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sábado, 17 de febrero de 2018

Carnaval, carnaval


Aquí todo el año es carnaval, escribió Larra en 1883. Festivaleros y juerguistas sí que somos los españoles, aunque las fiestas de Carnaval se van extendiendo por todo el mundo a pasos agigantados.

En la vida cotidiana hacemos cosas sin conocer su sentido ¿Qué significa carnaval? Caro Baroja dedicó un libro a su estudio en el año 1979 para hacer su análisis histórico-cultural en la editorial Taurus, que todavía puede verse en la edición del 2006, de Alianza, con 536 páginas. Desde entonces se ha convertido en el mejor conocedor de su significado, que hace proceder del italiano ‘carnevale’, vale la carne. En español hay una palabra más antigua, que es ‘Carnestolendas’ (hay que dejar la carne).

¿Por qué quitar la carne? Carnaval "es un hijo (aunque sea un hijo pródigo) del cristianismo”, según Caro Baroja. Hay que prescindir de la carne cuando llega la Cuaresma, en la que se hace ayuno y abstinencia, precisamente de carne, según las normas de la Iglesia católica, que se remontan a la Edad Media, nada menos. Si se desconoce esta historia, difícilmente puede comprenderse lo que es el Carnaval.
[www.lasnoticiasdecuenca.es]
El Carnaval incluye tres días: lunes, martes y miércoles de ceniza, que simboliza la fragilidad humana: eres polvo (memento homo quia pulvis es) y te convertirás en polvo (et in pulvere reverteris). En cambio la carne simboliza comilonas, festejos y jolgorios con placeres de todo tipo y diversiones. El pueblo alargó los días al jueves lardero, que procede de lardas, o grasas del cerdo. En algunas ciudades se identifica el jueves larguero con una tajá y un huevo. La costumbre era irse al campo para tomar un bollo del pan con tortilla y embutidos: chorizos, morcillas, costillas, lomos, etc. Así se combatía el frío, que hacía todavía en el mes de febrero.

En cuanto a la retirada de la carne la explicación es que durante los 40 días de Cuaresma, partiendo del miércoles de ceniza, no se podían consumir productos como carne, leche, huevos y otros, por lo que podían perderse. Entonces organizaban comidas en exceso. Las normas de la Iglesia prescribían una comida al día (ayuno) y abstinencia de carne, haciendo penitencia, y dando los productos a los pobres.

En cuanto a la sardina del último día de Carnaval no tiene nada que ver con que sea un 
pescado barato ni para gente pobre. La explicación es que se acostumbraba a enterrar una parte del cerdo para su conservación, el costillar, al que se llamaba ‘sardina’, de aquí el contenido de la tradición.

A la Edad Media sucedió el Renacimiento, que cambió el panorama medieval por una organización libre de la vida y un nuevo paradigma. Había que recuperar las formas culturales anteriores a la cultura cristiano-medieval.  Todavía los seres humanos vivían en un mundo cristiano, pero el cristianismo no tenía ya la primacía, por la secularización en medio de una situación medieval otoñal.
www.adiantegalicia.es]
El Renacimiento valora positivamente la fiesta y la alegría del Carnaval, como expresión popular, llena de movimiento, colores y sonidos. Autonomía y separación de esferas para poder hacerse uno a sí mismo, sin las imposiciones tradicionales. Divertirse con máscaras, disfraces, vestidos y músicas, bailes y espectáculos. Tolerancia y permisividad para la fiesta del pueblo En Egipto había fiestas en honor del toro Apis y en el imperio romano, las de invierno honraban a Saturno (saturnales) y a Baco (bacanales). Algunos ven aquí el origen remoto del Carnaval como fiesta pagana, que parodia a la religión católica.

Entre nosotros, el régimen franquista prohibió el Carnaval, porque críticas, burlas, oprobios e infamias al dogma católico podían alterar el orden público. Además, el país pasaba por una guerra civil, por lo que no podía darse muchas alegrías.

¿Qué queda hoy de la situación descrita? Puede decirse que absolutamente nada, todo vale ahora, volviendo al desenfreno y falta de control del mundo pagano. Se va imponiendo lo que se pone de moda. Hay Carnaval hasta en colegios concertados de monjas, que los padres agradecen y jalean también, lo que puede parecer algo ridículo, pero a ver quién se atreve a luchar contra lo popular. Juntemos de nuevo a nobles y plebeyos para que se relajen unos días. Después todo volverá a la normalidad.
[www.webtenerife.com]
Falta la tradición de la Cuaresma cristiana, que muy probablemente no volverá más. Ahora se impone el turismo y los reclamos comerciales para atraer a las gentes a visitar el país en fiestas, que cuenta, incluso, con reinas del Carnaval. Adquirir fama mundial, como ocurre en Venecia, Brasil o Tenerife incentiva la economía de la zona. Así la economía ha sustituido a la religión.

Julián Arroyo Pomeda




sábado, 4 de marzo de 2017

Carpetovetonismo al ataque


E
n España todo el año es carnaval, podría decirse con una cierta exageración, pero no tanta. Ahora bien, en los días cercanos a la Cuaresma el asunto se recrudece todavía más, como ocurrió la semana pasada con dos estampas cien por cien celtibéricas.


Empezó a circular en Madrid un autobús transfóbico, pintado de rojo, bien visible y con una inscripción que a nadie ha dejado indiferente, como los organizadores habían previsto, sin duda. La plataforma Hazte oír quería hacerse notar, precisamente ahora que su ministro amigo e ideológicamente correligionario parece que se ha escondido por pura estrategia, a la espera de otra ocasión mejor. Éste es el mensaje transmitido: "Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo". No tiene desperdicio. Veámoslo un poco más analíticamente.

Niño = pene = hombre. Niña = vulva = mujer. Se trata de una verdad biológica inmutable e indiscutible. Así ha sido desde siempre y así será. "El ser es y el no ser no es". Sólo que Parménides nada tenía que ver con esto. Ya se sabe que en el mundo griego clásico los parámetros eran muy distintos de los de nuestro mundo occidental de la actualidad. Y lo eran, en este caso, afortunadamente para ellos y desgraciadamente para nosotros.

Sentadas estas bases, la conclusión no se hace esperar: no dejes que te engañen. Ten cuidado: que no te la den. Y si tú practicas otra cosa, no estás en la verdad, pero ¿qué es la verdad? Verdad es, por ejemplo, que la identidad sexual no es lo biológico inmutable, sino lo que cada uno siente y esto puede cambiar. Tenemos un cuerpo y lo sentimos siempre humano, sólo que varón o mujer, allá cada cual con su sentimiento. ¿También vamos a decir a cada uno cómo debe sentirse o cómo tiene que vivir? La identidad se va formando.

Que el mensaje crea odio y violencia social, no me cabe ninguna duda. Está bien claro. Si tienes pene, pero te sientes con vulva y vives así, o viceversa, no eres más que un desgraciado, un perturbado, o un enfermo mental. La sociedad tendrá que enseñarte qué es lo que verdaderamente eres y, si hace falta, te orientará, mediante los medios más adecuados de que disponga, para evitar que te muevas en un infierno. No es tan evidente la identidad sexual, aunque el simplismo ideológico la pinte de una manera tan pedestre y elemental. Somos heterosexuales y homosexuales, qué le vamos hacer, esta es la orientación sexual a la que estamos sujetos.

Tenemos que dejarnos oír todos para exigir que se respete la diversidad, con independencia de la ideología. Hay demasiadas cosas y situaciones por las que sufrimos ya mucho, no añadamos todavía otra más. Ya está bien de que algunos se empeñen en imponer sus propias creencias y opiniones, como si fueran la verdad. La filosofía ha pedido siempre a los seres humanos que piensen para no dejarse timar. Y estos signos ideológicos son muy peligrosos. Mucho cuidado con todo lo que suene a ultra, aunque sea ultracatólico.

Otra representación celtibérica se dio en la gala Drag del Carnaval de Canarias, una "frivolidad blasfema", según el obispo de allí. Apareció la fantasía titulada "¡Mi cielo, yo no hago milagros! Que sea lo que Dios quiera". El presidente del Cabildo de Tenerife también se quejó de que "se dañaron sentimientos" de personas, porque aparecieron imágenes de la virgen y la crucifixión de Cristo. Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla, se ha indignado por el "episodio bochornoso y repugnante" de una persona crucificada como Cristo y vestida de Virgen. Lo más sorprendente es que luego, en carta a su hermano, el obispo de Canarias, escribe: "Como dice San Pablo, para los que aman a Dios todo lo que sucede, sucede para bien". Se pide la conversión de los canarios en la Cuaresma. Bueno, entonces tampoco es para tanto.

Burla, blasfemia, escarnio, insulto. Una virgen desnuda, coronada de espinas y con un lanzazo en el costado. Un Cristo que baja de la cruz y entona estrofas provocadoras en una procesión de un grupo de nazarenos. No me cabe duda de que el espectáculo es para impresionar, pero estamos festejando el carnaval, del que siempre se ha dicho que es una celebración antes de la Cuaresma, en la que el pueblo se disfraza y desfila por las calles. Sucede la permisividad y el descontrol.

Se asocia el Carnaval a la tradición cristiana, porque la Iglesia estableció la prohibición de comer carne los viernes. De aquí su etimología, carnem-levare (abandonar la carne), o carne-vale (adiós a la carne), o carnes tollendas. El Carnaval se relaciona con la Cuaresma (quadragesima), que hace referencia a los cuarenta días que Jesús ayunó en el desierto. Es el período que va desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de resurrección. La Iglesia pedía durante ellos ayuno y penitencia, por eso el día antes era de jolgorio carnavalesco antes de recogerse en penitencia y proclamar la conversión y renovación para acercarse a Dios. Los cristianos se preparan para la Pascua de Resurrección.

La cuestión es que, al alejarse de las tradiciones religiosas, la contención tradicional va desapareciendo y en la actualidad no se acepta ninguna limitación. El carnaval se presta al disfrute total de la gente. El pueblo acostumbra a burlarse y a hacer mofa de los principales acontecimientos del año de perspectiva política y religiosa. Si se trata de befar a cualquier institución, ¿por qué habría que poner excepciones? No tiene ya sentido decir ‘usted puede hacer escarnio de todo, menos de....’. El carnaval es esto. Claro que podrá gustar más o menos, pero la realidad es la que es.

Por eso es incomprensible que la televisión pública retirara la gala por presiones de la Iglesia y las instituciones conservadoras. Precisamente la pública, cuyo presupuesto pagan todos los ciudadanos. Es, además, una total hipocresía, porque luego recogerán el Carnaval de Canarias en Informe Semana. Es una tomadura de pelo. En tiempos de la dictadura franquista, el carnaval estaba prohibido, en general. Sólo faltaría que la prohibición volviera otra vez. Mientras haya carnavales, que cada palo aguante su vela. ¡Qué le vamos a hacer!

El día en que tales espectáculos -Autobús y Carnaval- no sean noticia, habrá acabado el celtiverismo. Mientras tanto, seguimos comportándonos como seres carpetovetónicos. Eso sí, enseguida llega la Semana Santa y entonces veremos las calles inundadas de otra clase de imágenes, ante las que nadie se escandalizará. Entonces el Estado laico volverá a ser de nuevo lo que, quizás, nunca ha dejado de ser, es decir, un Estado confesional católico por tradición. Que viva el carpetovetonismo por muchos años.

Julián Arroyo Pomeda