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egún Hegel, "la
palabra historia reúne en nuestra
lengua el sentido objetivo y el subjetivo: significa tanto historiam rerum gestarum como las res gestas mismas, tanto la narración histórica como los hechos y
los acontecimientos (Lecciones sobre la
filosofía de la historia universal, capítulo tres). También estableció la
división de la historia universal que "va de Oriente a Occidente. Europa
es absolutamente el término de la historia universal. Asia es el principio"
(capítulo tres).
Kirill y Francisco [critica.com.pa] |
Pues bien, desde el año
1054, hace casi la friolera de mil años, se produjeron los acontecimientos que
separaron definitivamente a católicos y
ortodoxos por motivos ideológicos, pero, igualmente, históricos: el
Occidente carolingio trató de establecer su autoridad sobre la totalidad del
mundo cristiano, mientras que Oriente se resistió para mantener su propia
autonomía respecto a Roma. Entonces la separación entre ambas doctrinas fue
completa y así se ha mantenido hasta hoy, representando a los católicos el Papa
Francisco y a los ortodoxos el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, Kirill.
Esta situación de dos
enemigos irreconciliables en sus instituciones constituye un escándalo sin
precedentes y nublaría el resto de problemáticas posteriores. Los
"hermanos en la fe cristiana", como acertadamente los define la Declaración que ambos representantes
acaban de firmar, tienen que reparar el "pecado histórico", según
Francisco, de la división o cisma de los cristianos. Para esto se han
encontrado el 12 febrero actual Kirill y Francisco y lo han hecho en el
aeropuerto internacional José Martí de La Habana, presididos por el anfitrión y
presidente de Cuba, Raúl Castro. En Cuba y con Castro, es increíble, cómo cambian
los tiempos.
Kirill y Castro [telesurttv.net] |
¿Por qué, precisamente
en Cuba? Ni Rusia ni tampoco Italia tenían condiciones. Ambos mundos
representan la división. En Europa no podía celebrarse el encuentro, era
necesario recurrir al nuevo mundo, al continente más joven, América, un ámbito
neutral. La diplomacia ha hecho el resto y el encuentro histórico se ha
producido en terrenos de la Cuba comunista, nada menos. La noticia desborda
todos los límites posibles. Véase, si no, las palabras de agradecimiento del
Patriarca Kirill: "Cuba es un país heroico. Pero lo que ha sucedido
aquí..., cuando por primera vez en la historia se han reunido el Papa de Roma y
el Patriarca de Moscú, confiere una particularidad extraordinaria para la Isla
de la Libertad" (Granma, 15 de febrero
de 2016).
La
pasión del poder
El Papa Francisco pidió
desde el comienzo de su pontificado una iglesia pobre. Los pobres carecen de
poder, en efecto. "La filosofía -escribió Hegel- se libra del hastío que
causan los movimientos de las pasiones inmediatas en la realidad, entregándose
a la contemplación" (Lecciones,
final).
El cisma se produce por
un conflicto de poder. Roma
reclamaba la primacía del Papa sobre la totalidad de los cristianos, que fue
instaurada en el año 451 por el Concilio de Calcedonia, mientras que
Constantinopla, cuyo emperador y patriarca mantiene el liderazgo sobre los
ortodoxos, le consideraba como un primus
inter pares, como una primacía de honor, sin autoridad sobre los creyentes.
Finalmente, en el siglo XIX el emperador Miguel III depuso a Ignacio, patriarca
de Constantinopla, y le envió al exilio, poniendo en su lugar a Focio. El Papa
Nicolás I pidió la reposición de Ignacio y excomulgó a Focio, mediante una bula
depositada en la catedral de Santa Sofía, pero éste negó la autoridad del Papa.
Así ocurrió el cisma de Oriente en
el año 1054 y desde entonces cada uno ha seguido sus propios caminos en un
cruel desencuentro casi eterno ya. En la actualidad se busca recuperar la unión
para reclamar la defensa de los valores cristianos y pedir que cese la
persecución de éstos en el mundo. La cuestión ahora parece ser el mundo musulmán
y la violencia ejercida por sus acólitos fundamentalistas y fanatizados.
En cuanto al número de
seguidores, los católicos son unos 1.300 millones, los ortodoxos 300 millones, los
protestantes unos 800 millones y los musulmanes unos 1.500 millones, siendo la
religión islámica la primera del mundo.
Precisamente la
persecución religiosa a católicos y ortodoxos se concentra en el Estado
Islámico, que los considera infieles al islam y no duda en darles muerte. Para
denunciarla se necesita la unidad del mundo cristiano. ¿Es posible esto? Si la
base de las dos instituciones es Jesucristo, si hacen del Evangelio el centro
de su fe, si consideran el culto a la Virgen, si tienen sacramentos y
Eucaristía, si aceptan la Trinidad y practican ritos semejantes, si celebran
las mismas fiestas, la respuesta es positiva. Lo que hace falta es limar las
diferencias teológicas, que no parecen tan fundamentales. Por ejemplo, que el
crucifijo tenga dos maderos o cuatro para hacer referencia a la inscripción del
INRI o los clavos de los pies; que crean o no en el purgatorio; que el Espíritu
Santo proceda del Padre y del Hijo, o sólo del Padre; que unos hablen de pecado
original y otros de la inclinación al mal de los humanos; que eliminen las
estatuas de los centros; que se simplifique más o menos la liturgia y algunas
otras cosas, no creo que sean obstáculos irremontables. Perfílese todo esto y
atiéndase más a lo que une que a lo que separa.
Iglesias
y evolución humana
A las dos iglesias les
une la fe cristiana, que
"evoluciona dinámicamente" (Declaración).
Las viejas disputas deben superarse con la colaboración mutua y la unidad, sin
la que el mundo no creerá. Ante la violencia y las persecuciones, la única
fuerza es una respuesta conjunta. Proclamar la paz, la justicia y la
convivencia tampoco puede esperar más tiempo. El diálogo interreligioso es
imprescindible para vivir en paz y armonía, no permitiendo crímenes en nombre
de Dios.
Francisco y Castro [larazon.com.ar] |
La Declaración acepta "la contribución de otras religiones a
nuestra civilización", aunque precisa que "estamos convencidos de que
Europa debe mantener fidelidad a sus raíces cristianas" (Declaración,. 12). Apela aquí al alma
europea. Éste es un asunto realmente difícil, porque el universo musulmán
reclamará, igualmente, otras raíces, aunque esto no debería hacer imposible la
convivencia y la seguridad y compartir los recursos del planeta, que es una
preocupación común, así como la distribución de los bienes.Especial interés tiene
el punto 24, que reclama el respeto mutuo entre las comunidades cristianas y,
consiguientemente, la exclusión del proselitismo: "no somos competidores, sino
hermanos". La unidad sólo será posible mediante la reconciliación. Poner
el futuro de la humanidad en ser pueblo de Dios puede resultar más discutible,
aunque se entiende en el seno de las instituciones en cuyo nombre hablan:
"Finalmente, nos vemos. Somos hermanos", en palabras de Francisco.
Julián
Arroyo Pomeda
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