jueves, 2 de mayo de 2019

Pesadez poselectoral


«Y cuando vi a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez —él hace caer todas las cosas. No con cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez! […] Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí» (Nietzsche).

No ha transcurrido ni una semana de las elecciones generales y de nuevo empieza el atosigamiento a quienes tienen que gobernar. El primero ha sido el líder de U. Podemos. En el momento mismo de felicitar a P. Sánchez por su victoria, le planteó que contara con ellos para gobernar y anunció que estaba a la espera de su llamada. Ha aprendido poco de su experiencia anterior, cuando pidió Interior y CNI, entre otras cosas. Parece que no quiere dejar respiro. Qué pesadez. Quien ha ganado es el que tiene que decidir cómo organizar el próximo gobierno. Dada esta premisa, hay que ser prudente y esperar. Más cuando le han dicho que con Podemos desean tener un acuerdo programático. ¿Es que no puede haber un gobierno monocolor?

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Sánchez dará el primer paso la semana próxima para reunirse por orden con los jefes de los partidos que han obtenido mayor número de votos. Mal empezamos, porque, según Podemos, primero llama a la derecha. Se trata de establecer relaciones institucionales con todos, como corresponde a un posible presidente del gobierno, qué menos. Ya se sabe la respuesta de los dos primeros: no apoyarán la investidura, para qué esperar, no cabe la mínima cortesía. Son unos pesados.

La tensión no cesa, porque Ciudadanos le comunicará que quiere ser el líder de la oposición. No le corresponde, pero no importa. Podemos está molesto porque no han sido llamados los primeros. Además, desean gobernar en coalición, no les basta un acuerdo de programa, si no lo controlan ellos, porque los socialistas pueden incumplirlo. No se puede estar siempre en el monte, hace falta urbanizarse alguna vez. ¿Qué pasará si no hay un gobierno de coalición, aceptando los nombres de altos cargos que han deslizado? Sería un error volver a las andadas y cometer otra equivocación. Tiene que imponerse la razón: sólo queda ceder y dialogar mucho.

Los independentistas catalanes tampoco cesan en sus exigencias, que fracasaron estrepitosamente. ERC pide a Sánchez que visite a Junqueras en la ronda de contactos, por haber ganado las elecciones en Catalunya. La prudencia y discreción siguen ausentes, aunque continúan proclamando el diálogo para resolver un problema político. Pesadez a raudales.

¿Queda alguien sensato todavía? Sólo el nacionalismo vasco se cuida de no cometer desmanes. Siempre han sido prudentes y astutos para obtener sus propuestas tranquilamente. Luego otros se quejan, pero son de fiar en sus compromisos. Sin embargo, ¿qué decir de Ana Oramas de Coalición Canaria que ha duplicado su fuerza, pasando de uno a dos diputados? No ha tardado en sacar músculo, proclamando que no apoyará a Sánchez si pacta con Podemos, además de los separatistas vascos y catalanes. Qué pesada.

Todo esto resulta demasiado agobiante, pero está claro que con estos antecedentes, solo queda gobernar en solitario. No hay otra.

Julián Arroyo Pomeda



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