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sábado, 23 de noviembre de 2019

Derecho a la educación, libertad de enseñanza y convicciones propias (*)



by Crónica Popular • 23 noviembre, 2019 • 0 Comments
Julián Arroyo Pomeda ||
Catedrático de Filosofía ||

“El abuso del poder es una enfermedad, al parecer incurable, del ser humano y claro que produce desorden” (Salvador de Madariaga).

N
o se puede estar en todo a la vez y, quizás, la portavocía de Celaá en el gobierno haya solapado su manifestación de ideas educativas importantes, que siguen estando en vigor. Su intervención ahora en el quinceavo Congreso de Escuelas Católicas ha perturbado la mente de los dos mil delegados asistentes, al decir en voz alta que “la Constitución no ampara la libre elección de centro”, que es la base de apoyo de la escuela concertada en España. La han oído bien y los murmullos no se han hecho esperar, porque ven peligrar sus privilegios.  

Cuando se discutía la aprobación de la LOGSE un grupo de profesores nos encontramos con un catedrático de la Universidad Carlos III,al que el Ministerio de Educación había convocado para que impartiera una conferencia, ofreciendo sus opiniones sobre la misma. Le preguntamos por su contenido. Nos dijo que hablaría claro, pero que tendrían que oír cosas que podían no gustarles, porque no siempre hay que regalar el oído de quienes llaman para afianzar sus propias ideas. Parece que la ministra ha pensado algo parecido y ha dicho lo que no ha gustado a la audiencia, pero había que decirlo.

La escuela católica ha sabido aprovechar hasta el máximo los resquicios constitucionales, sacando una buena tajada para duplicar los ingresos de los centros concertados en una docena de años, para convertir el derecho de los padres en un pilar ideológico y para alcanzar un 25% más de financiación en la concertada estos diez últimos años, mientras se ha estancado la pública. Les ha ido demasiado bien y están a la que salta por si alguien pretende tocar lo que han alcanzado.
El caso es que el artículo 27 de la Constitución dice lo que dice, sin que quepa interpretarlo a nadie pro domo sua. Proclama el derecho a la educación, reconoce la libertad de enseñanza, garantiza recibir la formación religiosa y moral de acuerdo con las propias convicciones y la creación de centros docentes. No habla de financiar la enseñanza concertada, que fue una concesión de los gobiernos socialistas, precisamente, pero no una obligación basada en un hipotético derecho de los padres. Además, el Tribunal Constitucional estableció en 1981 que “el derecho de los padres a decidir la formación religiosa y moral que sus hijos sean de recibir es distinto del derecho a elegir centro docente”. La ministra tiene toda la razón.

Varias veces hemos comentado algunos con Gómez Llorente acerca de la redacción del artículo 27, en el que participó, y siempre se sorprendía de dónde se había llegado. En aquel momento, nos decía, todos estábamos en la línea de consenso y pensamos que prevalecería el sentido común, pero no ha sido así, se lamentaba.

La actual Ministra de Educación en funciones se ha pronunciado ahora con convencimiento y seguridad en el lugar adecuado: “De ninguna manera se puede decir que el derecho de los padres a escoger la enseñanza religiosa o elegir centro educativo podría ser parte de la libertad de enseñanza que recoge el artículo 27”. Es decir, los padres pueden elegir centro, ideario y formación religiosa, pero sin que tal decisión obligue al Estado a pagar con dinero público lo que es una decisión privada y meramente particular. La promoción de la escuela pública es una de las grandes funciones del Estado. Esta tiene que ser científica, laica, gratuita y democrática. Quien quiera una educación privada tendrá que financiarla con sus propios recursos, que no pueden estar a cargo del Estado, porque esto no emana de la libertad de enseñanza.

Lo de la “demanda social” de la Lomce es rizar el rizo para favorecer exclusivamente a la enseñanza privada concertada. Parece que se puso ad hoc. Se construye una urbanización nueva en la que no hay todavía centros de enseñanza, por ejemplo, y, en virtud de que los padres que allí viven lo demandan, la administración da suelo municipal a una institución, generalmente religiosa, y levanta un colegio, que después se concierta, siendo financiado con dinero público, acogiéndose a la “necesidad social”. Así se viene haciendo en un claro abuso. Podrían haber pensado de otra manera, construyendo un centro público, bien dotado y con calidad educativa para atender las necesidades de esa zona. El coste arquitectónico sería el mismo y el equipo de profesores correría a cargo de la Administración. En cambio, la propiedad sería del Estado y resultaría más económico.

No se trata, pues, de ningún lapsus de la ministra, como sugiere el obispo Argüello, sino de establecer la doctrina constitucional, que se ha relajado vergonzosamente. El Estado aclara las cosas. Lo sorprendente es la queja la Conferencia Episcopal Española, que ha vampirizado todo lo que le interesa. No se puede abusar más, porque, entre otras cosas, no queda bonito. Bien les vendría una pincelada de humildad.

(*) Artículo publicadO en CRÓNICA POPULAR

martes, 1 de mayo de 2018

¿Ha quedado enterrado el Pacto educativo?


[20minutos.es]
El compromiso de los partidos políticos para hacer un pacto educativo de Estado fijó el mes de mayo de 2018 para ofrecer un documento final consensuado. Se creó una Subcomisión en diciembre de 2016. Nos encontramos a punto de llegar a los 18 meses de trabajos y parece que se ha producido un silencio total. ¿No habremos perdido también aquí el tiempo?

Las dificultades empezaron por la metodología a seguir: aprobar lo acordado por mayoría de 2/3 del Congreso de Diputados, luego 3/5, 2/3, mayoría absoluta o unanimidad. Temían que el partido gobernante jugase con ventaja. Entonces el interés partidista se impondría al interés general, lo que hacía presagiar que no veríamos el resultado en esta legislatura.

Para cerrar el documento sería necesario superar obstáculos importantes. La financiación del sistema educativo está en el 4% del PIB por debajo de la media de OCDE. Hemos descendido de 53.375 millones de euros en 2009 a 46.114 en 2018 y en el gasto público total estamos en 8,4%, mientras que en la OCDE es el 11,3%. El Gobierno quiere rebajarlo al 3,8% en 2018, según el presupuesto enviado a Bruselas. También descienden becas y ayudas, por más que Méndez de Vigo prometa subirlas ahora.

Doblamos la media europea en abandono escolar, estando en el 18,3%. Por Comunidades la desigualdad es evidente. Mientras que en el País Vasco los jóvenes que carecen de estudios superiores a la ESO es del 7,9%, en Baleares es de 28,8%.
En convivencia escolar el observatorio estatal para vigilar el acoso no se reúne desde 2011. Sin embargo, hasta 2015 los acusados de menos de ocho años estaban en el 8,7% y en 2016 se encuentran en el 14,2%. Incluso se llega a los 17 años que hasta 2015 estaban en el 1,5% y en 2016 hemos llegado al 3,4%.

Seguimos estancados y no avanzamos apenas nada en selección y formación del profesorado.

En enseñanza concertada durante los años 2009 y 2015 subieron los conciertos, mientras que el gasto público cayó un 12% y, como siempre, las desigualdades son una realidad, que va desde un 14,1% en la Concertada de Melilla a un 48,3% en el País Vasco. La Administración dedica un 57% a los centros concertados.

En evaluación y calidad del sistema educativo España queda un poco más baja de la mitad, según PISA. OCDE está en 501 y España en 493 (Competencia en Ciencias), 493 y 496 (Comprensión lectora), 492 y 486 (Matemáticas). Éstos son datos de 2015.
¿Cómo llegar a un acuerdo para la enseñanza de las religiones? Se habla de ellas en plural, aunque la protagonista siga siendo la católica, que la LOMCE ha incrementado considerablemente. Cuidado con lo ideológico.
[diariosur.es]

En cuanto a Formación Profesional, el desastre es más que evidente. Para 2015 la estadística indica que en la UE están matriculados aquí un 29%, mientras que en España sólo se alcanza el 12%. Alumnos de FP que combinan estudios de FP y trabajo son en la OCDE el 16,9% y en España el 0,4%.

No tenemos homologación del sistema educativo con un desbarajuste total en las distintas Comunidades y en perjuicio de los estudiantes adolescentes.
Todo esto hace concluir que, aunque no pudiera hacerse el pacto escolar, que se puede, también habría que empeñarse en ello necesariamente con mayor razón, si cabe. Mientras tanto, ¿a qué se dedica el ministro de Educación, además de asistir a procesiones de Semana Santa?

Julián Arroyo Pomeda