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sábado, 28 de febrero de 2015

El nacionalcatolicismo español va a la escuela



Para poder conocer por qué se produce algo, por ejemplo, una situación determinada, como la publicación del currículo de la enseñanza de la religión católica (BOE, 47, de 24 febrero 2015), hay que remontarse a sus causas. En la mejor tradición aristotélica, conocemos científicamente una cosa sólo cuando conocemos su causa.

La Constitución española del 78 establece en el artículo 16,3 que "ninguna confesión tendrá carácter estatal", de lo que se deduce que el Estado español es aconfesional. Pero seguidamente pide que se mantengan relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. No se especifica cuáles son las demás confesiones, lo que sí se explicita nombrando a la confesión católica. Esto produce cierta perplejidad, aunque se apoye en que se trata de creencias de la sociedad española. Si nunca en la historia se ha aceptado ninguna otra confesión, es evidente que oficialmente no existen otras creencias. 

Ya se ve la debilidad de esta base argumentativa.
Sobre este apoyo se firmó el Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales, el 3 enero de 1979. Si la Constitución se aprobó el 31 de octubre de 1978, aquí la tradicional lentitud de la diplomacia no se hizo esperar. Se fijaron entonces "las enseñanzas de la religión en todos los Centros de educación en condiciones imparables a las demás disciplinas fundamentales". Se añade que es a la jerarquía eclesiástica a quien corresponde establecer los contenidos de esta enseñanza. Éstas son las verdaderas raíces de la cuestión discutida.


De acuerdo con lo dicho, para resolver este contencioso sólo hay un camino, denunciar el Acuerdo y derogarlo. Otra alternativa no existe. Además, y ya de paso, habría que tocar igualmente el artículo 16 de la Constitución. Si lo primero son palabras mayores, ¿qué decir de lo segundo? No acabará la transición, mientras no se solucionen asuntos como éstos. Y aquí los partidos políticos son los que tienen la palabra. Desde siempre se han producido ruidos en este sentido y en la actualidad todavía más, pero nadie da un paso adelante definitivo.

Ahora bien, casos como los contenidos curriculares de la enseñanza de la religión en la escuela son una ocasión de oro para impulsar algún avance, especialmente cuando el gobierno aprueba el currículo presentado por la Comisión episcopal de enseñanza. Por mucho que se esfuerce el Secretario de la Conferencia, Gil Tamayo, en aclarar que la asignatura no es catequesis, ni tampoco adoctrinamiento, eso parece sugerir la excusatio non petita... del secretario. Efectivamente, se trata de puro adoctrinamiento fundamentalista, aunque enmascarado con ilustrar "a los estudiantes sobre la identidad del cristianismo y la vida cristiana". Parece que no era posible hacerlo de otra manera que ésta: suaviter in forma, fortiter in re. Pero iniciar en una doctrina debe hacerse en otros lugares y no en la escuela, como la parroquia, la sinagoga, la pagoda o la mezquita.

Formas delicadas y sutiles, casi imperceptibles, que podrían pasar desapercibidas, pero que a nadie se le escaparán: "la creación, regalo de Dios", "memoriza y reproduce fórmulas sencillas de petición o agradecimiento" (Primaria, Curso primero, Bloque 1); "expresa, oral y gesticularmente, la gratitud a Dios" (Primaria, Curso segundo, Bloque 1); "recopilar y poner en común con sus compañeros oraciones que la comunidad cristiana utiliza cotidianamente" (Primaria, Curso tercero, Bloque 4); "reconocer y aceptar la necesidad de un Salvador para ser feliz" (Primaria, Curso sexto, Bloque 1); "argumenta el origen del mundo y la realidad como fruto del designio amoroso de Dios" (ESO primero, Bloque 1); "agradece los momentos de su historia en los que reconoce la fidelidad de Dios" (ESO cuarto, Bloque 2); "respeta el significado bíblico de la afirmación <<hombre y mujer los creo>>" (Bachillerato, segundo curso, Bloque 1); "la expresión de la fe genera belleza a través del arte" (Bachillerato, segundo curso, Bloque 4). Y así sucesivamente en otros muchos párrafos que quieran escogerse.

Contenidos contundentes, expuestos con tal claridad, brevedad y rotundidad, que no admite ningún género de duda o crítica posible. Véanse sólo dos ejemplos.

1. Dios existe. Es un dato evidente que las cosas, los animales y el hombre existen (resuena aquí Tomas de Aquino, incluso...: Videtur quod Deum sit per se notum, la existencia de Dios es cosa evidente). Ahora bien, "no se dan el ser a sí mismos. Luego Otro los hace ser, los llama a la vida y la mantiene. Por ello, “la realidad en cuanto tal es signo de Dios, habla de su existencia" (Primaria, Introducción. El mismo párrafo se repite también en Secundaria Obligatoria). Rechazar el regalo de la creación divina trae para el ser humano "la imposibilidad de ser feliz". Ahora se apela a la experiencia más sensible: la incapacidad para ser feliz por sí mismo, dada la naturaleza del hombre, y, por tanto, la imposición de Dios.

2. La realidad de la creación. La realidad es un don de Dios, mediante la creación, y sus efectos son señales del mismo Dios. Por eso, uno de los estándares de aprendizaje pide argumentar "el origen del mundo y la realidad como fruto del designo amoroso de Dios" (ESO, primer curso, Bloque 1). Entonces el hombre tiene "sentido religioso" y Dios interviene en la historia (ESO, primer curso, Bloque 2) y da sentido a la vida (ESO, cuarto curso, Bloque 1). Ante el caso Galileo pide rigor y respecto (Bachillerato, primer curso) y proclama a la Iglesia como "generadora de cultura a lo largo de la historia" (Bachillerato, primer curso, Bloque 4).
No debe olvidarse que la enseñanza de la religión católica se encuentra en todos los cursos y niveles: Primaria (en los seis cursos), ESO (en sus cuatro cursos) y Bachillerato (en sus dos cursos). Ninguna otra asignatura tiene un reconocimiento semejante. Además es evaluable y cuenta para la nota media y las becas. La Conferencia episcopal debería estar muy satisfecha, ¿no? Pues no lo está, porque la LOMCE no cumple ni con la Constitución ni con el Acuerdo, que goza de "rango de ley orgánica", según Gil Tamayo, al no tener carácter fundamental y haberse reducido drásticamente su horario. En Bachillerato no es de oferta obligatoria. Bueno, pues que lo denuncien, cosa que nunca han hecho ni tampoco harán. ¿Entonces? La manera de entender la fe en la actualidad me resulta poco presentable, porque parece que se vuelve al nacionalcatolicismo de otros tiempos.

Respecto a su carácter de evaluable, no lo voy a discutir, creo que no debería serlo, habría otras fórmulas, pero es cierto que lo que se enseña tiene que ser evaluado. Ya sé que no puede evaluarse la fe, y las creencias de cada uno, pero tal como se expresan los estándares, sí que cabe la evaluación. Memorizar y reproducir una fórmula, saber quién es Abraham o Moisés, nombrar lugares en la vida de Jesús, describir un templo, reconstruir un relato bíblico, etc., todo esto es susceptible de evaluación, desde luego.

Lo que no tiene sentido es la alternativa, que sólo sirve para mantener lo que se está tambaleando progresivamente. Además, es algo muy sorprendente: unos tendrán valores cívicos, cuando la LOMCE eliminó la Educación cívica, y otros valores religiosos. Mala solución es ésta, porque unos pueden hacerse fundamentalistas, ya que se les adoctrina, y otros abrirse a la ciudadanía. No vale apelar a los dos niveles, si sólo se estudia uno. Es una especie de contradicción peligrosa.

No se trata de que nos decepcionen también las personas que ahora dirigen la Conferencia episcopal, sino de estructuras que deben ser renovadas. En cuanto se entra en la estructura eclesiástica todo queda contaminado por virus religiosos de los que no se sale nunca ya. Unos y otros terminan haciendo lo mismo.


Mientras tanto, el alumnado de religión va disminuyendo año tras año sin que ninguno de los remiendos que se van pergeñando logre parar el desinterés de esta polémica materia. El remedio de tontos puede ser pensar que tampoco otras tienen mucha más suerte, qué le vamos a hacer. Los gráficos adjuntos de la Conferencia Episcopal, que recoge el diario El País lo confirman suficientemente.



Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.protestantedigital.com; www.sindioses.org; www.teinteresa.es; revista ecclesia.com; www.es.sliderhare.net; www.publico.es; www.religionconfidencial.com; www.elpais 18.3.2015




sábado, 21 de junio de 2014

¿Es la religión una disciplina escolar?


En la revista "Religión y Escuela", de junio-julio 2014, puede verse en la página 13 un recuadro con este sorprendente titular: "La derecha está acabando con la enseñanza de la religión en España".

Sorprende mucho tal pronunciamiento, ya que la LOMCE parecía poner las cosas en su sitio, impulsando esta disciplina, al dotar su correspondiente alternativa, "Valores sociales y cívicos", o "Valores éticos", según la etapa, y haber recuperado su evaluación. Esto se valora como "muy positivo", según Carlos Esteban, director de la citada revista.

A pesar de todo, Esteban siempre ha guardado una reserva prudente, añadiendo un todavía. En efecto, que sea evaluable a todos los efectos y en términos iguales a las otras materias fundamentales no puede asegurarse todavía.

Esta elemental prudencia queda rota ahora con el citado titular, que en su segundo párrafo afirma ya sin ambages: "la realidad es que la política que está llevando a cabo la derecha es un paso aún más profundo en el laicismo educativo". Derecha y laicismo son términos fuertes, que no dejan lugar a ninguna duda. Que sea, precisamente, la derecha la que profundice en el laicismo es muy difícilmente creíble, por lo que me parece solamente una afirmación retórica para despertar a los dormidos, que ya consideraban ganada la batalla.

La derecha en España ha sido siempre favorable a las creencias religiosas y sus partidarios son mayoritariamente católicos, como debe ser, mientras que la izquierda con su defensa del laicismo era el diablo en persona. No deja de tener su gracia una de las primeras declaraciones del Papa Francisco, diciendo que él no era de derechas y defendiendo el Estado laico. A la caverna derechosa la puso de los nervios, pero parece que está calando en las conciencias satisfechas de muchos. Nunca es tarde.

Los Acuerdos Iglesia-Estado fueron un bálsamo en su tiempo y siguen esparciendo consecuencias en la actualidad. El problema surge cuando uno se agarra a un clavo ardiendo, porque acaba quemándose. Esto es, exactamente, lo que ha pasado, desgraciadamente, a causa de efectos no deseados. En lugar de gastar todas las energías en refunfuñar si se cumplen o no los Acuerdos en las distintas leyes educativas, el camino debió ser otro, trabajar en demostrar el verdadero Estatuto de la enseñanza de la religión en la escuela. Al no hacerlo así, se cometió un grave error, que ahora se puede pagar.

En efecto, ¿es la religión una disciplina escolar? Esta es la cuestión y, paralelamente, ¿por qué no impartir la Teología como una disciplina universitaria de carácter civil para estar presente en las universidades del Estado? Esto ocurre en otros países, por ejemplo, en Alemania y ha funcionado bien. Creo que la respuesta está en el miedo de las instituciones episcopales a la ciencia y a perder el control de la ortodoxia de quienes podrían enseñarla. En su lugar se reservan las titulaciones a las universidades pontificias y eclesiásticas para lo que se convierte cualquier institución en Universidad y todo listo. Empezaron por los Institutos Superiores de Teología y han acabado por crear, por ejemplo en Madrid, la Universidad San Dámaso, de lo que era el antiguo Seminario para formar sacerdotes. Así nos va.

Sin embargo, siempre vuelve a la burra al trigo. Así el sindicato APPRECE, que se distingue por la defensa del profesorado de religión y su situación laboral, se mantiene inmóvil, sin salirse de su propio carril. Sigue proclamando el derecho de los padres (artículo 27,3) e invocando el artículo 16,3 de la Constitución española. Después se agarra a los Acuerdos de 1979 con la equiparación de la religión a las asignaturas fundamentales. Esto es lo que denuncia por incumplimiento del Ministerio. Piden una norma que regule la enseñanza de la religión en todo el Estado y sus horarios mínimos, así como la oferta obligada de la religión en todo el sistema no universitario, como hizo la LOMCE. Malo vendrá que bueno te hará, dice el refrán. Ahora invocan la LOMCE del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. He tenido que leerlo otra vez, porque no podía creérmelo. Qué romos son algunos.

Todo este asunto debió haberse resuelto hace mucho tiempo, pero no se hizo, tanto por comodidad, como porque a los eclesiásticos les convenía dejarlo así, no para favorecer al profesorado de religión, ni a la materia misma, -no hay que ser ingenuos- sino a sí mismos y a la institución que representan, ofreciendo gato por liebre, como casi siempre. Sólo va quedando ya o sacar la religión de la escuela, dado lo obsoleto de los Acuerdos, que propician la alternativa con lo que la religión viene dependiendo de la misma, o considerar el Estatuto epistemológico de las manifestaciones religiosas como hecho histórico-cultural, necesario para la formación integral de los estudiantes.

Ahora, sin Religión no habría Ética, o "Valores éticos", pero esto tampoco es admisible, porque la Ética es una rama ancestral del campo filosófico. La filosofía no puede seguir siendo esclava de nada. El intelecto busca la fe (intellectus quaerens fidem) o no la busca, dado que no es imprescindible para la naturaleza de tal intelecto. Obligar a unos a cursar la alternativa para garantizar el derecho de los otros a estudiar religión es una contradicción. La singularidad de los Acuerdos es que se inclinaron por la Jerarquía eclesiástica, como si el Estado siguiera considerándose confesional. ¿Qué clase de acuerdo es el que favorece sólo a una parte?

Parece que la alternativa justifica la religión y la legítima con su inseparable suplemento que la apuntala a cargo de las disciplinas filosóficas. Pues bien, la filosofía prefiere que la dejen a su modesta suerte, antes que someterla a servidumbres y perversiones. No se puede tomar la moral en vano. La Ética tiene que ser simplemente filosófica, sin religión. Sólo queda iniciar la Historia de las religiones, porque no se debería olvidar que Dios escribe siempre derecho con renglones torcidos.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: sin dioses. org, panoramio.com, engracia. es