"Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano". Schiller.
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n su intervención por el clima
Bardem llamó estúpidos al presidente norteamericano y al alcalde de Madrid.
Martínez-Almeida reaccionó calificándolo de listo y recordándole que no paga
sus impuestos. Estúpido por revertir
Madrid Central y permitir la circulación de vehículos contaminantes.
Bardem ya se ha disculpado, pero no lo
ha hecho así quien le califica de infractor tributario. Además, se pregunta qué
méritos tiene el actor para leer un manifiesto por el clima.
Otros corifeos se han encargado de
cebar todavía más la olla de los insultos, escupiendo que Bardem es un
gilipollas y un papanatas, o recordando su ‘no a la guerra’. Tanto Almeida como
Villacís establecen que no suspenderán el plan, sino que lo mejorarán. Por aquí
han encontrado una salida de momento.
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Estúpida es la persona falta de
inteligencia para comprender las cosas, torpe o necia. Dice o hace tonterías,
estupideces. Pretender cambiar algo cuando funciona va contra toda lógica y es
una estupidez hacerlo, porque no se miden las consecuencias de los actos. No
extraña que Almeida se haya molestado mucho, porque es muy fuerte lo que le han
dicho y, además, puede que tengan razón.
La respuesta del alcalde es bastante
estúpida, por otra parte. Podría haber explicado, como hace Villacís, que no
van a cambiar Madrid Central, sino que lo modificarán para mejorarlo, pero
parece que se la tenía guardada al infractor. La idea de mejorarlo es que
tienen un acuerdo con Ciudadanos, pero, además, el Juzgado de lo
Contencioso-Administrativo número 24 de Madrid suspendió la moratoria de
sanciones que tenían pensada. La contestación agresiva del alcalde se explica
porque su promesa electoral fue acabar
con Madrid Central. Todavía hoy sigue manteniendo que no le gusta y que es un
fracaso. Todo esto constituye una alcaldada, lo mismo que su autoproclamación
de Madrid Green y de ser el promotor del medio ambiente. Dime de qué
presumes...
Por otra parte, lo del fraude fiscal
de Bardem se debe a los ejercicios de 2006 y 2007, en los que fue sancionado con
151.000 €, que ya resolvió, por causa de criterios no coincidentes entre
Hacienda y los asesores fiscales.
En cuanto a lo de los méritos, Bardem se ha implicado mucho en el cambio
climático. Participó responsablemente en una campaña para proteger la
Antártida y grabó con Greenpeace un documental en el que critica a los
negacionistas. Viajó para conocer el ecosistema del polo sur y se sumergió en
el fondo marino para hacer de la zona un santuario (este es el título del
documental) libre de la mano del hombre. Hacen falta muchos famosos con esta
conciencia responsable.
Claro que a méritos es difícil ganar
a Almeida, el gran luchador contra la contaminación, como se define. Gran
mérito es estar gobernando el ayuntamiento de Madrid sin haber ganado las
elecciones. Mérito es tener que pelear cada semana con su socio ultraderechista
con quien riñe cada poco, empeñado como está en ponerlo en evidencia. Mérito es
la terquedad de seguir hablando de golpe de Estado en Catalunya por este gran
adalid a pesar de que está ya juzgado. Mérito es el derroche de la iluminación
navideña con tal de sobresalir. Políticas
regresivas medioambientales parecen correlacionar con cierta chulería, lo
que también es un poco estúpido, por cierto. Adelante, pues.
Considero que un alcalde nunca
debería lanzarse al barro para meter allí la cabeza de su adversario. Su propia
dignidad personal y la representación política que ostenta deberían calmar sus
ardores juveniles. Tendría que aparecer siempre como una persona equilibrada y
con una altura respetable. Por ahora me está pareciendo el sheriff madrileño,
que se hubiera olvidado en casa su colt 45. Es penoso: por todo se pica este buen
hombre.
Habría que preguntarse por qué
quería eliminar lo planificado para rebajar la contaminación del centro de la
ciudad. Primero, porque había sido diseñado y puesto en práctica por el
ayuntamiento anterior, a cuyos responsables no puede soportar. Luego, porque
algunos comerciantes estaban en desacuerdo y habían protestado, de modo que
podía ganar un puñado de votos que necesitaba, aun a costa de la salud de los
ciudadanos madrileños. Había que hacer algo parecido a lo que se hizo con
buenos niveles de calidad en su funcionamiento. Pues lo sensato sería dejarlo
así y atender otras necesidades.
Es grave insultar a una autoridad
elegida por los ciudadanos, no se puede hacer esto, porque se resentirá la
democracia a la larga, pero ya se han pedido disculpas. La autoridad debe ganarse el respeto de los votantes, explicando lo
que se va a hacer para ganar la confianza. Los argumentos y la seducción son el
arma adecuada y para utilizarla se requiere de un buen aprendizaje. El político se debe a los ciudadanos y a su
bienestar general antes que a sí mismo y al partido al que pertenece. Esto
no es fácil, pero solo se prohíbe no escuchar el mensaje que se envía
cotidianamente. En este caso, sólo quedaría renunciar al cargo.
Julián
Arroyo