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vez la moción de censura se ha ido cocinando a fuego lento, demasiado lento,
como corresponde, quizás, a la gran responsabilidad que implica. El letargo en
que ha caído el partido político gobernante ha demostrado su incapacidad de resolver los numerosos
problemas del país. Ni siquiera se ha iniciado una reforma de las
pensiones, que presiona con urgencia. La educación, piedra de base de un país
moderno, ha fracasado de nuevo, después de más de un año en el limbo. La
cuestión catalana sigue cada vez peor. Como lo único importante es la economía,
el Gobierno no ha dudado en comprar a un elevado precio los votos del
nacionalismo vasco. Nunca tan pocos consiguieron tanto.
[www.larazon.es] |
Cuando
la aprobación de los presupuestos era celebrada con grandes abrazos en el
Parlamento, la justicia sentencia, por fin, el caso Gürtel. Éste ha sido el
mazazo definitivo proporcionado a la corrupción en España. Los cabecillas más
visibles y conocidos han sido condenados, incluso el Partido Popular, a pesar
de la firme defensa de su presidente, al ser citado a declarar ante el
tribunal. Por si faltara algo, un ex ministro, ex portavoz del Gobierno y ex
presidente de la Comunidad Valenciana ha sido fulminantemente encarcelado sin
fianza ninguna.
No
estaría de más preguntarse por qué se tardó tanto en atajar la corrupción
estructurada, dejando que se pudriera por sí misma. Quizás fue porque el
partido gobernante no podía hacerlo, al estar implicado en ella hasta la
médula. Tampoco el resto de los políticos se atrevieron a dar el paso necesario
para proclamar basta ya y, si lo hicieron, la decisión carecía de recorrido
porque la mayoría absoluta estaba muy lejos de alcanzarse y no se ponían de
acuerdo.
[Responsables de Gürtel; www.rtv.es] |
¿Puede
atacarse la corrupción precisamente ahora? No sólo puede, sino que o se hace ya,
inmediatamente, o no se hará nunca. Para ello hace falta una generosidad
extraordinaria por todos los partidos con representación parlamentaria para
dejar por un momento sus respectivos intereses legítimos y pensar solamente en
el interés general, declarando la lucha sin cuartel a la corrupción a todos los
niveles.
Inmediatamente
se lanzarán todos los rayos y truenos por parte del poder establecido para explotar el miedo y producir el caos en los
ciudadanos. Apoyarán la moción de censura los radicales y extremistas,
sucederá la ruina nacional, la recuperación económica quedará seriamente
tocada, el desorden asomará la oreja por doquier. Todo esto y mucho más es
retratado magistralmente por Miguel Catalán en su reciente libro Poder y caos. La política del miedo. No
cesarán las amenazas del poder vigente, porque percibe que la moción de censura
puede triunfar. Más nos valdría recordar el dicho clásico: Contra facta argumenta non valent. Los hechos están ahí sin que
las argumentaciones puedan destruirlos. Ahora sólo queda retirarse a tiempo,
por simple dignidad.
Julián Arroyo Pomeda