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sábado, 8 de noviembre de 2014

Ilusiones perdidas


La caída del Muro de Berlín sucedió la noche del jueves 9 de noviembre de 1989, hace ahora 25 años.


El Muro fue una horripilante arquitectura física, además de un símbolo. Como hecho físico tenía que caer: dividía un país en dos y separaba a ciudadanos de cultura común y la misma lengua. La política y las instituciones de gobierno decidieron: había que obedecer. En cuanto símbolo, la caída se llevó otras cosas importantes, que no se han divulgado mucho. Encuentro, conciliación e ilusiones nuevas se centraron en la conquista irrenunciable de la libertad como primacía frente a la seguridad intramuros. Era un sinsentido proteger a la ciudadanía de la opresión por la institución opresora misma. Qué disparate.

Con el tiempo se impuso el capitalismo neoliberal como alternativa única. Un mercado libre frente al viejo colectivismo de la ruina económica. Capitalismo era progreso y colectivismo retraso ancestral. El nuevo poder capitalista ofrecía la posibilidad de elección en una democracia liberal, pero ¿elección de qué y para quiénes? Los que carecían de todo ¿que podían elegir? Aprendimos que la libertad era formal, no real y efectiva. ¿Libertad para morirse de hambre? Emancipación, lucha por la justicia y organización familiar quedaban lejanos, bastaba un mini trabajo a plazo corto y muy flexible para vivir trampeando, pero de manera libre. ¿Bienestar, sanidad, jubilación o vivir libremente? La seguridad quedaba superada, al no haber enemigo.

Desgraciadamente, llegaron las Torres Gemelas y otra vez dio un vuelco la situación mundial. Importaba estar seguros, aunque para ello hubiera que invadir Irak. Todo iba a ser ya en adelante tranquilidad, progreso, trabajo, vida libre, pero se trunca, obligados nuevamente a vivir sin ilusiones. Así se sigue matando la utopía. Por parte de los radicalismos, sin aceptar los equilibrios necesarios en la convivencia ciudadana, mientras que otros muchos muros siguen abiertos, sin que asome ninguna voluntad de derribo. ¿Caerán algún día todos los muros del mundo?

Julián Arroyo Pomeda