Con absoluta sorpresa el ministro Wert ha presentado su nuevo plan de estudios universitarios. De los cinco años anteriores para la Licenciatura, con el plan Bolonia -de tan sólo hace siete años- se establecieron cuatro años para el Grado y uno de Máster (4 + 1). Con el plan actual se reducen los cuatro años a tres y se amplía el máster de uno a dos (el llamado 3 + 2).
Las razones ofrecidas por el ministro no
se las cree nadie, ni él tampoco, a pesar de ser un manipulador de primera
categoría. Dice que si todos los grados pasarán de cuatro a tres años las
familias se ahorrarían 150 millones de euros en el coste adicional de tasas.
Las Universidades no están obligadas a hacerlo, si no quieren, pero las
consecuencias de este no ahorro serán de su responsabilidad: "En las
universidades que no se produzca esa transformación no habrá ahorro". Ahí
queda eso y no hay imposición.
Por
si eso no bastara, los estudiantes podrían transitar a universidades
extranjeras con mayor facilidad y sin perder un año, puesto que las punteras tienen
implantado el modelo 3 + 2. Sólo una pequeña parte de estudiantes tendrán que
pagar más, los que hagan el máster de dos años, pero sólo son el 20%. Lo mismo
pasa en los estudios de doctorado, que necesitan grado y máster, pero los hacen
muy pocos. Todavía más, porque "los países con grados de tres años mejoran
su formación y empleabilidad". Además, lo acostumbrado es acabar el Grado,
trabajar un par de años y volver al máster, si se necesita para la progresión
laboral. Qué cinismo y qué desparpajo para moverse en las estratosferas del
limbo, cuando todo el mundo sabe que el paro de menores de 25 años supera el
50%.
A
Wert le da todo igual: rechaza el dictamen del Consejo de Estado, que pidió
paralizar esta reforma, rechaza la anomalía que esto va a suponer, según la
rectora de la UMA, Adelaida de la Calle, no le importa que no se haya evaluado
el plan Bolonia de 2007, rechaza lo que le digan los estudiantes y la prácticamente
totalidad de la oposición política. Se pone el mundo por montera y con su ya
demostrado autoritarismo decreta lo que le parece.
La
irracionalidad de Wert es modélica por
desvergonzada. No se da cuenta que esto es un paso más en la degradación
universitaria. Los graduados tendrán menos calificación y, por ello, menos
posibilidades laborales. Tendrán que hacer necesariamente dos años de máster
para mantener sus aspiraciones laborales. Es decir, habrá que pagar una
matrícula más cara, en un tiempo mayor y con más contenidos. Así la Universidad
se vuelve a convertir en más elite, en más privatizadora y quienes no puedan
pagarla que se aguanten. En el fondo, esto es lo que pretende el partido
gobernante. Sin embargo, el lenguaje de los populares es el mismo al que nos
tienen acostumbrados: esto se hace para flexibilizar las opciones e integrarnos
más en Europa. He aquí los grandes embustes, repetidos año tras años, hasta que
nos los vayamos creyendo.
Ahora
se trata de ahorrar en tasas y
también de adelantar un año la entrada
en el mercado laboral. ¿Quién ahorra, en todo caso? El 80% de los
desgraciados frente al 20% de la élite económica e intelectual. ¿Quién entra en
el mercado laboral? Algunos de ese 80% con contratos-basura y despido como perspectiva.
Que
los rectores se quejan de la pérdida de
homogeneidad, pues que espabilen, este es un problema. Recuerdo que hace
unos años una vicerrectora de la Universidad Autónoma de Madrid nos reunió a
profesores de Secundaria para pedirnos que colaboráramos desde dos Institutos
en el año de formación de los que salieran de la Universidad y querían
dedicarse a la enseñanza. Después de un buen rato de dorar la píldora, se le
preguntó por los beneficios que reportaría este trabajo y contestó que todo se
podía hacer, pero a coste cero. Ofreció nombramientos honoríficos y el uso de
la biblioteca, etcétera. Algunos desaparecimos por vergüenza y dignidad.
Entonces presidía la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, que cada vez
presume más de decir tonterías.
Hay
que optar por un sistema flexible y
mixto, como se hace en Europa. Siempre la servidumbre y el seguimiento de
lo peor. Nos hemos quedado hace tiempo sin soberanía y sin dignidad, aunque
todavía demos lecciones a Europa. ¿De qué? Como no sea de hacer el ridículo…
Las titulaciones de validez en el mercado laboral europeo requerirán dos años
de máster, que aquí no los pagan las empresas, desde luego. Esto no es para la
mayoría, sino para unos pocos privilegiados, no para la gente normal. Menudas
equiparaciones con Europa.
El
procedimiento para su aprobación es la vía del Real Decreto. ¿Quién se atreverá
a decir que esto no es democrático? Por si quedara alguna duda declara Wert que
el Gobierno fomenta "un diálogo con las Universidades” para llegar a
"acuerdos más o menos homogéneos de implantación" con objeto de que
no haya "disfunciones". ¿Quién dijo miedo? Las Universidades están
mal financiadas, pues esto podrá contribuir a solucionar el problema. El título
de grado se puede devaluar un poco y parte del profesorado podrá ser despedido.
Así se sanea económicamente la empresa. Wert no se cansa de marearnos a todos:
ha sometido el decreto a una "exhaustiva información pública". Qué
menos, aunque después no haga caso de nadie, ya han sido informados todos
exhaustivamente. Sanidad y Educación todavía pueden dar más de sí para extraer
aún más sus raquíticos jugos, que se encuentran en las últimas. Un buen
negocio. Y que no se quejen las Universidades, ya que se les concede total
libertad para implantar el Decreto, cuando lo crean oportuno.
El
ministro Wert carece de credibilidad y de la mínima autoridad, que supera con
creces con su autoritarismo más absoluto. Es, quizás, el ministro de Educación
más autoritario de la democracia. Se ha ganado la estrella de respuesta al
reto. ¿Qué queda entonces? Sólo una cosa, echar a la calle a todo este
Gobierno. Que se vayan lo antes posible para plantear rehacer el desastre del
país, que se encuentra en ruina total de su estado del bienestar.
Julián
Arroyo Pomeda