Esta semana estamos asistiendo atónitos a la crisis
más descomunal que Europa ha impulsado en el gobierno griego. Las negociaciones
de tanta sutileza, que ha llevado con un cuidado que pretende ser formalmente
irreprochable, han quedado rotas definitivamente en el primer round.
¿Qué puede pasar ahora? Lo peor, porque la totalidad
de los gobiernos europeos vaticinan el desastre. La posición está tomada,
aunque siguen sin cerrar la puerta a causa del peligro que corren sus intereses
nacionales, que es lo único que les importa. La primera que debería sentirse
avergonzada, por dignidad, es A. Merkel, que parece haberse olvidado del Tratado de Londres (1954) por el que
las naciones vencedoras perdonaron a Alemania la mitad de su deuda. Gracias a
ello se ha producido su despegue económico y es capaz de liderar hoy a Europa.
Otro desvergonzado es el premier inglés Cameron, que ni siquiera ha adoptado el euro como
moneda y está sosteniendo muy endeblemente la permanencia de las Islas
Británicas en Europa, aunque en su programa lleva la consulta a los ciudadanos
sobre este futuro. Últimamente, se ha venido todavía más arriba con sus
exigencias sobradas.
Francia teme que, si las cosas siguen torcidas, no
pueda cobrar los impagos que le adeudan, aunque bien se haya sabido aprovechar
de los contingentes de venta de armas para el ministerio de defensa griega. ¿Y
qué decir de España? Rajoy saca mucho pecho para airear lo que deben los
griegos al gobierno español, ocultando permanentemente que no es así, ya que
sólo hace de avalista de los intereses financieros que los ciudadanos no ha
suscrito nunca. En cambio, el ministro De Guindos tranquiliza diciendo que no
habrá consecuencias, ya que los bancos españoles son muy sólidos. ¿En qué
quedamos, entonces?
Con todo esto se va clarificando que Europa es una unión económica y no política. Por eso,
la economía manda y exclusivamente, además. ¿Qué es lo que ha pasado en las
quebradas negociaciones? Parece que las diferencias económicas eran
insignificantes, por lo que el acuerdo ha estado a punto de firmarse. Han sido
los acreedores los que se han opuesto, porque quieren tener el dominio absoluto
no ya del marco económico, que lo tiene, sino del espectro político. Quieren
esclavizar al pueblo griego para que no pueda levantarse nunca más. Hay que
recortar en el ámbito social, precisamente. No se trata de que los griegos
presenten una planificación, sino que tiene que ser "esta" planificación
y no otra. Así lo deciden los acreedores y los miserables ciudadanos no tienen
nada que decir. Ya se convencerán de cómo van las cosas en Europa. El problema
es que los acreedores financieros han golpeado en la mesa, pero el gobierno
griego no se arruga, porque todavía les queda orgullo suficiente.
Pero no basta el orgullo. La cuestión es saber qué
pretenden hacer los acreedores con Grecia. ¿Hay, acaso, un plan trazado para
los griegos de manera que puedan salir del abismo en un futuro próximo? Por
aquí anda el problema, porque lo primero es pagar lo que deben, cuando finalicen
los plazos. Además, les indican cómo salir de la crisis. La política de la
clase bancaria de los acreedores obliga a
recortar y ser austeros. Esto es la base del programa. Aun aceptando esta
idea general del recorte neoconservador, hay que recordar que Grecia ha
recortado su gasto público cerca del 50%. Ningún otro país europeo ha llegado a
tanto.
La deuda pública griega ronda el 180% de su PIB y su
ajuste económico ha llevado al 27% de paro. Se han despedido funcionarios, se
han subido impuestos y se ha destrozado con los ajustes la sanidad, la
educación y otras prestaciones sociales. Algunos hablan escandalizados del
gasto militar ante la presencia del enemigo turco (los dos países permanecen en
la OTAN, por cierto), pero desde 7.600 millones de euros en 2009 ha sido
reducido el presupuesto en 2014 a 4000 millones de euros, que ya es rebajar.
Han aceptado prolongar la edad de jubilación, quieren que suba el IVA y que se
reduzcan las nóminas de los actuales pensionistas. ¿Y qué más quiere la troika?
Como no sean dos huevos duros...
Aquí lo único que importa a los gobiernos son los intereses nacionales. Y a los
acreedores que los griegos recorten más para que puedan pagar lo que deben. Lo
de hacer una política común europea les da risa. No hay política comunitaria,
ni democracia. El pueblo griego habló en las últimas y recientes elecciones,
pero sólo los banqueros mandan, no habiendo nada por encima de ellos. Los
griegos y todos los demás después tienen que hacerse esclavos para pagar la
deuda que cada vez es mayor. Hacer una quita para sanear la economía griega no
se contempla. Aplazar pagos en función del crecimiento, tampoco. Que hablen los
ciudadanos consultados en referéndum, tampoco les gusta. Entonces ¿qué?
Europa sólo propone a Grecia que acepte el Acuerdo impuesto por los acreedores y
advierte que el tiempo concluido. Ahogados como están los griegos, no me
extraña que el gobierno califique esto de ultimátum y chantaje. A quien se ha plantado
diciendo que los griegos decidirán su futuro sólo le queda arrepentirse y
sufrir la mayor humillación pública hasta morir lentamente, sufriendo lo que
merece. Ante las amenazas y el miedo sólo resta ya que se pronuncie el pueblo y
que lo haga sin temor. Toda esta situación no deja de ser una auténtica
vergüenza, que Grecia no se merece. “Es mejor sufrir la injusticia que cometerla”,
proclamaba Sócrates, que lo confirmó con su muerte. Qué gran actualidad tienen
todavía sus palabras. Grecia sigue sufriendo injusticias, que la Unión Europea
comete contra ella. Otra vez.
Julián
Arroyo Pomeda
Ilustraciones: www.publico.es (3 julio 2015), www.elperiodico.es (3 julio 2015), www.elmundo.es (4 julio 2015), www.elpais.es (4 julio 2015).