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miércoles, 29 de marzo de 2017

Cañizares se apunta a religión



Antonio Cañizares es un hombre polémico como pocos, que no le importa pecar de imprudente, cuando se trata de defender sus principios propios, aunque respete mucho menos los ajenos. Arrimado permanentemente al poder (eclesiástico naturalmente), le fue bien con los dos papas anteriores al actual, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Con este último alcanza el Primado de Toledo y después fue nombrado Director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe. Mucho sabía de esto el Papa Ratzinger y confiaba plenamente en Cañizares, el cardenal de hierro, para que le sucediera. 
[www.público.es; Cañizares con la capa larga]
Un hombre que se formó con Casiano Floristán y perteneció en otro tiempo a la progresía católica, después del concilio Vaticano II. Presume de ser un gran amigo de J. Martín Velasco, a quien admira por su categoría intelectual. Seguro que Martín Velasco estará muy preocupado por estas manifestaciones. Desde luego, la categoría intelectual de Martín Velasco no tiene que ver con la nula categoría de la pesadez de la piedra que es el cerebro de Cañizares. También se reclama del pensamiento del moderado y modestísimo Antonio Palenzuela, que sólo llegó a Obispo de Segovia, aunque fue una de las mentes privilegiadas de la Iglesia española en su momento. Nada que ver con ninguno de los dos. A Cañizares le gusta hablar con contundencia, porque tiene la verdad, pues que se la guarde, es lo mejor que podía hacer, si tiene un ápice de humildad.

Más tarde se ocupará de Liturgia, Culto divino y Sacramentos en el Vaticano. Le gusta decir que busca el diálogo siempre y lo encuentra. Desde luego a mi no me están mostrando esto en ningún momento, sino todo lo contrario. Éste hombre no sabe ser otra cosa que un conservador cada vez más cerrado. Lo de progresista no le pega ni con cola. ¿Cómo interpretar, si no, su afirmación de la ola laicista y relativista que nos invade, arremetiendo contra la fe católica, la familia y la educación? Debería estudiar qué es el laicismo, no en los catecismos, sino en mentes abiertas que lo caracterizan como la libertad de conciencia, pero seguro que sonreirá, si oye esto. Pues bendito sea.
[Cañizares con Francisco; www.eldiario.es 25/05/2016]
Como quiera que sea, es muy significativo que el Papa Francisco le haya enviado a Valencia, su tierra natal, sin permitir que Cañizares tenga la ocurrencia de poner la hora de la Iglesia española en consonancia con el reloj del actual Vaticano. Es un acierto diplomático indiscutible.

Últimamente, Cañizares parece obsesionado con la enseñanza de la religión en la escuela. En este asunto muestra importantes limitaciones y errores de concepto considerables. Algo quiero señalar, porque su insistente argumentación no es palabra de Dios, ni mucho menos.
Cinco son los principales argumentos, según Cañizares, para mantener la enseñanza religiosa en la escuela. El primero se basa en la Constitución, que garantiza el derecho de libertad religiosa, así como el derecho a los padres para educar a sus hijos, según sus convicciones. La Constitución española afirma el derecho a la enseñanza religiosa. Esto es inapelable y la Iglesia lo reclama en nombre de los padres.

El artículo 27, al que siempre se hace referencia en el asunto de la formación religiosa y moral, fue una transacción en aras del consenso. Unos tuvieron que ceder en unas cosas y otros, en otras. Gómez Llorente es el que más se esforzó en explicarlo y, al final concluyó en que nunca ya se podía llegar a un acuerdo para la enseñanza de la religión, porque cada vez tomaban el articulado a la letra, olvidando su espíritu y sacando su cerrazón mental a la pública manifestación. No hay quien pueda con el inmovilismo de la jerarquía católica, ni siquiera el Papa Francisco, al que han respondido, poniendo como vicepresidente de la Conferencia Episcopal al cardenal Cañizares, que es homófobo, xenófobo y machista.

El segundo argumento se refiere a que en España el Estado es aconfesional, pero aconfesionalidad no es laicismo. Un colegio laico no puede dejar de impartir religión, porque inculca el derecho de los padres.

¿Es acaso aconfesional el Estado español? Ni siquiera eso. ¿Cómo proclamarse aconfesional y atender a las creencias religiosas de la sociedad y las relaciones de cooperación con la Iglesia Católica? ¿Aconfesional, manteniendo privilegios educativos, económicos, fiscales y militares? ¿Por qué olvidamos que hay un arzobispo castrense con sacerdotes que le sirven y que asciende con el resto de los militares? Esto es escandaloso. ¿Cómo puede recaudar el Estado las donaciones a la Iglesia en la Declaración de la renta?

La acusación de laicismo carece de bases históricas. Véase a Rodolfo Llapas para quien la escuela será laica, respetando la conciencia del niño, y no dogmática ni sectaria, no podrá coaccionar las conciencias, sino respetarlas y liberarlas. Laica o extraconfesional significa informar sobre la historia de las religiones. El estado -llega a decir- facilitará a las familias que lo soliciten una educación religiosa con subvenciones a sacerdotes, libros, locales, etc., pero eso sí, fuera del ámbito escolar (Circular, 12 enero 1932). El laicismo es, pues, un valor ético. Laicidad significa neutralidad del Estado respecto a las creencias de la sociedad, que no puede comprometerse con ninguna religión. Animosidad, ninguna. Anticlericalismo es lo que produce Cañizares con sus informes.

El tercer argumento habla de la concepción estatalista de la educación. El Estado no es educador, sino que los padres están en su derecho de educar a sus hijos en el centro educativo que elijan. La escuela pública es titularidad del Estado, pero éste debe respetar los derechos de los padres.
Es muy viejo ya acusar de estatalismo. Sin embargo, habrá que seguir manteniendo, como doctrina, que la educación pública es esencialmente función del Estado, que de ninguna manera puede renunciar a ella, porque su obligación es ofrecer las mismas posibilidades educativas a todos para lo que tendrá que ser de calidad. No tiene sentido decir esto de quien propugna la gestión educativa mediante la comunidad escolar, o una escuela pública comunitaria. Es no querer entender nada de nada.

El cuarto argumento es el rearme moral de la sociedad, su humanización. Luego nos quejamos de la corrupción, que sólo podrá atajar una educación moral de acuerdo con las propias condiciones.
Equiparar religión con inmoralidad no me parece de recibo. ¿Es que quien no sea creyente tampoco tiene moral, o es inmoral? Todo lo contrario, cuando la educación deje de ser dogmática y catequista, es obligación de todo educador ofrecer ideales de conducta y ejemplos de vida. La Filosofía tiene mucho que decir sobre esto. El régimen franquista depuró a los maestros republicanos por su ateísmo y neutralidad: había que sustituirlos por maestros de órdenes religiosas. Éste sí que es un gran ejemplo moral negativo. Ahora bien, se sigue afirmando que la Iglesia es una guardiana de la moral. César o nada.

El quinto argumentó es la necesidad de la formación integral de las personas. Sin enseñanza de la religión no hay educación integral o completa. La campaña misma de la Conferencia Episcopal, que se acaba de lanzar, desmiente la tesis. Con la religión se pueden entender las claves -dicen- que han formado la historia, la política, el arte, la cultura, las leyes. El buen entendedor se dará cuenta enseguida que todo esto se puede aprender en los contenidos de estas materias que citan.

Por todo esto, concluye Cañizares en defender la enseñanza religiosa con uñas y dientes.

Pero lo que ya riza el rizo es que la Iglesia haga el currículo de la enseñanza de la religión católica, que el Estado integra en su ley de educación, que nombre al profesorado de religión, exigiendo al Estado que corra con sus nóminas, y se permite despedir a quien no le parezca adecuado, responsabilizando al Estado de los gastos de la denuncia y juicio, si pierde el Obispo de la diócesis correspondiente. El feudalismo eclesiástico tiene sometido al Estado y ningún gobierno se ha atrevido a denunciar tal atropello. Y encima se siguen quejando.
[Evolución de la enseñanza de la religión]
Con ‘uñas y dientes’ no se defiende la enseñanza escolar de la religión, cardenal Cañizares. Con defensores de semejante talante, no me extraña que caigan los porcentajes, porque el dogmatismo y la falta de sensibilidad se pagan caros. Hay demasiada gente harta, que no soporta los enfrentamientos morales y el sometimiento a la verdad divina, que sólo poseen unos pocos e imponen al resto. Menos mal que Francisco tiene un talante completamente distinto, que la Conferencia, en su conjunto, no tolera. ¿Todavía habrá quien se pregunte por qué no ha visitado aún España? Habría que pensárselo.

Julián Arroyo Pomeda


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Ética en la sociedad pluralista actual

                              

1. El laicismo como disposición histórica
        
U
na tesis mantenida con vigor, no exento de nostalgia, por ilustres representantes de la confesión cristiana es que Europa sólo será Europa si se encuentra fecundada por el cristianismo, cuyas raíces han permanecido en las venas de la tradición. Siendo verdad tal fecundación, es, sin embargo, incompleta, por tratarse de una parte solamente. Desde el mundo medieval (por no remontarme mucho) hay constancia del debate entre la fe y la razón. Cierto es que en momentos tan importantes como el siglo XIII están equilibradas las posturas, pero también lo es que el siglo siguiente las problematizará definitivamente.

En el Renacimiento brillan con luz propia religión y humanismo, aunque el desmoronamiento del ideal de la cristiandad a finales del XIV contribuirá al incontenible despegue de la razón autónoma. La manifestación de fuerza por parte de Roma contra el Galileo científico es una expresión clara de que la institución religiosa se encontraba en un momento de cierto peligro.

El nacimiento del capitalismo traerá una nueva ordenación económica, seguida de importantes cambios sociales. Cuando se permita el libre acceso a toda la riqueza que los seres humanos puedan producir, las limitaciones religiosas y morales tendrán que ir cediendo terreno.

Las ideas de libertad sin límites, autonomía y tolerancia empiezan a cobrar fuerza. La razón, en cuanto instrumento configurador del universo que decide el destino del hombre mismo y organiza la realidad entera, aparece como instancia imprescindible y ya sin retorno.

En especial el siglo de la Ilustración permite "ejercitar el talento de la razón" (Kant), emancipándose de los muchos prejuicios imperantes, creencias o costumbres. A todo esto contribuye, quizás como ninguna otra, la que Platón denomina "ciencia de los hombres libres" (Sofista, 353 c).
El impresionante dinamismo de la cultura europea -cristiana, desde luego, pero no sólo- va superando así dialécticamente sus internas contradicciones. Las Luces, la Revolución francesa, o la conquista de las libertades no llevan, desde luego, el signo cristiano y, sin embargo, son hitos que empujarán incluso al cristianismo por un sendero mejor y de mayor progreso.

La marcha imparable de la historia hace que confluyan en ella proyectos de hombres europeos que se confiesan también judíos, musulmanes o protestantes. Y de otros que ni siquiera tienen confesión religiosa, porque son agnósticos o hasta ateos. En todos estos casos la organización de la convivencia es una necesidad perentoria.

[www.linkterna.com]
 ¿Qué es lo que ha ocurrido a partir del Renacimiento? Entre las varias acciones posibles, me interesa resaltar ahora una: la disposición de aquellos humanistas para organizar la vida en forma radicalmente distinta, que podemos denominar laica. Ni la divinidad, ni lo sagrado, ni la fe serán ya las guías y referentes, sino la razón humana, titubeante y perpleja, la mayoría de veces, pero dispuesta a construir con orgullo su propia dignidad profana. Ya el mundo moderno comenzó a reclamar sus legítimos derechos, para los que necesitó afirmar "este" siglo, apostando por la secularización.

El paradigma de esta concepción fue la Ilustración, en el siglo XVIII, que a) destacó a los sabios frente a los teólogos, b) reivindicó una moral autónoma, c) secularizó la historia y d) sustituyó al antiguo régimen -apoyado y legitimado por la Iglesia-, mediante la revolución francesa.

A partir de aquí la Ilustración se convirtió en el paradigma por excelencia de la organización del modo de vivir. Nacieron otros valores y referentes, que se manifiestan en la ciencia, el derecho, la economía, el Estado, la literatura y el arte. ¿Se puede organizar internamente la vida sin la apelación a lo trascendente? ¿Existen formas nuevas de racionalización y justificación de valores desde principios válidos?

Es preciso convivir con el pluralismo y el politeísmo de valores, poniendo en marcha la virtud de la tolerancia. ¿No habrá que hacer sobre esto una reflexión ética?

La contrapartida de semejante talante o disposición optimista ilustrada son las dos guerras mundiales de nuestro siglo, con la ruptura extrema de la organización de la convivencia. Hay un momento en que parece que sólo cabe tomar una decisión radical. En la película "Shadowslands" ("Tierras de penumbra") Joy lo expresa con gran precisión: "En el año 38 sólo había dos opciones: o eras fascista y conquistabas el mundo o eras comunista y lo salvabas".

Mucho más complejas resultan las situaciones en la actualidad, aunque puede que todo se reduzca simplemente a una cuestión de perspectiva religiosa (en términos muy amplios) o laica. En este sentido el laicismo será una doctrina que defiende que ni el Estado ni ninguna institución creada por él tiene que defender obligatoriamente alguna religión oficial. El ciudadano goza de libertad para elegir la religión que quiera o no elegir ninguna. La propia libertad entre ambas instancias conduce al Estado no confesional. Sucede así en toda organización política democrática.

En una situación democrática habrá siempre problemas y con­flictos que deben regularse y que se suelen originar por capri­chos, conveniencias y egoísmos para los que se invoca la libertad, desde luego mal entendida.

Otra cosa es la pluralidad, bien respetable, pero que no debería impedir el logro del bienestar moral para el pueblo. Ahora bien, este es un trabajo que nunca termina. Una cosa es que no estemos en una autocracia autoritaria y otra que la libertad sea una realidad en todos los ámbitos. El control de la opinión y la propaganda sí es un hecho. Y del empobrecimiento cultural y hasta económico no nos libra, sin más, la democracia, un ideal que no debe hacernos olvidar la realidad. Todo esto es una exigencia de la cultura moral de nuestra época.

2. ¿Laicidad o laicismo?

E
stos términos pretenden plantear la cooperación o la confrontación entre una visión laica de la realidad y otra religiosa. Unos entienden por laicidad la descripción del cristiano que no pertenece a la jerarquía de la Iglesia y actúa como ciudadano, proponiendo iniciativas en el mundo. Y por laicismo la doctrina que propugna una visión  del mundo en el que se elimina el referente religioso. No se trata de simple nominalismo, puesto que denominan a veces al laicismo como "mística del ateísmo", hablan de "laicismo exasperante", o cosas similares. En este sentido aceptan la primera denominación, mientras rechazan la segunda.

Sin embargo, la distinción es innecesaria. Basta conocer la historia para no sacar al laicismo de su origen, ni pretender una defensa de posiciones no fundamentadas. El laicismo no tiene como objetivo la eliminación de referentes religiosos, ni tampoco favorecer el ateísmo, sino organizar la sociedad -el Estado, la política, la economía, etc.- con fundamentos distintos de los religiosos, ya que se han separado Iglesia y Estado.
El laicismo defiende una ética de fundamento racional, que se expresa en acuerdos sobre normas preferibles mayoritariamente por los seres humanos con capacidades autónomas. Tal ética mantiene los ideales ilustrados de valores como libertad, solidaridad, justicia, igualdad, tolerancia, etc., es decir, todas las virtudes públicas que tienen su ámbito de desarrollo en la cara política de la modernidad, o sea, la democracia.

         "No tengo la fe de la que hablan otros hombres, pero sí tengo fe en el hombre. En su capacidad para sobreponerse a un mundo que él no ha creado. En su valentía y generosidad a pesar de tener solamente una vida. En su ambición de conocimiento, en su voluntad siempre puesta a prueba por las catástrofes, naturales o inventadas. En su riquísima imaginación estética y en su fortaleza plástica. En su voluntad de diálogo que, a pesar del combate, tampoco cesa.
        Por eso, hermanos, mi mundo es de este mundo. No amo a Dios, sino a la gente con sus míseras miserias ...
          Constantemente. Pues no podemos, ni debemos, ni queremos esperar la vida eterna, sino la eterna vida. En este sentido pensar el ateísmo al final del milenio significa ensayar otra vez nuestra vieja apuesta por este animal tan problemático como problematizador. El único animal tan capaz de tropezar en la misma piedra de nuevo y lanzarla otra vez" (Quesada, J., Ateísmo difícil. En favor de Occidente).

Así pues, podemos cambiar el mundo o, al menos, hacer que sus modificaciones dependen de nosotros mismos y de los pueblos que construyamos. Si desapareciera la democracia todo esto sería muy problemático. ¿No aceptaremos de buen grado la responsabilidad de trabajar en favor del desarrollo de los seres humanos?
La toma de decisiones sólo es posible (realmente) en socieda­des de pluralidad y libertad. En las demás, ¿qué sentido puede tener, si prácticamente todo está decidido de antema­no? Es en aquellas sociedades donde encontramos un campo abonado para ir plantando una cultura autónoma, individual y colectiva.

3. Ética (laica) en las sociedades pluralistas.

H
ablar de ética laica en las sociedades pluralistas podría resultar equívoco. Urge disolver equívocos, no vaya a pensarse que hay distintas éticas en tales sociedades. Ironiza Savater en su libro (El valor de educar, Ariel 1997, p. 75) con lo oído a un responsable del Ministerio de Educación, que la ética no puede enseñarse como una asignatura "porque cada cual tiene la suya". Más recientemente otro de los responsables parece defender una ética laica como la alternativa a la religión.

El equívoco viene por no distinguir entre moral y ética. Los valores morales mayoritariamente aceptados por el pueblo español (igualdad, justicia, tolerancia, pluralismo, etc.) están recogidos en su Constitución. Por aquí caminará la sociedad española. Otra cosa muy distinta es la reflexión acerca de los mismos. La moral de una sociedad consiste en los códigos de conducta que se encuentran en vigor y son seguidos por quienes viven en el ámbito cultural en que está situada. En cambio, la ética está siempre enmarcada en una necesidad de universalidad y, por ello, transciende toda cultura. Precisamente por esto puede analizar y evaluar los distintos códigos morales que han sucedido en la historia.

No hay más que una ética, que "es cosa de todos", puesto que consta de "principios racionales que todos podemos comprender y compartir" (Savater 1997, p. 77). Por eso la Reforma educativa la ha concebido como una materia común en la Secundaria obligatoria.

Una vez conseguido que la materia de Ética (o Valores éticos) pueda enseñarse en las aulas de Secundaria, puede verse que no se trataba de aprovechar una coyuntura más o menos oportuna. Había profundas razones de fondo para defender que los jóvenes debían reflexionar en la escuela obligatoria sobre la vida moral, y plantearse de manera autónoma qué valores tenían que ser asumidos en nuestra sociedad pluralista y democrática, en la que flota un politeísmo valorativo que, a veces, parece terminar en la indiferencia ante los mismos.

Muchos se preguntan ahora por qué el profesorado acepta tan positivamente la asignatura de Ética, cuando hasta hace bien poco era universalmente rechazada. Apuntan una razón espuria, la reducción horaria de las materias de filosofía. Pienso que se debe a que han percibido la concepción tan distinta del estatuto de esta materia. Se cree en ella, como tal, sin necesidad de subordinarla a ninguna otra a la que apuntalar y sostener.
Nadie negará a estas alturas que nos encontramos viviendo en una época secularizada y en una sociedad pluralista. Entonces habrá que ser coherentes con tal situación y sacar las oportunas consecuencias. ¿Qué puede ocurrir si Dios no existe? No deberíamos olvidar ahora la lúcida advertencia de Sartre en 1848: que no sirve una moral laica "que quisiera suprimir a Dios con el menor gasto posible" (J. P. Sartre, El existencialismo es un humanismo. Orbis, Barcelona 1985, p. 67).

El gasto consiste en la necesidad de crear y proponer valores nuevos a partir de la responsabilidad de los sujetos humanos y de su disposición para actuar con autonomía.
Tendrán que existir "diferencias" y "distancias", pero esto no es tan grave, si aceptamos la necesidad de la tolerancia como virtud ética y referente inevitable. Defender las convicciones que se consideran correctas es una obligación intelectual. Tolerar es respetar lo diferente por una razón intelectual profunda: que no hay un único punto de vista, ni una verdad absoluta. El "de omnibus est dubitandum" es también un principio de sabiduría y de humildad científica.

Los pueblos y los individuos que pertenecen a grupos sociales y culturas distintas han de convivir en el pluralismo. En efecto, democracia es pluralismo. Mas pluralidad de valores morales no puede identificarse con vacío moral. La reflexión sistemática sobre estos asuntos resulta inevitable para ir construyendo una ética civil, que prescinda de toda cosmovisión que la haría necesariamente dependiente y heterónoma. La ética es un asunto de los hombres y, por tanto, sólo puede ser autónoma. ¿De dónde partir para conseguir esto?
[www.mhuel.org]
Desde luego que hay que tener en cuenta la Ilustración. En cambio, a mi me parece que deberíamos ir más allá en la búsqueda de las raíces. Siendo muy cierta la inflexión producida en el siglo XVIII, se encuentra aquí una situación muy marcada, porque es cuando la ética se independiza precisamente de la religión.

La Europa nacida de raíces clásicas y cristianas está siendo atravesada cada vez más por interrelaciones culturales, de modo que la pluralidad se va realizando con mayor intensidad. Es precisamente ahora que arraigan las realidades culturales plurales, cuando son más necesarios principios universales comunes. Ellos permitirán la coexistencia de morales distintas y orientarán los posibles conflictos desde la tolerancia hacia lo que es diferente, pero también -y aun por ello- digno de respeto.

Una ética cívica planetaria está preparada para gestionar el pluralismo mundial, porque apuesta por la libertad radical de los individuos que les hace responsables de su propia autonomía. Paralelamente, la autonomía lleva a la independencia de toda otra instancia no racional. Esta es, pues, la base común en la que pueden brotar las muchas ramas de las diferencias. Una base común en la que converger rechaza de suyo cualquier moral única de carácter absoluto.

Tiene razón Nietzsche, cuando afirma que resta todavía por conocer "lo que constituye verdaderamente la moral". En efecto, hoy se ha generalizado hablar de una "ética mínima", con la excusa de aceptar el mínimo de normas a compartir en las sociedades pluralistas y democráticas. El peligro está en hacer, después, trampas, refiriendo, por ejemplo, a renglón seguido, que también existe una "ética de máximos". A nadie se le oculta que semejante concepción de la ética civil queda a radice devaluada y en precario, siendo puramente provisional.                                        

Puede definirse la tolerancia como una virtud social o ética de respeto por lo diferente (religiones, sexos, ideas, formas de vida, etc.). Respetar lo que sea diferente a uno implica reconocer el derecho de otros a la diversidad y, por ello, a su protección legal.

¿Respetarlo todo es lo mismo que permitirlo todo? Claro que no. Supondría, en principio, carecer de seguridad en las propias convicciones y ser inmoral en mis actuaciones.
Actualmente la tolerancia es un valor en alza, y tanto más cuanto que se desvalorizan los sistemas de sentido y fundamentación. Apenas hay ya grandes proyectos, ni convicciones firmes, no digamos absolutas, de tipo religioso, político o social. Esto lleva a la tolerancia de las ideas de cada uno porque unas no parecen más valiosas que otras. Lo que puede terminar en indiferencia general. Este es un gran peligro para la virtud de la tolerancia.

Tolerancia no significa renunciar a las ideas que uno considera válidas y que identifican lo correcto. Consiste en entender que mis convicciones no son la única y absoluta verdad. Esto me induciría a descalificar a las otras como falsas, impidiendo posibles enriquecimientos o correcciones a mi propia posición. Tolerancia es encontrarse y converger.

Otro peligro para las democracias es considerarnos satisfechos con la existencia de la libertad y la tolerancia, olvidando que lo que no sea un valor no es tolerable. Así, las desigualdades en los niveles de vida atentan contra la dignidad de los hombres.
Hay que introducir, entonces, la virtud de la justicia como igualdad (J. Rawls) para no convertir la tolerancia en represiva, al mantener las injustas desigualdades. Los países ricos tienen que ser solidarios con los países pobres, pues sin reciprocidad no puede haber tolerancia en sentido profundo. Tenemos aquí otro gran desafío ético.

"J.A. O sea que, si quisiéramos definir lo que es el comunismo actualmente para el que lo practica, ¿cómo lo haríamos?
J.M.Ll. Pues el extremo de la izquierda que antepone la justicia a la libertad.
J.J. Es decir que están dispuestos a perder la libertad, si hace falta...
J.M.Ll. Pero si la gente del pueblo no tiene libertad. La libertad es un lujo de unos cuantos en el mundo. El pueblo nunca ha tenido libertad, ni la ha deseado. Lo que ha deseado es la justicia. Lo que ellos buscan es que se les haga justicia. ¿Qué es la libertad para el que tiene hambre, para el que vive en una chabola?" (ABARCA ESCOBAR, J., Disculpad si os he molestado. Conversaciones con el Padre Llanos).

Dewey (Democracia y educación) se refería a la democracia moral o social, como la sabia que alimenta a la democracia política o forma de gobierno, para cultivar valores mediante la educación, porque no crecen espontáneamente, en lugar de buscar la dependencia del líder, que podría acabar en fascismos.

Rubert de Ventós propone una "ética sin atributos" (Ética sin atributos, Anagrama 1996) para aceptar la pluralidad irreductible, es decir los conflictos, incompatibilidades e intereses que conforman una vida y no son susceptibles de reducción ni armonización.
En las sociedades pluralistas actuales lo humano es cada vez más complejo y se presentará como proyecto a realizar, frente a modelos políticos simples y a morales absolutas con normas fijas y definitivas. Se trata de procesos dinámicos y provisionales, no de logros seguros y cerrados. Las normas se fragmentan y hay que abordarlas sin dogmatismos para hacerlas progresar en niveles superiores de resolución.
[www.blancahari.com]
El pluralismo es un valor que debe ser defendido, e igualmente la tolerancia, una virtud imprescindible, aunque sea "pequeña" y no "baste por sí sola" (Festscher, La tolerancia. Una pequeña virtud imprescindible para la democracia. Gedisa 1996, p. 161). Sin tolerancia no puede haber tampoco ciencia. De ello la historia de España es una prueba significativa.

Enseñar todo esto es necesario. Y también aprenderlo pronto y, en cualquier, caso antes de que sea demasiado tarde para que no nos pase lo que al Daniel de Delibes, cuando le sacan de su pueblo y de las cosas que quiere:

“A Daniel, el Mochuelo, le dolía esta despedida como nunca sospechara. Él no tenía la culpa de ser un sentimental. Ni de que el valle estuviera ligado a él de aquella manera absorbente y dolorosa. El progreso, en verdad, no le importaba un ardite. Y en cambio, le importaban los trenes diminutos en la distancia y los caseríos blancos y los prados y los maizales parcelados; y la Poza del Inglés, y la gruesa enloquecida corriente del Chorro; y el corro de bolos; y el gato de la Guindilla; [...]
Sin embargo, todo había que dejarlo por el progreso. Él no tenía aún autonomía ni capacidad de decisión. El poder de decisión le llega al hombre cuando ya no le hace falta para nada; cuando ni un solo día puede dejar de guiar un carro o picar piedra si no quiere quedarse sin comer. ¿Para qué valía, entonces, la capacidad de decisión de un hombre, si puede saberse? La vida era el peor tirano conocido. Cuando la vida le agarra a uno, sobra todo poder de decisión. En cambio, él todavía estaba en condiciones de deci­dir, pero como solamente tenía once años, era su padre quien decidía por él. ¿Por qué, Señor, por qué el mundo se organizaba tan rematadamente mal?” (­Delibes, M., El camino).

Julián Arroyo Pomeda


sábado, 20 de febrero de 2016

Mascarada de charanga y pandereta



E
l Diccionario de la lengua española (DLE) define mascarada como "festín o sarao de personas enmascaradas" y también comparsa o farsa. Para conseguir este sarao se tapan la cara con un disfraz o una máscara. Sucede esto en las fiestas de Carnaval.

Pues bien, una vez concluido el carnaval del año en curso -al de Las Palmas de gran Canaria, que tiene fama de ser el último en celebrarse, apenas le quedan un par de días- asistimos atónitos a la penúltima mascarada político-legal en nuestros fueros ancestrales, el juicio en el Juzgado de lo Penal número seis de Madrid contra la concejal y portavoz del Ayuntamiento de la capital, Rita Maestre, por unos hechos que sucedieron el 10 marzo de 2011, cuando todavía era estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas.

Hechos
Imágen de la protesta [larazon.es 18 febrero]
      La querella ha sido puesta por Manos Limpias, Alternativa Española y el Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro. El citado 10 marzo irrumpieron en la capilla de la Universidad Complutense, en Somosaguas, a las 11:30 de la mañana, haciendo una performance para protestar y leer un manifiesto contra la presencia de dicha capilla en una Universidad pública. Para hacerse visibles se despojaron de la camiseta y corearon cánticos como "contra el Vaticano, poder clitoriano", "el Papa no nos deja comernos las almejas", "sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios". Y también: "vamos a quemar la Conferencia Episcopal", o "arderéis como en el 36". Unas llevaban los pechos desnudos y otras se quedaron en sujetador, como es el caso de Rita Maestre.

      Rafael Hernando de Larramendi, el sacerdote encargado de la capilla y compañero de aula de Maestre le preguntó que por qué le hacía aquello, respondiendo ella que no iba contra él. Según Hernando eran 4 ó 5 personas, a las que probablemente se unieron luego un grupo más numeroso, de acuerdo con uno de los testigos. Se trataba de una protesta feminista de movilización social, según dice la interesada. No se celebraba entonces ningún acto religioso, ni se tocó ningún objeto sagrado, ni se atentó contra la libertad religiosa, ni se quiso herir al colectivo católico.

      Al día siguiente, cuatro estudiantes fueron detenidos por la policía en sus domicilios por profanar un lugar de culto, mostrar sus torsos desnudos y proferir gritos blasfemos. ¿Sólo participaron cuatro personas? Entre los testigos no hay acuerdo en cuanto al número, lo que es lógico en medio de un barullo. Pertenecían al grupo Contrapoder, organizado, al parecer, por el actual partido Podemos. Ahora son juzgados dos de ellos, la citada Rita Maestre y Héctor Meleiro, que ha ido en el número 86 de las listas de Podemos a la Asamblea de Madrid. Conviene tener en cuenta estos antecedentes para entender bien la situación. Quedaron luego en libertad, pero el culebrón tendría continuidad.

      Además, en el expediente aportado por la Universidad aparece el desconcierto de los estudiantes que presenciaron el acto. Una chica pregunta a otra que qué reivindicaban, "no lo entiendo". Y ésta le dice: es "que ha empezado la Cuaresma". Pero la otra contesta: "éstos no son religiosos, no tienen pinta". Lo que confirma otra estudiante: "¡Salen en bolas, ahora!".

Acusación del Fiscal

      Según el fiscal, se trata de un delito contra los sentimientos religiosos, por lo que pide para los dos acusados un año de prisión. Dice que su objetivo fue "ofender los sentimientos religiosos de los allí presentes, y de todo el colectivo católico". El grupo invadió la capilla y la "asaltó", blasfemando -"me cago en Dios". Contrariamente, la defensa ve politización y oportunismo en el juicio ahora. Era una protesta, que no quería atacar las creencias de la religión católica, ni ofender a sus seguidores. No hubo profanación de la capilla, como también se ha dicho.
Carlos Osoro [eldiario.es]
      Es más, los dos acusados han comunicado a Carlos Osoro, Presidente de la Conferencia Episcopal, sus disculpas y explicaciones. El prelado las ha aceptado, achacando el acto a cosas de juventud y rechazando que fuera un delito, y pidiéndoles que respetaran la libertad religiosa, en lo que han estado de acuerdo. Por otra parte, la libertad religiosa y de culto es un derecho constitucional, según el artículo 15. La decisión es un acto de sensatez de monseñor Osoro.

      Ahora bien, la cuestión es el artículo 525. 1 del Código Penal, que dice: 
Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.

      Está vigente, aunque sea un vestigio de la época franquista y haya quedado ya obsoleto desde que la Constitución del 78 declaró la no confesionalidad del Estado español (artículo 16. 3). Hacer escarnio de dogmas y creencias es un delito.

Y ahora, ¿qué?

      Ahora sólo queda esperar la sentencia. Si la justicia española no fuera tan espantosamente lenta, no cabría dudar de su oportunidad, ni se falsearían las interpretaciones. Algunos dicen que sólo importa atacar al Ayuntamiento, dirigido por Carmena. Y que se trata de decisiones políticas para aterrorizar a la gente. Cualquier circunstancia es suficiente para montar un espectáculo mediático que desestabilice a los mandatarios municipales. ¿Hasta dónde nos atrevemos a llegar con torpes acusaciones? Otros dicen que un delito no puede quedar impune.
[lasexta.com]
De acuerdo con el Código Penal se ha podido cometer un delito, pero también deberíamos plantear lo que hay en el fondo de la acción realizada. La cuestión es si en un Estado no confesional debe haber capillas u oratorios en un recinto universitario (todavía quedan más de 30), o que representa la ciencia y no las creencias de cualquier tipo que sean. Hace tiempo que el Concordato entre la Santa Sede y el Estado Español tenía que haber sido superado. Pero ni las fuerzas políticas de derecha, de centro y de izquierda se han atrevido a denunciarlo. Las relaciones de cooperación con la Iglesia y las demás confesiones son constitucionales, pero no tienen ya ningún sentido. Esta es la cuestión principal.

      Los sentimientos religiosos y las creencias son siempre dignos de respeto en el ámbito personal y privado, mas nunca deben ser objeto de una ley que proclame delincuente a quien proteste por su presencia pública. No se puede castigar y violentar a alguien que no los tenga Y hasta los considere una superstición, o una acción fanática. La separación de Iglesia/Estado debe ser absoluta, sin excepción alguna ni en centros de educación, ni sanitarios, ni militares, entre otros. Hay que someterlo todo a la jurisdicción legal correspondiente. Las ideas de cada uno pueden ser criticadas siempre, sin caer en falta penal ninguna.
La dimisión exigida a Rita Maestre por haber cometido un supuesto delito y, a fortiori, si es condenada, no tiene ninguna base argumental. Hay que presentar la dimisión inmediata cuando se incurre en delito, estando ejerciendo un cargo público, por decencia, ejemplaridad y estética política. Pero Maestre ejerció esta acción cuando era una simple ciudadana, sin cargo político. A los políticos hay que exigirles que gestionen bien su parcela de poder y sólo por esto hay que pedirles cuentas.

      Maestre parece muy asustada, al someterla a juicio. Sufre tensión y nerviosismo personal por sentirse presionada por las acusaciones. El debate político se tensiona cada día un poco más. No lo volvería a hacer por las consecuencias que conlleva, le ha dicho al juez, no por considerar que la propuesta no fuera legítima. La están aterrorizando para que tire la toalla. El laicismo y su alma, que es la libertad de conciencia, no tiene campo. Los fines académicos no pueden confundirse con los fines religiosos.

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Tiene razón la alcaldesa Carmela, cuando califica la imputación como "lamentable limitación de la libertad de expresión en un determinado momento". Todo esto es fruto de la insufrible intolerancia de quienes no soportan el cambio de los tiempos y se refugian en las cavernas mediáticas. Se pongan como se pongan, unos pechos desnudos podrán gustar o parece de mal gusto -para todo hay- pero no violentan a nadie, porque su función es amamantar -de aquí que se los denomine mamas- a la prole. ¿Por qué esto no es natural? Y luego hablan de hostigamiento y persecución, no se sabe a quién. El diario La Razón, de 10 abril de 2011, terminaba así su página de opinión sobre este caso, que había titulado Ataques a la religión: "El poder político y la justicia deben aplicar la ley e impedir cualquier acto excluyente en el que se ridiculicen y ataquen las creencias de todos y cada uno de los españoles sin excepción". ¿Quién es el intolerante? Que juzgue cada uno.

Julián Arroyo Pomeda


Addenda del 19 marzo 2016

En el día de hoy informan los periódicos que Rita Maestre ha sido condenada a pagar una multa de 4320 euros durante 12 meses por ofensas a sentimientos religiosos. No es extraño con el código penal en la mano y su aplicación literal. ¿Cabría otra? Eso es lo que decidirá el recurso que van a interponer, como suele hacerse en casi todos los casos. Lo que sí parece extraño es que siendo dos personas juzgadas -mujer y varón, por más señas- una haya sido condenada y otro no. También resulta sospechoso que ella ocupe un cargo político actualmente. Del resto de los manifestantes nada se sabe por no haber sido identificados, dice la juez Esther Arranz Cuesta. Parece que alguien tenía que pagar para servir de advertencia. La política obsoleta vigente hoy en España o estanca las libertades o no permite avanzar. Todos nos convertimos en conservadores, manteniendo situaciones que deberían haber desaparecido ya. Razón de más para exigir con prontitud un cambio de Gobierno, que impulse unos enfoques más abiertos y actuales.

Addenda del 16 diciembre 2016
Por fin, el día 15 de diciembre de 2016 la Audiencia Provincial de Madrid ha absuelto a Rita Maestre por el asalto a la capilla de la Complutense, ocurrido en 2011, por el que había sido condenada el 18 de marzo pasado. Bienvenida sea esta acción de la justicia.