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martes, 8 de julio de 2014

La preparación de los estudiantes españoles


La semana pasada leí un artículo de Marina Garcés, en el que reflexionaba acerca de si los estudiantes llegaban de los institutos a la Universidad peor preparados que antes. La profesora Garcés, en lugar de lanzar rayos y centellas contra el profesorado de Secundaria, hacía una reflexión llena de sensatez, planteando que la Universidad tenía que apostar por la cultura y la igualdad social. Y se refería a la necesidad de autonomía y criterio propio para desenvolverse en el entorno como características de la buena preparación. Esto se consigue con conocimientos, capacidad crítica y deseo de aprender.

Estamos desarrollando un conocimiento competitivo, que facilite la entrada en el mundo laboral y capacite para ejecutar las instrucciones que nos exijan las empresas de las que dependemos y hemos de obedecer sin registrar, por sueldos de miseria y con exceso de horario de trabajo.

¿Qué nos exigen las instituciones empresariales para ofrecernos un puesto de trabajo? Lo sabemos bien: competencias, fidelidad a la empresa, sueldos muy escasos, mayor horario laboral, sacar adelante el trabajo pedido, incluso con horas extras, que no se pagan, para que así las plantillas pueden disminuir, porque nos encontramos en la cresta de la ola de la crisis.

Por otra parte, el modelo europeo sigue insistiendo en la austeridad y el sometimiento a sus directrices, a costa de un mayor empobrecimiento, si es necesario, hasta que todos seamos colonizados. ¿Nos espera todavía alguna clase de futuro?

Todavía hay más. Esta misma semana nos han dado a conocer el informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CyD), que preside Ana Patricia Botín. Por él sabemos que los universitarios españoles están sobrecualificados laboralmente. Un alumno japonés de Secundaria ocupa el mismo puesto que un graduado universitario español. Entre nosotros, un ingeniero industrial puede dedicarse a recoger los vasos sucios de una discoteca, o un filólogo a servir platos en hostelería, por ejemplo. ¿Qué concluimos de aquí? Hay conclusiones para todos los gustos.

Unos interpretan que esto es un puro desastre. Otros, que nuestra formación universitaria no se encuentra a la altura del resto de los países, como dice el Secretario General de la OCDE. Algunos dicen que la causa está en la falta del empleo que las empresas no crean. La realidad es que producimos más titulados superiores y menos empleo altamente cualificado. Algo habrá que hacer, en esto todos estamos de acuerdo, pero ¿qué?

El Coordinador General del Informe, Martín Parellada ofrece la solución redonda: adaptar los contenidos de la oferta educativa al mundo del trabajo. Es decir, que la Universidad se ponga al servicio del empresariado y dedique la totalidad de la financiación pública para formar a los profesionales que el mercado quiere. Tan fácil como cínico. El problema es otro, el mercado laboral con el infraempleo que va aumentando exponencialmente.

Tampoco puede uno perderse la propuesta de Wert. La cuestión es que la financiación de las universidades es insostenible: gastamos demasiado en educación en las Universidades públicas. Descansando se queda el personaje: incrementamos los costes, lo que es contrario la consolidación fiscal. ¿Es este un ministro de educación o, más bien, de economía? Siempre los ministros de Educación han presionado a Economía para que incremente la financiación a la educación. Para cualquier cosa podía valer este hombre de tan exquisita sensibilidad. Pues sigamos esta vía, sin importarnos que los grados y máster hayan disminuido, que aumenten las tasas y que disminuyan las becas. Al fin y al cabo, para trabajar de camareros no hace falta ninguna clase de estudios.

Eso sí. Montoro continúa sin desmayo: "El pueblo español, cuando se levanta, empieza a asombrar al mundo y a llamar la atención". Esta vez sólo se equivoca en el modo verbal, tomando el indicativo por el subjuntivo. En todo caso, será cuando se levante el pueblo español, si es que algún día lo hace, porque, de momento, no lo ha hecho todavía, a pesar de que Montoro está para hacer el paripé político, en el que nunca deja de introducir sus risitas. ¿No se reirá el tipo del ciudadano español en paro? Todo podría ser. No dejen ustedes de atender a sus próximas declaraciones, dado que nunca tienen desperdicio.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: rtv.es: sede fundación; elpaís 7/7/2014: encuesta.info

sábado, 14 de junio de 2014

Qué bromistas

Es sabido que introducir una broma oportuna ante cualquier tema es todo un arte y puede resolver, momentáneamente, una situación enojosa. Cuentan que en una visita realizada por un reciente ministro de educación a la UNED saludó a profesores de filosofía, que le pidieron que hiciera algo por esta materia. Y, ante su total sorpresa, les contestó que no podía hacer nada, ya que a él le tenían en el ministerio únicamente para firmar. Parece que hasta se lo creyeron los muy ingenuos.

Lo anterior viene a cuento de la información que ha llegado sobre una entrevista, celebrada en el mes de abril pasado, que representantes de filosofía de Madrid mantuvieron con la Consejería de Educación de la Comunidad, interesándose por los proyectos que tenían para las materias filosóficas. Tanto Alicia Delibes (vice-consejera), como María José García-Padrón (directora general de educación secundaria) les asombraron, manteniendo algunas tesis increíbles.

La afirmación más general es su desacuerdo total con la LOMCE, tanto en sus aspectos generales como particulares. Eran partidarias de que la filosofía estuviera en segundo de bachillerato y la ética en cuarto de ESO. No saben quién ha hecho la ley,  ni tampoco los curricula profesionales publicados. Ni siquiera creen que la ley vaya a ser implantada del todo. Que harán todo lo posible para que Valores éticos y culturales cuenten con dos horas, así como con que la Historia de la filosofía sea obligatoria en todas las modalidades de Bachillerato, aprovechando el margen horario de las Autonomías, y que les consultarían, cuando preparen Secundaria y Bachillerato. Los interlocutores dicen que quedaron un poco sorprendidos. ¿Tienen, pues, serias dudas de las respuestas de la Comunidad? Yo desde luego, si que las tengo.

Veamos algunos detalles. ¿Cómo se puede estar en desacuerdo con la LOMCE, si no se ha hecho, al menos públicamente, ninguna observación al respecto por parte de una Comunidad Autónoma tan potente como la de Madrid? No es coherente. Parece una gran ironía para contentar a los interlocutores y que no puedan criticar nada.

Tampoco parece que la Comunidad haya enviado un dictamen al MECD en el plazo habilitado para la consulta del borrador. De haberlo hecho, se supone que lo dirían, porque esto daría alguna justificación a las fuertes afirmaciones manifestadas.

Dicen que desconocen quien ha elaborado la LOMCE y sus currículos. Habrá que suponer que saben, al menos, que los responsables son el MECD y el actual gobierno. Esperemos que de esto no tengan ninguna duda. ¿A qué viene atender a la petición de dos horas para las materias alternativas a la Religión? Está claro que sólo pueden tener el horario que se establezca para ésta, no tiene vuelta, pero esto tampoco lo dicen.

En cuanto a los márgenes horarios de que disponen, que podrían hacer posible la Historia de la filosofía en las distintas modalidades de bachillerato, posible lo es, puesto que sólo depende de la voluntad política, pero en la práctica es muy difícil de realizar. Son tantas las materias que reclaman mayor horario que es imposible atender a todas a la vez.

Finalmente, consultar para los curricula de Secundaria y Bachillerato tiene poco recorrido y tendrían que saberlo. En efecto en los currícula de la LOMCE no se trata ya de fijar las enseñanzas mínimas, sino de un currículo básico. Por tanto, lo básico que debe impartirse está ya fijado por el MECD para las asignaturas troncales. Como es la Filosofía, por lo que no hay que añadir ya nada. Además, se establecen, incluso, los estándares de aprendizaje evaluables de eso que es básico. Así que todo está definitivamente cerrado. Atado desde el principio y bien atado al final, mediante las pruebas externas. En todo caso, es esto lo que se podría impugnar, como han indicado algunas administraciones que van a hacer.

Sinceramente, todo esto no es serio y se convierte en una gran broma. El negocio está hecho, no existe discusión alguna, a todo se dice que sí. Que buenas son las madres superiores, que buenas son que nos llevan de excursión. Todo queda en penumbra para que nadie remueva nada. Al final, la respuesta será la ya conocida: hemos tenido que renunciar a nuestros principios, no queríamos hacerlo, pero nos obligaron, no pudimos hacer otra cosa. Aquí paz y después gloria. Qué tomadura de pelo y que falta de respeto intelectual. ¿A quién creen que engañan?

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: Ifuturo.org, www.abc.es, Elmundo.es,