FERRAN SENDRA
El pleno en el
Parlament se está viviendo con tensión.
Julián Arroyo Pomeda Madrid
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MARTES, 6 DE
MARZO DEL 2018 - 09:30 H. EL PERIÓDICO
El prólogo de la Constitución del
78 proclama la voluntad de "garantizar la convivencia democrática..."
y su artículo 2 reconoce y garantiza la solidaridad entre las
nacionalidades y regiones. Pues bien, hay que reconocer el hecho de que desde
hace cinco meses se ha producido una lesión, que sangra cada vez más, en
Catalunya. La herida no es sólo física, sino un daño moral.
Se trata de un desgarramiento
emocional que atormenta el ánimo de todos. Tal agravio puede convertirse en crónico,
si no somos capaces, entre todos, de cauterizar pronto la herida y cerrarla
para que no siga sangrando. A esto han llegado por las torpezas de unos y
otros. La tensión tenía que ser tan fuerte que hiciera estallar los fundamentos
básicos. El envite ha concluido con la intervención
de la autonomía catalana. Parece haberse producido una guerra total, que solo
acabará cuando el enemigo sea aniquilado.
¿Cómo puede ser que a ninguno de nuestros sesudos
políticos se le haya ocurrido que el arma de la democracia es el diálogo? Me
dirán que sí se les ha ocurrido, pero que no han podido llevarlo a la realidad.
¡Qué burda terquedad para no mostrar razones! "Es indecoroso mostrar los
cinco dedos. Poco valioso es lo que necesita ser probado", escribió Nietzsche. Nosotros hemos acabado matando a Dios. Alguien tendrá que concluir con
toda esta situación, aunque para ello sea necesario morder
la cabeza de la serpiente, que nos ahoga, hasta arrancársela. Puede
que tengamos que dejar nuestras certezas más firmes, que se petrificaron en
fanatismos. Para eso hay que saber mirar con los ojos del alma. No se trata de
ver sombras, sino ideas, como enseñó Platón.
Desde luego, cualquier herida puede curarse. Para ello
hay que reconocer que se ha producido la lesión. Inmediatamente, atreverse a
mirar la sangre que sigue brotando. Y echar mano de buenos profesionales, si es
necesario. Después hay que hacer la cura y sanear bien el desgarro e iniciar el diálogo buscando acuerdos y cediendo. Será imprescindible
solidarizarse por ambas partes de los golpes producidos y poner todos los
medios, hasta los imposibles, para que el agravio no tenga ninguna posibilidad
de aparecer más. Reconozcamos las cosas como son.
El turismo vuelve de nuevo a Barcelona, olvidando el
aciago trimestre anterior y recobrando la confianza que parecía perdida.
Mientras tanto, España no puede seguir parada. En Catalunya no hay
gobierno todavía, y ¿en el Estado? Los problemas arrecian, sin que se arreglen,
porque solo saben gobernar con la mayoría absoluta, imponiendo sus propias
decisiones partidistas. En minoría no saben administrar.
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