No te quedes inmóvil/ al borde del camino/ no congeles el júbilo/
no quieras con desgana/ no te salves ahora/ ni nunca/ no te salves…(Mario Benedetti, “No te salves”, incluido en su libro El amor, las mujeres y la vida, Editorial Sudamericana, 1995).
Planteamiento
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el sistema educativo español actual
enseñanza básica, obligatoria y gratuita, comprende diez años de escolaridad
(de seis a dieciséis) con un primer tramo de Primaria (6 a 12: seis
cursos académicos) y la Secundaria obligatoria (de doce a dieciséis: cuatro
cursos académicos.
A
su vez, la educación Secundaria tiene cuatro cursos de enseñanza básica
(12 a 16), más dos cursos de Bachillerato (16 a 18 años) y la formación
específica de grado medio con un conjunto de ciclos formativos (a la formación
de grado medio se accede con el título de Graduado en Enseñanza Secundaria; a
la de grado superior, con el título de Bachillerato en relación con la ley
anterior LOE).
Las
enseñanzas secundarias y su currículo "han de ajustarse a los
condicionamientos de la evolución y del aprendizaje de los alumnos" (Real
Decreto 1007/1991, 14 de junio; BOE 26 de junio de 1991, página 21193). El
momento evolutivo están entre los doce y los dieciséis años, que se corresponde
"con la preadolescencia y la primera adolescencia", indica el Real
Decreto citado.
En
ellos "se producen importantes cambios fisiológicos, psicológicos y
sociales", a los que debe atender la etapa, mediante "los elementos
educativos de orden cognitivo, afectivo, social y moral que les permitirán
desarrollarse de forma equilibrada e incorporarse a la sociedad con autonomía y
responsabilidad" (Real Decreto citado, página 21194).
Desde
estas bases cabe plantear el desarrollo
psicológico de los adolescentes, puesto que la etapa de enseñanza
secundaria comprende prácticamente el período completo de la adolescencia,
desde los doce a los dieciocho años. Más en concreto, las materias filosóficas
se sitúan entre los quince-dieciséis a dieciocho años.
Ahora
que las autoridades de Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, con su
titular a la cabeza, celebran los resultados del Informe Pisa 2015, referidas a España, en comprensión lectora y
matemáticas, arrimando el ascua a su sardina, claro, aunque sea falso, conviene
recordar que no respaldan la actual ley de educación LOMCE, sino precisamente a
lo anterior LOE del Gobierno de Rodríguez Zapatero, todo hay que decirlo. Se
trata de estudiantes de 15 años, que forman parte de la adolescencia como etapa
de desarrollo humano.
La adolescencia.
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l
primer investigador y pionero de la adolescencia fue el norteamericano G. S.
Hall[1],
que ofreció un tratado completo de 1374 páginas, en dos volúmenes, en 1904, con
el título Adolescence.
Desde entonces los analistas tratan de establecer una definición de la misma,
con validez universal.
[www.psococambio.com] |
Hay
prácticamente acuerdo general en el comienzo, apoyándose en el elemento
objetivo de los cambios fisiológicos que se producen en el cuerpo de niños y
niñas con la aparición de la pubertad, en torno a los doce-trece años. De aquí
que sea costumbre describir la adolescencia como el periodo de transición
entre la infancia y la edad adulta. Roy Hopkins[2]
subtitula su libro de adolescencia como "años de transición",
precisamente. Otros se refieren a su "carácter fronterizo"
(Carretero: 1995, págs. 10 y 34)[3].
Existe,
en cambio, menos acuerdo en el momento final, que oscila entre los
dieciocho-veinte años[4],
siendo razonable pensar que cada vez se prolongará más, debido al patrón
madurez o estado de adulto en el que el individuo goza de autonomía, también
económica, y se vale por sí mismo.
La
escolaridad y la entrada en el mundo del trabajo han modificado la
consideración de la adolescencia. Hasta la Revolución industrial (segunda mitad
del siglo XVIII) los niños carecían de escuela (obligatoria) y el trabajo comenzaba
a edades muy tempranas, y a partir de los siete años. A finales del siglo XIX,
la industria exigía capacitación y formación para trabajar, por lo que aparece
la "escolaridad obligatoria" hasta los catorce años y posteriormente
hasta los dieciséis o dieciocho. Esto explica el retraso de la etapa de
adolescencia, pues todavía quedan años de bachillerato, formación profesional o
universitaria.
Ni
siquiera es un término universal la adolescencia, limitándose a las sociedades
occidentales. Como pusieron de manifiesto los estudios de M. Mead[5]
hay diferencias entre las sociedades primitivas y las modernas, y ni siquiera
se dan entre los samoanos las tensiones y angustias psicológicas relacionadas
con la emotividad que suele desencadenar la adolescencia. Los datos empíricos
no permiten confirmar los conflictos y los trastornos, y demás tópicos sobre la
adolescencia, pero, además, se suceden secuencialmente, por lo que no resulta
tan difícil ir superándolos. Véase un ejemplo de conducta adolescente socioculturalmente
prescrita en las islas Dobu. Allí los jóvenes adolescentes varones no pueden
entrar en su casa después de la pubertad, para que cada noche duerman en la
casa de una joven soltera, con la condición de salir, sin ser visto antes del
amanecer. De este modo extienden sus favores sexuales, lo que sólo terminarán
cuando sean atrapados. "El matrimonio se pone en movimiento por un acto
hostil de la suegra, al bloquear está con su propio cuerpo la puerta de la casa
en la que el joven ha estado durmiendo con su hija. En este momento el joven es
atrapado para celebrar la ceremonia pública de los esponsales... El que el
joven sea al final atrapado suele deberse a que está ya cansado de vagabundear
y a que se ha establecido una relación más constante. De todas maneras, nunca
se espera que él esté preparado para soportar las obligaciones del matrimonio y
es la vieja bruja, su futura suegra, la que le fuerza a dar el último paso,
situándose en la puerta de entrada”[6].
No
sólo no es claro su límite final, sino tampoco la etapa como tal, que algunos
dudan de que exista. En este sentido escribe Kaplan: "Entre los momentos
finales de la infancia y la futura adulterio de se encuentra esa época ambigua
de la vida que llamamos adolescencia. En contraste con la objetiva claridad de
una palabra como ‘pubertad’ -la condición biológica de haber adquirido madurez
genital y la capacidad funcional de reproducirse- el término ‘adolescencia’
engloba todas las incertidumbres con optativas del crecimiento emocional y
social. Hay poca discusión sobre la existencia de la pubertad. Incluso los
expertos que cuestionan la existencia de la adolescencia concuerdan en que, por
regla general, las niñas llegan a la pubertad entre los catorce y los dieciséis
años y los varones entre los quince y los diecisiete, en ambos casos con uno o
dos años de margen. La adolescencia, en cambio, es un concepto ampliamente
debatido. Aceptando que realmente existan -cosa que no todos admiten- puede
tener cualquier duración, desde una semana hasta los diez años que abarca,
aproximadamente, en las sociedades occidentales contemporáneos"[7].
[www.abc.es] |
Parece
que en lo sucesivo la adolescencia seguirá siendo cada vez más larga: "ha
ganado terreno a la infancia por una parte y a la madurez por otra"[8].
Incluso algunos creen que la posmodernidad propone a la adolescencia como
paradigma social. Estéticamente el modelo de belleza es lo adolescente, por lo
que se trata de serlo mientras se pueda, empleando toda suerte de medios para
prolongar la eterna juventud, incluida su música, sus bailes, su forma de
hablar, los comportamientos y referencias, etc. Pinillos la percibe como un modo de ser: "cabe sospechar que en
las postrimerías de la modernidad la adolescencia ha dejado o está dejando de
ser una etapa del ciclo vital para convertirse en un modo de ser que amenaza
con envolver a la totalidad del cuerpo social"[9].
Y Fienkielkraut la ve como un fenómeno social: "La batalla ha sido
violenta, pero lo que hoy se denomina comunicación demuestra que el hemisferio
no verbal ha acabado por vencer, el clip ha dominado a la conversación, la
sociedad ‘ha acabado por volverse adolescente’"[10]. Dolto habla de ella incluso como institución:
"Antes de 1939, la adolescencia era contada por los escritores como una
crisis subjetiva: uno se rebela contra los padres y las obligaciones de la
sociedad, en tanto que, a su vez, sueña con llegar a ser rápidamente un adulto
para hacer como ellos. Después de 1950, la adolescencia ya no es considerada
como una crisis, sino como un estado. Es en cierto modo institucionalizada como
una experiencia filosófica, un paso obligado de la conciencia"[11].
Qué lejos queda entonces su sentido etimológico. Adolescere en latín significaba "ir creciendo" o
"convertirse en adulto” (adultum
es el participio). En este sentido Stone y Church la conceptualizan como
"persona en crecimiento" (growing person).
Como
muestra de la complejidad del tema se encuentran analistas de la adolescencia
que distinguen en ella tres y cinco estadios,
como Sullivan y Bloss[12].
En todo caso, se trata de una etapa importante de la vida en la que se va
adquiriendo la personalidad mediante la resolución de temas claves como la
identidad, el sistema de valores, la autonomía e independencia de los adultos o
la toma de decisiones sobre lo que se pretende ser en la vida. Por eso es
necesario contemplarla con gran atención.
La
adolescencia no parece un curso natural de desarrollo humano, sino una construcción social e histórica. Desde
esta tesis pueden ser valoradas las teorías sobre la etapa. Porque el problema
principal es el de establecer una teoría
que explique los datos empíricos disponibles. En general, se han organizado las
teorías en tres grupos. El primero tiene una línea biológica, considerándola como una fase natural y universal del
desarrollo de los seres humanos. El segundo, una línea cultural para explicar la personalidad y la evolución de las
sociedades. El tercero, una línea histórica
y cultural. Las dos últimas son las más aceptadas, encontrándose superada
la primera. Igualmente, es muy probable que la asunción de responsabilidades
individuales y sociales sea la base de la maduración y el desarrollo personal.
Por eso la introducción progresiva de responsabilidades reales y concretas no
es sólo un hecho educativo sino que también es necesario e imprescindible.
Así
puede superarse la situación sentida por los adolescentes de ser adultos
biológicamente, aunque socialmente no se considere esa madurez.
Julián Arroyo Pomeda
[1] Hall, G. S., Adolescence. Its
psychology and its relations to Physiology, Sociology, Sex, Crime, Religion and
Education. 2 vols. New York, Appleton-Century-Crofts 1904.
[3] Carretero, M., Palacios, J. Y Marchesi, A., (Compiladores), Psicología
evolutiva. 3. Adolescencia, madurez y senectud. Alianza, Madrid
1995.
[5] Mead, M., Coming of Age in Samoa.
W. Morrow and Co., N. Y. 1928.
Mead,
M., “Adolescence in primitive and in modern society”, en Maccoby, Newcomb y
Hartley (edits), Readins in social psychology. Holt, N. Y. 1958.
[6] Tomado de Roy Hopkins, p. 288.
[8] Aries, P., Centuries of childhood:
A social history of the family. Randon
House, N. Y. 1962, p. 20.
[9] Pinillos, J. L., “La adolescencia en las postrimerías de la
modernidad”, en Psicopatología 10. Madrid 1990.
[10] Finkielkraut, A., La derrota del pensamiento. Anagrama,
Barcelona 1999, p. 128.
[12] Sullivan, H. S., “An interpersonal
approach to adolescence”, en Guardo, C. J. (Dir), The adolescent as
individual: issues and insights. Harper and Row, N. Y. 1975.
Bloss, P., On adolescent: a psychoanalytic
interpretation. The Free Press,
Glencoe 1962
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