E
|
n
la segunda decena de septiembre todos estamos ya en la escuela. Un curso más y los problemas son parecidos.
Las familias hacen gastos extraordinarios, de lo que se quejan, claro. Los
niños lloriquean los primeros días, pero enseguida se adaptan. Los adolescentes
acuden con menos ganas y pronto les embarga el aburrimiento, aunque se las
ingenian bien para que no cese la diversión, incluso ridiculizando a sus
propios colegas. El profesorado atiende sus aulas lo mejor posible, lamentándose
de que se hayan perdido tantas cosas importantes. La administración educativa
nunca tiene preparados los espacios básicos y siempre quedan remates pendientes
con los que hay que convivir.
¿Tan
difícil es educar? ¿Por qué discutimos enconadamente sobre este asunto?
¿Estamos tan escasamente preparados? Sin embargo, es necesaria la educación
para ser libres y contribuir a corregir las desigualdades sociales.
Ningún
país puede soportar un fracaso escolar elevado, como pasa entre nosotros. Hay
que atender a semejante reto. Los adolescentes están en proceso de educarse y
para su éxito es imprescindible el contacto estrecho entre profesores y padres.
Siempre hemos dado poca importancia a las tutorías,
y ahora todavía menos, mientras los problemas crecen. Estudiantes que estudian
para que no les den la vara los "viejos", profesores que enseñan
porque no tienen otra cosa mejor que hacer, padres neuróticos por las notas. No
se entusiasma nadie por saber, qué pena.
["El club de los poetas muertos": www.unir.net] |
La tutoría es una metodología
excelente: el profesor-tutor estimula, refuerza y anima a un
alumno o un pequeño grupo de ellos que lo necesitan. Les enseña a aprender y a
que se impliquen en lo que hacen y colaboren. Así desaparece el mal
comportamiento y el egoísmo: todos merecen ayuda. Los padres escuchan al tutor
cuando ven que conoce a sus hijos y les propone las metas que ha de conseguir.
Ellos deben ser los primeros interesados.
Una
buena educación se da cuando los estudiantes saben leer, piensan por sí mismos
y adquieren su autonomía propia. Todo esto requiere alcanzar disciplina
gradualmente para esforzarse en aprender, porque en la vida no todo es
diversión. Cada cosa a su tiempo para que el triángulo funcione. La escuela no
tiene por qué ser fría, si se introduce en ella la calidez de un entorno vital.
Julián Arroyo Pomeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario