sábado, 6 de febrero de 2016

Escalofríos y gran periodismo




 
Cartel de la película en España



S
potlight es una película de estreno, ahora en los cines españoles, cuyos primeros minutos dan cuenta de la terrible experiencia de los abusos a menores en la arquidiócesis de Boston. Este es el comienzo. En una vulgar oficina de policía dos oficiales comentan la detención de un cura por abuso de menores. Entra un abogado apresuradamente. Uno de los policías le informa de que el obispo está allí y de que a la prensa le han prohibido la entrada. El obispo consuela a la madre del niño y la dice que el padre Geoghan va a dejar la Iglesia inmediatamente. Los eclesiásticos salen en un coche grande, libres de toda culpa.

En el final de la película aparecen varias pantallas con los nombres de los sacerdotes abusadores en tres columnas cada una. Entre el comienzo y el final se cuenta, durante dos horas, la historia de estos acontecimientos reales desde 1976 a 2012, que incluyen 90 casos de sacerdotes pedófilos, encubiertos por el entonces cardenal de Boston, Bernard Francis Law, a quien el Papa Juan Pablo II trasladó al Vaticano, que calificó esta investigación de gran mentira. Todavía hoy permanece sin castigo ninguno, porque, quizás, piensen que ha sufrido ya una humillación suficiente.
[www.comingsoom.net]
Sin embargo, no se trata de hacer una dura crítica a la Iglesia, sino al sistema del que parten todos los males. Porque lo que aquí no se cuenta son consecuencias del mismo. No es que haya unas cuantas manzanas podridas, a lo que se recurre siempre, es la estructura el origen de todo el mal. Habrá gente católica buena, quien lo va a poner en duda, pero lo es a pesar de la trama organizada y como excepción. En esta pirámide están implicados todos, desde las instituciones policiales, fiscales y letrados a los medios de comunicación, la misma Iglesia católica y el pueblo cristiano entero, que no se atreve a cuestionar el prestigio y la dignidad de su jerarquía. En definitiva, es toda la sociedad bostoniana la que se encuentra dominada. Muy brillantemente, Mitchell Garabedian (Stanley Tucci), el abogado de las víctimas e intermediador, dice al periodista Mike Rezendes (Mark Ruffalo): "se requiere un pueblo entero para criar a un niño, pero también para abusar de él". El escándalo tiene que evitarse y por eso es necesario generar silencio, encubrir lo que se considera excepcional, sin implicar nunca a las altas esferas, que siempre son intocables, por definición. Al principio sólo salen 6 casos, pero la investigación llega hasta los 90.

Se trata del poder, que se deshará si cede. Llegados aquí, ¿quién podrá controlar la situación e impedir la destrucción del edificio eclesiástico secular? El objetivo es el mantenimiento de la fe por encima de todo. El nuevo director del periódico The Boston Globe, Marty Baron, lo explica así a sus redactores: "la gran historia no está en los curas, como individuos, está en la institución; práctica y política, hay que apuntar contra los males del sistema". El sistema ha hecho posible los actos horribles que describe la película.

Gran periodismo

Se ha dicho que el filme presenta dos perspectivas. Por una parte, el caso de pederastia. Por otra, la investigación llevada a cabo por cuatro periodistas incansables y apasionados en su trabajo, que se enfrentan a toda clase de amenazas eclesiásticas, judiciales, políticas y a todas las instituciones de la ciudad. El periodismo y no la pederastia -aunque en este caso vayan unidos- es el tema central. Esto es lo esencial. Como dice el director Baron a Keaton, que le tantea sobre la posibilidad de producir despidos, dado lo mal que va del periódico: "Creo que será inevitable porque la tirada es cada vez menor e Internet es una dura competencia, pero de momento lo importante para mí es saber cómo conseguir que este periódico sea esencial para sus lectores".

Para ello lo que hace falta es alcanzar la calidad del producto. La prueba de que lo consiguió es que en 2003, cuando se cernía la crisis sobre la prensa en papel, al equipo de Spotlight le concedieron el premio Pulitzer, precisamente por la investigación de la pederastia en la archidiócesis de Boston, ofreciendo datos contrastados e indudables.


Michael Keaton, Liev Schreiber, Mark Ruffalo, 
Rachel McAdams, John Slattery y Brian d’Arcys [bontonglobe.com]
Lo que importa es el proceso de investigación, prescindiendo de ruidos externos en torno a él. Es un objetivo profesional, que acabó descubriendo la corrupción profunda de una institución concreta. La integridad y valentía del equipo de investigación fue capaz de hacer frente a los numerosos obstáculos que aparecen en su camino hacia la verdad, en la que se comprometen profesionalmente y sin contemplaciones. En cambio, el Vaticano aquí no estuvo fino en su empeño por negar la verdad de los hechos. Fue una gran metedura de pata para salvar al cardenal Law, cómplice evidente de tal situación, al que en el fondo apartó de Boston y lo escondió en Santa María la Mayor, de Roma. Esta era, por otra parte, la misma política que se seguía con los curas pederastas, trasladándolos a otras parroquias.

Uno de los ruidos más peligrosos era el sensacionalismo por los abusos. Afortunadamente, Thomas McCarthy, el director de la película, no ha permitido el menor rastro de ello en medio de tantas complicidades e intereses turbios y confusos. El contenido se cuenta con agilidad, frescura, ritmo y sobriedad. El espectador se mantiene atento y el suspense hasta el final por la intensidad de la historia. En la sala a la que yo asistí había un silencio concentrado y un respeto contenido ante los delitos que iban saliendo a la luz. La actuación del equipo de periodistas parece el propio de los detectives por su eficiencia profesional. El guión del propio McCarthy y Josh Singer es brillante por su precisión, nada es superfluo. ¡Con lo fácil que hubiera sido caer en la tentación del exhibicionismo, o, al menos, el amarillismo ante un asunto exclusivo! Ni siquiera es una película política. ¿Es posible emocionar así? Ya lo creo que sí.

Los reporteros deciden su trabajo [filmireland.net]
En aquellos momentos la sociedad de Boston -apasionada por el béisbol y el catolicismo (en el primer encuentro entre el cardenal Law y el director del periódico aquél le da a éste un regalo de bienvenida. Es una guía de la ciudad de Boston, le dice, y le entrega un catecismo católico) no estaba sana. Claro que tampoco era fácil ver la realidad porque todas las instituciones la tapaban. ¿Quién podría iluminarla? El buen periodismo de investigación de la vieja escuela ("de repente una luz se enciende" dice Baron) que se dejaba en ello la piel para conseguir un rigor absoluto en todos los detalles. Aquí podemos contemplar a los auténticos reporteros tradicionales, apasionados por su trabajo y que siguen siendo necesarios en los periódicos. Una sociedad acostumbrada a los escándalos y abusos de la Iglesia, que con su inmenso poder doblega a la ley y a los medios de comunicación para que todo quede encubierto: "Y tenemos una historia sobre un montón de abogados que transforman el abuso de niños en una industria rentable" (Robby a Eric Macleish). Para predicar el evangelio no hace falta ningún poder, es más, creo que hasta resulta contraproducente, o, al menos, innecesario.

Eterno sufrimiento

"Cuando se es un chico pobre de una familia pobre, la religión cuenta mucho. Y cuando un sacerdote te presta atención es algo grande" (Phil Saviano, un testigo víctima).
El asunto de los abusos sexuales tiene unas repercusiones tales que sus consecuencias no acaban nunca por muchos años que pasen. Su herida es demasiado profunda en las víctimas y la huella de las mismas permanece, muchas veces, toda la vida. La humillación a la que las personas son sometidas, el miedo a denunciar a jerarquías que representan al propio Dios, los derechos humanos pisoteados y la esclavitud espiritual ("esto no es sólo abuso físico, sino también abuso espiritual"; Phil, uno de los testigos), la vergüenza y el miedo ("Yo sólo me congelé, me quedé petrificado, no me podía mover" (Patrick, otra víctima) hacen casi imposible que puedan superarse situaciones que atentan a la intimidad personal más honda. "¿Como se le dice no a Dios"?, responde uno de los testigos.

Tanto las personas como las ciudades enfermas de este cáncer horripilante tienen una difícil recuperación. Lo peor de todo es que las víctimas cuentan con la propensión a convertirse después en verdugos. Uno de los sacerdotes confiesa que jugó y tonteó con los niños, pero que no era nada malo y que no los violó. Ante la sorpresa de la periodista Sacha Pfeiffer (Rachel McAdams) que le pregunta cómo lo sabe, contesta rotundo: porque a mí sí me violaron. "Pudiste haber sido tú, pude haber sido yo. Pudo haber sido cualquiera de nosotros. Tenemos que acabar con esta basura. Tenemos que mostrar a las personas que nadie puede salir impune con esto. Ni un sacerdote, ni un cardenal, ¡o un maldito papá! (M. Rezendes).

El director del Globe [iflist.com]
Historias como ésta han de publicarse, a pesar de las presiones sociales. Walter Robinson es increpado por amigos laicos para que no difunda los hechos de esta manera: "¿cuál va a ser tu responsabilidad como bostoniano al publicarla?... A Marty Baron no le va a pasar nada porque no es de aquí y se puede ir cuando quiera, pero tú eres uno de los nuestros, creciste aquí". A lo que Robby contesta: "Preguntémonos, más bien, ¿cuál es la responsabilidad que pesa sobre mis hombros si no publico la historia?". Claro, porque únicamente la verdad hace libres. En Lucas 8,17 podemos leer: "Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni nada secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz".
  

Julián Arroyo Pomeda

domingo, 20 de septiembre de 2015

Los poderes financieros nos gobiernan



En el Congreso de la Sabiduría y el Conocimiento, celebrado en Córdoba este mes de septiembre, José Mujica nos recordaba que "no vinimos a este mundo sólo a trabajar y comprar; vinimos a vivir". Desear demasiado es ser pobres y esto es lo que incluye la necesidad de trabajar cada vez más porque tenemos más deseos que satisfacer. Por aquí van en la actualidad la mayoría de nuestros valores, que los poderes financieros están convirtiendo en los modelos únicos. ¿Somos así ricos o verdaderamente pobres de solemnidad? Comprar y tener más es lo que nos hará felices, pensamos demasiadas veces, desgraciadamente, cuando lo que ocurre es que cada vez somos más egoístas.

Los más altos intereses egoístas son los que mueven siempre a los poderes financieros. Sólo buscan los mayores beneficios en campos abiertos y con el respaldo internacional. Sin embargo, esto no es obstáculo para llegar a ofertas atractivas al pueblo y a los ciudadanos, de cuyos ahorros alcanzados con el trabajo cotidiano, convenientemente manipulados, obtienen sus ganancias. Préstamos con intereses es lo que han ofrecido siempre los usureros, que podrán embargar el patrimonio de cuantos los han necesitado, si no se devuelven en el plazo previsto las cantidades prestadas. El negocio que se ha realizado en la legalidad vigente cuenta con el éxito seguro.

Los negocios legales están avalados por los Estados nacionales y los tratados internacionales. Aquí el pez se muerde la cola, porque si un poder financiero va mal y se le deja que quiebre, el resto de inversores lo pagará caro, perdiendo la totalidad de sus depósitos. Por eso el Estado se considera obligado al rescate para salvar a los ciudadanos, salvando, paralelamente, a los poderes bancarios. En los últimos años se han dado suficientes pruebas de esto nuestro país, donde los bancos han sido reforzados con los impuestos de los ciudadanos por valor de 60.000 millones de euros, que, además, iban a pagar los mismos bancos. No se les puede dejar caer. Por tanto, son un negocio muy seguro.


En el caso de Catalunya, los consentidores se están dando de bruces con los consentidos. Después de hacer grandes negocios en ese territorio, ahora los poderes financieros amenazan con marcharse, si el voto popular establece la independencia. Desde luego que no se irán con las manos vacías en caso de hacerlo, sino que dejarán estructuras económicas a las que agarrarse para volver de nuevo, cuando huelan dinero, único olor que produce su entusiasmo. Entonces la independencia sería lo de menos. Por eso algunos han contestado a los especuladores con un buen refrán catalán, bon vent y barca nova, respondiendo al envite financiero sin complejos. En los poderes económicos confía igualmente el Gobierno del Estado, que sólo sabe crispar cada vez más, proporcionando así votos al soberanismo y hartando permanentemente a los ciudadanos de a pie, siendo incapaz de fortalecer al propio Estado, apoyándose en su mayoría absoluta, que lo fue hace casi cuatro años, pero ya no, porque la situación ha cambiado mucho.


La cuestión escalofriante es que los poderes económicos se atrevan a torcer una votación democrática o, al menos, a modificarla, influyendo en ella. En las formas de gobierno tradicionales esto se denominaba, en griego, oligarquía, es decir, gobierno de los ricos, actualmente, de los poderes económicos. Es una desvergüenza democrática total. ¿Cómo se ha podido llegar tan lejos? Quizás convirtiendo la política en el mayor de los negocios, por eso ambos poderes se entienden tan bien. Sorprende que ahora diga el Presidente Mas que hay que pasar por encima de los poderes financieros. Ya no se acuerda, quizás, de las prebendas que se les han concedido, eso sí, a cambio de magros intereses a su fuerza política gobernante. Que falta de vergüenza. Esperemos que cuando se vayan devuelvan, al menos, a los catalanes el dinero de su rescate que ellos han pagado, diga lo que diga el ministro de Hacienda.

El Ayuntamiento de Madrid también empieza a ser advertido por las agencias de calificación. Standard & Poor’s, en concreto, no quiere que el nuevo equipo de gobierno haga una auditoría de la deuda. No tiene que esperar a los resultados de la misma –podría ser que seguramente tenga cosas que ocultar- para amenazar que puede situar a esta institución en la calificación de bono basura con lo que tendría que pagar mayores intereses para financiarse y los ciudadanos madrileños serían los perjudicados. Qué poca elegancia lo de la agencia que sólo muestra la zafiedad que le caracteriza.

La alcaldesa Carmena está en su derecho de analizar si la deuda del Ayuntamiento es legítima. Es su obligación y el derecho de los ciudadanos. Claro que la cuestión es que se responsabiliza y sólo pagará la deuda legal, si hay otra de tipo especulativo tendrá que planteárselo, pero en esto se va a sentir completamente apoyada por la mayoría, así que ningún miedo a la amenaza de quienes sólo velan por sus intereses, a veces no tan legítimos. Se trata de un asunto político, del que la persona elegida por votos democráticos tendrá que responder.


Carmena ha declarado que Madrid "continuará pagando su deuda", naturalmente, puesto que la debe. Otra cosa será negociar una moratoria de la misma, liberarse de lo que no resulte legal, o reducirla con los acreedores. Todo esto son decisiones de tipo político que la institución está facultada para hacer. Que las agencias reclamen a otros las deudas contraídas, ellos sabrán cómo y por qué lo decidieron, pero los mandatarios actuales tienen la obligación de sanear tales situaciones, en vez de dejarlas en el terreno del limbo.

Algunos ilusos, pareciendo confundir la realidad con sus propios deseos, quieren una banca nueva, que se preocupe de ofrecer créditos a los ciudadanos, en lugar de atender únicamente a sus propios intereses especulativos. Esto sería extrapolable, también, a un Estado nuevo y a un nuevo gobierno. Siempre hay que mantener expectativas. Cuando acabó el anterior gobierno popular, la crispación había llegado a tal nivel que los ciudadanos respiraron, sintiéndose liberados. Con el actual gobierno de mayoría absoluta esté sucediendo algo parecido y los ciudadanos se están ahogando sin remedio.

"Tiene que llover", decía una antigua canción. "Y si llueve, salgamos a la lluvia", dice otra más actual. Se está haciendo imprescindible una limpieza a fondo de todas las lacras que nos invaden universalmente. Tanto autoritarismo político y financiero no puede traer nada bueno. La democracia debe poner en marcha sus propios mecanismos de defensa. Ojalá refresquen el ambiente las próximas elecciones catalanas y las cercanas nacionales. Y que la lluvia traiga después el sol, porque así no se puede seguir. Que lo nuevo no se demore demasiado.


Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.elpais.es,16 septiembre; www.elmundo.es, 19 septiembre; www.elmundo.es, 19 septiembre; www.efe.es



lunes, 27 de julio de 2015

Sanidad pública madrileña: suma y sigue


Muchas veces pequeñas anécdotas ilustran graves problemas. Como se sabe, el diablo está en los detalles. El día 21 del mes actual un diario nacional da cuenta de un suceso exasperante, que confirma el deterioro permanente y un aumento de la pésima gestión de la sanidad pública de Madrid.

                                              Hospital Universitario La Paz, Madrid

Sintéticamente, la noticia indicaba que el hospital La Paz suspendió una cirugía cardíaca en el último minuto por falta de cama de cuidados intensivos postoperatorios. Atención al detalle: la cancelación se hizo mientras una paciente de 47 años iba tendida en la camilla en dirección al quirófano. Por tanto, ya se había practicado la totalidad de pruebas pre operatorias y la paciente estaba preparada y bien dispuesta física y psíquicamente. No es necesario decir que La Paz es uno de los primeros hospitales de España mejor valorados pos la calidad de sus actuaciones.

Otros detalles: la enferma llevaba seis meses en lista de espera. Debido a su problema cardíaco, ha sufrido ya a tres hitos. El propio cirujano pidió la Dirección que se habilitara una de las camas cerradas (en el Hospital tiene 11 camas de reanimación con tres sin servicio en verano), pero no se lo autorizaron, por lo que cursó el alta y la enferma se fue a su casa desesperada. ¿Hasta cuándo? Ya la llamarán.  Sus familiares habían tomado el avión para estar en la operación.

Contrastemos el hecho y sus detalles con el programa de sanidad de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. En su punto 35 puede leerse que "se reducirán de manera significativa los tiempos de espera para las pruebas diagnósticas y para las operaciones quirúrgicas mediante la apertura de quirófanos por las tardes y pactos de gestión con los servicios afectados". Tanto cinismo e incumplimiento acaba dando risa. Veamos algunos detalles más.

1) Si a primera hora de la mañana faltan camas adecuadas, ¿por qué no van a seguir faltando por las tardes, salvo que suceda un milagro? ¿A qué se dedica un profesional, cuando carece de los medios técnicos imprescindibles?

2) ¿Seguro que se pueden reducir así, es decir, con semejante gestión técnica, los tiempos de espera para las operaciones quirúrgicas?

3) ¿De qué pactos de gestión se habla, si la Dirección lo único que sabe hacer es cancelar el proceso de una operación en marcha? No hablemos ya de calidad, porque se trata de simple profesionalidad y voluntad de arreglar las cosas.

                                                           Cifuentes y Sánchez

Sin embargo, "reducir el tiempo de espera y operar por las tardes" era la undécima estrella de Cifuentes. Esperemos que no cumpla todas así de mal, aunque es posible que todavía no la hayan informado porque éste de vacaciones. Y el Consejero de Sanidad, Jesús Sánchez Martos, puede estar también descansando. Nos encontramos en verano, claro. En cualquier caso, no se comprende por qué los responsables que estén de guardia no actúan de inmediato para resolver semejantes cacicadas de gerentes tan tarugos como los de algunos hospitales de Madrid. Parece que por aquí cojean de ambas piernas.

No cabe discutir los hechos, según el dicho latino medieval, ahora hay que preguntarse cuáles son las causas de estas consecuencias en la Sanidad madrileña. Para no argumentar maliciosamente, hay que tener en cuenta algunos datos. Uno es el de la lista de espera quirúrgica de diciembre de 2014. Entonces eran 77.689 pacientes los que aguardaban. Han leído bien y añado que se está jugando con la salud de los enfermos de una San sanidad pública, gratuita, universal y de calidad, que se paga con los impuestos de todos los ciudadanos. Los Centros están a reventar, los trabajadores de hospitales son los mínimos posibles. Según el SERMAS (Servicio Madrileño de Salud) de 2011 a 2013 la Sanidad perdió el 19% de efectivos, bajando de 106.566 a 86.235, en un brutal recorte de personal. Sin embargo, se crearon nuevos hospitales a los que deben atender bastantes menos profesionales. Cabría preguntar cómo lo hacen. Quizás matándose los sanitarios con el brutal aumento de trabajo. En cambio, sus sueldos "retroceden ocho años", según la Revista Médica, número 247. Es indignante que los gestores de la Sanidad se rían así de los ciudadanos, que están indignados con tanta desvergüenza.

Además, los que más sufren en este nivel -no sé si también en todos- son los ciudadanos más pobres y desfavorecidos, los enfermos. Con ellos se ceba tanta inhumanidad. Mientras, nos siguen contando mitos y fábulas para que no hagamos preguntas. El programa de Cifuentes en Sanidad comienza informando de que Madrid es la región española (curiosa descripción: "región española") que dedica un 45% de su presupuesto a la Sanidad. En los 10 últimos años ha construido 12 hospitales y 83 centros de salud. Y hay libre elección de médico, enfermero y centro sanitario. ¿Cómo, entonces, funcionan tan deficientemente los hospitales? ¿Lo saben ustedes?

                          Sanitarios de La paz se manifiestan en favor de la Sanidad madrileña

Nosotros sí que lo sabemos. Digámoslo de una vez. Se trata de rebajar los presupuestos. Se aprovecha la temporada veraniega para cerrar camas y ahorrar así en el presupuesto, ralentizando la actividad hospitalaria. Además, el personal sanitario tiene derecho a sus vacaciones, pero no se contrata más personal en la misma proporción. Igualmente, se puede romper una máquina y decir los directivos que no hay presupuesto para repararla. Precisamente en verano podrían reducir las listas de espera, pero probablemente lo que hacen es aumentarlas por causa de los dichosos recortes. Otra vez suma y sigue. ¿Hasta cuándo?

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones:


sábado, 4 de julio de 2015

Europa: ¿gobierno del pueblo o tiranía de los bancos?


Esta semana estamos asistiendo atónitos a la crisis más descomunal que Europa ha impulsado en el gobierno griego. Las negociaciones de tanta sutileza, que ha llevado con un cuidado que pretende ser formalmente irreprochable, han quedado rotas definitivamente en el primer round.

¿Qué puede pasar ahora? Lo peor, porque la totalidad de los gobiernos europeos vaticinan el desastre. La posición está tomada, aunque siguen sin cerrar la puerta a causa del peligro que corren sus intereses nacionales, que es lo único que les importa. La primera que debería sentirse avergonzada, por dignidad, es A. Merkel, que parece haberse olvidado del Tratado de Londres (1954) por el que las naciones vencedoras perdonaron a Alemania la mitad de su deuda. Gracias a ello se ha producido su despegue económico y es capaz de liderar hoy a Europa.


Otro desvergonzado es el premier inglés Cameron, que ni siquiera ha adoptado el euro como moneda y está sosteniendo muy endeblemente la permanencia de las Islas Británicas en Europa, aunque en su programa lleva la consulta a los ciudadanos sobre este futuro. Últimamente, se ha venido todavía más arriba con sus exigencias sobradas.

Francia teme que, si las cosas siguen torcidas, no pueda cobrar los impagos que le adeudan, aunque bien se haya sabido aprovechar de los contingentes de venta de armas para el ministerio de defensa griega. ¿Y qué decir de España? Rajoy saca mucho pecho para airear lo que deben los griegos al gobierno español, ocultando permanentemente que no es así, ya que sólo hace de avalista de los intereses financieros que los ciudadanos no ha suscrito nunca. En cambio, el ministro De Guindos tranquiliza diciendo que no habrá consecuencias, ya que los bancos españoles son muy sólidos. ¿En qué quedamos, entonces?


Con todo esto se va clarificando que Europa es una unión económica y no política. Por eso, la economía manda y exclusivamente, además. ¿Qué es lo que ha pasado en las quebradas negociaciones? Parece que las diferencias económicas eran insignificantes, por lo que el acuerdo ha estado a punto de firmarse. Han sido los acreedores los que se han opuesto, porque quieren tener el dominio absoluto no ya del marco económico, que lo tiene, sino del espectro político. Quieren esclavizar al pueblo griego para que no pueda levantarse nunca más. Hay que recortar en el ámbito social, precisamente. No se trata de que los griegos presenten una planificación, sino que tiene que ser "esta" planificación y no otra. Así lo deciden los acreedores y los miserables ciudadanos no tienen nada que decir. Ya se convencerán de cómo van las cosas en Europa. El problema es que los acreedores financieros han golpeado en la mesa, pero el gobierno griego no se arruga, porque todavía les queda orgullo suficiente.


Pero no basta el orgullo. La cuestión es saber qué pretenden hacer los acreedores con Grecia. ¿Hay, acaso, un plan trazado para los griegos de manera que puedan salir del abismo en un futuro próximo? Por aquí anda el problema, porque lo primero es pagar lo que deben, cuando finalicen los plazos. Además, les indican cómo salir de la crisis. La política de la clase bancaria de los acreedores obliga a recortar y ser austeros. Esto es la base del programa. Aun aceptando esta idea general del recorte neoconservador, hay que recordar que Grecia ha recortado su gasto público cerca del 50%. Ningún otro país europeo ha llegado a tanto.

La deuda pública griega ronda el 180% de su PIB y su ajuste económico ha llevado al 27% de paro. Se han despedido funcionarios, se han subido impuestos y se ha destrozado con los ajustes la sanidad, la educación y otras prestaciones sociales. Algunos hablan escandalizados del gasto militar ante la presencia del enemigo turco (los dos países permanecen en la OTAN, por cierto), pero desde 7.600 millones de euros en 2009 ha sido reducido el presupuesto en 2014 a 4000 millones de euros, que ya es rebajar. Han aceptado prolongar la edad de jubilación, quieren que suba el IVA y que se reduzcan las nóminas de los actuales pensionistas. ¿Y qué más quiere la troika? Como no sean dos huevos duros...


Aquí lo único que importa a los gobiernos son los intereses nacionales. Y a los acreedores que los griegos recorten más para que puedan pagar lo que deben. Lo de hacer una política común europea les da risa. No hay política comunitaria, ni democracia. El pueblo griego habló en las últimas y recientes elecciones, pero sólo los banqueros mandan, no habiendo nada por encima de ellos. Los griegos y todos los demás después tienen que hacerse esclavos para pagar la deuda que cada vez es mayor. Hacer una quita para sanear la economía griega no se contempla. Aplazar pagos en función del crecimiento, tampoco. Que hablen los ciudadanos consultados en referéndum, tampoco les gusta. Entonces ¿qué?

Europa sólo propone a Grecia que acepte el Acuerdo impuesto por los acreedores y advierte que el tiempo concluido. Ahogados como están los griegos, no me extraña que el gobierno califique esto de ultimátum y chantaje. A quien se ha plantado diciendo que los griegos decidirán su futuro sólo le queda arrepentirse y sufrir la mayor humillación pública hasta morir lentamente, sufriendo lo que merece. Ante las amenazas y el miedo sólo resta ya que se pronuncie el pueblo y que lo haga sin temor. Toda esta situación no deja de ser una auténtica vergüenza, que Grecia no se merece. “Es mejor sufrir la injusticia que cometerla”, proclamaba Sócrates, que lo confirmó con su muerte. Qué gran actualidad tienen todavía sus palabras. Grecia sigue sufriendo injusticias, que la Unión Europea comete contra ella. Otra vez.                                                             

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.publico.es (3 julio 2015), www.elperiodico.es (3 julio 2015), www.elmundo.es (4 julio 2015), www.elpais.es (4 julio 2015).