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Cascos (los cascos los lleva puestos, se decía antes) comparecía el martes
pasado en la Comisión del Congreso que investiga la financiación irregular del
PP, presidida por Pedro Quevedo (NC) y Beatriz Escudero (PP) como
vicepresidenta. A las preguntas del diputado Rufián (ERC), Cascos negó que
hubiera financiación opaca, irregularidades y sobresueldos. No se avergonzaba
de nada, al contrario, presumía de sus logros. Y aprovechó para lanzar una pullita
sobre el sistema autonómico catalán, que segrega por cuestiones ideológicas.
Rufián le reprochó su querencia por "la bandera del pollo", aludiendo
al aguilucho del escudo de España durante el franquismo. Aquí saltó Escudero,
quejándose al presidente por semejante referencia a la bandera. Rufián la llamó
entonces "palmera" de Cascos y Escudero le soltó: "No me guiñes
el ojo, imbécil", levantándose de la mesa porque Quevedo no la amparaba.
Rufián retiró después su expresión, lo que no hizo Escudero.
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Atacada,
humillada, insultada y despreciada por un independentista machista se sintió
Escudero. Cristina Pardo ha tachado el espectáculo de tabernario en este mismo
periódico; propio de una tasca, escribe Escudier; otros hablan de bufonada
característica de Rufián. Los comentaristas más sesudos se quejan de que lo que
se ha conseguido es apartar el fondo de la cuestión, o desviar la atención de
asuntos tan profundos y serios. Mi tesis es que Rufián se encuentra por encima
de casi todo y, además, lleva razón. Es un hombre listo. Todos conocemos la
habilidad de Cascos para dar largas cambiadas a lo que no le interesa afrontar,
siendo tan chulesco como Aznar, de quien fue mano derecha. Jamás supo de la
caja B, las acusaciones son falsas y la Fiscalía se basó en meras conjeturas.
Todos sus ingresos están acreditados por el Tribunal de Cuentas. Ante tal
cinismo, creo que Rufián considera la
comparecencia una pérdida de tiempo.
Sólo
quedaba, entonces, optar por una butade
provocadora para divertirse un poco. Y, si entran al trapo, mucho mejor. Cascos
eludió el enfrentamiento, pero Escudero explotó, ella no es ningún florero. El
mismo Cascos se tronchaba de la risa, qué raro que Escudero no lo viera. Riámonos
un poco para dejar así a todos en evidencia, pareció pensar el crack Rufián. Y
¿por qué no? Todos los burgueses son así, como cantaba Aute. Allá ellos si se
enfadan, que con su pan se lo coman. ¿Y si en lugar de tantos aspavientos
aceptáramos la corrupción estructural
en que se ha movido el PP y por lo que ha tenido que ser apartado un Presidente
del Gobierno, que no ha sido capaz de acabar con ella?
Julián Arroyo Pomeda