Cada uno de los tres epígrafes
resulta asombroso por cualquier lado que se le considere. Nuevamente aparece la
atroz situación de guerra entre palestinos e israelíes, a cargo de misiles y
cohetes, que únicamente producen muerte y destrucción de civiles, en su mayor
parte. La guerra no está declarada oficialmente, salvo en un lenguaje
incendiario, que parte de una premisa exclusiva, la del ojo por ojo y diente
por diente. Han pasado muchos siglos desde que se proclamó este dicho, que
constituye la única base de los ataques más salvajes e indiscriminados.
"La venganza es mía", dice el Señor, sólo que ahora el Señor es un
atajo de incivilizados con el armamento más sofisticado para producir la muerte
segura.
De otra parte, el ministro de
hacienda, Cristóbal Montoro, sigue matando moscas a cañonazos verbales, porque
este hombre tiene mucha fuerza en la boca y dispara su gatillo fácil, siempre
que se le viene en gana. España, como país, está bien muerto, porque le asesinó
la política de austericidio, impuesta por la Unión Europea y aceptada por un
gobierno subyugado, que sigue besando las manos de su ama, aunque, eso sí, se
desgañite diciendo que no le gusta hacerlo, pero que no le queda otra ante la
ruina que otros produjeron en el país.
Luego sucede, igualmente, la
actuación desvergonzada de la graciosilla de turno, esta vez en Francia, Anne
Sophie Leclère del Frente Nacional de Marie Le Pen. Al partido, que ha recogido
un buen triunfo en las últimas elecciones europeas le han impuesto una multa de
30.000 € y a la ultraderechista, que prefiere ver en un árbol a la ministra de
justicia del gobierno francés, Christiane Taubira, porque "es una
salvaje" y la ha comparado con un mono, por ser negra, a cinco años de
inhabilitación para cargos públicos y 50.000 € de multa.
Ya tenemos así resumidos tres
acontecimientos que avergonzarán, sin duda, a los seres humanos de bien.
Hagamos acerca de los mismos algunas consideraciones para poner de manifiesto
el poder de crispación a que están sometidos los ciudadanos y que en nada
favorece a nuestra convivencia social. Decía el filósofo francés Alain que la
filosofía debía tener siempre presente el pensamiento que sopesa las acciones y
evita los prejuicios, gracias a su reflexión lúcida, ejercida permanentemente.
No estaría mal si lo tuviéramos muy en cuenta y, antes de dar un paso, midiéramos
las consecuencias probables de lo que decimos.
Los bombardeos israelíes contra
Gaza han producido ya más de dos centenares de palestinos muertos y más de 1500
heridos, mientras que un cohete palestino ha matado a un israelí. Todo empezó
cuando tres jóvenes judíos fueron secuestrados y después muertos, a lo que
siguió la venganza de un grupo de israelitas que secuestraron, a su vez, a un
adolescente palestino y lo quemaron vivo en el bosque de Jerusalén. A partir de
aquí, comenzó la operación denominada ‘Margen Protector’ contra Hamás, a quien
se considera responsable de todo. Una machada y un verdadero salvajismo.
Mientras, Naciones Unidas informa
del ataque, Estados Unidos lamenta los muertos, pero precisa que Israel tiene
derecho a defenderse. Y la Unión Europea prácticamente calla. ¿Dónde se quiere
llegar? Parece que al exterminio de los enemigos, pues, cuando todos hayan
caído, entonces reinará la paz, la de los cementerios. Los asesinatos ni
siquiera tratan de ser selectivos, sino que se actúa indiscriminadamente. ¿Para
qué seleccionar, si los enemigos, en cuanto tales, merecen un exterminio
urgente y total?
España también se encuentra
moribunda, porque el actual gobierno actúa con la más absoluta coherencia en
sus principios. Fue votado y obtuvo la mayoría absoluta para un programa que ha
incumplido desde el comienzo. Los ciudadanos españoles tendrían que saber que
los principios del Partido Popular no pueden ponerse en un programa de
gobierno. Se pone lo que interese para conseguir el voto. Después, ya se harán
perdonar.
Comprendo que Montoro no hable
con semejante claridad, pero, al menos, que no se pase, porque en ese caso
habría que pensar en que está despreciando a la ciudadanía y riéndose de ella a
mandíbula batiente. El gran burlador se expone demasiado al ridículo. Pronto
asombrará España al mundo, ya está en movimiento para ello, proclama. ¿No será
a causa de las subidas de impuestos con que nos ahoga Montoro? Claro que debe
tenerse presente que será fatal subir impuestos, dice su doble. Esta de coña,
pero es esto lo que le pone.
Cuando se lo echan en cara, se
cabrea y dice que le sacan las cosas de contexto, porque él se refería lo que
sucedió en nuestra economía hace cinco décadas. Vaya por Dios. Entonces, ¿cómo
hay que entender eso de que "estamos entrando en el círculo vicioso de la
economía española de crecimiento y creación de empleo"? ¿O aquello de que
"el ajuste en España se ha hecho sin tocar el gasto social"? Quizás
sea que Montoro piensa y escribe sentado, pasando mucho tiempo en su despacho.
Nietzsche contestaba a Flaubert que "la carne del trasero es precisamente
el pecado contra el Espíritu Santo. Sólo tienen valor los pensamientos pensados
en camino". Qué simpático es Montoro. Es como el pito del sereno, que
nadie le hace caso, aunque le oiga.
Muertes atroces, España moribunda
y la ultraderecha francesa de pitorreo. Leclère piensa que la pena que le han impuesto
es desproporcionada, que se cometen injusticias contra esta mujer joven, que no
pudo acudir al tribunal que la citó en Cayenne, porque ni siquiera ha podido
costearse el avión. Lo que sí ha hecho es comparar a la ministra de justicia,
de raza negra, con un mono. Nada original, por otra parte, porque ya antes lo
habían hecho otros, desgraciadamente. Ella no es racista y todo es una cuestión
política. Ha empleado su derecho a la libertad de expresión, para qué
molestarse en reflexionar, aunque sólo sea por una vez. Con hacer fotomontajes
le basta, la pobre no merece semejante pena, sólo quería hacer un poco de
humor. Ahora resulta que injuriar pertenece al género del humor.
Julián Arroyo Pomeda
Ilustraciones: dailymail.com; digislam.com.ar; libertaddigital.com; noticierodigital.com;