Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años, y son muy
buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida, esos
son los imprescindibles (B. Brecht)
En medio de la gigantesca nube de
corrupción que envuelve al partido gobernante, apretando cada día más el cuello
hasta asfixiarlo sin remedio, acaba de aparecer un último punto de luz
iluminadora, el Presidente de Extremadura, por el escándalo de sus viajes varias
veces al mes a Canarias hasta alcanzar un número de 32.
Quién es Monago
El Presidente
de la Junta de Extremadura, desde el 7 julio 2011, nació en Quintana de la
Serena (Badajoz) hace 48 años. Su primer trabajo profesional fue el de bombero,
en 1987, como se encargó de divulgar ABC: "De bombero a presidente".
Luego hizo Formación del Profesorado de EGB, Derecho en la Universidad de
Cáceres y Salamanca, y entró en la carrera política a través de las Nuevas
Generaciones del PP. Se convirtió en presidente gracias a la contribución de Izquierda
Unidad de Extremadura con quien gobierna.
En sus tres
años de gobernante se ha mostrado como un verso suelto, pactando con Izquierda Unida,
suprimiendo los sueldos de los ex jefes del Ejecutivo, limitando el mandato de
los presidentes de Extremadura a dos legislaturas, divulgando sus balanzas,
siendo partidario de listas abiertas y de que gobierne la más votada, exigiendo
inversiones, porque Extremadura es la gran olvidada de España, y mejor
financiación, no apoyando la ley del aborto de su partido, pactando con el
gobierno el pago de la deuda histórica que deben, superando una moción de
censura, trabajando legislativamente contra la discriminación sexual, siendo
partidario de acuerdos, estableciendo un subsidio de 300 € para las mujeres a
partir de los 75 años, pretendiendo aliviar a la clase media con su reforma
fiscal y haciendo deducciones a las rentas bajas, entre otras gestiones de gobierno.
En fin, que parece tener tirón electoral
y aprecio ante el pueblo.
Trayectoria truncada
Así ha sido
hasta que el diario Público le ha cazado
en sus viajes a Canarias a este orgulloso defensor de la austeridad a cargo del
Senado para visitar a su pareja, que vive en Tenerife. Aquí se ha montado el lío,
al haberlo negado, de entrada, Monago para proclamar que los viajes privados los
pagó yo, aunque, finalmente, admite que devolverá hasta el último céntimo de lo
gastado, porque él no está en política por dinero. De este modo ha conseguido
que su partido en pleno le aplauda sus fechorías, por mucho que diga que
"siempre he ido a trabajar honestamente". Honestamente, desde luego
que no, aunque cierren las filas que quieran cerrar.
El caso es
que hay que reconocerle desparpajo en sus declaraciones. En los recientes
"Encuentros", celebrados en el diario El Mundo, alguien le preguntaba si no sentía vergüenza por los
robos sistemáticos producidos en su partido. Esta era su respuesta: "El
delito no puede nunca quedar impune. El culpable debe pagar en derecho por sus
hechos. No se puede en ningún caso justificar que la confianza que se deposite
en un representante público, se quiebre con hechos reprobables". Lo que
pasa es que para ser coherente tendría que aplicarse a sí mismo sus propias
palabras: culpabilidad, impunidad, hechos reprobables. De lo contrario, no se
puede ser un político ejemplar, como le consideran sus compañeros de partido.
Con lo fácil
que resulta solucionar el caso de
malversación de caudales públicos, de lo que se le acusa. Primero, se
reconoce que es cierto, como hace, mal que le pese, al declarar que devolverá
hasta el último centavo gastado. ¿De modo que pagó sus viajes privados de su
bolsillo y ahora pretende pagarlos otra vez, devolviendo al Senado lo que gastó
incorrectamente? ¿Quién puede entender semejante sainete? Después se devuelve
lo gastado ilegalmente. Por último, se dimite por haber mentido y haberse
apropiado de dinero público. Esto sería un acto de dignidad y honradez. O dicho
de otra manera: para un católico, como es Monago, procede confesarse, reconocerse culpable y cumplir la penitencia
que le impongan. Es así de simple, en lugar de retorcerlo todo y montar
numeritos de llantina, al desbordarse sus emociones. Monago se ha convertido en
un delincuente, por mucho que le pese a su partido. En su caso, la causa de su
delincuencia son sus escapadas de amor. Que deje de quejarse de que le vayan a
partir las piernas por luchar contra la corrupción. Zarandajas para que la
gente mire para otro lado.
Claro que las
dos cámaras representativas de España -Congreso y Senado- proporcionan los
desplazamientos a discreción, sin ofrecer información ninguna sobre los mismos.
Tanto el Congreso como el Senado "cubre los gastos de transporte en medio
público (avión, tren, automóvil o barco) [de senadores y diputados]. Se trata
de un reembolso de gastos, es decir, no se facilita una cantidad al
parlamentaria, sino que se le abona directamente el billete a la empresa
transportista" (Reglamento del Congreso). Viajan sin limitación alguna y
cuando lo desean, sin tener que justificar el destino. Tienen incluso una
tarjeta para taxis. Como puede verse, la transparencia brilla por su ausencia,
precisamente.
El
presupuesto del Congreso de los diputados no es moco de pavo. Para 2013 fue de
6.750.000 €, con 19.285 € por diputado. Además, corre con gastos de multas de
su parque móvil, sin hablar de telefonía y programas. ¿Para qué seguir?
Si Monago
viajó por razón de su cargo con las funciones propias del mismo, el asunto está
resuelto con tal de que se justifique ante los ciudadanos; si se trata de
asuntos privados, es responsable de malversación de dinero público. Esto sería
una ilegalidad, injustificable, aunque Rajoy defienda su honorabilidad.
Honorable, ¿por qué? En todo caso, merecería el aplauso por la coherencia de su
dimisión. Tanto la Fiscalía como el partido al que pertenece deberían resolver
esto a la mayor brevedad. De lo contrario es que no quieren ver lo que resulta
ya evidente. Tampoco Monago tiene las agallas que reclamaba, no hace mucho, a un
político catalán. Sólo quedará entonces que lo eche la ciudadanía extremeña de
una vez, ya que no se merece que le gobierne quien se ha apropiado el dinero
público y ha mentido descaradamente. Creo que ya no puede engañar a nadie, por
mucho victimismo que emplee, soltando hasta unas lagrimitas, que tendrían que
ser, en cualquier caso, de pura vergüenza por sus pillerías.
Monago se ha
mantenido apenas tres años en su imagen de hombre bueno, pero ya no resulta
imprescindible.
Julián Arroyo
Pomeda
Ilustraciones: www.lainformación.com 7/11/2014; www.elmundo.es 11/11/2014; www.elpais. es 8/11.2014; www.publico.es 11/11/2014.