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martes, 4 de septiembre de 2018

Las misas en la televisión pública

[2 septiembre, misa en La Natividad, Mejorada del Campo; www.rtve.es]


Personas católicas llevan más de dos años lanzando alertas ante la posible supresión por parte de TV2 del programa "El día del Señor", que transmite la misa del rito católico los domingos. Sería castigar a los ancianos y enfermos y suprimir una tradición que lleva funcionando desde 1982. Pero esto es intocable. Otros países también ofrecen el servicio religioso para personas mayores o impedidas. Además, el presupuesto es muy bajo, según el director de este espacio.

Recientemente, las protestas arrecian en las redes sociales. Hasta hoy la causa era la proposición de ley de Unidos Podemos, presentada en febrero del 2016, pero ahora la extienden al presidente Sánchez, ya que ambos grupos políticos controlan RTVE. De nuevo la izquierda contra los católicos, porque sólo atacan las misas.

Qué difícil es hablar con quien no quiere oír ni entender nada y sólo se encierra en la muralla del fundamentalismo inmovilista del que posee la verdad única. Las razones esgrimidas son falsas por lo que carecen de contenido a debatir.

Primero, con la supresión del programa no se castiga a nadie, ya que pueden ver programas religiosos, misa incluida, en otros canales de televisión y radio. Si no tienen una audiencia tan importante, que trabajen para obtenerla.

Segundo, que el coste sea muy bajo no es ningún argumento. Ni siquiera lo sería si saliera gratis. Tampoco lo es que exista una demanda social, como dicen.

De lo que se trata es de aplicar el contenido del artículo 16.3 de la Constitución Española: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal". El Estado es aconfesional. Por eso los ritos confesionales no tienen cabida en las emisiones de la televisión pública, que debe ser neutral, en cuestión de creencias, para respetar a todos los ciudadanos. Desde el momento en que España es plural la televisión pública no puede favorecer a ninguna creencia o religión.

El nacional-catolicismo es medievalizante. Lo sorprendente es que todavía haya gente que lo siga defendiendo. No viven en la realidad, están pensando en otro planeta. Llevamos demasiados años transmitiendo la misma idea fija y estamos ya en el siglo XXI. No vendría nada mal un poco de humildad a las representaciones católicas. Luego están las gentes que utilizan todavía la fe del carbonero. Cuanta menos formación tengan, mejor. Así serán dóciles y obedientes a las jerarquías. Aquí la Ilustración interesa bien poco. ¿Para qué explicaciones y pruebas? Mejor es creer lo que dicen los jerarcas y hacerlo ciegamente. Todavía quedan mentecatos de este calibre, pobrecillos.

Mientras se decide la toma de posición de lo que lleva ya emitiéndose casi cuarenta años, que Dios guarde a la Administradora única de radio televisión española. Cuidado, R. M. Mateos, que has topado con la Iglesia. Esta puede ser una guerra a muerte en la que no caben más que vencedores o vencidos. No hay término medio. Quienes tengan que perder en este trance, nunca aceptarán su derrota constitucional.

La televisión pública, la de todos, tiene que liberarse definitivamente de cualquier lastre o adherencia para recuperar el prestigio que le corresponde. No puede ser igual que las otras cadenas comerciales, que velan por sus intereses económicos. Hay que diferenciarse de ellos, adquiriendo una identidad propia que le permita ser un modelo en Europa y en el mundo. Su única fuente de financiación debe ser el Estado

Julián Arroyo Pomeda