miércoles, 24 de abril de 2019


¿Mejora la calidad de nuestra democracia?

"¡Siempre mañana, y nunca mañanamos!" (Lope de Vega)

Después de todo lo que ha caído y de lo que queda todavía pendiente, uno está tentado a contestar positivamente al interrogante. El nivel de corrupción ha alcanzado niveles de tanta consideración que nadie se atrevería a pensar que todavía no se ha llegado al techo definitivo.


Sin embargo, el juego continúa, desgraciadamente. Claro que este importante tema no se puede resolver con opiniones personales de tertulianos, por prestigiosos que sean, sino que requiere de respuestas objetivas, imparciales y no partidarias. Nuestra salud democrática no puede permitirse simples pareceres en un asunto tan crucial. Tampoco se trata de crear la realidad, sino de escribirla y reflejarla tal y como es. Para esto la iniciativa ciudadana "Más Democracia" ha realizado un análisis de los programas de nueve partidos políticos, comparándolos con la situación de 2015, mediante una encuesta de 51 preguntas en cuatro bloques de análisis: sistema electoral, corrupción, transparencia y ampliación de la democracia, en los que han intervenido 44 colaboradores para leer dichos programas y contestar a la encuesta. Los resultados aparecen en la tabla siguiente:

[www.mas-democracia.org/]
¿Dónde va nuestra democracia, si atendemos a los resultados del cuadro? No diré que a la deriva, pero sí que camina hacia atrás, claramente. Todos los partidos descienden, salvo uno, JxCAT, que, estando ya bajo, se mantiene igual. Me interesa, especialmente, el tema de la lucha contra la corrupción, cuya nota media es de 0,4. Parece que después de la moción de censura, que se planteó justamente por esto, el asunto ya ha quedado resuelto, oculto o, al menos, blanqueado. Solo se avanza aquí. Poco ha durado el fuerte impulso por atacarla de modo que no llegue a suceder ya más. No es extraño que a la mínima vuelva a colarse de nuevo, poniéndose otra vez en el candelero. Da pánico la posibilidad de volver a las andadas.

Sin regeneración democrática no es posible emprender los cambios que exige la ciudadanía, pero la ampliación de la democracia obtiene una media muy baja, de 1,9, en relación a los 10 puntos máximos. ¿A que aspiramos entonces? Como mucho, a vegetar. Nos conformamos con haber consolidado la situación democrática y ahora solo aspiramos al merecido descanso por tanto trabajo, que nos ha dejado exhaustos. La cuestión es que, si no se atiende a los cambios que están planteándose en una sociedad dinámica como la nuestra, puede llegar un momento en que la gente empiece a desinflarse y a cuestionarse, incluso, el sistema democrático mismo. Si no somos capaces de apuntar ni siquiera alguna vía, que pueda resolver las necesidades que se presentan en el día a día, muchos podrían pensar que para qué la democracia. Todo sistema vivo y en crecimiento exige atentos cuidados, que, si no los tiene, empezará a degenerar, sin duda.

En la sociedad española no hay en la actualidad más democracia, lo que hay es menos cada vez. Esto es muy peligroso para un sistema que lleva implantado entre nosotros menos de medio siglo todavía. Por eso, pasada ya la entusiástica alegría de las últimas decenas del siglo XX, otra vez surge la zozobra. Toda esta situación da pie al envalentonamiento de formaciones políticas de las derechas radicales. Ocurre no solo aquí, entre nosotros, sino en el seno mismo de Europa. ¿De qué nos extrañamos entonces? O actuamos pronto, o podríamos tener que arrepentirnos después.


Julián Arroyo Pomeda



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