6. Ramas de la filosofía
Analicemos las
diversas partes o divisiones de la
Filosofía, siguiendo la tradición o la costumbre, aunque
consideramos que la filosofía es algo integrado y no separable, por lo que más
que partes es que pertenecen a ella.
· El término Metafísica proviene
del griego del griego ta metá tá physiká y
significa literalmente «más allá de lo físico». El nombre se atribuye a
Andrónico de Rodas (año 70 a.
C.). La Metafísica
trata del ser, que es común a todos los entes,
los cuales coinciden en que son,
en que existen. Los principios del ser son accesibles por
el entendimiento.
El término Ontología procede del griego ontos, que los latinos convirtieron en entes, que se perciben por los sentidos. La Ontología trata de los
principios que constituyen el ente o
la realidad.
- Filosofía de la naturaleza. A los primeros filósofos se
les denominó ‘físicos’ por ocuparse de estudiar la naturaleza (en griego, physis), entendiendo por ella la totalidad de lo
que existe. Estudiaron sus principios para conocer lo que cada cosa es,
así como el movimiento y los cambios. A finales del siglo XVII la
expresión ‘filosofía natural’ es lo mismo que la Física. La
principal obra de Newton se titula Principios matemáticos de filosofía
natural.
- Lógica. La Lógica es la parte de la filosofía que
analiza los razonamientos, sus leyes de validez y su corrección, así como
la argumentación y la retórica. Establece si un razonamiento es correcto o
no analizando su forma (formalización) y su estructura.
La Filosofía del
lenguaje es una
parte de la Lógica
y estudia el uso del lenguaje, su significado e interpretación y la forma de
comunicación. El buen uso del lenguaje tiene mucho que ver con la verdad.
· Gnoseología. La Gnoseología (de gnosis =
conocimiento y logos =
razonamiento) o Teoría del conocimiento, estudia el origen y la
naturaleza del conocimiento. Se plantea su origen y procedencia desde la razón (Racionalismo) o desde la experiencia (Empirismo).
· Epistemología. La Epistemología (del
griego episteme), hoy denominada Teoría
o Filosofía de la ciencia, se refería al verdadero conocimiento, a la
ciencia, caracterizada por su objetividad y su verdad.La filosofía de la ciencia estudia hasta dónde llega el conocimiento y su alcance. Es una reflexión sobre la metodología, la investigación científica y los problemas que puede plantear.
· Gnoseología. La Gnoseología (de gnosis =
conocimiento y logos =
razonamiento) o Teoría del conocimiento, estudia el origen y la
naturaleza del conocimiento. Se plantea su origen y procedencia desde la razón (Racionalismo) o desde la experiencia (Empirismo).
· Ética o Filosofía moral. La Ética (del
griego ethos) o
Filosofía moral (mor-is = costumbre) se ocupa de la relación existente
entre la conducta humana y sus creencias y valores morales. Dice lo que debemos
hacer y analiza la conducta humana para ver si está fundamentada, o
justificada, moralmente y si es buena o mala, así como las razones del
comportamiento.
No se trata de seguir
un código moral determinado, o un mandato, sino de saber si nuestra actuación
ha sido moral o no.
· Filosofía social. Los seres humanos
vivimos en sociedad, o en polis, y somos
seres sociales que establecemos relaciones con los demás, cuestiones que
analiza la Filosofía social.
· La Filosofía política analiza las relaciones de poder que se
establecen entre los seres humanos, y se pregunta cuáles son las formas de
gobierno válidas y en qué consiste la legitimidad del Estado.
· Antropología filosófica. La filosofía se ha
ocupado siempre de reflexionar acerca de los seres humanos. La Antropología
filosófica analiza
la naturaleza del ser humano y el lugar que tiene en el universo. Analiza las
cuestiones filosóficas relativas a lo humano que no pueden abarcar las ciencias
sociales (el alma, el pensamiento o la mente).
Fue fundada por Max
Scheler a mediados del siglo XIX, aunque los problemas de su contenido se
han ido planteando a lo largo de la historia. El filósofo Descartes ya planteó
la cuestión al afirmar que el hombre es «una cosa que piensa».
·
Estética. La Estética se refiere a los valores estéticos. Se ocupa del valor del
arte, la belleza, la armonía, la fealdad y el resto de las manifestaciones
artísticas, como la literatura y la música. Se plantea diferentes cuestiones,
como por ejemplo si el arte se siente o se comprende o si una obra de arte es una
representación absoluta o depende de la percepción del sujeto individual
concreto.
·
Filosofía de la historia. La Filosofía de
la historia reflexiona sobre la historia, su sentido y
dirección. Analiza si se puede descubrir su significado desde los
acontecimientos que se van sucediendo y estudia el desarrollo histórico que van
construyendo los seres humanos. Determina si existe progreso o recesión o si la
historia la hacen los individuos o las organizaciones sociales.
· Filosofía del derecho. La Filosofía del derecho comienza
a finales del siglo XVIII y reflexiona sobre el valor de las normas jurídicas y
la aplicación de las mismas, así como sobre el concepto de justicia.
· Filosofía de la religión. La Filosofía de la religión estudia
el hecho religioso y sus diversas manifestaciones históricas, que se concretan
en las distintas formas de religiosidad. Se propone identificar la esencia de
lo religioso. Empleando una metodología racional, trata de descubrir el
significado del contenido de las religiones y de identificar la esencia de lo
religioso.
En las filosofías en apariencia diversas, debe distinguirse entre
lo universal y lo particular, según su determinación propia.
Lo universal, considerado formalmente y puesto al lado de lo
particular, llega a ser a su vez particular. Si se tratase de objetos de la
vida corriente, esta posición llamaría la atención por torpe e inadecuada; por
ejemplo, como si alguien pidiera fruta y rechazase las cerezas, las peras, las
uvas, etc., por ser cerezas, peras, uvas, y no fruta. Sin embargo, respecto de
la filosofía se permite justificar el desprecio que de ella se tiene por la
razón de que existen tantas filosofías diversas, siendo cada una de ellas sólo
una filosofía y no la filosofía, como si las cerezas no fuesen fruta. Incluso
se da el caso de que se sitúe una filosofía cuyo principio es universal al lado
de otra cuyo principio es particular, y aun al lado de doctrinas que afirman
que no hay filosofía, pretendiendo que en ellas sólo hay diferentes
concepciones de la filosofía, como si, por ejemplo la luz y la oscuridad se
considerasen como dos clases distintas de luz.” (Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas).
1. ¿Cuál es el
problema que plantea el texto y cómo lo resuelve?
2. Indicar las
principales tesis del texto.
3. Especificar la
argumentación empleada.
4. Explicar el significado de la frase siguiente: “La historia de
la filosofía es un regreso del
filósofo al origen de
su tradición”.
5. ¿En qué consiste el
progreso de la historia?
7. La filosofía en su historia
Ya se ha dicho qué es filosofía.
Queda ahora, complementariamente, plantear que ha
sido la
filosofía. Pues bien, la mejor caracterización descriptiva de
la filosofía corresponde a Hegel, que la describía como “el reflejo de su
tiempo expresado en pensamientos”. En efecto, esto es lo que ha hecho cada
pensador, recoger los problemas de su propio tiempo y expresarlos mediante
pensamientos.
Los seres humanos se encuentran con una inmensa tradición filosófica por la que pueden saber la respuesta
que los filósofos han dado a los sucesos más importantes ocurridos en la
historia. Estas respuestas han orientado el destino humano en una u otra
dirección.
Desde finales del siglo VII a. C. hasta la actualidad, la
filosofía, como ejercicio crítico de la razón, se ha ido desarrollando
ininterrumpidamente y de esta forma se ha establecido ya en la sociedad. Por
eso nos encontramos hoy con la filosofía como institución en muy diversos lugares, desde las
cátedras universitarias a los institutos de Secundaria, en los materiales de
las bibliotecas y librerías comerciales, en conferencias, artículos de revistas
y medios de comunicación de todo tipo. Los profesionales de la filosofía que la
enseñan están en nuestras sociedades y mantienen el interés por la misma,
mediante el ejercicio del pensamiento.
El funcionamiento de la filosofía lo podemos visualizar en
su historia, que informa de sus cultivadores, los filósofos, de
sus marcas externas y de su desarrollo. Las teorías y doctrinas de los
filósofos se encuentran quietas e inertes en los textos que escribieron y en
cada aula o cátedra hay que hacerlas resucitar, junto con los seres humanos y
los contextos dinámicos que las pensaron.
Situarnos en la
Historia de la filosofía es regresar al origen y apoderarnos de lo que ya se hizo,
del nutriente de sus propias entrañas, que puede impulsarnos a seguir
contribuyendo con aquella tradición y hacer nosotros mismos las creaciones
necesarias que exigen nuestros actuales contextos y problemáticas, ocupándonos,
igualmente, de la filosofía e introduciéndonos en sus profundidades más
recónditas, conectando así pasado y presente en un proceso continuo. “La
filosofía es así”, como escribió Ortega, “historia de la filosofía y
viceversa”. La filosofía está en la historia y es historia,
igual que la historia de la filosofía es, evidentemente, filosofía.
Es costumbre dividir la Historia de la filosofía de occidente en cuatro etapas:
·
Antigua (siglo VI a. C.-siglo IV d. C.)
·
Medieval (siglo VI-siglo XV)
·
Moderna (siglo XVI-siglo XVIII)
·
Contemporánea (siglos XIX- XXI)
Conviene tener en cuenta que no hay cortes ni discontinuidades en
el tiempo, por lo que la división es una simple referencia para la ordenación
de los datos. También son aproximados los siglos que se han fijado.
Comienza con los presocráticos,
que se ocuparon de analizar la naturaleza (physis)
por medio de la razón (logos). Discuten si
el principio (arjé) que explica
la naturaleza es uno o múltiple. Parménides de Elea y Heráclito de Éfeso son
sus principales representantes. En general, se dan explicaciones matemáticas,
físicas y metafísicas.
Después siguieron los Sofistas,
que dan un gran giro y se ocupan no ya de intereses físicos y metafísicos, sino
antropológicos. Estos “sabios” fueron menospreciados por Platón y Aristóteles.
La filosofía griega culmina con Sócrates, Platón y Aristóteles,
que pertenecen al periodo clásico. Con ellos se alcanza la mayor
altura de la investigación.
Finalmente, sucede una etapa de decadencia, en relación con la
culminación platónico-aristotélica, que se denomina pensamiento helenístico-romano, con el
neoplatonismo, el postaristotelismo y las escuelas del epicureísmo y
estoicismo, que se orientan hacia la moral.
C. Sagan: Origen de la
filosofía (6,65 m)
Su momento inicial es la patrística,
así llamada porque la mayoría de sus autores fueron padres de la iglesia
cristiana. Su misión fue la defensa del cristianismo y la fijación de sus
doctrinas o dogmas. Para ello conectaron el cristianismo con la filosofía
griega. El autor más importante es Agustín de Hipona. Desde aquí tratan todos
de poner en equilibrio la fe y la razón.
El momento más importante es el nacimiento de la Escolástica. En las escuelas medievales se
enseñaban las siete artes liberales, que conforman el trivium (gramática,
retórica y dialéctica) y el cuadrivium (aritmética, geometría, astronomía y
música). Les interesaba, especialmente, la teología, que necesitó del cultivo
de la filosofía. Como metodología empleaban lectiones (exposición oral) y comentaria (exposición
escrita).
En el Medievo pensadores árabes, judíos y cristianos contribuyen a
la recuperación de los filósofos griegos, especialmente de Aristóteles.
Destacaron Maimónides, Averroes y Aquino, y las escuelas agustinianas, tomista
y nominalista.
Empieza con el Renacimiento y la Reforma protestante de los
siglos XV y XVI. Destaca el humanismo (Pico, Erasmo, Vives) y elnacimiento de la ciencia (Copérnico, Kepler, Galileo y Leonardo
da Vinci).
Se considera a Descartes como padre de la filosofía moderna.
Empieza por la duda para alcanzar el conocimiento seguro desde el sujeto y la
razón. Su influencia dio lugar a la aparición del racionalismo europeo
(Malebranche, Espinoza, Leibniz) y el empirismo inglés (Hobbes, Locke, Berkeley,
Hume). La síntesis y superación de ambas corrientes está en Kant, el
representante de la
Ilustración.
Empieza con la muerte
de Hegel, en 1831, a
la que siguió la fundación de la izquierda hegeliana con Marx como su
representante más destacado.
Frente a Hegel
surgieron Kierkegaard y Schopenhauer. Sucede la crisis de las ciencias y la creación
de la fenomenología (Husserl). Sigue el Existencialismo, la Escuela de Frankfurt, la Hermenéutica, el
Psicoanálisis, la Filosofía
analítica, la
Postmodernidad, etc.
Una de las grandes
figuras del pensamiento contemporáneo es Nietzsche con su tesis de la “muerte
de Dios”. En cambio, el estructuralismo afirma la “muerte del hombre”. Ya no
hay conocimientos absolutos.
La etapa contemporánea
rompe con la modernidad, cuyos valores entran en crisis, que se expresa en la
decadencia de la razón ilustrada: Dios, el hombre, el tiempo, la ciencia y el
lenguaje. Por ello hay una gran abundancia de corrientes.
La historia de la filosofía es, pues, en un primer movimiento un regreso
del filósofo al origen de su tradición… Pero este regreso no es nostalgia ni
deseo de quedarse en aquella hora inicial. Al retroceder el filósofo lo hace, desde luego, animado por el
propósito de retornar al presente, a él mismo, a su propio y actual mismo
pensamiento. Mas sabe de antemano que todo el pasado de la filosofía gravita
sobre su personal ideación, mejor dicho, que no lleva dentro en forma
invisible, como se llevan las entrañas. De aquí que no puede contentarse con
contemplar la avenida de los sistemas filosóficos mirándolos desde fuera como
un turista los monumentos urbanos. Ha menester verlos desde dentro y esto sólo
es posible si parte de la necesidad que los ha engendrado. Por eso busca
sumergirse en el origen de la filosofía a fin de volver desde allí al presente
deslizándose por la “La historia de la filosofía es, pues, en un primer
movimiento un regreso del filósofo al origen de su tradición… Pero este regreso
no es nostalgia ni deseo de quedarse en aquella hora inicial. Al retroceder el
filósofo lo hace, desde luego, animado por el propósito de retornar al
presente, a él mismo, a su propio y actual mismo pensamiento. Mas sabe de
antemano que todo el pasado de la filosofía gravita sobre su personal ideación,
mejor dicho, que no lleva dentro en forma invisible, como se llevan las
entrañas. De aquí que no puede contentarse con contemplar la avenida de los
sistemas filosóficos mirándolos desde fuera como un turista los monumentos
urbanos. Ha menester verlos desde dentro y esto sólo es posible si parte de la
necesidad que los ha engendrado. Por eso busca sumergirse en el origen de la
filosofía a fin de volver desde allí al presente deslizándose por la intimidad
arcana y subterránea vía de la evolución filosófica.
Cada sistema aparece así anclado, necesitado por la situación
humana que lo inspiró, pero, al mismo tiempo, se descubre su precisa
insuficiencia donde toma su punto de arranque del sistema sucesor. Este nuevo
sistema no es simplemente otro que el anterior, sino que, en cierto modo, es
también el anterior porque lo conserva en la forma, cuando menos, de contar con
él, tenerlo la vista y evitar sus insuficiencias, sus errores. De esta manera
camina la filosofía tiempo delante, en dirección al presente, acumulando el
pasado e integrándolo con cada innovación. La historia se revela a sí misma
como progreso y no mero cambio o sucesión
(Ortega y Gasset, A “Historia de la filosofía” de Émile Bréhier. Obras completas, 6).
1. ¿Cuál es el
problema que plantea el texto y cómo lo resuelve?
2. Indicar las
principales tesis del texto.
3. Especificar la
argumentación empleada.
4. Explicar el significado de la frase siguiente: “La historia de
la filosofía es un regreso del
filósofo al origen de
su tradición”.
5. ¿En qué consiste el
progreso de la historia?
“Estamos frente a una nueva humanidad”, asegura Michel Serres
-¿Cuál es el problema con los filósofos que no conocen el universo
científico?
-En la historia de la
filosofía, casi todos los grandes filósofos -de Platón a Leibniz, pasando por
Hegel y Descartes- fueron también científicos. ¿Qué puede decir un filósofo
sobre el mundo si no conoce nada de la química, productora de la mayoría de los
objetos que tocamos, ni de la biología y sus remedios, que hicieron progresar
la esperanza de vida 50 años en un siglo, ni de las nuevas tecnologías, que
transformaron completamente el espacio y el tiempo?
-Desde hace años usted afirma que nos hallamos ante una nueva
humanidad.
-Así lo creo. A
comienzos del siglo XX, el setenta por ciento de los habitantes del planeta
eran agricultores. Al final, quedó sólo un 2,3 por ciento. Pero la agricultura
y la cría de ganado fueron inventados en el neolítico y continuaron hasta que
el proceso se detuvo brutalmente en los países occidentales entre los años 1970
y 1980. Por eso suelo decir que todo sucede como si, por fin, el neolítico se
hubiera terminado. Esta es una ruptura histórica mucho más importante que todas
las anteriores, incluida la revolución industrial, incluido el Renacimiento.
Asimismo, hasta 1945, cuando evocábamos la muerte, pensábamos en nuestra propia
muerte o en la de alguna civilización. Pero cuando la primera bomba atómica
explotó en Hiroshima, tuvimos de golpe la revelación de una nueva muerte que no
es individual ni colectiva, sino global. Y eso también es completamente nuevo
con respecto al comienzo de la humanidad. Por otra parte, empezamos a ver
nuevas técnicas que nos hacen postergar la muerte: la esperanza de vida en
Occidente es hoy de 84 años para las mujeres, mientras que a comienzos del
siglo XIX era de apenas 30 años. Ahora tenemos tecnologías para el nacimiento,
la reproducción y la sexualidad que cambian completamente la realidad
genealógica. También dominamos nuevas tecnologías de la comunicación que nos
permiten estar en contacto con la gente más alejada del planeta. Todo esto
provoca una nueva relación del hombre con el mundo, con la vida y con los
demás. Cuando uno cambia la vida humana, la muerte humana, la relación con la
tierra y con los demás, debe reconocer que está en presencia de una nueva era,
de una nueva humanidad.
-¿Esos flamantes conocimientos nos obligan a cambiar totalmente
nuestra visión de la historia?
-La historia en su
sentido tradicional sólo representa una minúscula fracción de tiempo con
relación a lo que he llamado la gran narración unitaria de todas las ciencias.
Cuando hoy pensamos en lo más antiguo de la historia, el más cultivado de
nosotros puede remontarse hasta el neolítico. Gracias a los avances de la
ciencia, los más cultivados de nuestros hijos serán capaces de remontarse hasta
3500 millones de años para referirse a la aparición de la vida, 4000 millones
para la del planeta y 15.000 millones para la del universo. La cultura, la
filosofía y la visión de la aventura humana del mañana se instalarán en la
lógica de ese proceso.
-Todo esto puede causar miedo. No a usted, porque es un
historiador de las ciencias, capaz de comprender esos avances.
-Es cierto que en las
universidades se separa en forma brutal el estudio de la filosofía y el de las
ciencias duras. Esto produce, por un lado, “cultivados ignorantes” y por el
otro “sabios incultos”. Esta separación me parece muy grave y he pasado mi vida
tratando de reconciliar las dos formaciones. Tiene razón en decir que la
angustia expresada por tanta gente suele venir de que no dominan lo nuevo.
Siempre se tiene miedo de lo desconocido. La gente no advierte que, en general,
se está ante un proceso de evolución natural y no de ruptura.
-Por ejemplo, cuando
nuestros ancestros inventaron la agricultura domesticaron ciertas especies de
fauna y de flora. Ignoramos cómo lo hicieron, pero sabemos que actuaron sobre
la selección natural. Nosotros hoy, con los organismos genéticamente
modificados (OGM), orientamos la mutación, y no la selección. Ahora todos
sabemos que la vida, la evolución vital, es la selección sumada a la mutación.
Lo que nuestros ancestros hicieron sobre la selección, nosotros lo hacemos
sobre la mutación. Es un acontecimiento perfectamente nuevo, pero en cierta
forma es la continuación del momento en que se inventó la agricultura y la cría
de ganado. En consecuencia, los OGM son, quizás, aterradores, porque son muy
nuevos, pero el proceso tiene su origen en la prehistoria. Es a la vez nuevo y
muy tradicional. Esto debería tranquilizarnos.
-La globalización, según usted, es tan vieja como el hombre…
-Cuando nuestros
ancestros salieron de África para diseminarse por el planeta, firmaron el
primer acto de globalización. Todos somos descendientes de ese puñado de
africanos. Tenemos el mismo ADN. El hombre es la especie mundializada por
excelencia. Y ese movimiento prosiguió en todos los terrenos de la vida
cotidiana, comenzando por la agricultura. Un día, simultáneamente, un genio en México
supo transformar el teosincle de Chalco en maíz y otro genio, en Medio Oriente,
el búfalo en buey. Gracias a esos dos gestos de domesticación, el mundo se
volvió agrícola. Como usted ve, la mundialización data del neolítico.
-También están globalizados los peligros de destrucción causados
por el avance de esas ciencias…
-Antes que nada,
déjeme decirle que yo desconfío de los mercaderes de angustia. El riesgo, el
temor, la sociedad del miedo, se han transformado en valores mercantiles y no
tengo intención de soplar para avivar el fuego. Yo trato de construir un mundo
mejor para mis nietos, y el miedo no los ayudará. Hoy, la ciencia pasa por ser
la única responsable de los riesgos que corre el planeta, cuando, por el
contrario, es gracias a ella que podremos vivir cada vez más y mejor. La verdad
es que los riesgos dependen de las decisiones políticas y de la utilización que
los hombres hacen de los avances tecnológicos.
-En todo caso, muchos son los que denuncian las nuevas tecnologías
virtuales de comunicación como un elemento de alteración de los lazos sociales.
-¡Pero si lo virtual
es la esencia misma del hombre! En mi generación, todos estuvimos enamorados de
alguna actriz de cine que sólo conseguíamos besar en nuestra imaginación.
Cuando usted lee un libro cualquiera, se halla también en el terreno de lo
virtual. Todos creen que ese término fue inventado por las nuevas tecnologías
de la comunicación. La verdad es que existe desde la época de Aristóteles.
Todas las producciones intelectuales del hombre son virtuales. Desde el siglo
VI antes de Cristo, cada vez que un geómetra trazaba un círculo o un triángulo
en el suelo, decía: “Atención, esta figura no está aquí. No es la real”.
-O sea, que nada de lo que nos ocurre hoy es realmente nuevo.
-Los responsables de
esos argumentos negativos deberían ser prudentes. Por ejemplo, se dice que
nunca podremos digerir la cantidad de información que circula por Internet. En
el siglo XVII, ante la multiplicación de libros que produjo el advenimiento de
la imprenta, Leibniz exclamó: “Esta horrible cantidad de libros seguramente
conseguirá imponer la barbarie y no la cultura”. Es verdad: una sola persona
nunca leyó todos los libros de la biblioteca del Congreso de Washington, pero
el sujeto colectivo que se llama “nosotros, la humanidad”, seguramente los
leyó. No hay un solo libro en el planeta que no haya sido leído por alguien.
Sería conveniente que esos críticos estudiaran un poco de ciencia y de
historia. Eso los tranquilizaría de inmediato.
-Hay quienes opinan que terminaremos por perder nuestra cultura,
embrutecidos por la pantalla.
-Bien: tomemos un
ejemplo. De generación en generación, nuestra memoria se debilita, pues
habiendo abandonado la tradición oral por la escrita, recurrimos cada vez menos
a esa capacidad cognitiva. Hay quienes lamentan esa pérdida. Para mí, desde el
momento en que se inventó la escritura, la memoria se vio liberada de un peso
real. Antes de la invención de la imprenta, un hombre que quería conocer a
Homero o a Plutarco debía aprenderlos de memoria. La imprenta suprimió esa
necesidad y dejó a la memoria tiempo libre para ocuparse de otras cosas. No hay
que tener miedo de perder, pues -por el contrario- ganamos, descargándonos de
la aplastante tarea de acordarnos. Así, nuestro cerebro puede ocuparse en otras
actividades más creativas. Hoy, las nuevas tecnologías ponen a nuestra
disposición toda la memoria del mundo.
-¿Y qué responde usted a quienes dicen que el acceso a las nuevas
tecnologías aumenta la fractura social?
-Que es un absurdo. La
fractura pedagógica y científica que existió siempre entre países ricos y
pobres es muy superior a la que provocará la presencia de Internet en todos los
rincones del globo. Como sucedió con la llegada de la imprenta, la Red es una herramienta
formidable para poner el conocimiento y la cultura a disposición de todos. Se
habla de esa fractura social, pero nadie la compara con la que existe ahora:
esa fractura que precipita a los más pobres a la ignorancia total, mientras
educa a los privilegiados en las universidades de Stanford y de Harvard. El
costo de las nuevas tecnologías es irrisorio comparado con el de las
tecnologías tradicionales. Con las nuevas tecnologías, bastaría muy poco dinero
para inventar una enseñanza a distancia para los países pobres.
-¿Qué es lo que cambiarán esas nuevas tecnologías?
-Toda la sociedad,
como sucede cada vez que se produce la llegada de una revolución tecnológica.
No hay un solo historiador que no sepa que la aparición de la escritura afectó
a la ciudad, al Estado, al derecho y, probablemente, al comercio. Gran parte de
nuestras prácticas sociales son herencia de la escritura, comenzando por el
monoteísmo: la religión del libro. Después, cuando llegó la imprenta, en el
Renacimiento, se modificaron las mismas zonas de la sociedad: aparecieron
nuevas formas de democracia, nuevos derechos, nuevas pedagogías. Eso es lo que
cambiará. En realidad, eso es lo que está cambiando.
-En su último libro, “Ramaux” (“Ramos”), usted afirma, sin
embargo, que el hombre es capaz de cambiar únicamente si ha pasado antes por el
molde de la autoridad.
-No se puede reconocer
o cambiar algo que uno no conoció antes. La novedad es muy difícil de percibir.
-Para ello quizás haya que ser filósofo…
-Sí; quizá sea ésa la
definición exacta de la filosofía. Tomemos el ejemplo del tsunami, en Asia.
Allí la novedad no fue el tsunami, fenómeno que se conoce desde que el mundo
existe. Lo nuevo ha sido el movimiento de solidaridad global. Nunca en la
historia del hombre se produjo semejante corriente de solidaridad. Y esto es
nuevo. Creo que estamos viendo emerger una conciencia global surgida del hecho
de que este drama fue producido por un acontecimiento exclusivamente físico,
que afectó al planeta. Para mí, el 11 de septiembre representa al antiguo
mundo, para hablar como el señor Bush, cuando pusimos miles de millones de
dólares para matarnos, para vengarnos de un hecho gravísimo que toca a los
conflictos humanos. El 26 diciembre de 2004, por el contrario, es el inicio de
un nuevo mundo, donde la humanidad se puso de acuerdo para ayudar a las
víctimas de una catástrofe física que no depende de nosotros. Las cosas que
dependen de nosotros son las guerras. En las guerras nadie es inocente; todos
son responsables de la violencia. Todos pierden.
-¿Esa es su definición de la guerra?
-La guerra es un
contrato firmado por los padres de dos o más naciones para aniquilar mutuamente
a sus hijos. ¿Conoce usted una definición mejor?
Russell, Qué es y para
qué sirve la filosofía, 12,31
m
(*) Esta es la tercera y última parte de le Unidad 1 del
currículo de Filosofía LOMCE. El resto de las unidades podrá verse en Editorial Coloquio, de Madrid, a partir del
próximo mes de mayo.