“Por tu vida, Lopillo, que me borres/las diez y nueve
torres del escudo, /porque, aunque todas son de viento, dudo/que tengas viento
para tantas torres” (Luis de
Góngora).
Madrid, como cualquier ciudad, ha
tenido alcaldes mejores y peores, pero Almeida se ha empeñado, desde que llegó,
en conseguir el premio del peor de todos los alcaldes con un desparpajo
estúpido y despreciable. Creo que es el hombre que más sabe de alcaldadas
permanentes. Parece tan necio que sólo piensa en que le saquen en las portadas
de los periódicos a diario. Quizá tenga
un complejo de inferioridad.
Alcanzó la alcaldía sin haber
ganado las elecciones, por lo que tiene necesidad de reafirmarse diariamente
como el alcalde que es, dando la impresión de que todavía no se lo cree, aunque
está bien arropado por Ciudadanos y Vox. Con Villacís sorprende por su poca
estatura física y con Ortega Smith ya no es ni siquiera comparable. Tampoco, con
Gallardón. A optimista y orgulloso no le gana nadie. Además, es un graciosillo.
Ante el tuit de Sánchez sobre el Memorial del cementerio de la Almudena solo se
le ocurre esta contestación: "¿Me puedes confirmar si el que te ha escrito
este tuit es el mismo que escribió tu tesis?". Malafollá, como dicen los
granadinos, sí que tiene el hombre. Es capaz de pisar todos los charcos
posibles: siempre se encuentra al quite, armado de su petulante sonrisa.
[Nombres de víctimas inscritos en memorial Almudena; www.elpais.es] |
Este mes de febrero ha sido
pródigo en acontecimientos, pero el que sobresale entre todos es la retirada
del memorial conmemorativo del homenaje a los 2.937 nombres fusilados por el
franquismo en el cementerio de la Almudena. Ha tirado todo el proyecto de
construcción y destruido lo que ya se había levantado. No lo veo como simple
anécdota, porque se trata de un acto de
odio y venganza contra el equipo de gobierno anterior. Es el autoritarismo
de la derecha más cerril. Eso sí, estas cosas siempre conviene disfrazarlas
convenientemente para que todo sea confuso y quede oculto. Es un tipo listo
Almeida: quiere "primar el espíritu de transición, de la
reconciliación", frente a la izquierda sectaria de Carmena, que pretende
"rescribir la historia". (Dejemos el ‘primar’ y el ‘rescribir’ de
este abogado del Estado, que necesita leer más literatura, sin duda).
Ni la ignorancia más oceánica libra
a nadie de saber quiénes llevan más de
80 años reescribiendo la historia, al homenajear con placas en las entradas de
las iglesias a los caídos por Dios y por España. Los demás caídos son solo
escoria roja, claro. Haría bien en oír a Miguel Hernández: "El odio se
amortigua/detrás de la ventana". Pero lo que ni siquiera desea es dejarnos
la esperanza.
Las instituciones merecen siempre
respeto, pero quienes las ocupan tienen que ganárselo por méritos propios ante
todos los ciudadanos que representan. Almeida está pensando únicamente en
ganarse los favores de los "nacionales", no vayan a irse con la
ultraderecha. Al otro bando hay que fumigarlo para que no pueda renacer. El
bando nacional está suficientemente conmemorado, ahora tocaba hacerlo con los asesinados
después de la guerra, dado que la Memoria Histórica pedía hacerlo con todas las víctimas, que fueron taladas, pero
que pueden retornar como el árbol, porque siguen
viviendo en nuestra memoria. Esto es lo que pide la reconciliación de la
que presume el alcalde. Callarlos de
nuevo no, por dignidad.
[Manifestación ante el Ayuntamiento; infolibre.es] |
Carmena empezó a construir el
monumento, que no pudo terminar, para recoger los nombres de los fusilados
entre 1939 y 1944, poniendo al frente los versos de Miguel Hernández: "soy
como el árbol talado, que retoño". Ellos murieron por la libertad y la
democracia, palabras demasiado solemnes para algunos, pero de contenido bien real.
El odio y el desprecio continúan y hay quien estimula tan negros sentimientos
de indignidad. Qué razón tenía Gironella, cuando explicaba en su aclaración a Un millón de muertos que las víctimas
efectivas fueron la mitad, pero que añadió otros tantos por los homicidas,
odiadores y sin piedad que "mataron su propio espíritu". Y así es
exactamente. Las ideas se han de
defender siempre, pero sin cultivar con ellas el odio. Es vergonzoso y desgraciado
que en esto lleve el liderazgo el alcalde de la capital, expulsando a uno de
los más grandes poetas de la literatura española. ¿Sabrá, acaso, lo que es y
representa la poesía?
Ahora el equipo municipal hará
una sola lista, uniendo víctimas de la guerra con las de la represión. Así
quedarán diluidas víctimas y verdugos, sin que la memoria histórica pueda
ofrecer nunca la verdad. Una de las razones empleadas por el alcalde es que
poner dos placas con los nombres esculpidos resultaba mucho más caro para los madrileños.
Se trata de un indisimulado cinismo de la peor calaña. "Pintada está mi
casa/del calor de las grandes/pasiones y desgracias", Martínez-Almeida. Es una vergüenza que los dirigentes del
Ayuntamiento tengan otras prioridades, aunque no sean, ni mucho menos, las de
los propios madrileños.
Julián Arroyo Pomeda