¿Piensan las
administraciones educativas?
En cuanto instituciones oficiales desde luego que no, ya que carecen de
capacidad para ello. Otra cosa son las personas que se encuentran al frente de
las mismas. Éstas sí tendrían que pensar en cómo organizar y gestionar el
contenido de leyes y decretos que salen de las mismas, parece lógico. Pues
bien, creo que tales personas piensan todavía menos por lo que vamos a ir
viendo, referente al Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno
de España.
Con
fecha 3 enero de 2015 se ha publicado en el BOE el Real Decreto que establece
el currículo básico del bachillerato. Teniendo en cuenta que el primer curso de
dicho bachillerato comenzará a impartirse en el próximo mes de septiembre, parece
que la previsión para que las
distintas administraciones lo adapten es escasa. Nada digamos de las
editoriales que ofrecen libros de texto y demás recursos para profesores y
alumnos. Se impondrá la improvisación, dado que no tienen tiempo material para
desarrollar los contenidos de las distintas materias. Tendrán que trabajar a
destajo, en lugar de hacer las cosas bien y con calidades técnicas.
Las
materias troncales en primer y
segundo de bachillerato se fijan en los artículos 27 y 28 de Decreto. Su
particularidad es que unas tienen continuidad en los dos cursos y otras no. Las
desventajas de estas últimas son evidentes. La filosofía es la única materia
troncal, que sólo se cursa en primero de bachillerato, lo que tendrá consecuencias
graves en la evaluación final de la etapa. Por qué ese cursan unas materias en
los dos primeros cursos y otras sólo en uno, es algo que acaso sepa únicamente
el legislador. Mientras no se dé una explicación razonable, esta decisión es
discutible y, además, implica una grave discriminación. ¿Por qué se trata tan
mal a la filosofía? Se me escapan las razones,
que, en todo caso, tiene que ser ideológicas.
Centrándonos
en la evaluación final, ésta incluirá "todas las materias generales
cursadas en el bloque de asignaturas troncales" (artículo 31,1, a). Y
añaden que en el caso de las materias que impliquen continuidad, lo que sucede,
por ejemplo, con Lengua Castellana y Literatura I (en primer curso) y Lengua
Castellana y Literatura II (en segundo curso), así como también Matemáticas I (en
primer curso y Matemáticas II (en segundo curso), entonces para la evaluación
se tendrá en cuenta solamente la materia cursada en segundo curso. Esto es lo
que se venía haciendo hasta ahora con la prueba de Selectividad y era
razonable.
Si
los técnicos oficiales salieron alguna vez de sus despachos o, simplemente,
preguntarán al profesorado ejerciente en las aulas, se darían cuenta de que los
jóvenes estudiantes olvidan prácticamente todo lo estudiado en el curso
anterior al año siguiente. Esto por varias razones, que no es cuestión de
explicar aquí ahora, pero es un hecho comprobable, por lo que en el curso
segundo siempre se suele repasar un poco lo del año anterior, durante el primer
trimestre.
Parece,
pues, manifiesto que la materia menos
digna de consideración es la Filosofía. Al haberse cursado sólo en primero,
cuando venga la evaluación, al finalizar el segundo curso de bachillerato, se
habrá perdido la actualización de lo que se estudió anteriormente y no será
posible ya orientarlo ni siquiera mínimamente. Implícitamente se está avanzando
el mensaje del escaso valor de la filosofía, por lo que es mejor dedicarse a
preparar las materias de segundo, ya que las demás no interesan ya. Esta valoración no sólo no es objetiva, sino
que es, a todas luces, injusta.
¿Se
podría hacer algo todavía para corregir semejante atropello? Siempre es posible
hacer algo, pero no se hará, porque lo que no hay es voluntad para ello. El
mensaje transmitido es más que manifiesto: no hemos podido suprimir
definitivamente la filosofía del bachillerato, pero la devaluaremos tanto que,
al final, acabará cayendo por su propio peso. Esto es lo que deben haber
pensado los técnicos del currículo básico, orientados por el mostrenco capitán
del Ministerio, Wert Ortega, que ordena y manda sin demasiadas contemplaciones.
Para tales decisiones tan contundentes, pero demasiados torpes, no se necesita
pensar ni mucho ni poco.
Contra
los descerebrados del MECD, agradezcamos al diario El País que ofrezca la biblioteca de grandes pensadores, actualizando
así el valor de la filosofía, precisamente ahora. Necesitamos mucho de estos
apoyos.
Julián Arroyo Pomeda
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