El
pasado junio conocimos la noticia del fallecimiento de Marta Harnecker,
socióloga e intelectual chilena, cuyos textos nos llegaron a través de Siglo
XXI Ediciones. Lo traigo ahora aquí por dos razones.
La primera razón es porque en aquellos
años del final de la década de los 60 y comienzos de la del 70 en las
universidades españolas, especialmente en Madrid, no se llevaba explicar
marxismo. A partir de 1965 los profesores Tierno, Aranguren, García Calvo y
otros eran separados de sus cátedras por apoyar las protestas estudiantiles e
insubordinación contra las autoridades académicas. Tuvieron que ejercer fuera
de España. Las presiones y violencias se recrudecieron en el 68.
En
las oposiciones de filosofía a Enseñanzas Medias el tribunal se removía de sus
asientos cuando algún opositor osado se atrevía a decir en su exposición oral Tomás
de Aquino, Agustín, de Lubac, etc. Alguien del tribunal le pedía que explicara
si tenía algo en contra de tales autores y por qué no decía Santo Tomás, San
Agustín o el padre de Lubac. El opositor quedaba informado de que y procuraba
corregirse en adelante.
Por
aquellas fechas los estudiantes universitarios interesados en conocer el
marxismo se introducían en el sistema mediante los trabajos de Marta Harnecker.
Todavía conservo sus dos primeros textos.
Los conceptos elementales del materialismo histórico se editaron en 1969. El capital: conceptos fundamentales es
de 1971. Editados en un cuerpo de letra mínimo, recogían los contenidos de una
manera completamente pedagógica. Cada concepto era definido con total precisión
y, al finalizar, había un resumen en unas cuatro o cinco líneas. Terminaba con
un cuestionario para verificar si se había entendido todo, o unos esquemas
gráficos para poder retenerlo. Se ofrecía igualmente bibliografía y textos para
leer. Era una guía muy completa.
La segunda razón es cómo había llegado
Marta Harnecker al marxismo. Creo que es interesante señalarlo. Era en 1958
presidenta de la Acción Católica Universitaria de Santiago y, por tanto,
católica militante. Buscaba, como el resto de compañeros, hacer de su acción un
compromiso con las necesidades del pueblo chileno; se relacionaban con la gente
más pobre. Siempre tendrá que haber pobres y ricos, recordaba el dicho popular
sin explicar por qué.
[Obreros; www.actuall.com] |
En
1964 se fue a estudiar a París, bajo la tutela de Paul Ricoeur y Louis Althusser.
Todavía aquí acudía a la Iglesia casi a diario hasta que el marxismo le
descubrió por qué hay ricos y pobres. Es entonces cuando sus preocupaciones
religiosas dan paso a las políticas, cambiando las prioridades: ahora lo
primero es la política y secundariamente la religión. Este hecho no deja de
tener su gracia. Comprendió que la Iglesia no daba más de sí y acabó decepcionada,
el marxismo sí tenía futuro.
Finalmente,
digamos algo sobre su modo de proceder. En
El capital plantea cuatro conceptos. Tomemos el primero: modo de producción. Advierte que no se
trata de producir bienes materiales, sino que es una expresión teórica que
incluye lo material o económico, pero también otros niveles, jurídico,
político, ideológico. Es un todo social, que contiene la estructura global (económica, jurídico-política, como leyes,
Estado, etc., e ideológica, como ideas o hábitos; una estructura regional, que domina las demás y que se hace
determinante, la económica. Es, por último
dinámica, porque reproduce continuamente sus condiciones de existencia.
Terminada
la exposición, ofrece el primer esquema, el de las fuerzas productivas. La producción requiere trabajo y medios para
ejercerlo. El trabajo es una actividad individual que gasta las fuerzas del
trabajador directo o no-directo. Entre los medios de trabajo están las
máquinas, cuyo objeto es la materia bruta y la materia prima, junto con la
principal y la auxiliar. Ahora es cuando se puede ver que las fuerzas
productivas incluyen al trabajador directo y al no-directo y los medios de
producción. Termina señalando los textos de
El Capital para leer. No cabe mayor precisión y así va procediendo con
todas las demás expresiones conceptuales.
Que
haya ricos y pobres no es un determinismo histórico. Compadecer a los pobres y
ayudarlos no soluciona nada. Hay quien tiene la propiedad de los medios de producción,
mientras que la gran masa proletaria solo cuenta con su fuerza de trabajo que
ofrece por un salario, tanto menor cuanto más abunden las fuerzas de trabajo en
virtud de la ley de oferta y demanda. Los productos acaban en el mercado con un
precio mayor a su coste, obteniendo así múltiples beneficios. Se crean incluso
necesidades artificiales para que los mismos trabajadores. El mercado se hace
universal. Unos ganan y otros se dejan en este hasta el escaso salario. Habría
que revertir la situación, asumiendo la propiedad privada del capital. De este
modo se comprende por qué hay ricos y pobres, no por designio divino ni de la
misma naturaleza, que proporciona bienes para todos, sino por establecer la
división entre lo mío y lo tuyo.
Julián
Arroyo Pomeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario