Aquí
todo el año es carnaval, escribió Larra en 1883. Festivaleros y juerguistas sí
que somos los españoles, aunque las fiestas de Carnaval se van extendiendo por
todo el mundo a pasos agigantados.
En
la vida cotidiana hacemos cosas sin conocer su sentido ¿Qué significa carnaval? Caro Baroja dedicó un libro a su estudio
en el año 1979 para hacer su análisis histórico-cultural en la editorial
Taurus, que todavía puede verse en la edición del 2006, de Alianza, con 536
páginas. Desde entonces se ha convertido en el mejor conocedor de su
significado, que hace proceder del italiano ‘carnevale’, vale la carne. En
español hay una palabra más antigua, que es ‘Carnestolendas’ (hay que dejar la
carne).
¿Por
qué quitar la carne? Carnaval
"es un hijo (aunque sea un hijo pródigo) del cristianismo”, según Caro
Baroja. Hay que prescindir de la carne cuando llega la Cuaresma, en la que se hace ayuno y
abstinencia, precisamente de carne, según las normas de la Iglesia católica,
que se remontan a la Edad Media, nada menos. Si se desconoce esta historia,
difícilmente puede comprenderse lo que es el Carnaval.
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El
Carnaval incluye tres días: lunes, martes y miércoles de ceniza, que simboliza
la fragilidad humana: eres polvo (memento
homo quia pulvis es) y te convertirás en polvo (et in pulvere reverteris). En cambio la carne simboliza comilonas,
festejos y jolgorios con placeres de todo tipo y diversiones. El pueblo alargó
los días al jueves lardero, que
procede de lardas, o grasas del cerdo. En algunas ciudades se identifica el
jueves larguero con una tajá y un huevo. La costumbre era irse al campo para
tomar un bollo del pan con tortilla y embutidos: chorizos, morcillas,
costillas, lomos, etc. Así se combatía el frío, que hacía todavía en el mes de
febrero.
En
cuanto a la retirada de la carne la explicación es que durante los 40 días de
Cuaresma, partiendo del miércoles de ceniza, no se podían consumir productos
como carne, leche, huevos y otros, por lo que podían perderse. Entonces
organizaban comidas en exceso. Las normas de la Iglesia prescribían una comida
al día (ayuno) y abstinencia de carne, haciendo penitencia, y dando los
productos a los pobres.
En
cuanto a la sardina del último día
de Carnaval no tiene nada que ver con que sea un
pescado barato ni para gente
pobre. La explicación es que se acostumbraba a enterrar una parte del cerdo
para su conservación, el costillar, al que se llamaba ‘sardina’, de aquí el
contenido de la tradición.
A
la Edad Media sucedió el Renacimiento, que cambió el panorama medieval por una
organización libre de la vida y un nuevo paradigma. Había que recuperar las
formas culturales anteriores a la cultura cristiano-medieval. Todavía los seres humanos vivían en un mundo
cristiano, pero el cristianismo no tenía ya la primacía, por la secularización en
medio de una situación medieval otoñal.
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El Renacimiento valora
positivamente la fiesta y la alegría del Carnaval, como expresión popular, llena de movimiento,
colores y sonidos. Autonomía y separación de esferas para poder hacerse uno a sí
mismo, sin las imposiciones tradicionales. Divertirse con máscaras, disfraces,
vestidos y músicas, bailes y espectáculos. Tolerancia y permisividad para la
fiesta del pueblo En Egipto había fiestas en honor del toro Apis y en el
imperio romano, las de invierno honraban a Saturno (saturnales) y a Baco
(bacanales). Algunos ven aquí el origen remoto del Carnaval como fiesta pagana,
que parodia a la religión católica.
Entre
nosotros, el régimen franquista prohibió el Carnaval, porque críticas, burlas,
oprobios e infamias al dogma católico podían alterar el orden público. Además,
el país pasaba por una guerra civil, por lo que no podía darse muchas alegrías.
¿Qué queda hoy de la
situación descrita? Puede
decirse que absolutamente nada, todo vale ahora, volviendo al desenfreno y
falta de control del mundo pagano. Se va imponiendo lo que se pone de moda. Hay
Carnaval hasta en colegios concertados de monjas, que los padres agradecen y jalean
también, lo que puede parecer algo ridículo, pero a ver quién se atreve a
luchar contra lo popular. Juntemos de nuevo a nobles y plebeyos para que se
relajen unos días. Después todo volverá a la normalidad.
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Falta
la tradición de la Cuaresma cristiana, que muy probablemente no volverá más. Ahora
se impone el turismo y los reclamos comerciales para atraer a las gentes a
visitar el país en fiestas, que cuenta, incluso, con reinas del Carnaval.
Adquirir fama mundial, como ocurre en Venecia, Brasil o Tenerife incentiva la
economía de la zona. Así la economía ha
sustituido a la religión.
Julián Arroyo Pomeda