Para
poder conocer por qué se produce algo, por ejemplo, una situación determinada,
como la publicación del currículo de la enseñanza de la religión católica (BOE,
47, de 24 febrero 2015), hay que remontarse a sus causas. En la mejor tradición aristotélica, conocemos
científicamente una cosa sólo cuando conocemos su causa.
La
Constitución española del 78 establece en el artículo 16,3 que "ninguna
confesión tendrá carácter estatal", de lo que se deduce que el Estado
español es aconfesional. Pero
seguidamente pide que se mantengan relaciones de cooperación con la Iglesia
Católica y las demás confesiones. No se especifica cuáles son las demás
confesiones, lo que sí se explicita nombrando a la confesión católica. Esto
produce cierta perplejidad, aunque se apoye en que se trata de creencias de la
sociedad española. Si nunca en la historia se ha aceptado ninguna otra
confesión, es evidente que oficialmente no existen otras creencias.
Ya se ve la
debilidad de esta base argumentativa.
Sobre
este apoyo se firmó el Acuerdo entre
el Estado español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales, el 3
enero de 1979. Si la Constitución se aprobó el 31 de octubre de 1978, aquí la
tradicional lentitud de la diplomacia no se hizo esperar. Se fijaron entonces
"las enseñanzas de la religión en todos los Centros de educación en
condiciones imparables a las demás disciplinas fundamentales". Se añade
que es a la jerarquía eclesiástica a quien corresponde establecer los
contenidos de esta enseñanza. Éstas son las verdaderas raíces de la cuestión
discutida.
De
acuerdo con lo dicho, para resolver este contencioso sólo hay un camino,
denunciar el Acuerdo y derogarlo. Otra alternativa no existe. Además, y ya de
paso, habría que tocar igualmente el artículo 16 de la Constitución. Si lo
primero son palabras mayores, ¿qué decir de lo segundo? No acabará la transición, mientras no se solucionen
asuntos como éstos. Y aquí los partidos políticos son los que tienen la
palabra. Desde siempre se han producido ruidos en este sentido y en la
actualidad todavía más, pero nadie da un paso adelante definitivo.
Ahora
bien, casos como los contenidos curriculares de la enseñanza de la religión en
la escuela son una ocasión de oro para impulsar algún avance, especialmente
cuando el gobierno aprueba el currículo presentado por la Comisión episcopal de
enseñanza. Por mucho que se esfuerce el Secretario de la Conferencia, Gil
Tamayo, en aclarar que la asignatura no es catequesis, ni tampoco
adoctrinamiento, eso parece sugerir la
excusatio non petita... del secretario. Efectivamente, se trata de puro adoctrinamiento fundamentalista,
aunque enmascarado con ilustrar "a los estudiantes sobre la identidad del
cristianismo y la vida cristiana". Parece que no era posible hacerlo de
otra manera que ésta: suaviter in forma, fortiter in re. Pero
iniciar en una doctrina debe hacerse en otros lugares y no en la escuela, como
la parroquia, la sinagoga, la pagoda o la mezquita.
Formas delicadas y sutiles, casi imperceptibles, que
podrían pasar desapercibidas, pero que a nadie se le escaparán: "la
creación, regalo de Dios", "memoriza y reproduce fórmulas sencillas
de petición o agradecimiento" (Primaria, Curso primero, Bloque 1);
"expresa, oral y gesticularmente, la gratitud a Dios" (Primaria,
Curso segundo, Bloque 1); "recopilar y poner en común con sus compañeros
oraciones que la comunidad cristiana utiliza cotidianamente" (Primaria,
Curso tercero, Bloque 4); "reconocer y aceptar la necesidad de un Salvador
para ser feliz" (Primaria, Curso sexto, Bloque 1); "argumenta el
origen del mundo y la realidad como fruto del designio amoroso de Dios"
(ESO primero, Bloque 1); "agradece los momentos de su historia en los que
reconoce la fidelidad de Dios" (ESO cuarto, Bloque 2); "respeta el
significado bíblico de la afirmación <<hombre y mujer los creo>>"
(Bachillerato, segundo curso, Bloque 1); "la expresión de la fe genera
belleza a través del arte" (Bachillerato, segundo curso, Bloque 4). Y así
sucesivamente en otros muchos párrafos que quieran escogerse.
Contenidos contundentes, expuestos con tal claridad, brevedad
y rotundidad, que no admite ningún género de duda o crítica posible. Véanse
sólo dos ejemplos.
1. Dios existe. Es un dato evidente que
las cosas, los animales y el hombre existen (resuena aquí Tomas de Aquino,
incluso...: Videtur quod Deum sit per se
notum, la existencia de Dios es cosa evidente). Ahora bien, "no se dan
el ser a sí mismos. Luego Otro los hace ser, los llama a la vida y la mantiene.
Por ello, “la realidad en cuanto tal es signo de Dios, habla de su
existencia" (Primaria, Introducción. El mismo párrafo se repite también en
Secundaria Obligatoria). Rechazar el regalo de la creación divina trae para el
ser humano "la imposibilidad de ser feliz". Ahora se apela a la
experiencia más sensible: la incapacidad para ser feliz por sí mismo, dada la
naturaleza del hombre, y, por tanto, la imposición de Dios.
2. La realidad de la creación. La
realidad es un don de Dios, mediante la creación, y sus efectos son señales del
mismo Dios. Por eso, uno de los estándares de aprendizaje pide argumentar
"el origen del mundo y la realidad como fruto del designo amoroso de
Dios" (ESO, primer curso, Bloque 1). Entonces el hombre tiene
"sentido religioso" y Dios interviene en la historia (ESO, primer
curso, Bloque 2) y da sentido a la vida (ESO, cuarto curso, Bloque 1). Ante el
caso Galileo pide rigor y respecto (Bachillerato, primer curso) y proclama a la
Iglesia como "generadora de cultura a lo largo de la historia"
(Bachillerato, primer curso, Bloque 4).
No
debe olvidarse que la enseñanza de la
religión católica se encuentra en todos los cursos y niveles: Primaria (en
los seis cursos), ESO (en sus cuatro cursos) y Bachillerato (en sus dos
cursos). Ninguna otra asignatura tiene un reconocimiento semejante. Además es
evaluable y cuenta para la nota media y las becas. La Conferencia episcopal
debería estar muy satisfecha, ¿no? Pues no lo está, porque la LOMCE no cumple
ni con la Constitución ni con el Acuerdo, que goza de "rango de ley
orgánica", según Gil Tamayo, al no tener carácter fundamental y haberse
reducido drásticamente su horario. En Bachillerato no es de oferta obligatoria.
Bueno, pues que lo denuncien, cosa que nunca han hecho ni tampoco harán.
¿Entonces? La manera de entender la fe en la actualidad me resulta poco
presentable, porque parece que se vuelve al nacionalcatolicismo de otros
tiempos.
Respecto
a su carácter de evaluable, no lo
voy a discutir, creo que no debería serlo, habría otras fórmulas, pero es
cierto que lo que se enseña tiene que ser evaluado. Ya sé que no puede
evaluarse la fe, y las creencias de cada uno, pero tal como se expresan los
estándares, sí que cabe la evaluación. Memorizar y reproducir una fórmula,
saber quién es Abraham o Moisés, nombrar lugares en la vida de Jesús, describir
un templo, reconstruir un relato bíblico, etc., todo esto es susceptible de
evaluación, desde luego.
Lo
que no tiene sentido es la alternativa, que sólo sirve para
mantener lo que se está tambaleando progresivamente. Además, es algo muy
sorprendente: unos tendrán valores
cívicos, cuando la LOMCE eliminó la Educación cívica, y otros valores religiosos. Mala solución es
ésta, porque unos pueden hacerse fundamentalistas, ya que se les adoctrina, y
otros abrirse a la ciudadanía. No vale apelar a los dos niveles, si sólo se
estudia uno. Es una especie de contradicción peligrosa.
No
se trata de que nos decepcionen también las personas que ahora dirigen la
Conferencia episcopal, sino de estructuras que deben ser renovadas. En cuanto
se entra en la estructura eclesiástica todo queda contaminado por virus
religiosos de los que no se sale nunca ya. Unos y otros terminan haciendo lo
mismo.
Mientras tanto, el alumnado de religión va disminuyendo año tras año sin que ninguno de los remiendos que se van pergeñando logre parar el desinterés de esta polémica materia. El remedio de tontos puede ser pensar que tampoco otras tienen mucha más suerte, qué le vamos a hacer. Los gráficos adjuntos de la Conferencia Episcopal, que recoge el diario El País lo confirman suficientemente.
Julián Arroyo Pomeda
Ilustraciones: www.protestantedigital.com; www.sindioses.org; www.teinteresa.es; revista ecclesia.com; www.es.sliderhare.net; www.publico.es; www.religionconfidencial.com; www.elpais 18.3.2015