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sábado, 23 de diciembre de 2017

No dan una


R
ajoy terminó la campaña electoral, pidiendo "el último arreón" para poder ganar en Cataluña. El diccionario define la palabra ‘arreón’ como la arrancada brusca e inesperada del toro, cobardón y frenado que se arranca en arreones. Se emplea, igualmente, en lenguaje futbolístico. Qué lenguaje más populachero el de este pontevedrés, que cada vez provoca más risas que reflexiones.

La vicepresidenta Santamaría remató la faena, proclamando que los independentistas están descabezados por decisión del presidente Rajoy. Cuando la han reprochado el lenguaje belicoso del descabezamiento, responde que no saben ver el fondo de lo que pasa y sólo se quedan en la forma. Aunque así fuera, la vallisoletana tan poco es muy elegante con este lenguaje tan chulesco y lleno de arrogancia.
[www.europapress.es]
Sin embargo, los resultados electorales parece que dan la vuelta a sus palabras, porque los descabezados han repuesto enseguida su cabeza. Puede suceder que los periodistas no hayan entendido lo que quería decir Santamaría y no han sabido interpretarla bien. Lo que quería decir es que el descabezado era, precisamente, el partido del gobierno de España con su presidente y vicepresidenta, que han ofrecido su propia cabeza como holocausto propiciatorio. Santamaría se ha dado una pedrada en el ojo, que, de rebote, ha ido a parar en el pie de Rajoy y ambos han quedado mal heridos.

Menudos estadistas tenemos en el gobierno, qué personajes, es que no aciertan ni equivocándose. Al fin y al cabo, Albiol es un hombre algo bruto, de derechas y sin complejos, pero, desde luego, se lo han puesto difícil los que querían arroparle. Hay que preguntarse con razón qué va a pasar ahora. Que los catalanes independentistas necesitan tentarse la ropa y tener mucho ojo, porque Rajoy está dispuesto a arrearles de nuevo otro 155 para que espabilen, es evidente, ya se lo ha advertido.

Lo que no puedo entender es el cinismo de nuestros gobernantes. Primero, sacan un decreto para que las empresas tengan fácil retirarse de Cataluña y después piden a las mismas que vuelvan. ¿Qué pretenden con tal proceder? Sólo ganar unos votos, pero credibilidad no tienen ninguna. El propio Rajoy se extrañaba y parecía molesto cuando los periodistas le preguntan que cuando acaba el artículo 155. Pues cuando haya nuevos gobernantes en Cataluña, claro, es evidente. Si, así es, sólo que nadie se fía, porque como no sean los que interesan puede caer de nuevo la espada del 155. Esto no es serio, pero, lo que es peor, tampoco es democrático. Ha tardado en reaccionar Rajoy, que es muy lento en la toma de cualquier decisión, pero una vez hecho ataca y monta la bronca política. Esta actitud no es propia de un presidente de Estado.

¿Quién hará el cambio de rumbo ahora?
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En las elecciones más atípicas de la democracia en España, su convocatoria pretendía hacer un cambio de rumbo para lo que se apostó por el bloque institucionalista. Ciudadanos no perdió ocasión de recordarlo: "si soy la presidenta de Cataluña", repetía una y otra vez Arrimadas en el debate de la Sexta. Por mucho que se quiere insistir en que este partido emergente es el primero, no podrá gobernar de ningún modo. Por otra parte, Albiol, insistía en que sin un Partido Popular fuerte en Cataluña no podrían arreglarse las cosas. Resulta que ha cosechado el fracaso más absoluto, esperado por todos, menos por ellos mismos. Ciudadanos ha sabido mantener el tipo, obteniendo la victoria, pero, ¿a quién pedirá responsabilidades el Partido Popular? ¿Lo hará a Albiol o al propio Rajoy, que lo ha dado todo para ganar? ¿Pedirán la dimisión a los responsables de Cataluña por parte del gobierno a la vicepresidenta Santamaría? "Qué hiciste, acusadora, qué hiciste". Solamente una cosa: el ridículo total. Los populares se han hundido.

Han sido unas elecciones, en las que los independentistas siguen conservando la mayoría absoluta, con lo que sólo puede pasar lo evidente: seguirán construyendo la República catalana, mientras que el gobierno del Estado continuará sin mover un solo dedo en la búsqueda de alguna solución orientadora. Me temo que otra vez volverá a reventar el marco de la política. El contragolpe sigue sin producir los resultados esperados. Sólo los ingenuos podían pensarlo: pobres mentecatos.

¿Qué ha representado entonces la aplicación del artículo 155 de la Constitución? Después de grandes y sesudas reflexiones lo que ha conseguido es expulsar del gobierno catalán a sus legítimos representantes, encarcelando a algunos de ellos, quizás los más importantes. Ha reprimido los sueños irrealizables de sus dirigentes, pero no ha solucionado nada. Ya sé que esto no se quiere reconocer por los partidarios de lo que el artículo implica, pero agarrarse a tan supina tozudez sólo increpará los ánimos todavía más y producirá más independentismo.

La cuestión es que los independentistas han alcanzado ahora un nivel de votos y escaños parecido al que tenían y que el partido del Gobierno ha resultado machacado, perdiendo hasta el grupo parlamentario del que disponían. Alguien tendrá que pedir explicaciones, porque el pueblo catalán no soporta al Partido Popular, les produce vergüenza votarlo y por eso se agarra al clavo ardiendo de Ciudadanos. Ahora es el momento en que éstos pueden despegar a nivel nacional, disputando la primacía al partido gobernante. Menudo golpe, podría ser mortal, incluso. Los populares se lo han buscado, ellos exclusivamente, así que ¿de qué van a quejarse? Seguirá, pues, el mismo rumbo, pese a quien pese, que sí, ya lo verán.

La conclusión rápida, sin atender ahora a matices es que Ciudadanos se ha alzado con la victoria y que los populares han quedado destruidos. Tiene gracia que como no pueden tener grupo propio se vean obligados a pasar al grupo mixto, teniendo como compañeros a la CUP. Parece cómico a la par que trágico. Los independentistas ganaron la partida al gobierno del Estado, que disponía de todas las bazas a su favor, por lo que pueden considerarse vencedores también. Les han ganado el presidente de Cataluña en el exilio y el vicepresidente desde la cárcel. Esto sólo se puede entender en la España de charanga y pandereta. Lo peor del caso es lo mal perdedores que son: Albiol echa la culpa a Ciudadanos por haber incitado al voto útil, que ha perjudicado los populares. ¿Acaso el partido gobernante no tiene culpa ninguna?
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¿Qué más tiene que pasar para que el Presidente Rajoy reconozca que el rumbo de su gestión carece de toda salida posible? El problema de Puigdemont es el problema de Rajoy y lo que le pasa a Cataluña es lo que me pasa exactamente a España. Si lo pensara un poco, podría declarar que estos son los últimos presupuestos que va a presentar. Concluidos estos, tendría una buena ocasión para retirarse y dejar el puesto a otra persona, convocando unas elecciones próximas, a las que él, naturalmente, no se presentaría ya. Por pura dignidad. Cerrarse en sí mismo y obligar a su partido a que se lo trague todo otra vez, demostraría la mayor torpeza que uno se puede imaginar. Sin embargo, todo podría ocurrir de nuevo, porque el Presidente Rajoy hace tiempo que no da una, estando cada vez más descarriado, el hombre. Una pena.

Julián Arroyo Pomeda