Con motivo del anuncio de
los próximos presidentes de Congreso y del Senado en las personas de M. Batet y
M. Cruz, no se han hecho esperar las valoraciones negativas y aun sectarias de
los todavía no nombrados. Por desgracia tenemos políticos de escaso cerebro y
tertulianos que se las saben todas, sin necesidad de informarse de nada, ¿para
qué?
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[Presidentes del Senado y del Congreso; www.elmundo.es] |
En el caso de Manuel
Cruz, ¿qué méritos tiene para ser presidente del Senado? Se trata de un
catedrático de Filosofía Contemporánea de la Universidad de Barcelona que
imparte bien sus clases, escribe libros de calidad y dirige algunas colecciones
notables. Si, personalmente, siento que se tenga que dedicar a la política, es
precisamente por tener que dejar su labor de docencia e investigación. Siempre
se llevan a los mejores pero no se puede estar en todos los sitios. Claro que
esto no representa méritos políticos.
Sin embargo, hay algo
más que un independiente, diputado por el PSOE recientemente y luego senador.
En octubre de 2012 Cruz tomó la iniciativa de crear en Barcelona el grupo Federalistes d’Esquerres (fed), para
darle respuesta al ‘proces’ de Arturo Más, que pretendía la ruptura, advertir
incluso al PSC que hablaba del derecho a decidir y llamar la atención de los
denominados constitucionalistas que gritaban demasiado. Cruz fue el presidente
del grupo entre 2013 y 2016. El manifiesto de lanzamiento fue publicado en
importantes periódicos, pero no tuvo gran repercusión porque no había interés
en dársela, seguramente. Yo soy de los que creo que su contenido es lo
suficientemente significativo como para darle la importancia que se merece.
Veamos lo esencial del mismo.
El párrafo segundo del Llamamiento a la Catalunya Federalista y de
Izquierdas establece la crisis económica, social y política de la sociedad
catalana, traducida en más pobreza, más desigualdad y menos igualdad de
oportunidades. Por decirlo de otra manera:
se ha destruido el estado del bienestar de la socialdemocracia. ¿Cuál es la
salida de esta grave crisis? Unos proponen iniciar un proceso de secesión para
romper con España, pero esto, según los federalistas, hace peligrar la cohesión
social y no mejora las condiciones de vida. Lanzan una vía mágica como salida:
no habrá excesivos costes económicos, ni fractura social. Todo serán
beneficios, que impulsa el neoliberalismo económico, precisamente. No a las
visiones apocalípticas sobre la secesión ni a la necesidad de ruptura. Así no
se saldrá de la crisis, ni se contribuirá a la unidad europea. Hay que apostar por un federalismo nuevo:
"una España Federal en el marco de una Europa federal y socialmente
justa". Ahora bien, estos supuestos no los acepta la izquierda ni la
derecha nacionalista española. No se trata de perder soberanía, sino
democracia, creando nuevas fronteras.
El gobierno de Artur
Más-PP ha respondido ante la crisis con políticas de recortes en servicios
públicos y prestaciones sociales, siguiendo el modelo Rajoy en todo el Estado,
sin importarles la convivencia, la justicia y la cohesión social. Así nos ha
ido.
Complementa al
documento anterior otro más breve, titulado
Cataluña sin fronteras. Propone una unión profunda con otros pueblos de
España en libertad y sin fronteras, que combatan juntos las desigualdades y la
degradación medioambiental, mediante la tradición federalista. Denuncia el proceso de secesión CIU-ERC, que se apoya en una lógica tramposa,
porque no es constitucionalmente posible la consulta a la ciudadanía. Hacerlo
al margen de la ley seria insumisión política y crearía una confrontación
política y social, que pagaría, principalmente, el pueblo catalán. Europa nunca
apoyará la independencia. Esto lo saben bien los responsables actuales.
Supuesto lo anterior, solo
queda una única solución posible: la
reforma constitucional que haga más democrático y participativo nuestro
modelo, pasando de la Autonomía al
Federalismo, que garantice la cooperación, la lealtad, la solidaridad y la
igualdad. Aquí sí se haría posible la consulta al pueblo hasta para que escoja
entre monarquía o república. Las autonomías han conseguido que España progrese,
pero ahora tienen que desarrollarse, porque
un Estado centralista y unitario no se corresponde con la España plural. La
recentralización es tan peligrosa como la independencia, sólo queda organizar
la nación de forma federal. No es obligatoria la pertenencia a España siempre,
pero la ruptura tampoco es la solución. Se trata de ver cómo encajar Cataluña en España. Esta es la
cuestión, que no se puede renunciar a tratar. Las tensiones y los agravios sólo
conducen a enfrentamientos radicales, pero ya no vivimos en tiempos de guerra
civil, ni tampoco en el siglo XX. ¿No va a ser posible que los ciudadanos
catalanes se sientan bien, compartiendo sus propias identidades?
¿Qué hacer entonces con
el artículo dos de la Constitución? Los nuevos federalistas califican su
redacción de "barroquismo unitarista". ¿Es esto cierto? Aquí el
debate puede eternizarse, mientras se mantengan los adjetivos, que acompañan al
sustantivo y no tienen que ser tan esenciales. Bastaría con la unidad sin
remachar con lo de indisoluble y con patria sin machacar con lo de indisoluble,
manteniendo la garantía de autonomía y solidaridad de nacionalidades y
regiones. Me parece que sería suficiente, dejando al Senado como cámara de
representación territorial. El problema es que unos quieren mantenerlo todo
como está, sin mover ni siquiera una coma. Otros sugieren modificaciones para
que el funcionamiento sea mucho mejor. Sólo
el tiempo dirá a quién pertenece el próximo futuro.
Julián
Arroyo Pomeda