¿Mejora la calidad de
nuestra democracia?
"¡Siempre mañana,
y nunca mañanamos!" (Lope de Vega)
Después de todo lo que ha caído y de lo que queda todavía
pendiente, uno está tentado a contestar positivamente al interrogante. El nivel
de corrupción ha alcanzado niveles de tanta consideración que nadie se
atrevería a pensar que todavía no se ha llegado al techo definitivo.
Sin embargo, el juego continúa, desgraciadamente. Claro que
este importante tema no se puede resolver con opiniones personales de
tertulianos, por prestigiosos que sean, sino que requiere de respuestas
objetivas, imparciales y no partidarias. Nuestra salud democrática no puede
permitirse simples pareceres en un asunto tan crucial. Tampoco se trata de
crear la realidad, sino de escribirla y reflejarla tal y como es. Para esto la
iniciativa ciudadana "Más Democracia" ha realizado un análisis de los
programas de nueve partidos políticos, comparándolos con la situación de 2015,
mediante una encuesta de 51 preguntas en cuatro bloques de análisis: sistema
electoral, corrupción, transparencia y ampliación de la democracia, en los que
han intervenido 44 colaboradores para leer dichos programas y contestar a la
encuesta. Los resultados aparecen en la tabla siguiente:
[www.mas-democracia.org/] |
¿Dónde va nuestra
democracia, si atendemos a los resultados del cuadro? No diré que a la
deriva, pero sí que camina hacia atrás,
claramente. Todos los partidos descienden, salvo uno, JxCAT, que, estando ya
bajo, se mantiene igual. Me interesa, especialmente, el tema de la lucha contra
la corrupción, cuya nota media es de 0,4. Parece que después de la moción de
censura, que se planteó justamente por esto, el asunto ya ha quedado resuelto,
oculto o, al menos, blanqueado. Solo se avanza aquí. Poco ha durado el fuerte
impulso por atacarla de modo que no llegue a suceder ya más. No es extraño que
a la mínima vuelva a colarse de nuevo, poniéndose otra vez en el candelero. Da
pánico la posibilidad de volver a las andadas.
Sin regeneración democrática no es posible emprender los
cambios que exige la ciudadanía, pero la ampliación de la democracia obtiene
una media muy baja, de 1,9, en relación a los 10 puntos máximos. ¿A que
aspiramos entonces? Como mucho, a vegetar. Nos conformamos con haber
consolidado la situación democrática y ahora solo aspiramos al merecido
descanso por tanto trabajo, que nos ha dejado exhaustos. La cuestión es que, si
no se atiende a los cambios que están planteándose en una sociedad dinámica
como la nuestra, puede llegar un momento en que la gente empiece a desinflarse
y a cuestionarse, incluso, el sistema democrático mismo. Si no somos capaces de
apuntar ni siquiera alguna vía, que pueda resolver las necesidades que se
presentan en el día a día, muchos podrían pensar que para qué la democracia. Todo sistema vivo y en crecimiento exige
atentos cuidados, que, si no los tiene, empezará a degenerar, sin duda.
En la sociedad española no hay en la actualidad más
democracia, lo que hay es menos cada vez. Esto es muy peligroso para un sistema
que lleva implantado entre nosotros menos de medio siglo todavía. Por eso,
pasada ya la entusiástica alegría de las últimas decenas del siglo XX, otra vez surge la zozobra. Toda esta
situación da pie al envalentonamiento de formaciones políticas de las derechas
radicales. Ocurre no solo aquí, entre nosotros, sino en el seno mismo de
Europa. ¿De qué nos extrañamos entonces?
O actuamos pronto, o podríamos tener que arrepentirnos después.
Julián Arroyo Pomeda