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ecientemente
ha saltado la sorprendente noticia de que un cura gallego pide expulsar de la Iglesia a Rajoy y Núñez
Feijóo por usureros. Se trata del padre Luis Rodríguez Patiño, que se
encarga de varias parroquias en Lugo y A Coruña.
A
unos les parecerá esto pintoresco o extravagante, mientras que otros verán a
una persona responsable, que, como sacerdote, tiene el deber de denunciar las
injusticias. Es probable que este cura se haya encontrado en sus parroquias con
gente hambrienta por carecer de los recursos necesarios para vivir y alimentar
a su familia. Ante tal situación, algunos se las arreglan para hacer caridad y
otros se indignan y gritan contra los responsables máximos de la política del
país. ¿Quién tiene razón?
[Padre Luis; www.publico.es] |
Rodríguez
Patiño quiere expulsar de la comunidad de la Iglesia a quienes han sumido al
país en la pobreza y alude a desahucios y recortes en la Sanidad. Esto produce
sufrimiento en la gente y va contra su dignidad y su propia vida. Como
confirmación de su posición acude a Tomás de Aquino: “Por consiguiente, es en sí ilícito percibir un precio por el uso del
dinero prestado, que es lo que se denomina la usura. Y del mismo modo que el
hombre ha de restituir las demás cosas injustamente adquiridas, también ha de
hacerlo con el dinero que recibió en calidad de interés”. (Aquino, Suma
teológica; Parte II-IIae; Cuestión 78, art. 1). Personas mayores
que necesitan acudir al hospital son citadas con tanta demora, que pueden morir
antes de acudir al médico. Además, al partido gobernante le corroe la
corrupción, sin que reaccione, riéndose de todos porque tiene el poder. Que
sean echados del templo por ello.
No
es nuevo lo que dice este cura, porque ya pidió en 2016 a la Conferencia
Episcopal, mediante carta, que fueran excomulgados por actuar contra la
dignidad de las personas. No le hicieron caso, claro. Hasta le han abierto
expedientes, pero declara que no le preocupan, mientras no lo haga el de
arriba. Acusa de no respetar el bien común, de violar los derechos de los
refugiados. Dice que hay gente que no puede comprar las medicinas que necesita
para cuidar su salud.
Más
cosas señala el cura Rodríguez Patiño, refiriéndose también a la propia
Iglesia: no acepta el celibato opcional, pero defiende a los pederastas. Y
comprende el aborto de una madre, que querría tener a su hijo, pero que carece
de medios y condiciones de vida para ello. Se le entiende todo.
Hay
quien dice que no quiere curas políticos, ni tampoco un Papa que denuncia la
injusticia. El Papa Francisco pide a los cristianos que se involucren en la
política y trabajen en ella, porque busca el bien común. Aunque sea sucia y
contenga podredumbre, hay que mancharse las manos para contribuir a su
saneamiento, ya que sin justicia no puede haber paz social. La usura ni es
cristiana, ni humana. Esto no es nuevo. Hay que recordar la condena del
Concilio de Letrán (1179), que prohíbe admitir a la comunión a los usureros,
que sean enterrados cristianamente y que se acepten sus limosnas.
[www.mscperu.org] |
La
tradición bíblica denunció las injusticias a través de los profetas, entrando
plenamente en el campo social. Recuérdese el famoso texto de Ezequiel: "¡Ay de los pastores de Israel que se
han apacentado a sí mismos!, que se han tomado la leche y se han vestido con la
lana; han degollado los cebados y no han apacentando el rebaño...".
Es
la más precisa descripción de la situación. Los pastores son los reyes y
cualquier gobernante que actúe injustamente porque se ocupa de engordar sus
intereses y patrimonio, sin importarle sus gobernados. Como consecuencia de
ello, las ovejas fuertes se aprovechan de las débiles, esquilmándolas al estilo
de los gobernantes anteriores.
Algo
similar hace la Iglesia con los
fieles cristianos que tiene que orientar. Sus documentos llevan siempre la
palabra ‘prudencia’. Ante los graves problemas sociales calla por prudencia. Se somete a la autoridad y se integra plenamente
en el sistema en lugar de denunciar las injusticias y malas acciones. Así
espera la institución obtener prebendas, ya que contribuye a la paciencia de
las personas que sufren. Claro que ¿cómo van a denunciar las injusticias del
sistema establecido, siendo parte del mismo? Les hace falta otra clase de
organización. La Iglesia española recibe anualmente sustanciosas sumas del
Estado, que le permite su mantenimiento. Sólo cuando pueda financiarse a sí
misma podrá ser verdaderamente libre, y ejercer la denuncia profética en favor de los pobres. De esto se encuentra
todavía lejos.
Julián Arroyo Pomeda