Este día está consagrado al Señor (Nehemías 8,10)
U
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no de los programas
realmente veteranos en RTVE, la televisión pública de todos, pagada con los
presupuestos del Estado, es el dedicado a la transmisión de la misa el domingo,
día en que los católicos celebran el descanso de Dios en su obra creadora. Se
trata de la ley del sabbat judío, del
domingo cristiano, el séptimo día de la semana, para dedicarlo al Señor. En
efecto, ese día televisión dedica un espacio religioso por la mañana, con una
duración de 60 minutos, transmitiendo la ceremonia de la eucaristía, desde
alguna parroquia.
El programa se ha
mantenido con toda clase de gobiernos de distintos colores políticos hasta la
actualidad, sin que ninguno del espectro lo haya cuestionado. Aunque en
principio estuvo dedicado sólo a la religión católica, después se ha ido
abriendo a información de otras religiones, por algo habrá sido. Claro que
cualquier conocedor de estos asuntos podría decir que aquí antes sólo había una
religión, puesto que el Estado era confesionalmente católico. Es verdad, pero
esta razón no parece suficiente. También en las clases de religión en la
escuela se va abriendo la perspectiva a otras confesiones, pero mucho más
tímidamente, lo que hace que se estén quejando una y otra vez.
Ahora, el partido
político Unidos Podemos ha planteado
una proposición al Parlamento, con fecha del 20 febrero del año actual, para
suprimir "las emisiones de misas en la televisión pública" e insta a
la Corporación RTVE a que lo haga. Quiere que esto se debata en la Comisión Mixta
de Control Parlamentario de la Corporación.
Para ello se apoya en
el artículo 16,3 de la Constitución,
por el que "ninguna concesión tendrá carácter estatal". Pide
neutralidad para no favorecer ni privilegiar a ninguna creencia. Esto ha
soliviantado a los medios conocidos de todos, que han puesto el grito en el
cielo, contraponiendo argumentaciones que "tumban la propuesta de
Podemos", declaró uno de ellos. En este caso no los voy a citar por su
nombre, porque me parecen repugnantes ad
nauseam y ya tienen suficiente capacidad para hacerse publicidad por sí
mismos.
Deseo únicamente
comentar los argumentos que contraponen para que puedan ser contrastados. Mi
conclusión será que no me convence ninguno, qué le vamos a hacer. Pueden
sintetizarse como sigue.
El argumento que
consideran más potente es que la televisión española es un servicio público, por lo que, al ser las misas, igualmente, un
servicio que se ofrece para que puedan acceder a él las personas que no tienen posibilidad
de acudir a la iglesia por causa de enfermedad que los mantiene postrados, por
ausencia de movilidad, por no disponer de alguien que pueda llevarlos, etc. Si
se suprimieran, se les privaría de este servicio. Tanto ellos como los
católicos pagan impuestos y tienen sus derechos, como el de la libertad religiosa, por ejemplo.
Estando de acuerdo con
que RTVE puede ser un servicio público, se la exige por ello que haga gala de
neutralidad, sin privilegiar, ni favorecer a ninguna creencia. No cabe decir
que también ofrece la Televisión espacios a otras creencias, a las que,
igualmente favorece y privilegia, acaso. Lo que se pide es, precisamente, que
no lo haga con ninguna.
Que paguen impuestos
los católicos no tiene nada de excepcional. Lo hacen en cuanto que son ciudadanos,
no como católicos, precisamente. No creo que el nuevo ofrecimiento de espacios
para transmitir misas atente contra los impuestos pagados en función de los
ingresos y nivel de renta. Y mucho menos que se lesione la libertad religiosa.
Esto sólo tiene sentido, si uno quiere agarrarse a un clavo ardiendo, lo que no
aconsejo, porque se puede quemar.
Otro argumento es el nivel de audiencia. Según dicen, el
programa duplica el nivel medio de las audiencias de RTVE. Este no puede ser el
único criterio para una televisión pública, sino, si acaso, para las privadas,
especialmente para las denominadas telebasuras. Cuanto más basura y carnaza
echen, mejor, porque así se alimenta el morbo y las ganas de consumir más
inmundicias.
No vale tampoco el
argumento del bajo coste. Sea menor
o mayor que el de otros programas, lo que deberíamos decidir es si un medio
público tiene que atender a gastos de creencias privadas. Es evidente que no,
ya que los privilegios no pueden mantenerse con presupuestos públicos. No vale
que gaste poco, de lo que se trata es de entender lo que es un gasto público
para instituciones privadas.
No tiene sentido que se
encargue de algo, que es de producción
propia, a un medio público. Aquí pasa algo similar a la enseñanza de la
religión católica en la escuela, en la que una Comisión de Educación episcopal
confecciona los contenidos a impartir, selecciona al profesorado y, además,
exige que sea pagado por el Ministerio correspondiente. Aparte de ideologías,
la cuestión es que estos negocios son claramente ruinosos, no ya para RTVE -que
también-, sino para todos los ciudadanos que los financian vía impuestos. Esto
no tiene nada que ver con la defensa de la pluralidad o la libertad. Está en
función solamente de la influencia y los intereses de determinadas creencias.
El día que ellas mismas se cuestionen semejante modo de proceder, podremos
establecer relaciones de buen entendimiento.
[www.alfayomega, 9 marzo 2017] |
Con independencia de
quien la haya propuesto y venga de quien venga, está Proposición merece ser
tenida en cuenta y, en su caso, apoyada por el resto de grupos políticos.
Tienen que hacerlo por la buena salud mental, y también religiosa, de los
ciudadanos españoles. Que no se trata de que vengan de unos cuantos locos, que
sólo buscan incordiar y ocupar espacios de publicidad en la prensa. No puede
permitirse actuar en contra de la Constitución,
ni torcer ninguno de sus artículos. Lo exige la aconfesionalidad del Estado. Franco
ha muerto, como nos comunicó en su momento Arias Navarro, presidente del
Gobierno de entonces. No conviene olvidarlo.
Julián
Arroyo Pomeda