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viernes, 9 de diciembre de 2016

El disparatado currículo de filosofía en la LOMCE


“Cuanto más libre se deja al capitalismo más daño hace a los seres humanos”… "La inhumanidad del capitalismo es inevitable, porque mercantiliza el trabajo y la naturaleza, y por tanto una dimensión del ser humano" (Juan Torres, Economía para no dejarse engañar por los economistas).

E
l currículo de cualquier materia es siempre susceptible de comentarios críticos, de acuerdo con quien lo valore desde su concepción personal y profesional. Todos los currículos han sido redactados en un tiempo récord. El de la materia de filosofía ha contado con el más absoluto secretismo acerca de sus posibles responsables intelectuales, aunque ha sido de toda evidencia el desinterés de los legisladores por poner en valor esta materia. Creo que no han atendido más que a sus propios intereses ideológicos, lo que no les ha impedido hacer de la filosofía todo un comodín para justificar aspiraciones espurias, como podrá verse, si se leen con cuidado sus propuestas. Ahora que se ha formado una Subcomisión de la Comisión de Educación para elaborar en el plazo de seis meses un Pacto Social y Político por la Educación, que sustituirá a la LOMCE, puede ser un buen momento para plantear algún aspecto concreto, pero sustancial, del contenido del currículo de Filosofía de Bachillerato. No puede faltar el escepticismo, dado que las bases empleadas para su diseño son absolutamente rechazables y deberían ser eliminadas, aunque algo se podrá hacer, a pesar de todo. 

El espantajo conseguido es completamente coherente con las ’ideas’ que nos venden y que nos obligan a transmitir al alumnado, que los legisladores parecen considerar muy maleable, igual que el mismo profesorado, que deberá adaptarse a la empresa educativa y  ser capaz de vender el producto en el mercado. No se olvide que hay que rendir cuentas por parte de profesores, estudiantes y Centros.
[www.purnas.com]
Algún periódico de Madrid se ha sorprendido muy favorablemente, y con cierto morbo, al constatar que el currículo de filosofía considera nada menos que a un autor como el británico Richard Dawkins, promotor de una campaña atea ("Probablemente Dios no exista. Así que deja de preocuparte y disfruta de la vida") en autobuses urbanos de Londres, Madrid y Barcelona, entre otras ciudades, y que el cardenal Rouco calificó de no aceptable, abuso de libertad y hasta de blasfemia. Ahora bien, esto no es ninguna garantía de actualidad en un currículo en el que hay, igualmente, tanto filósofos clásicos como del siglo XX y hasta del actual siglo XXI, e incluso de la historia de la literatura. Demasiados autores, probablemente, de los que no sólo hay que analizar textos breves y significativos, sino también "las funciones y evolución del pensamiento filosófico" (1. 4) de otros. Los autores quedan fijados, prescritos y convertidos en niveles o patrones para el aprendizaje.

La corona de la unidad doce

E
n cambio, hay una unidad, la 12 y última, en la que no aparece ningún autor y es, sin duda, la más insólita de todas: "La función de la filosofía en el mundo empresarial y organizativo". Es la que corona el currículo y da una idea clara de la concepción de la Filosofía de quienes lo han elaborado. Hagamos una incursión en esta precisa unidad. Algunos se preguntarán, incrédulos, a qué viene esto. A mí me parece que se trata de una conclusión coherente del currículo, dada la fundamentación que pretende la LOMCE. Para mostrar esto lo mejor es acudir al preámbulo de la misma ley.
[www.agapea.com]
La introducción a la ley reconoce el talento de los jóvenes, que hay que desarrollar, y sus capacidades para competir, afrontar desafíos y abrir "las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación" (Preámbulo, I). Además, hay que poner la educación en el centro de la economía, y simplificar el currículo para transformar el sistema educativo (Preámbulo, IX). Al alumnado se le pide "participación efectiva en los procesos... económicos" (Preámbulo, III), porque hay que formar personas "emprendedoras e innovadoras" (Preámbulo, IV). Estas son las nuevas exigencias de los sistemas educativos.

Produce sonrojo volver después de estos principios a la afirmación de que hace falta una reforma "que huye de los debates ideológicos que han dificultado el avance en los últimos años" (Preámbulo, V). Se trata de la "incorporación al mercado laboral con las suficientes garantías" (Preámbulo, V), sin que sea un lastre para la competitividad. En definitiva, la LOMCE se propone, entre otras cosas, "mejorar la empleabilidad y estimular el espíritu emprendedor de los estudiantes" (Preámbulo, VI). (‘Empleabilidad’ es el nuevo concepto, que se refiere a la capacidad potencial de un individuo de ser llamado por un empresa para ofrecerle un puesto de trabajo, como experiencia, competencia, adaptabilidad al puesto, habilidad para transmitir mensajes al mercado, manejar recursos tecnológicos, conocer idiomas, tener iniciativas, estar dispuesto a viajar, etc.)

Con estos mimbres se comprenderá que la filosofía cabe muy difícilmente en este marco, por lo que casi habría que agradecer que no la hayan eliminado por completo. Ya que no se han atrevido a tanto, no queda más que adaptarla a la situación presente con la suficiente valentía. Allá van sin cortarse un pelo, proponiendo un conjunto de barbaridades que parecen cómicas y son trágicas. ¿A qué sapiente inteligencia emocional se le habrá ocurrido tal secuencia?

De entrada, en los Criterios de evaluación piden que se apliquen todas las disciplinas filosóficas al ámbito empresarial (Criterios 12. 1) y que se conozca “el modo de preguntar radical y mayéutico de la metafísica para diseñar una idea empresarial” (Criterios, 12.2). Por ejemplo, las habilidades gnoseológicas se emplearán para "conocer y comprender la empresa como un todo" (Criterios, 12. 2). La Teoría del conocimiento, la lógica y la epistemología, para introducir racionalidad en el proyecto empresarial (Criterios, 12. 3). Las habilidades metafísicas y lógicas, para eliminar caos y desconexión, dando sentido a las partes. La Estética filosófica, para un plan de marketing. Hasta los cambios de paradigma se refieren, amén del sistema de valores de la empresa.
[www.tercercamin o.com]
En los Estándares de aprendizaje se establece el estilo filosófico como "base de la dirección y formación de una empresa" (Estándares, 12. 2), el decálogo de valores que regirá el mundo empresarial, o diseñar un proyecto de empresa mediante los "mecanismos de la metafísica, la lógica, la epistemología y la teoría del conocimiento" (Estándares, 12. 5). Así que todas las estrategias que la filosofía ha empleado siempre para buscar la verdad quedan ahora a la disposición del mercado. ¡Qué horror! Y quien no se lo crea que lea los contenidos curriculares y procure no enloquecer en el empeño. Los contenidos filosóficos se utilizan para servir a intereses puramente económicos. Basta con ir a la historia de la tradición filosofía para confirmar que esto no se ha hecho nunca con la filosofía por la sencilla razón de que no pertenece a su esencia. En todo caso, cabe proponer un análisis crítico de los sistemas económicos occidentales y de la (in)justicia social o los déficits varios en que pueden concluir, así como los derechos humanos que enmascaran. En cambio, lo que se hace es introducir el neoliberalismo más tosco con expresiones de apariencia filosófica que no engañan a nadie. Y todo esto se estructura políticamente desde mayorías absolutas que lo irán imponiendo.

Se trata de un atrevimiento fruto de la ignorancia más crasa y de la más completa manipulación de la dignidad de la filosofía. Con estos ataques tan burdos se condena al averno seguro a una materia de tradición secular. Sus redactores son auténticos cafres intelectuales de una arrogancia nunca vista. Es una imposición política, apoyándose en los votos que democráticamente han obtenido en un aprovechamiento torticero del gobierno del pueblo. En la idea general de precarizarlo todo no se podía hacer excepciones, la filosofía también, desde luego. Alguna editorial de libros de textos ha prescindido de este tema, pidiendo al profesorado que supla tal deficiencia.

Julián Arroyo Pomeda