sábado, 30 de junio de 2018

Catalunya regresa al origen



L
o más prudente en una situación política nueva es pasar página y mirar hacia adelante. No se trata de olvidar lo pasado, sino de situarse ante una página en blanco para atisbar alguna perspectiva nueva, un resquicio de luz diferente desde el que plantear los problemas de siempre. Esperar prudencialmente, estando muy atentos a las actuaciones de un gobierno recién llegado, que parece dispuesto a hacer las cosas de otra manera. Ya no valen los viejos modos, ahora toca empezar definitivamente con otros.
[www.dolcacatalunyia.com]
Había, pues, expectación ante tantas dificultades y una de las primeras era la cuestión catalana, presidida también ahora por un nuevo líder político. Acontecimientos últimos y recientes ponen en peligro y tensionan aún más la difícil balanza. Sin dar un respiro estival, se aprovecha cualquier encuentro o celebración para seguir crispando. Cabe aquí regalar al rey un documento para que pueda enterarse de la actuación de las fuerzas represoras de la policía y solicitarle una entrevista directa por carta oficial, o negarle locales dignos para los premios Princesa de Girona. Así no.
Se saluda al presidente del Gobierno de España y se le pide diálogo de gobierno a gobierno, donde se solicitará un referéndum de autodeterminación pactado para que tenga que decir que no. Ante el acercamiento de presos políticos del gobierno de Puigdemont, se rechaza que sea un detalle institucional y se pide su libertad por justicia.
[www.cronicaglobal.elespañol.com]
El incidente último ha sido el enfrentamiento con el embajador de España, Morenés. Las más altas instituciones catalanas se enfrentaron como si fueran activistas en acción, dispuestos a ser detenidos por alteración del orden. Presos políticos o políticos presos ya lo sabemos todos, ¿por qué hay que montarla otra vez? Semejantes actitudes no parece que vayan a preparar la próxima visita a la Moncloa del presidente Torra. Broncas, ruidos ostentosos y desplantes institucionales no constituyen un haber positivo. Así tampoco. Hay que destensar la situación, se necesita una actitud de calma y de sosiego necesario para plantear las cuestiones ante quien parece estar dispuesto a escuchar. Ya sabemos a qué ha conducido el todo o nada: a la encarcelación de la mayoría del gobierno catalán anterior. Junqueras lo vio con meridiana claridad: me pueden meter en la cárcel, dijo. Y no le ha faltado razón. Por su clarividencia debe ser uno de los que más lo están sufriendo personalmente.
Es hora de tragarse los sinsabores y hasta los odios y permanecer en calma, buscando la senda de los sabios (que son pocos, ciertamente) y abandonando el mundanal ruido. Menos estridencias. Ojalá alcancemos así a ser todos un poco más dichosos. La escala de tensión continua y la unilateralidad como estrategia para imponer las propias decisiones sólo conduce a una vía muerta, que únicamente P. Sánchez puede reconducir. Lo demás encrespará a la caverna cada vez más.
Julián Arroyo Pomeda

martes, 5 de junio de 2018

El espacio público, esencia de la democracia



¿
Tiene que ocuparse la filosofía de la vida cotidiana de los sujetos que se encuentran en una sociedad, o sólo se dedica a cuestiones teóricas y abstractas que no interesan al ciudadano corriente? En los espacios europeos modernos o similares vivimos actualmente en democracia, pero ¿todos hacen lo que deben en tales ámbitos? ¿Predomina en ellos la justicia? Éste es uno de los temas teóricos y prácticos sobre el que lleva reflexionando mucho tiempo Michael J. Sandel en su cátedra de Harvard, con gran éxito. Ahora recibe el premio Princesa de Asturias en Ciencias Sociales como reconocimiento a su trabajo.
[Sandel en una clase; www.scholar.harvard.edu]
Sandel nos pone frente a los intereses personales y los beneficios económicos, que parecen prioritarios, para que deliberemos sobre temas morales, pensando desde la razón. ¿Qué es una sociedad justa? ¿Tiene que incluir en su seno valores, virtudes y creencias, o estos son asuntos metafísicos que sólo llevan a polémicas, por lo que sería mejor descartarlos? Dar a cada uno lo suyo (suum cuique tribuere) es la definición clásica de la justicia. Para tratar a cada uno como es debido hay que saber lo que le pertenece. Cuatro son las teorías más actuales para tratarlo.

El utilitarismo lo reduce todo a cálculo. Es bueno y, por tanto, debe darse lo que resulta útil al mayor número de sujetos. Esto es lo que tiene que proporcionarnos el Estado, permaneciendo neutral ante lo que sea el bien o la virtud. Resulta muy popular y cualquiera lo entiende: el Estado democrático procurará el bien de la mayoría, pero las cosas son mucho más complejas.

El liberalismo lo centra todo en la libertad. El Estado deberá garantizar los derechos y libertades individuales. Nadie puede ir contra la libertad y autonomía del individuo. Parece claro: ¿quién rechazará la libertad con la que puede hacer autónomamente su vida? No basta con esto, si el Estado democrático no garantiza igualmente la igualdad de todos y la solidaridad.

Para el comunitarismo no hay sujeto abstracto, pertenece a una comunidad con creencias, valores y concepciones morales. Este ámbito debe ser su base de actuación para construir la vida buena. Tenemos un pasado, una historia y una cultura que nos constituyen desde lo que hacemos proyectos comunes, desarrollando así virtudes comunitarias. Su peligro es caer en una concepción homogénea y etnocentrista de la comunidad.

el republicanismo el individuo pertenece a la comunidad en la que participa como ciudadano. La ciudadanía se construye en el ejercicio de deliberación, que mira al futuro y no al pasado, para ir elaborando la comunidad que no viene ya determinada. Sí a la igualdad y a la autonomía, pero colectivas y públicas. La comunidad es un   espacio  necesario, pero plural y no unitario, que debe construirse.
[www.elpais.com]
Todo esto permite pensar lo cotidiano, por ejemplo, la función del dinero y el mercado. En la sociedad de mercado todo se puede vender y comprar con dinero, que produce desigualdad, cuando gobierna la vida, por eso hay que reflexionar públicamente sobre el valor de los bienes. Hay algunos que no se pueden comprar y vender, como la salud, la educación y la política, por ejemplo. Se trata de los bienes sociales que incumben a todos. Discutamos públicamente sobre ellos para justificar e incrementar la política y la vida democrática.

Julián Arroyo Pomeda



sábado, 2 de junio de 2018

Sánchez y la vuelta a la política


[www.abc.es]

P
edro Sánchez, economista madrileño de 46 años, tiene una trayectoria personal poco común en los ámbitos políticos. Formado en el Instituto Ramiro de Maeztu, tuvo la suerte de estar en uno de los mejores centros de enseñanza media de la capital, que incluyó, equilibradamente, lo científico, humanístico y deportivo. Antonio Magariños, su alma, catedrático de latín, jefe de estudios, director del bachillerato nocturno y de los Internados y el bachillerato radiofónico, dedicó su vida a los alumnos, sabiendo encauzar sus energías en el deporte, fundando el Estudiantes, un equipo de baloncesto. Ellos le adoraban. En su cumpleaños, los del Internado le regalaban libros de historia clásica. Vi personalmente con qué orgullo los enseñaba e igualmente pude asistir al entusiasmo con el que vitoreaban a su equipo en los partidos de baloncesto. Murió sin cumplir los 60 años, pero su impronta fue profunda. Sánchez no le conoció, pero aprovechó el espíritu intelectual y deportivo del Instituto.


Se doctoró en economía en 2012 en la Universidad Camilo José Cela y antes entró en política. Compitió en las Primarias de su partido en 2014, obteniendo la Secretaría General, desde donde fue proclamado candidato a la Presidente del Gobierno en 2015. Consiguió un acuerdo con Ciudadanos para ser investido, pero Podemos lo destrozó con su intransigencia. Fue su primera gran decepción, seguida del golpe, casi mortal, de los dirigentes de su propio partido, que le obligaron a abandonar su puesto por el desacuerdo para permitir la gobernabilidad de manos de Rajoy. No siguió las directrices del PSOE, ni tampoco quiso ir en contra de las mismas, por lo que dimitió, dejando, incluso, su acta de diputado. En las Primarias de 2017 volvió a presentarse y ganó a Susana Díaz, que representaba al aparato del partido.

Se le ha llamado superviviente con razón. Volvió a tomar las riendas, renaciendo y aprendiendo de los golpes recibidos. Con mucho riesgo y apoyado solamente por su círculo íntimo ha presentado moción de censura contra el Gobierno de Rajoy y ha ganado con una jugada maestra, siendo nombrado Presidente del Gobierno el 2 junio actual.
[www.corriente roja.net]
Todo se preparó contra reloj y total sorpresa, cuando salió la sentencia del caso Gürtel, que produce la mayor crisis moral de la democracia española. Pidió a Rajoy que dimitiera, lo que habría sido reconocer su responsabilidad política, que él negaba. Entonces planteó la alternativa: o apoyar la moción para regenerar la vida política, o aceptar la corrupción, votando en contra. Convirtió la moción se en plebiscito. De este modo neutralizó las iniciativas de Ciudadanos, que amenazan en las encuestas.

Así se ha producido un giro inédito y nuevo en las estructuras del Estado. El bipartidismo se renueva con un hombre joven, que ha tenido que enfrentarse al aparato del partido. Herido de muerte, sigue vivo, sin embargo. ¿Ahora qué? Si ya está medio encauzada la economía, después de tres años de crecimiento, puede que toque, al fin, la llegada de la política en la que es bueno participar para contribuir al bien común y a los intereses generales. Es hora de acabar con los egoísmos de los intereses propios, que eso es la corrupción, en palabras del Papa Francisco. Hay que actuar con pactos y acuerdos para regenerar el país entre todos. Veremos.

Julián Arroyo Pomeda