Mostrando entradas con la etiqueta Piketty. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Piketty. Mostrar todas las entradas

jueves, 9 de enero de 2020

¿Es posible superar el capitalismo?



E
l reciente trabajo de Piketty (Capital e ideología. Deusto-Planeta: Barcelona 2019, 1247 páginas) está muy bien organizado y escrito para poder entenderse, sin ser economistas. Es hombre ambicioso, porque describe, explica, teoriza y prescribe, mostrándose brillante en estos cuatro aspectos, aunque convence más en unos que en otros. Se trata de una obra muy densa y de extensión considerable.

Ofrece 173 gráficos y tablas para explicarse. El libro "es, en gran medida, una prolongación de El capital en el siglo XXI" (página 7), de 2013, del que vendió 2,5 millones de ejemplares a unos 17 € en francés y a 29 en español. El actual casi se iguala en las dos lenguas, en torno a 29-30 €.

La conclusión de 2013 era que el sistema de mercado genera una desigualdad creciente, por eso ahora plantea cómo justifican las sociedades la desigualdad. Mediante la ideología, dice su titular: "Todas las sociedades tienen necesidad de justificar sus desigualdades" (página 11). También ahora el libro se organiza en cuatro partes, más introducción y conclusión.

La introducción tiene 57 páginas y constituye la base teórica de su tesis. Hay un relato dominante en las sociedades capitalistas, "la protección de los derechos de propiedad" (página 45), porque esta es sagrada, a lo que Piketty opone "la construcción de un relato alternativo" (página 12): la desigualdad "es ideológica y política" (página 18), por lo que puede modificarse, dado que la propiedad es social y temporal y las desigualdades no son naturales.

Considerará que ya definió el capital en su libro de 2013. Su acumulación concentra la riqueza en pocas manos, así lo creía Marx. Cuando su rendimiento supera el crecimiento y la producción, produce desigualdades insostenibles. Ahora se centra en la ideología, que define como "un conjunto de ideas y de discursos a priori plausibles y que tienen la finalidad de describir el modo en que debe estructurarse una sociedad, en su dimensión social, económica y política" (página 15). La describe bien, pero el contenido parece débil. Hay que tomársela en serio, precisa. A pesar de las desigualdades, el autor es optimista: "el progreso humano existe" (página 30), aunque no "es lineal" (página 34. Para su mayor avance hay que reducirlas mediante "un sistema de impuestos progresivos sobre la renta y sobre las herencias" (página 47). Igualmente importa mucho "la inversión en educación y el acceso a la formación superior" (página 52) con grandes diferencias entre Estados Unidos y Europa y Japón. Hay que replantearse todo esto.

¿Dónde está la debilidad de las definiciones teóricas? Las ideologías no sólo estructuran una sociedad, sino que son un poder de dominación en manos de la clase dominante, por lo que es casi imposible acabar con ellas, si no es mediante una revolución social. El impuesto progresivo corregirá las desigualdades en el mejor de los casos, pero nunca las eliminará, si no hay apropiación social de los medios de producción. Habría que insistir más en la diferencia entre capital y patrimonio. Mientras uno se invierte, el otro permanece inalterado. Si las desigualdades son el mal, hay que erradicarlas, si, pero ¿cuáles son sus causas? Para Aristóteles la ciencia exige conocer la causa y Marx ponía la causa del capital en la explotación de clase por parte del propietario de los medios de producción y en las alienaciones. Desgraciadamente, de esto no se habla aquí. La fiscalidad y la educación ocupan muchas de sus páginas. Luego llegaremos a la historia de cada una de las cuatro partes del libro, pero sin que se nos pase que "la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases" (Engels-Marx). Piketty reformula la tesis como resultado de su investigación así: "la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de las ideologías y de la búsqueda de la justicia" (página 1227). Una sociedad justa pide libre circulación de capitales y personas, pero los Estados no pueden elegir sus políticas fiscales y sociales por lo que habría que repensar el federalismo a escala mundial. Las ideologías son instrumentos del poder de clase para controlar y dominar al proletariado, pero la lucha va de ideologías, no de clases. Hay puntos importantes que no se encuentran.
Todo esto es difícil de entender, aunque reconozco que Piketty subraya que “todas las conclusiones obtenidas son débiles y provisionales" (página 1226). Superar a Marx, emancipándose de él sin confrontarlo, o, al menos, dialogando con él, puede resultar tan fácil como erróneo, pero Piketty no enfoca el tema por esta línea.

En el desarrollo de su investigación el autor ofrece un gran fresco histórico que va de las sociedades terciarias a las propietaristas, las esclavistas y coloniales, y las transformaciones contemporáneas. No queda espacio para desarrollarlo. El autor da mucha importancia al sistema educativo: "el progreso de la educación... ha permitido el desarrollo económico y el progreso humano" (página 1194).

domingo, 27 de noviembre de 2016

Status quaestionis: beneficios empresariales vs. bajadas salariales


 "La política de austeridad miope de Merkel [...] ha impedido dar los pasos necesarios y ha profundizado en las divisiones dentro de Europa" (Habermas, Entrevista en Sin Permiso").

L
a filosofía ha sido siempre crítica, como nos enseña su historia entera, y se ha caracterizado por dar cuenta de las experiencias de los seres humanos en el camino que lleva a su meta. Calicles deja caer ante Sócrates si la política no es más que "una forma de ‘engañar’ a la multitud aprovechándose de su inconsciencia y de sus desordenados deseos" (Platón, Gorgias). Quizás sea esto lo que explique por qué los humanos soportamos tantos atropellos con los que nos hieren.

La OCDE, una institución internacional para el análisis y seguimiento del desarrollo económico, acaba de ofrecer un informe demoledor para el caso de España. En él afirma que la desigualdad se ha incrementado, por lo que ahora hay un mayor número de pobres, y la redistribución de la riqueza permanece estancada desde 2010. Parece una paradoja que, aun estando en crisis, más de seis años ya, la riqueza se concentre en menos manos, mientras que se extiende como bola de nieve la incontenible pobreza. La crisis no es para todos, sino que unos la aprovechan para aumentar sus ya grandes beneficios a costa de los más pobres y desesperados. En la medida en que los salarios de la generalidad disminuyen, aumentan los beneficios que se concentran en un número menor de privilegiados ¿Acaso es esto salir de la crisis? Desde luego que no, salvo para el Gobierno que tanto cacarea lo de la recuperación económica.

Los hechos desmienten afirmaciones rotundas que sólo publicitan con engaños. Si estamos creciendo más que ningún otro país de Europa, ¿por qué entonces los trabajadores españoles son los peor pagados de la Unión? Si las Empresas crecen en beneficios, ¿por qué paralelamente no crecen también los sueldos de los más desfavorecidos? Nadie se cree que hayamos salido de la crisis, cuando contempla nuestra situación. Hay que recordar que el tan denostado por algunos Rodríguez Zapatero pronosticó en 2009 que la salida de la crisis tendría que ser social, de lo contrario no habría tal salida y superación. Para resolver la crisis se están llevando a cabo las políticas más injustas. La prueba de que no está resuelta son los niveles de desempleo tan desorbitados que arrastramos, la caída de los salarios (caída real, sólo la ministra de empleo desconoce que muchas empresas han bajado sus trabajadores un 20% o un 10% de sus nóminas sin discusión, además; o que se les jubila antes de cumplir los 60 años; esto se acepta o la puerta está abierta), y el troceado de los mercados. Conviene preguntar por qué se procede así, ya que es importante conocer las causas de una acción determinada. No lo ignora nadie: es que por el salario de un trabajador de 60 años se contrata a dos trabajadores jóvenes. Cuando éstos vayan creciendo en edad, se procederá con ellos de la misma o parecida manera. Se puede estimar mucho a un trabajador veterano y reconocer sus rendimientos, pero estos y otros valores positivos quedan siempre subordinados al nivel económico, que es el que manda.
[m.forocoches.com]
Los trabajadores pobres cada día será más pobres, éste es el futuro que nos aguarda. La Economía española seguirá creciendo, en el mejor de los escenarios, hasta el 0,7% y con ello los beneficios de las empresas alcanzarán en 2016 el 13%, pero, eso sí, a costa de los salarios que no se mueven (han perdido en torno a un 11% en los salarios, según él INE). La injusticia es más que evidente. Ahora lo que se lleva es poner a la Unión Europea como pretexto. Y también tiene su culpa, claro. Los Estados ya no son soberanos. Todavía más, porque se está creando una nueva Internacional autoritaria y muy poderosa, que lleva gestándose desde los años 70. Thatcher y los gobiernos republicanos sucesivos de Estados Unidos llevan tiempo trabajando en esto y han conseguido ya las peores cosas. En este momento nos escandaliza Trump, pero los neoliberalismos helados produjeron el cambio climático de la economía hace tiempo. Recordemos eso de que sigue habiendo lucha de clases y la estamos ganando nosotros, según el financiero multimillonario estadounidense Warren Buffet.

El desánimo no deja de crecer. ciertamente, el populismo de derechas se está ganando a los oprimidos y desfavorecidos, cuya rabia no aguanta más. Una y otra vez los partidos de la corrupción son cada vez más votados por el pueblo, ¿cómo es esto posible? La izquierda socialdemócrata no logra superarlos, sino que, más bien, retrocede y hasta cae en la perspectiva neoliberal con el objetivo de ganarse el centro. La globalización capitalista se adueña de la iniciativa del gobierno y proclama que favorecen a los pobres y a los trabajadores. ¿Cómo es posible que la gente crea semejantes desvergüenzas? Porque engañan a la multitud, lo que bien sabemos por Calicles. Pues ojo, porque las derechas pueden acabar en extremas-derechas y, en definitiva, en fascismos. Entonces entrarán los bárbaros y se amarrarán de tal modo que resultara imposible echarlos después. Los privilegios y la concentración del poder forman un cemento tan fuerte que resulta prácticamente imposible despegar por las buenas, salvo que se establezca alguna clase de proceso de rebelión por la fuerza, que tampoco es fácil de mantener, como enseña la historia: "Y en esto llegó Fidel. / Se acabó la diversión. / Llegó el comandante y mandó a parar" (Carlos Puebla).

[www.elconfidencial.es 5 jul 2016]
El aumento de la desigualdad alcanza niveles escalofriantes, como puede verse en el Índice de Gini. ¿Por qué hay una desigualdad tan manifiesta? Se suele decir que por falta de crecimiento. Aquí la responsabilidad es de los gobiernos y sus políticas, así como las de los bancos centrales mundiales, de lo contrario no se harían unos cada vez más ricos a costa de los más desfavorecidos. Son favorecidos quienes disponen de dinero efectivo para adquirir bienes. Otros, en cambio, sólo pueden hacerlo -si es que pueden- cuando los mercados han ajustado precios y han hecho las subidas correspondientes. Cuando llega el dinero, otros se han beneficiado ya de él y han comprado bienes a un precio menor, lucrándose financieramente. Así los ricos se enriquecen siempre más, mientras que los pobres y las clases bajas se van empobreciendo también más (Ver Bagus y Marquart, Porque otros se hacen cada vez más ricos a tu costa, Editorial Deusto). Esto invalida totalmente la leyenda popular de que siempre existió la desigualdad, existe ahora y existirá siempre.
[www.laovejanegra.es]

Todo se debe a la crisis y al paro, dicen otros, pero la desigualdad nada tiene que ver con las políticas neoliberales, ni con el reparto y la distribución de la riqueza, lo que ya señaló con lucidez Piketty. Pero no es así: el paro no causa la desastrosa desigualdad, sino que es su consecuencia y procede de las políticas económicas seguidas por los gobiernos de turno, que lo dejan estar y no corrigen casi nada. El capitalismo es el que produce desigualdad, no todo se resuelve con el crecimiento, como llevan machacando año tras año. Una fiscalidad más efectiva y justa podía acabar con el fraude fiscal, resolviendo así un problema de envergadura entre nosotros. También tenemos el trabajo de las mujeres, más precarizado cada vez.

Como en cualquier acontecimiento social, puede decirse, ciertamente, que sus causas no son simples, sino bien complejas. Siendo esto indiscutible, igualmente lo es el hecho de que aumentan los beneficios de las empresas en tiempos de crisis, mientras caen considerablemente los niveles salariales. Esto podrá ser, acaso, algo simple, pero es una realidad efectiva.

Julián Arroyo Pomeda