Con
su bien conocida retórica proclamaba Ortega
y Gasset en su tiempo: "No sabemos lo que nos pasa y esto es
precisamente lo que nos pasa, no saber lo que nos pasa" (En torno a Galileo, Lección octava). No
conocemos la situación, no sabemos a dónde vamos, pero, bueno, no pasa nada,
sólo que no encontramos la verdad. Analizaba el filósofo español en 1929 la crisis de Europa en La rebelión de las masas y pocos años después escribió la famosa
frase.
Agotado
por las reiteradas e insoportables noticias relacionadas con la política
española, quisiera poner el foco algo más alto, apuntando a Europa, la que hace
ya siglos que no ejerce el liderazgo mundial. Hasta hace poco, parece que de esto
se ocupaba Estados Unidos, a la que
todos miraban cuando surgía un grave problema o grandes desastres humanitarios.
Todavía, Obama lo recordaba en 2014, proclamándolos como la nación
indispensable por encima de Rusia y China. En cambio, ahora está entrando en declive: se encuentran solos frente
al mundo. Su papel en la economía global y en la influencia política se ha
debilitado.
[Líderes internacionales se ríen de Trump en la ONU el 25 de septiembre; www.expansión.mx] |
La
mejor prueba de tal declive es la comparecencia del presidente Trump en la
reciente Asamblea General de la ONU, lanzando su tesis de que nadie ha hecho
más que en menos de dos años por Estados Unidos que su administración. La
respuesta fue que los mandatarios le lanzaron una risotada en su misma cara, lo
que le obligó a responder con cierto nerviosismo: "No esperaba esta
reacción, pero está bien". ¿Está bien que la imagen del presidente del
mayor imperio mundial sea objeto de las risas de los gobernantes
internacionales? ¿Está bien que este representante haya perdido su dignidad y
se arrastre por los suelos? ¿Está bien que merezca el menosprecio de los
gobernantes? Cómo ha caído el prestigio político.
La
gran democracia liberal está siendo
destruida por Trump y, si esto no se remedia, resultará cada vez más difícil
establecerla de nuevo. Si es cierto que China y Rusia se entienden cada vez
mejor, e igualmente que Estados Unidos se encuentra bien en la cuna rusa,
entonces sólo queda Europa, que no
puede permanecer aislada y agazapada a la espera de tiempos mejores. Su legado emancipador y moderno en el
camino del progreso podría liderar el mundo. La vieja Europa está obligada a
resurgir de sus cenizas para equilibrar la situación de las situaciones
aterradoras que se nos vienen encima. La civilización
contemporánea con sus sistemas de valores está llamada a cumplir su papel
histórico, sin que pueda ser enterrada por ninguna de sus crisis posibles. Le
toca ser el sostén de la humanidad. Hoy, "cuando casi todo el mundo está
alterado", Ortega propone para esto la "doctrina del
ensimismamiento" (Ensimismamiento y
alteración). Creo que tiene razón.
Julián Arroyo Pomeda