultura del aprovechamiento de todo y de todos no es nada fácil de superar: están quedando demasiados cadáveres en el camino. La descomposición completa empieza a llamar a las puertas.


En los tres últimos años que llevamos con la austeridad y los recortes, como estrella para salir de la crisis económica, la gestión política del Gobierno se va traduciendo ante los ojos de los ciudadanos en las reformas denominadas estructurales que hacen pagar el máximo de impuestos a las clases medias y bajas, mientras se favorece, sin ningún pudor, a los niveles altos de riqueza. Se están resistiendo -y mucho ya- los servicios básicos en Sanidad y Educación, mientras que el paro sigue en cotas todavía muy altas.

Todo esto repercute en las Comunidades Autónomas de forma incontenida, limitándose la mayoría a echar las culpas al Gobierno Central, como ocurre, incluso, en Madrid, que en unos años ha perdido unos 10.000 empleos en Sanidad y 7.500 en Educación. La nueva ley de educación (LOMCE) ha sido una imposición vergonzante de la mayoría absoluta. Las tarifas universitarias han subido aquí en torno al 65% en dos años y, al parecer, subirán otro 20% en el próximo curso. ¿Qué se pretende, sino echar de las aulas universitarias a la gente que menos poder económico tiene? Como se recortan los presupuestos, suben las tasas y, a su vez, baja la cuantía de las becas. Así la desigualdad crece a marchas forzadas y los servicios públicos tienen que atender a un mayor número de pacientes y a más alumnos con una considerable disminución de sus profesionales.

Mientras transcurre todo esto, acaba de aflorar la escandalera estrepitosa, con espectáculo incluido, del emblema por antonomasia del éxito del milagro económico español, representado por Rodrigo Rato, ex ministro de economía -"el mejor que hemos tenido"- del Gobierno Aznar y es director del FMI. Finis coronat opus, decían los latinos, sólo que aquí el fin es con exclusividad el incremento salvaje del dinero a toda costa. Este gran hombre ha decidido el camino para hacer de su vida algo valioso y proponerlo así a la ciudadanía.

Algunos datos nos ponen los pelos como escarpias: la atribución de Hacienda de un patrimonio de 27 millones a Rato (procedente del fraude fiscal y blanqueo de dinero), la detección por la Fiscalía de 78 cuentas a su nombre en 13 bancos, ocho sociedades en el extranjero para transferir dinero y eludir el embargo, más de 100 millones de fianza por el caso Bankia, un entramado familiar complejo para protegerse, etc. Estamos al borde del precipicio de quien sólo se ha favorecido a sí mismo. Dice R. M. Dworkin en Justicia para erizos (página 31) que "no podemos respetar adecuadamente nuestra humanidad a menos que respetemos la humanidad en otro". Todos deberíamos aprender de esto.
Mientras tanto, el Estado sigue recaudando sin parar para disponer de recursos que hagan posibles nuevos latrocinios. Recordemos a San Agustín en La ciudad de Dios (II, 2.2): "Si en los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de ladrones a gran escala?". Acertó, ahora lo estamos confirmando en todos los bandos.

Igualdad de recursos, según Dworkin, es tratar "a la gente con igual consideración cuando permitimos a cada quien proyectar su propia vida". Así escribe un jurista norteamericano del siglo XXI. Entre nosotros está desapareciendo la equidad y con ello impedimos que cada uno proyecte su vida, que es el mayor valor del que disponemos. Unos pocos nos están robando todo, incluso la propia vida, no digamos nada de nuestra dignidad. Así no podemos seguir. Menuda época nos ha tocado. Produce escalofríos pensar que estamos dedicando prácticamente la totalidad de nuestro PIB para pagar los préstamos que nos han prestado las instituciones extranjeras. Somos esclavos de una globalización rampante, que, además y con el mayor cinismo, aplaude nuestro proceder. Que sigan este camino glorioso muchos países, parecen decir, y nosotros seguiremos lucrándonos. Hemos perdido completamente nuestra dignidad y no existe ya ni la más simple vergüenza.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones
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miércoles, 15 de abril de 2015

La comunicación y su importancia


Comunicar implica todo un proceso para la relación de unos seres humanos con otros, mediante la transmisión de información. Todo el mundo informa, esperando que el contenido del mensaje tenga consecuencias. Para ello el emisor conversa con el receptor. Entre los seres humanos esto se desarrolla a través del medio privilegiado que es el lenguaje, que, además, puede producir errores.
Se puede comunicar en tiempos felices y tranquilos e igualmente cuando todo está revuelto. En este último caso, decía Tácito, que "tanto sabía cada orador cuánto podía persuadir al pueblo errante" y de este modo se estimulaba la elocuencia.

                      Floriano: "¿No crees, María Dolores, que nos ha faltado un poco de piel, un poco de sensibilidad?"

En los tiempos actuales estamos acostumbrados a oír a muchos políticos, cuando las cosas logradas no son percibidas como tales por los ciudadanos, que no han sabido comunicar lo que se ha conseguido y, por eso, los electores permanecen impasibles. Fue muy comentado recientemente lo dicho por Carlos Floriano ante las mejoras económicas de las que informaba el presidente Rajoy: "A lo mejor nos ha faltado darle piel a cada cifra positiva que estamos obteniendo". Hay que ofrecer sensibilidad a las estadísticas. Magnífica excusa para justificar lo injustificable en una conclusión que no se sostiene.

Los logros económicos del Gobierno español son un modelo para Europa, y los ciudadanos no los perciben, luego los hemos comunicado mal. Pues no, porque puede haber otras razones de peso para que los ciudadanos de a pie no se los crean. La más evidente es que tales éxitos no sean coincidentes con la realidad.

Aceptando, en general, que todos los seres humanos son filósofos, cualquiera puede elaborar un pensamiento de una forma parecida a lo que sigue. Si tan bien va la economía, yo tendría que notarlo. Pero sucede lo contrario, que mi economía familiar no aumenta, sino que, por el contrario, o se mantiene igual de mal -en el mejor de los casos- o disminuye. Así pues, mi realidad no confirma lo que me anuncian. Luego no me lo creo.

La no coincidencia entre lo que oficialmente me dicen y la realidad del día a día es un dato digno de comprobación. Lo que falta, pues, es el acuerdo entre lo que me comunican y lo que me muestra la realidad. Y el más avispado puede seguir pensando que le quieren engañar -una vez más- y los porcentajes bajan en las encuestas. ¿Cómo no darse cuenta de esto y más cuando llueve sobre mojado?

En otros ámbitos ocurre algo similar. Por ejemplo, repunta el empleo -según las informaciones oficiales del actual mes de abril- y se afilian a la Seguridad Social 400.000 trabajadores más, pero sólo se recauda el 1% más. ¿Qué ocurre para que se dé esta baja cotización? Eso ya no se dice, ocultando una parte de la realidad tozuda. Lo que se calla es que se han devaluado los salarios y que la situación laboral es precaria, entre otras cosas. Ya, pero es que se trata de cuadros macroeconómicos. Ah, bueno.

Se trata de pensar continuamente, porque si dejamos de hacerlo nos pueden timar, mediante informaciones demasiado parciales, que pueden acabar suplantando la realidad desde la comunicación. La filosofía es pertinente para hacer frente a los retos de nuestro tiempo. Lo importante es estar muy de acuerdo consigo mismo, como dice Sócrates en Gorgias (482, c): "es preferible que mi lira desafine y no suene acorde con mi voz, y que me ocurra igual con el coro que yo dirija, y que un sinnúmero de hombres disienta de mí, a que yo -un hombre solo- discrepe de mí mismo y me contradiga".

Algunas veces se confunden los deseos con la realidad, impulsando así falsamente su transformación y cambio. Puede tener esto algún éxito inmediato y a corto plazo, pero, finalmente, la realidad acabará imponiéndose por más empeños e intentos de comunicar lo que se intenta que quede entendido y explicado. Es que no me entienden, se apresura a manifestar la excusa, pero no cuela, porque hay que dar cuenta de las propias comunicaciones que formulamos.
Comunicar implica también, paralelamente, capacidad de escuchar. Saber escuchar no resulta nada fácil para quien está convencido de tener la verdad. Ahora bien, la escucha es no sólo necesaria, sino hasta imprescindible. Cuando se escucha, sabemos lo que quieren los demás. Y esto ha de ser tenido en cuenta por nuestras comunicaciones. Así disminuye la prepotencia para situarnos en el ámbito de la humildad. El otro es también un yo y, como ya sabemos, yo no puedo discrepar de mí mismo.

Escuchar es prestar atención a lo que oímos. Si no se oye, o no se quiere oír, o no interesa hacerlo, entonces se lanzan soflamas o brillantes titulares para que se graben en el cerebro. De esta manera tratamos de timar a los demás. Pero esto, aunque de momento no se descubra, no es decente, es, más bien, inhumano, porque en la escucha se manifiesta la humanidad, se produce la paz y huyen los temores.

Nunca se enfatizará demasiado la importancia de las comunicaciones. El ser humano es el único animal que tiene logos, palabra, enseñó Aristóteles (Política, 1253 a), y con ella manifiesta lo conveniente lo perjudicial, lo justo y lo injusto. Por eso tiene "el sentido del bien y del mal". Desgraciadamente, cada vez nos olvidamos más de los valores y, entre ellos, de lo que es la justicia y la injusticia y con ello cada vez nos resulta más difícil vivir en polis y participar en ella, lo que es nuestro reto inevitable.

Es absolutamente injusto que avancen las desigualdades sociales, mientras lo que se nos vende es 
que van a bajar los impuestos para que la clase media pague menos y así se vayan ajustando las distancias con la clase superior. Pero si al mismo tiempo me suben los estudios universitarios, por ejemplo, o me hacen esperar más para una intervención en la Sanidad pública, o me ponen obstáculos para que mis hijos puedan estudiar en el centro de su barrio y me obligan a pagar autobús o comedor en otro centro escolar, por haber establecido el distrito único, todo lo que me han vendido es mentira, me están timando otra vez. Pensemos, pues, en lo que nos pasa.

Julián Arroyo Pomeda