Los españoles aprendimos de
memoria algunas de las expresiones de Ortega al hilo de sus reflexiones sobre
España. En efecto, allá por el año 1911 ya se quejaba de que nos habíamos
resistido a Europa, perpetuándonos a nosotros mismos. En cambio, alertaba de
que España será Europa o no será nada más que incultura y horror a las ideas y
a las teorías.
Nuestra enfermedad y nuestra
salud eran presentadas paralelamente: el
problema es España y la solución Europa. He aquí la nueva tarea que
proponía. Unos años después, en 1919, seguía machacando que "España es una
posibilidad europea". En cambio, ahora nos parece necesario salir de la
prisión, especialmente, alemana. ¡Cómo cambian los tiempos! Ortega rondaba
entonces los 30 y pocos años.
Otro joven español acaba de
intervenir ahora en la Eurocámara con ideas claras, pronunciadas, además, con
pasión contenida, para proclamar que Europa significa soberanía, derechos de
los pueblos, libertad y, en una palabra, democracia. ¿Quién va a negar
semejante caracterización? Pero las críticas se hacen más potentes, porque el
gobierno del Parlamento Europeo está
secuestrado por élites, oligarquías financieras y lobbies. Esto es lo que
representa "la casta", en palabras de Pablo Iglesias.
Han establecido la deuda exterior
que no podrá pagarse y de este modo se saquean, impunemente, los pueblos del
Sur, junto con su autonomía. Recordemos cómo se han resistido los países
rescatados, en su totalidad o en parte, porque sabían que su sometimiento podía
durar tranquilamente medio siglo, desapareciendo, poco a poco, su independencia
y convirtiéndose sus ciudadanos esclavos del siglo XXI.
¿Acaso no hay solución? ¿Es que
no queda otra más que el empobrecimiento y el sometimiento? Resulta que sí hay alternativa. La actual
situación está en las políticas de
austeridad, cuyos efectos son la pobreza, la destrucción de la economía,
el autoritarismo, las sociedades injustas y las instituciones corruptas. Y
contra esto hay que reaccionar con dos banderas: la justicia y la democracia.
Así podremos recuperar la dignidad.
Precisamente en España están
transcurriendo estos días las Marchas de la dignidad, que el Ministerio de
Interior, como el rayo que no cesa, se encarga de reprimir con contundencia más
que extrema en un indisimulado deseo de volver al fascismo, aunque siempre
decorado con la mentira. Por ejemplo, Montoro ha reducido las prestaciones para
la protección del paro en sus dos años de mandato, ¿alguien lo duda? Bien, pues
ahora lo recubre diciendo que la creación de empleo permitirá reducir todavía
más tal prestación. Este objetivo lo rumia bien por dentro, dejando su risita
por fuera, que no puede contener. Es repugnante, porque más empleo no hay, aunque sí menos protección.
Otro país del Sur dice, en
palabras de Renzi, presidente de la Unión Europea los próximos seis meses, que Europa tiene cara de cansancio, resignación
y aburrimiento, porque prevalece la austeridad. Pide "volver a
encontrar el alma de Europa" y
recuperar la dignidad política para encontrar nuestro ser.
Pues bien, el Partido Popular
Europeo está empeñado en elegir para empuñar el timón del barco europeo al
ínclito luxemburgués Juncker. Menuda representación de quien ni ha ganado las
elecciones, ni ha sido el candidato más votado, obteniendo apenas el 10% de los
votos. ¿Quién puede entender tamaño atropello? Todavía se entiende menos que le
apoyen los socialistas españoles. Sin embargo, prevalecerá la casta y
alcanzarán un arreglo innoble. Otros, en cambio, tienen menos vergüenza y
proponen a los alcaldes por votación directa, como consecuentes con sus
principios, no sea que vayan a perder alcaldías por acuerdos entre coaliciones.
Julián Arroyo Pomeda
Ilustraciones: elpais.com, elpais 2070772014, elpais 20/07/2014, elmundo 27/07/2014, lavanguardia 22/03/2014