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martes, 16 de febrero de 2016

La fuerza de la historia: calma en la tempestad



S
egún Hegel, "la palabra historia reúne en nuestra lengua el sentido objetivo y el subjetivo: significa tanto historiam rerum gestarum como las res gestas mismas, tanto la narración histórica como los hechos y los acontecimientos (Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, capítulo tres). También estableció la división de la historia universal que "va de Oriente a Occidente. Europa es absolutamente el término de la historia universal. Asia es el principio" (capítulo tres).

Kirill y Francisco [critica.com.pa]
Pues bien, desde el año 1054, hace casi la friolera de mil años, se produjeron los acontecimientos que separaron definitivamente a católicos y ortodoxos por motivos ideológicos, pero, igualmente, históricos: el Occidente carolingio trató de establecer su autoridad sobre la totalidad del mundo cristiano, mientras que Oriente se resistió para mantener su propia autonomía respecto a Roma. Entonces la separación entre ambas doctrinas fue completa y así se ha mantenido hasta hoy, representando a los católicos el Papa Francisco y a los ortodoxos el Patriarca de Moscú y de toda Rusia, Kirill.

Esta situación de dos enemigos irreconciliables en sus instituciones constituye un escándalo sin precedentes y nublaría el resto de problemáticas posteriores. Los "hermanos en la fe cristiana", como acertadamente los define la Declaración que ambos representantes acaban de firmar, tienen que reparar el "pecado histórico", según Francisco, de la división o cisma de los cristianos. Para esto se han encontrado el 12 febrero actual Kirill y Francisco y lo han hecho en el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, presididos por el anfitrión y presidente de Cuba, Raúl Castro. En Cuba y con Castro, es increíble, cómo cambian los tiempos.

Kirill y Castro [telesurttv.net]
¿Por qué, precisamente en Cuba? Ni Rusia ni tampoco Italia tenían condiciones. Ambos mundos representan la división. En Europa no podía celebrarse el encuentro, era necesario recurrir al nuevo mundo, al continente más joven, América, un ámbito neutral. La diplomacia ha hecho el resto y el encuentro histórico se ha producido en terrenos de la Cuba comunista, nada menos. La noticia desborda todos los límites posibles. Véase, si no, las palabras de agradecimiento del Patriarca Kirill: "Cuba es un país heroico. Pero lo que ha sucedido aquí..., cuando por primera vez en la historia se han reunido el Papa de Roma y el Patriarca de Moscú, confiere una particularidad extraordinaria para la Isla de la Libertad" (Granma, 15 de febrero de 2016).

La pasión del poder

El Papa Francisco pidió desde el comienzo de su pontificado una iglesia pobre. Los pobres carecen de poder, en efecto. "La filosofía -escribió Hegel- se libra del hastío que causan los movimientos de las pasiones inmediatas en la realidad, entregándose a la contemplación" (Lecciones, final).

El cisma se produce por un conflicto de poder. Roma reclamaba la primacía del Papa sobre la totalidad de los cristianos, que fue instaurada en el año 451 por el Concilio de Calcedonia, mientras que Constantinopla, cuyo emperador y patriarca mantiene el liderazgo sobre los ortodoxos, le consideraba como un primus inter pares, como una primacía de honor, sin autoridad sobre los creyentes. Finalmente, en el siglo XIX el emperador Miguel III depuso a Ignacio, patriarca de Constantinopla, y le envió al exilio, poniendo en su lugar a Focio. El Papa Nicolás I pidió la reposición de Ignacio y excomulgó a Focio, mediante una bula depositada en la catedral de Santa Sofía, pero éste negó la autoridad del Papa. Así ocurrió el cisma de Oriente en el año 1054 y desde entonces cada uno ha seguido sus propios caminos en un cruel desencuentro casi eterno ya. En la actualidad se busca recuperar la unión para reclamar la defensa de los valores cristianos y pedir que cese la persecución de éstos en el mundo. La cuestión ahora parece ser el mundo musulmán y la violencia ejercida por sus acólitos fundamentalistas y fanatizados.

En cuanto al número de seguidores, los católicos son unos 1.300 millones, los ortodoxos 300 millones, los protestantes unos 800 millones y los musulmanes unos 1.500 millones, siendo la religión islámica la primera del mundo.

Cruz ortodoxa [quito.evisos.ec]
Precisamente la persecución religiosa a católicos y ortodoxos se concentra en el Estado Islámico, que los considera infieles al islam y no duda en darles muerte. Para denunciarla se necesita la unidad del mundo cristiano. ¿Es posible esto? Si la base de las dos instituciones es Jesucristo, si hacen del Evangelio el centro de su fe, si consideran el culto a la Virgen, si tienen sacramentos y Eucaristía, si aceptan la Trinidad y practican ritos semejantes, si celebran las mismas fiestas, la respuesta es positiva. Lo que hace falta es limar las diferencias teológicas, que no parecen tan fundamentales. Por ejemplo, que el crucifijo tenga dos maderos o cuatro para hacer referencia a la inscripción del INRI o los clavos de los pies; que crean o no en el purgatorio; que el Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo, o sólo del Padre; que unos hablen de pecado original y otros de la inclinación al mal de los humanos; que eliminen las estatuas de los centros; que se simplifique más o menos la liturgia y algunas otras cosas, no creo que sean obstáculos irremontables. Perfílese todo esto y atiéndase más a lo que une que a lo que separa.

Iglesias y evolución humana

A las dos iglesias les une la fe cristiana, que "evoluciona dinámicamente" (Declaración). Las viejas disputas deben superarse con la colaboración mutua y la unidad, sin la que el mundo no creerá. Ante la violencia y las persecuciones, la única fuerza es una respuesta conjunta. Proclamar la paz, la justicia y la convivencia tampoco puede esperar más tiempo. El diálogo interreligioso es imprescindible para vivir en paz y armonía, no permitiendo crímenes en nombre de Dios.

Francisco y Castro [larazon.com.ar]
La Declaración acepta "la contribución de otras religiones a nuestra civilización", aunque precisa que "estamos convencidos de que Europa debe mantener fidelidad a sus raíces cristianas" (Declaración,. 12). Apela aquí al alma europea. Éste es un asunto realmente difícil, porque el universo musulmán reclamará, igualmente, otras raíces, aunque esto no debería hacer imposible la convivencia y la seguridad y compartir los recursos del planeta, que es una preocupación común, así como la distribución de los bienes.Especial interés tiene el punto 24, que reclama el respeto mutuo entre las comunidades cristianas y, consiguientemente, la exclusión del proselitismo: "no somos competidores, sino hermanos". La unidad sólo será posible mediante la reconciliación. Poner el futuro de la humanidad en ser pueblo de Dios puede resultar más discutible, aunque se entiende en el seno de las instituciones en cuyo nombre hablan: "Finalmente, nos vemos. Somos hermanos", en palabras de Francisco.

Julián Arroyo Pomeda