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sábado, 30 de noviembre de 2019

Despilfarro navideño


Despilfarro navideño (*)
by Crónica Popular • 30 noviembre, 2019 • 0 Comments
Julián Arroyo Pomeda || Catedrático de Filosofía

“Por Santa Lucía mengua la noche y crece el día, y hasta Navidad en su ser está”.

“Darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

El pionero fue Abel Caballero, alcalde de Vigo, con un encendido espectacular, aunque la decoración navideña haya costado a los ciudadanos vigueses 900.000 €, pero cuenta con la mejor iluminación del mundo, según él, además de conseguir que nieve todos los días. Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, no se queda atrás: desde Vigo se verán las luces de Madrid, faltaría más. Si en Vigo hay 10 millones de bombillas led, en Madrid hay 7 millones de luces con un coste de 3 millones de euros.
El absurdo reto entre alcaldes tendrá seguidores de inmediato, porque todo se pega. Claro que disparan con pólvora del rey, es decir, de los impuestos de los ciudadanos, y así cualquiera. Además, siempre se hace a costa de otras partidas imprescindibles.

Los ciudadanos se obnubilan por estas situaciones y lo traducen en votos. Así, en las municipales últimas Caballero obtuvo el 63% y mayoría absoluta, mientras que los partidarios de Feijóo se tuvieron que conformar con el 17%. Lo demás puede esperar: el precio de la luz sube, la pobreza energética se mantiene y la desigualdad social aumenta. Ya llegaremos a ello. Ahora toca la iluminación de Navidad, es decir, el circo; después nos ocuparemos del pan. Mientras tanto, Abel Caballero dice que cuando entra en una cafetería la gente le aplaude y eso “es algo maravilloso”. Y si aparece en una sala de cine, le ovacionan como a una estrella.

En Madrid ha aumentado el gasto en luces navideñas en casi un 28%; en cambio,
 se mantiene prorrogado el anterior para emergencia social, teniendo que dormir muchos niños en la calle, porque los espacios de acogida están completos. Algunas parroquias tiran colchonetas en el suelo y hacen lo que pueden para que pasen la noche y no mueran de frío, porque el ayuntamiento no tiene suficientes recursos.
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En la iluminación de calles y plazas en Navidad hay que tener un criterio claro. Pueden atraer al turismo y animar la compra y las pernoctaciones en espacios hoteleros. Esto es legítimo y no tengo nada que objetar, pero sí exijo una cierta moderación y sobriedad. La ostentación no se corresponde con nuestra situación económica y social, ni tampoco contribuye a las recomendaciones climáticas o a la reducción de gases contaminantes. Aquí el lujo impulsa una clara irresponsabilidad y los responsables municipales no dan ejemplo en el estilo de vida que ofrecen a los ciudadanos. Una iluminación sobria y digna sería lo mejor que podían hacer.

Pasando a la tradición cristiana, el abismo resulta insondable entre ayer y hoy. La cosa procede del solsticio (sol sistere o sol quieto) de invierno, en el que sucede la noche más larga del año en el hemisferio norte. Se celebraban fiestas paganas como las Saturnales (Saturno, dios de las cosechas) y el nacimiento del dios Sol y tenían lugar cerca del 25 diciembre. El emperador romano Constantino, cuando se convirtió al cristianismo, quiso dar a las fiestas paganas un sentido cristiano y se cambió al dios Sol por el Hijo de Dios. Esto puede explicar que la Navidad se celebre el 25 diciembre. El solsticio de invierno se da hacia el 21 diciembre (fecha y hora cambian, porque el período de la órbita de la tierra no es exacto). Aquí la duración del día es la mínima del año.

Navidad (nativitas, nacimiento) es la festividad que conmemora el nacimiento de Jesús en Belén. Los historiadores disienten de la fecha que estableció la Iglesia Católica. Los cálculos se centran en torno al intervalo septiembre-octubre, comienzo del otoño. No tiene sentido que los pastores saquen a pastar sus rebaños en diciembre, cuando está Jerusalén con el frío invernal. Tampoco podían pedir las autoridades que fueran a cumplir los habitantes la obligación de empadronarse en las fechas de finales del año. En la Biblia tampoco aparecen datos sobre esta fecha. Más bien, parece que se trató de cristianizar las fiestas paganas.

Aquí tenemos situada la mayor celebración cristiana, que tiene poco que ver con la celebración actual, salvo las anécdotas de los belenes, el encuentro familiar y las tradiciones gastronómicas, generalmente pantagruélicas y regadas con abundante alcohol, cual festejos en honor a Saturno o Saturnales. Podría decirse que se está volviendo a la paganización de las fiestas que fueron cristianizadas, lo cual no deja de tener su punto de humor, porque su contenido incluía diversión, banquetes y desenfreno total.

El espíritu de Navidad –atención a los necesitados, salvación de los caídos, amor y alegría por el nacimiento de un niño, cuidados y misericordia– brilla cada vez más por su ausencia, ya que todo se ha contaminado, mientras que el derroche lumínico presume y se enorgullece de su arrolladora presencia. Pintan poco los pobres, a quienes los ricachones ofrecen migajas para que se callen. No merecemos semejantes mandatarios.

(*) Publicado en Crónica Popular Diario