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domingo, 27 de noviembre de 2016

Status quaestionis: beneficios empresariales vs. bajadas salariales


 "La política de austeridad miope de Merkel [...] ha impedido dar los pasos necesarios y ha profundizado en las divisiones dentro de Europa" (Habermas, Entrevista en Sin Permiso").

L
a filosofía ha sido siempre crítica, como nos enseña su historia entera, y se ha caracterizado por dar cuenta de las experiencias de los seres humanos en el camino que lleva a su meta. Calicles deja caer ante Sócrates si la política no es más que "una forma de ‘engañar’ a la multitud aprovechándose de su inconsciencia y de sus desordenados deseos" (Platón, Gorgias). Quizás sea esto lo que explique por qué los humanos soportamos tantos atropellos con los que nos hieren.

La OCDE, una institución internacional para el análisis y seguimiento del desarrollo económico, acaba de ofrecer un informe demoledor para el caso de España. En él afirma que la desigualdad se ha incrementado, por lo que ahora hay un mayor número de pobres, y la redistribución de la riqueza permanece estancada desde 2010. Parece una paradoja que, aun estando en crisis, más de seis años ya, la riqueza se concentre en menos manos, mientras que se extiende como bola de nieve la incontenible pobreza. La crisis no es para todos, sino que unos la aprovechan para aumentar sus ya grandes beneficios a costa de los más pobres y desesperados. En la medida en que los salarios de la generalidad disminuyen, aumentan los beneficios que se concentran en un número menor de privilegiados ¿Acaso es esto salir de la crisis? Desde luego que no, salvo para el Gobierno que tanto cacarea lo de la recuperación económica.

Los hechos desmienten afirmaciones rotundas que sólo publicitan con engaños. Si estamos creciendo más que ningún otro país de Europa, ¿por qué entonces los trabajadores españoles son los peor pagados de la Unión? Si las Empresas crecen en beneficios, ¿por qué paralelamente no crecen también los sueldos de los más desfavorecidos? Nadie se cree que hayamos salido de la crisis, cuando contempla nuestra situación. Hay que recordar que el tan denostado por algunos Rodríguez Zapatero pronosticó en 2009 que la salida de la crisis tendría que ser social, de lo contrario no habría tal salida y superación. Para resolver la crisis se están llevando a cabo las políticas más injustas. La prueba de que no está resuelta son los niveles de desempleo tan desorbitados que arrastramos, la caída de los salarios (caída real, sólo la ministra de empleo desconoce que muchas empresas han bajado sus trabajadores un 20% o un 10% de sus nóminas sin discusión, además; o que se les jubila antes de cumplir los 60 años; esto se acepta o la puerta está abierta), y el troceado de los mercados. Conviene preguntar por qué se procede así, ya que es importante conocer las causas de una acción determinada. No lo ignora nadie: es que por el salario de un trabajador de 60 años se contrata a dos trabajadores jóvenes. Cuando éstos vayan creciendo en edad, se procederá con ellos de la misma o parecida manera. Se puede estimar mucho a un trabajador veterano y reconocer sus rendimientos, pero estos y otros valores positivos quedan siempre subordinados al nivel económico, que es el que manda.
[m.forocoches.com]
Los trabajadores pobres cada día será más pobres, éste es el futuro que nos aguarda. La Economía española seguirá creciendo, en el mejor de los escenarios, hasta el 0,7% y con ello los beneficios de las empresas alcanzarán en 2016 el 13%, pero, eso sí, a costa de los salarios que no se mueven (han perdido en torno a un 11% en los salarios, según él INE). La injusticia es más que evidente. Ahora lo que se lleva es poner a la Unión Europea como pretexto. Y también tiene su culpa, claro. Los Estados ya no son soberanos. Todavía más, porque se está creando una nueva Internacional autoritaria y muy poderosa, que lleva gestándose desde los años 70. Thatcher y los gobiernos republicanos sucesivos de Estados Unidos llevan tiempo trabajando en esto y han conseguido ya las peores cosas. En este momento nos escandaliza Trump, pero los neoliberalismos helados produjeron el cambio climático de la economía hace tiempo. Recordemos eso de que sigue habiendo lucha de clases y la estamos ganando nosotros, según el financiero multimillonario estadounidense Warren Buffet.

El desánimo no deja de crecer. ciertamente, el populismo de derechas se está ganando a los oprimidos y desfavorecidos, cuya rabia no aguanta más. Una y otra vez los partidos de la corrupción son cada vez más votados por el pueblo, ¿cómo es esto posible? La izquierda socialdemócrata no logra superarlos, sino que, más bien, retrocede y hasta cae en la perspectiva neoliberal con el objetivo de ganarse el centro. La globalización capitalista se adueña de la iniciativa del gobierno y proclama que favorecen a los pobres y a los trabajadores. ¿Cómo es posible que la gente crea semejantes desvergüenzas? Porque engañan a la multitud, lo que bien sabemos por Calicles. Pues ojo, porque las derechas pueden acabar en extremas-derechas y, en definitiva, en fascismos. Entonces entrarán los bárbaros y se amarrarán de tal modo que resultara imposible echarlos después. Los privilegios y la concentración del poder forman un cemento tan fuerte que resulta prácticamente imposible despegar por las buenas, salvo que se establezca alguna clase de proceso de rebelión por la fuerza, que tampoco es fácil de mantener, como enseña la historia: "Y en esto llegó Fidel. / Se acabó la diversión. / Llegó el comandante y mandó a parar" (Carlos Puebla).

[www.elconfidencial.es 5 jul 2016]
El aumento de la desigualdad alcanza niveles escalofriantes, como puede verse en el Índice de Gini. ¿Por qué hay una desigualdad tan manifiesta? Se suele decir que por falta de crecimiento. Aquí la responsabilidad es de los gobiernos y sus políticas, así como las de los bancos centrales mundiales, de lo contrario no se harían unos cada vez más ricos a costa de los más desfavorecidos. Son favorecidos quienes disponen de dinero efectivo para adquirir bienes. Otros, en cambio, sólo pueden hacerlo -si es que pueden- cuando los mercados han ajustado precios y han hecho las subidas correspondientes. Cuando llega el dinero, otros se han beneficiado ya de él y han comprado bienes a un precio menor, lucrándose financieramente. Así los ricos se enriquecen siempre más, mientras que los pobres y las clases bajas se van empobreciendo también más (Ver Bagus y Marquart, Porque otros se hacen cada vez más ricos a tu costa, Editorial Deusto). Esto invalida totalmente la leyenda popular de que siempre existió la desigualdad, existe ahora y existirá siempre.
[www.laovejanegra.es]

Todo se debe a la crisis y al paro, dicen otros, pero la desigualdad nada tiene que ver con las políticas neoliberales, ni con el reparto y la distribución de la riqueza, lo que ya señaló con lucidez Piketty. Pero no es así: el paro no causa la desastrosa desigualdad, sino que es su consecuencia y procede de las políticas económicas seguidas por los gobiernos de turno, que lo dejan estar y no corrigen casi nada. El capitalismo es el que produce desigualdad, no todo se resuelve con el crecimiento, como llevan machacando año tras año. Una fiscalidad más efectiva y justa podía acabar con el fraude fiscal, resolviendo así un problema de envergadura entre nosotros. También tenemos el trabajo de las mujeres, más precarizado cada vez.

Como en cualquier acontecimiento social, puede decirse, ciertamente, que sus causas no son simples, sino bien complejas. Siendo esto indiscutible, igualmente lo es el hecho de que aumentan los beneficios de las empresas en tiempos de crisis, mientras caen considerablemente los niveles salariales. Esto podrá ser, acaso, algo simple, pero es una realidad efectiva.

Julián Arroyo Pomeda


sábado, 28 de marzo de 2015

El poder y la corrupción en paralelo

                                          Portada original del libro de Hobbes

"Esta es la generación de aquel gran LEVIATÁN, o más bien, de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa" (Hobbes, Leviatán, segunda parte, capítulo XVII).

¿Quién iba a decirle a Hobbes que una de sus obras más conocidas serviría de título a una película en el siglo XXI, más de 350 años después de su publicación? Así son las cosas.

El director de cine, Andrei Zvyagintsev, ha conseguido hacer un filme de indudable calidad, situado en Rusia, la tierra que le vio nacer, hace ya 51 años. Con él alcanzó el premio al mejor guión (Oleg Negin, Andrei Zvyagintsev) en el festival de Cannes, en 2014, con su sexta película. Unas bellas imágenes, una cuidada fotografía y un ritmo adecuado contribuyen a presentarnos la degradación moral de los habitantes de un pueblo, a orillas del mar de Barents (norte de Rusia) que soportan sus grandes sufrimientos con botellas de vodka sin interrupción.

De nuevo aparece la dureza y desesperación de la condición humana y su absoluta soledad frente a cualquier institución, incluso ante Dios ("¿Por qué, Señor?"), que tampoco responde. Ni la política, ni la religión ofrecen una salida a la desesperación del ser humano por causa de la injusticia que ha producido la corrupción, que todo lo invade ("Nada en este mundo es justo", dice el sacerdote a Kolya (Aleksei Serebriakov), quien se encuentra en la más profunda desesperación).

El caso es que la noticia de la historia la leyó Andrei Zvyagintsev de un hombre de Colorado (Estados Unidos), Marvin Heemeyer, que se vio envuelto en la expropiación de una de sus tierras en la que tenía un taller. Una cementera quería comprarle la parcela que no quiso vender. Entonces pusieron una cerca alrededor para dificultarle el acceso y presionarle. Cuando comprendió que no podía vencer en la defensa de su propiedad tomo un bulldozer y derribó el Ayuntamiento, la casa del alcalde y otros edificios hasta que se suicido, ganándose el apodo de Killdozer. Murió enfrentándose sólo a la injusticia. ¿Cómo puede pasar esto en un país de leyes y libertades?, pensó Zvyagintsev. El suceso le sirvió de inspiración y acabo situando su historia en Rusia, lugar que él conocía, aunque esto podía pasar en cualquier parte del mundo. Es, pues, una historia universal.

Aquí lo que ocurre es que un alcalde corrupto y déspota, Vadin (Roman Madyanov) expropia las tierras del mecánico Kolya, sin que su abogado influyente de Moscú, Dmitri (Vladimir Vdovichenkov), consiga parar la sentencia del poder municipal. El alcalde acaba construyendo en esos terrenos, levantando, además, una nueva iglesia en el lugar de la casa.

¿Acaso se trata de ofrecer un espejo en el que ver la Rusia actual? "Rusia es una simulación democrática", ha declarado el director de la película. Sin embargo, el Estado, a través de sus instituciones culturales, ha financiado casi una tercera parte del film, que no ha gustado al Ministro de Cultura, W. Medinski, aunque entienda que Zvyagintsev tiene talento. Es que la película es una durísima crítica de la realidad rusa en la actualidad y esto nunca gusta las autoridades, que no pueden ocultar las actuaciones políticas, las de la religión y la corrupción, junto con el incremento armamentístico y el alcohol, ejemplarizados en la bebida nacional del vodka.
¿Merece la pena resistirse a la injusticia? En el caso de la narración de la película, no. Sin embargo, hay que hacerlo para no permitir que avance la opresión y acabe con la libertad, que mata la dignidad de los seres humanos. Éste es nuestro deber eternamente.

La tragedia de Kolya es espeluznante. Nada le responde: ni la familia y los amigos, ni los jueces en el tribunal de justicia, ni la entrega a su duro trabajo, ni el abogado, ni la Iglesia Ortodoxa, ni la Comunidad, ni los poderes intermedios. ¿Es posible vivir así? "Vivimos en un sistema feudal donde todo está en manos de una persona y todos los demás se sitúan en un modelo vertical de subordinación", declara el director sobre la Rusia actual. Esto hace imposible vivir con seguridad. "Resígnate a la suerte", como Job, le aconseja el sacerdote.

Los poderes son lobos para los hombres

La subordinación hace que los poderes tengan que enfrentarse entre sí, cubriendo siempre dos funciones complementarias. Por una parte, subordinarse al Poder legitima la fuerza de las administraciones menores. Por otra, tener a raya los ciudadanos que dependen de ellos les hace ser temidos y respetados por estos. Así, el alcalde lucha contra el dueño de una tierra para expropiársela. El abogado lucha contra el alcalde, que tiene asuntos turbios en su pasado. El tribunal se corrompe con sentencias injustas que favorecen al alcalde y doblegan al insumiso. Los policías y demás empleados del alcalde acaban la faena por la violencia física. Todo conforma una cascada que tapona cualquier salida posible. "En Rusia todo pequeño oligarca es una copia de los grandes poderes", en opinión del director.

Hobbes mantuvo que la Iglesia tenía que estar sometida al Estado, dado que la lucha entre las confesiones de su tiempo podía provocar una guerra civil. En la película Estado y Religión se entienden perfectamente con la potente arma de la corrupción de uno, que la otra consiente, y con el poder que da a la Religión estar en la Verdad. Mar y tierra son antitéticas entre sí. El mar representa el origen de la libertad que Lilya Elena Lyadova) busca para huir de la tierra corrompida. Y la brutalidad del relato y lo que en él sucede, ¿qué finalidad tiene? Sólo una: consolidarse los humanos en el poder para conseguir, mediante él, beneficios económicos. El tono, las pausas, los silencios y los sonidos de las aguas, el viento y la naturaleza estimulan la reflexión del espectador y le centran en la horrible y aplastante inhumanidad que se describe.

La vorágine de la mafia que desnuda la película consigue que se pudra en la cárcel un gran hombre, orgulloso de sus antepasados, enraizado en su tierra, honrado trabajador que construye su casa, su hogar y toda su vida.

La verdad

Es la piedra angular de la Iglesia Ortodoxa, a la que el pope sabe sacar buen partido. Con palabras seductoras manifiesta su gran convicción: "Dios no mora en fuerza, sino en verdad..., la verdad es el legado de Dios". Sólo la verdad libera, es la respuesta del sacerdote al problema que se ha planteado.


Cuando el alcalde Vadin acude angustiado al sacerdote, a éste le falta tiempo para tranquilizar a la autoridad: "donde hay poder hay fuerza y la fuerza es Dios" y "Dios está satisfecho" ¿Por qué esto? Sólo hay una única razón: el sacerdote tiene la Verdad y ella justifica dogmáticamente cualquier acción. Al fin y al cabo, todo pasará. La prueba son los esqueletos de las ballenas de la película y los barcos varados.

El humor

En medio de la atmósfera atosigante y de gran crudeza que se respira nos envuelven continuamente los paisajes naturales y los simbolismos visuales permanentes. Hay lugar, incluso, para el humor. Algunos momentos son geniales. Por ejemplo, cuando a los amigos se les acaban los blancos para disparar, en forma de botellas vacías, el policía de tráfico saca fotografías de presidentes rusos, desde Lenin a Gorbachov. Otro ejemplo se da en la lectura de la sentencia por la jueza. Lo hace a la velocidad de un robot, reflejando la burocracia rusa. Este humor, además de la crítica, nos hace sentir la brutalidad de la realidad: un entorno desolado y ruinoso del pueblo de pescadores, con todos los restos de barcos y esqueletos de ballenas, que representan un páramo muerto y desolado, paralelismo claro con la vida de Kolya y su familia.

El poder de la corrupción lo ha desmoronado todo.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: