Se hacen actualmente tantas críticas a la política y a sus
representantes, los políticos, que uno estaría tentado a reivindicar una
dedicación tan noble y digna, como han enseñado siempre los filósofos de todas
las épocas sin excepción.
Ahora nos encontramos en el apogeo de las elecciones
autonómicas y municipales, en las que vemos enfervorizados a todos los
candidatos, junto con la histeria de las encuestas que van apareciendo cada
día. En las tertulias de radio y televisión las peleas se suceden in crescendo y los titulares
periodísticos no dejan de llamar nuestra atención. Desgraciadamente, lo que
nunca se hace es prestigiar la política,
sino enfangarla cada día más.
En este sentido no es de extrañar que a muchos ciudadanos les
parezca nauseabunda semejante situación y estén deseando que acabe todo esto:
total, todo va a continuar igual que antes, porque las promesas se hacen para
conseguir el voto, después se justifican alegando que la herencia que ha
quedado no les permite avanzar. Y así hasta las próximas elecciones.
No se siente ya aquella emoción de hace no muchos años,
cuando pudimos votar, después de estar prohibido durante demasiado tiempo.
Entonces se notaba entre los ciudadanos, que se encontraban de camino a los
colegios electorales de los barrios, el sentimiento de la fiesta de la democracia. Sí, se vuelve a ir a votar, aunque con
muy poca convicción, en general. Pero todavía se va, que no es poco y nunca se
sabe.
Sin embargo, no es que las cosas sean tan complicadas. Por
ejemplo, es digno de celebrar que ahora no se presenten ciudadanos
absolutamente profesionales de la política. Tenemos en Madrid un trío
inigualable, con independencia de los partidos que representen. En efecto, hay
una juez, un poeta y un metafísico. ¿Por qué no? Como dicho alguno, vista la
extrañeza que se produce, ¿qué profesión hay que tener para trabajar en
política? Ni tan siquiera hay que ser militante de un partido determinado, ya
que independencia no significa diferencia. Quizás muchos se encuentren
reflejados en el contenido de esta frase. Ojalá que los ciudadanos participen
en la votación, aunque no sean militantes, porque no intervenir en los asuntos
de la ciudad no es nada inteligente, es nuestra responsabilidad enteramente.
¿Por qué política hay que optar? El profesor de metafísica
Ángel Gabilondo recordaba a Kant ("cosas de Kant", decía) para
afirmar que "la honradez es la mejor política"; La paz perpetua. Apéndice I). Y continúa: "Decimos sí a las
políticas públicas, si a las instituciones justas, si al compromiso con los
deberes cívicos". Todo un programa, ¿para qué más?
En cambio, hoy se llevan las cuchilladas y las puñaladas, las
mentiras contra los adversarios que defienden programas distintos, no se
soporta la pluralidad de voces con otros intereses y objetivos, se hacen
ataques permanentes con tal de ocupar portadas en los medios, se tiende todo tipo de trapos sucios, sin aceptar ninguna
responsabilidad por lo que ha sucedido durante el mandato, la amnesia es total
ante preguntas comprometedoras sobre corrupción, y se echa la culpa a los demás
cuando algo no ha ido bien, aunque sean del mismo partido. Desparpajos
soberbios y respuestas contundentes, por más que quien las formula quede
inmediatamente en evidencia, al sonar la voz del interesado en otros momentos,
pero que éste se apresura a negar que sea suya. Las declaraciones se han
manipulado, o se han sacado de contexto, mintiendo por ello. "Me he
equivocado y no volverá a ocurrir más", parece que resulta una ignominia,
si alguien se atreve a reconocer su error, en lugar de montar la bronca
correspondiente. Estamos ante gentuza, que no ante gentes y seres humanos.
Cuando el partido gobernante pierde unas elecciones, parece
que tendrá que acostumbrarse a ser pagado con la misma moneda que él mismo
acuñó y ha utilizado con profusión. "Conocéis el escenario que nos dejan:
paro, precariedad, pérdida de derechos, exilio económico, autoritarismo, integrismo
contra las mujeres, entrega de nuestro país a potencias extranjeras, vuelta al
privilegio educativo, corrupción, impunidad...". Así acaba de escribir J. C.
Monedero en un periódico, refiriéndose al partido que gobierna en la actualidad
en nuestro país, ante lo que algunos sacan el fantasma del miedo: que viene el
lobo anuncian a las ovejas y a los corderos que están dispuestos a depositar su
voto para confirmar algunas cosas. ¿Qué lobo? Habría que recordar con Hobbes que
sólo hay uno: homo homini lupus.
Muchos son los que llevan años comportándose como lobos con
los demás ciudadanos, siendo capaces de arrancarles hasta la piel para sacar
mayores beneficios todavía. Con la dichosa gestión política de la austeridad,
si no lo han esquilmado todo ya, desde luego queda poco por tocar tan suciamente.
Y, además, hasta se atreven a presumir de ello. ¡Qué desfachatez! Indignaos
ciudadanos, haced uso de la hybris griega.
No es para menos.
El ritmo es frenético esta última semana con el fin de
arrancar algún voto más, no para insistir una vez más en que cumplirán su
programa, que tienen escrito y que, incluso, alguno no parece ni siquiera
conocer, o se le ha olvidado y tiene que preguntar a compañero cómo se llama la
propuesta que está tratando ante las cámaras. Una vergüenza por la que no
tendrían que pasar, si tuvieran por costumbre comentar en cada intervención uno
de los puntos que llevan en el programa escrito. De este modo sería fácil
desgranar casi la totalidad del contenido en el tiempo dedicado a la campaña.
Así lo reactualizarían, aclarando aspectos, o matices y estando disponibles
algunos minutos a cuantas preguntas quisieran hacer los posibles votantes. Pero
no se puede perder un minuto, dado que por la mañana se requiere su presencia
en Madrid y Barcelona, y por la tarde en Cáceres y Burgos, por ejemplo. No les
queda tiempo para saludar a sus votantes, ni mucho menos para descansar un
rato.
Las gargantas pueden quedarse afónicas de gritar, exponiendo
a marchas forzadas lo que van a hacer, si logran alcanzar la mayoría. A marchas
forzadas siempre hasta quebrarse las cuerdas bucales, si fuera necesario. Tiempo
tendrán de descansar durante los próximos cuatro años, porque la herencia
adquirida sólo les permite hacer algunos apaños. Los ciudadanos tendrán que
conformarse, ¿qué otra cosa podrían hacer?
Julián Arroyo Pomeda
Ilustraciones: izquierda21.blogspot.com; zoomnews.es; elpaís.com; congestiondepersonas.com; elexitoenvida.com