jueves, 24 de octubre de 2019

Al Pardo: sic transit gloria mundi



C
uentan los que todavía pueden hacerlo que cuando les devolvían un paquete, que habían mandado a sus familiares presos, ponían en el envoltorio 'salió'. Sabían que los habían fusilado. Eran bien lacónicos los responsables de las cárceles. Pues bien -cosas del imprevisible y cruel destino-, también ahora podría decirse, aplicado a Franco, lo mismo: salió, por fin, del Valle de los Caídos cuatro lustros después. Todo llega, aunque esta vez haya sido demasiado el tiempo de espera.
 
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Las reacciones no se han hecho esperar. Los más radicales de derechas lo consideran una profanación o una venganza. Además, lo han sacado sin los honores militares correspondientes  a un Jefe del Estado. Los cumplidores de la Memoria Histórica no pueden permitir tener en un mausoleo al dictador, rindiéndole homenaje permanentemente. Los equidistantes dicen que no era necesario después de tanto tiempo gastar ni un euro para exhumarle, porque está bien ahí y forma parte de nuestra historia. Se ha hecho todo lo posible por mantenerlo donde él quiso estar, presidiendo a los caídos en la Cruzada, los demás, los republicanos, están ahí por accidente. Lo llaman reconciliación. El prior de la Basílica ha cedido ante la Iglesia y el Vaticano. Yo no me ocupo de eso, ha dicho Francisco. Puede que haya sido providencial que el papa actual ocupe la cátedra de San Pedro.

En todo caso, semejante reconciliación ha resultado bien peculiar. En el decreto fundacional puede leerse que se construyó "para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra Gloriosa Cruzada". Se trata de rogar "por los que cayeron en el camino de Dios y de la patria". Y se repite que será un marco "en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada" (BOE 2 de abril de 1940). La reconciliación quiere simbolizarse en su cruz descomunal de 45.000 toneladas de hormigón y 8.000 de hierro. El subterráneo de la Basílica contiene 33.000 cadáveres de ambos bandos, procedentes de fosas comunes. Se emplearon como mano de obra presos políticos, a cambio de reducir la condena, republicanos en contra de la voluntad de sus familias y otros trabajadores a cuenta de un salario, que nunca cobraron.

Empezaron contratando a operarios de las empresas constructoras que se habían distinguido por ayudar al régimen. Pronto vieron que con este personal solo no acabaría nunca el monumento y entonces cuando echaron mano de trabajadores presos en condiciones de semiesclavitud. Una vez terminada la construcción, a Franco, que siempre la siguió muy de cerca, le emociono cómo había quedado y solo indicó al arquitecto Diego Méndez: "Bueno, Méndez, y en su día yo, aquí ¿eh?”. Fue más que suficiente para que el gobierno de entonces, el Ayuntamiento de Madrid y el mismísimo rey Juan Carlos decidieran dónde enterrar a Franco. Carmen Polo quería El Pardo, pero el gobierno de Arias Navarro decidió en tres días cuál sería el lugar idóneo.

El rey no se hizo de rogar y firmó la orden para el prior de la Basílica el 22 de noviembre de 1975 con la solemnidad de la fórmula "Yo, el rey". Parece que le corría prisa para ser coronado, a pesar de que el heredero era su padre, que acabó renunciando a la fuerza por España.

Los familiares no han sabido retirarse a tiempo y enterrar con discreción y elegancia a quien se alzó contra la legitimidad vigente a costa de liquidar a cerca de medio millón de españoles, estableciendo las dos Españas para la posteridad. Todavía blasonan de títulos y grandes propiedades, que les han convertido en millonarios. Por pundonor deberían ser humildes y pedir perdón, devolviendo al pueblo lo que le robaron, pero nada les intimida, porque todavía se consideran revestidos de tanto poder como falta de vergüenza, quizás porque un gran número de franquistas siguen vivos.

El abogado de los Franco garantizará sus derechos, batallando por dignidad y honor. También lo llevará al Tribunal Constitucional. ¿Y qué puede decir dicho tribunal al Supremo que ha juzgado la causa? Parece peregrino que vayan al Constitucional los herederos de la dictadura del abuelo. El Supremo ha desestimado sus argumentos, igual que los del Prior y el juez Yusti.

Yusty Bastarreche aceptó una demanda del informe de arquitectos para maniobrar en una obra menor que no requiere licencia, al ser aprobada por el Gobierno. Mover la lápida tiene riesgos, que puede provocar un accidente y daños a los operarios. ¿En qué país y en qué mundo vive este hombre? Disponemos de tecnología suficiente para retirar una lápida, por pesada que sea, y sacar el ataúd con los restos. ¿Qué dificultad técnica puede haber para levantar la losa con una grúa, por ejemplo, y hacerla rodar con alguna pericia y habilidad? Parecen pequeñas triquiñuelas para incordiar y retrasar todo lo posible el trabajo proyectado.

La democracia exigía exhumar a Franco con urgencia. Se ha hecho, por fin. Ahora se pueden pronunciar los versos del himno: Solvet saeclum in favilla... Descansemos todos, aunque quede tanto por hacer todavía.

Julián Arroyo Pomeda


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