domingo, 14 de abril de 2019

¿Se puede alcanzar un pacto educativo?



El PP ofrece cinco grandes características generales: la libre elección de centro, el castellano como lengua ordinaria, una ley nacional para cero-tres años, concertación también en bachillerato y FP, refuerzo de la alta inspección y las Humanidades.
[www.educacion.fespugtclm.es]
El PSOE quiere primar la enseñanza pública, una financiación que llegue al 5% del PIB, nueva ley para los derechos de la infancia, derogar la LOMCE y reformar el currículo educativo.
Podemos exige financiación hasta el 5,6 en PIB, sustituir la LOMCE por una nueva ley, educación infantil de cero-tres años, nueva asignatura de feminismo, gratuidad en libros, material escolar y comedores para familias vulnerables.

Ciudadanos opta por recuperar el Pacto nacional por la educación, selectividad única, nueva asignatura: Constitución española.

Vox propone cheque escolar, elección de centro, educar en español en todo el territorio, exámenes de control al finalizar primaria, secundaria obligatoria y bachillerato, homogeneización de oposiciones.
La idea de un pacto educativo viene siendo reiterativa en los distintos momentos de nuestra historia. ¿Podría plantearse ahora? Tengamos en cuenta las escasas coincidencias que se dan, como la elección de centro, los cero-tres años y el español como lengua ordinaria en PP y VOX. También hay coincidencia en los derechos de la infancia en PSOE, Podemos y PP, igual que en PSOE y Podemos por la derogación de la LOMCE.

Las diferencias son igualmente manifiestas: sólo dos formaciones se ocupan de financiación en porcentajes próximos, los demás no hablan de esto. De priorizar la enseñanza pública habla expresamente el PSOE con el que podría coincidir Podemos y, quizás, Ciudadanos, pero PP y VOX no. Luego hay singularidades, como concertar bachillerato y FP (para el PP), exámenes de control y oposiciones homogeneizadas (VOX) y selectividad única (Ciudadanos). Se introducen, además, dos nuevas asignaturas troncales: Constitución española y Feminismo.

Que la educación no va bien y que es necesario reformarla para alcanzar mejoras nadie lo discute. Ahora bien, con tales mimbres el pacto educativo me resulta difícil de concebir y todavía más intentar realizarlo. Por eso creo que otra vez más impondrán sus criterios quienes obtengan la mayoría para gobernar. Así que seguiremos prácticamente igual, si no es todavía peor.

Julián Arroyo Pomeda

viernes, 5 de abril de 2019

Identidad rebajada



Los periódicos recientes recogen la noticia, entre sorprendente y morbosa, de que la estadounidense Greer ha invertido sus ahorros en cirugía estética para competir con Megham Markle, al parecer con éxito, ya que ahora se siente princesa y ha extraído lo mejor de sí misma. Tiene tres hijas y la menor la confunde con la mismísima Megham.

Habría que preguntar a esta mujer si sentirse bien por fuera implica estar bien en su interior. En cualquier caso, resulta chocante que alguien quiera ser no ella misma, sino otra, precisamente ahora que tanto se reivindica lo individual y la identidad personal. Sólo sentimos la identidad mediante el reconocimiento de los otros. Son ellos los que nos dicen quiénes somos, sin confundirnos con los demás.
[www.myloview.es]
Para distinguirnos de los demás la naturaleza nos ha dotado de rasgos personales propios, que se notan en el rostro, especialmente. Ni los pómulos, ni la nariz, ni los ojos, ni los labios, ni la barbilla, ni el cuello son iguales en los individuos, porque poseen características propias. Nos puede confundir una silueta, pero no una cara vista directamente. Ahora bien, si nos lo cambiamos todo para parecernos a un modelo determinado, distraemos a los demás, cuando menos, porque estamos rebajando la identidad propia y así no sabrán quiénes somos. Pensamos, a veces, cuanto se parece una persona determinada a otra de su familia. Podrán ser prácticamente lo mismo, casi gemelas, pero no son exactamente iguales, siempre hay alguna característica que las distingue. En este caso parece que quisiéramos, incluso, borrarla.

Tales disonancias pueden producir contradicciones, ya que, en el fondo, se traducen en un rechazo del propio cuerpo con las consecuencias correspondientes y las distorsiones que no ayudan nada a comprender el mundo y la realidad. La vida individual quedará falta de autoestima. No me extraña que desde tales premisas todo termine bajo sospecha. Lo dicho no importa reconocer la posible situación de ansiedad por la que habrá pasado la señora Greer.

Julián Arroyo Pomeda



domingo, 24 de marzo de 2019

La calle doctor Gutiérrez Brito en Tamaraceite



En 1968 -año mítico por excelencia- el grupo de rock español Lone Star lanza el tema musical Mi calle: no llega la luz, hay niños descalzos, con un oscuro hogar y húmedas paredes. Sabina vivió en calle Melancolía y el doctor Gutiérrez en el número 166 de la Carretera General (Tamaraceite). Este distrito de la periferia de Las Palmas de Gran Canaria tiene un espléndido nombre original, Atamarazait o paso entre palmeras. Ahora cuenta con más de diez mil habitantes y allí se estableció don Aurelio con su familia.
El pasado 15 marzo, por la tarde, su mujer corrió la cortinilla que dejó ver la placa de la calle con su nombre propio, dedicada por el ayuntamiento como merecido homenaje. Don Aurelio entregó la vida a su profesión de médico-pediatra con un trabajo intenso, empezando por la mañana temprano y acabando al anochecer. Lo hacía con naturalidad: estaba siempre dispuesto a ayudar profesional y humanamente a quien lo necesitara. En otro tiempo Tamaraceite era un pueblo rural, que dependía del cultivo del platano, y el médico tenía que atender la totalidad de incidencias, especialmente infantiles, incluso renunciando al descanso nocturno, cuando le llamaban por alguna urgencia. ¿Cómo no iba a ganarse así el cariño de los vecinos?

El pasado septiembre, el Consistorio acordó en un pleno sustituir el nombre de la calle Samaritana por el de Aurelio Gutiérrez Brito-Doctor., a petición de los propios vecinos para los que fue un ejemplo de médico y de persona.

Los nombres propios de las calles quieren recordar y homenajear a un personaje ilustre, que ha vivido o trabajado en el lugar, o en sus proximidades. De este modo las calles se convierten en la propia historia de la ciudad, en cuyas páginas podemos leer directamente el transcurrir del tiempo. Así los ciudadanos superan el anonimato, se conocen y sus acciones se convierten en cercanas y vivas, en las que cuesta menos ser hospitalarios, como la gente de Canarias.

Podemos celebrar todos con orgullo haberle conocido y tratado. Su familia, primero. Y así consta por el testimonio gráfico, que se percibe manifiestamente en el rostro de su mujer, Carmina, cuando descubre la placa, y en el de sus hijos que la arropan conmovidos. En mi caso, diré, con palabras de René Char a su amigo Albert Camus, que "hay encuentros fértiles que valen más de un amanecer". Don Aurelio cuidó con el mayor cariño a mi hija desde su nacimiento en la clínica San Roque del barrio Vegueta.

En la fórmula de Heidegger, el Dasein es un ser para la muerte (Sein zum Tode). Cuántas veces nos angustia reconocer que aquí estamos de paso y que hay que asumir la finitud, pero el paso que es nuestra vida puede adquirir un espléndido significado, siendo sencillamente ejemplares en lo que tenemos que hacer, con lo que nos rodeamos de posibilidades. H. Arendt contrapone a Heidegger su fórmula de "ser para el inicio", cuya expresión es la vida activa. Todo final es un nuevo comienzo. Así se trasciende la vida individual, o la conciencia biológica de la existencia propia. Se trata de hacer cosas que merezcan ser, imperecederas, inmortales, huellas imborrables, compartidas con las demás personas, intersubjetivamente, sean las que sean. Somos seres históricos porque participamos de las generaciones anteriores y de las interpretaciones que realizaron. En esto consiste la inmortalidad, como recoge el relato de Borges, El inmortal.

A todo esto me lleva la calle delicada al doctor Gutiérrez. Ojalá recuerden el rótulo las generaciones futuras y los adolescentes actuales del Instituto Cairasco de Figueroa se dispongan también a ser personas ejemplares, siguiendo al pediatra tan cercano en donde ellos están formando. A veces una decisión política acierta totalmente, como en este caso. Puede que la nueva calle doctor Aurelio Gutiérrez nos recuerde aquello que no fuimos (todavía), igual que la calle de París de Duncan Dhu, aunque podría ser un buen estímulo para serlo.

Julián Arroyo Pomeda

sábado, 23 de marzo de 2019

Un espectáculo ridículo: la retirada de lazos amarillos



A
cabamos de asistir a un nuevo espectáculo, que raya en lo ridículo. La Junta Electoral Central tiene que garantizar la neutralidad política en periodo electoral, sin que nadie haya discutido esto hasta ahora. Dicha Junta pidió al presidente de la Generalitat la retirada de lazos amarillos por marcar una opción determinada y partidista. Torra quedó en desacuerdo, pidiendo el parecer del Sindic de Greuges catalán, y se dispuso a cumplir su recomendación. El Sindic se pronunció por retirarlos durante el periodo electoral. Parecía que la cuestión estaba zanjada.
[www.lavanguardia.com]
No fue así, dado que Torra pidió aclaraciones. Pasados unos días más, acabó el plazo de la JEC. Entonces se produce una solución imaginativa: se coloca encima del lazo amarillo otro lazo blanco y tachado en rojo con idéntico mensaje de libertad a los presos políticos y exiliados, hormigas, mariposas amarillas y cosas similares. ¿Se trata de una burla a la decisión de la JEC? Torra alega que están coartando el derecho a la libertad de expresión.

La respuesta de la Junta es denunciar ante la Fiscalía la desobediencia a su orden y pedir a la Consejería de interior de Cataluña que los Mossos retiren los carteles. Antes de acabar el último plazo dado, son retirados los símbolos del balcón de la Generalidad, sin que tengan que intervenir los Mossos. Mientras, la fiscal general Segarra ordena que se interponga querella contra Torra por desobediencia y, en su caso, que se establezca la responsabilidad penal que se hubiera podido cometer. Por su parte, Torra se querellará, igualmente, contra la JEC por prevaricación. Las espadas siguen en lo más alto, todavía.

El espectáculo continúa. Ahora han sido los lazos amarillos, quién sabe lo que ocurrirá mañana en el caso de que no se acaten las resoluciones. Alguien acaba de perder una batalla, pero es que se puede perder, también, la guerra. Mientras tanto, los grandes problemas siguen sin abordarse: el agua, el clima, el empleo, las empresas que se van, el Parlamento cerrado, los Presupuestos sin aprobar, entre otros asuntos. Ante un mundo cada vez menos habitable, es muy triste que alguien quiera inmolarse para convertirse en mártir. Todo esto es absolutamente ridículo y está plagado de irracionalidad. Continuará.

Julián Arroyo Pomeda


domingo, 3 de marzo de 2019

La filosofía se cuela por cualquier resquicio



E
l reciente pase por TVE de Irrational man (Woody Allen, 2015) permite reflexionar sobre la actualidad del pensamiento filosófico, que pide con urgencia su integración en el sistema educativo secundario, cuya puesta a punto no debería escaparse al gobierno actual.

Un brillante profesor de filosofía, Abe Lucas, cobijado en el alcohol y en sus teorías filosóficas, llega a la Universidad de Braylin para dar clases de verano sobre ‘estrategias éticas’. Enseguida seduce a Rita y, especialmente, a su mejor alumna, Jill.

[Anuncio de la película; www.purochamuyo.com]
Empieza sus clases citando a Kant para quien la razón es la última piedra de toque de la verdad, aunque pronto lo critica por no ser una guía moral para encontrar el sentido de la vida. Desde aquí se desencadena la entrada de intelectuales y filósofos, aunque ninguno tenga la respuesta definitiva: Kierkegaard, Heidegger, Dostoievski, Freud, Sartre, De Beauvoir, Arendt, Camus. Allen los ha leído sin encontrar en ellos razones convincentes a las denominadas grandes cuestiones. Igual le pasa a Abe, que sólo encuentra en ellos verborrea mental, pero no responden a las cuestiones planteadas por el mundo real, donde todo es fruto del azar, como cuando Abe juega a la ruleta rusa, dejando aterrorizados a los que participan en la fiesta, aunque Jill explica que "Abe lo convierte todo en una lección de filosofía".

La película da un giro total, cuando Abe oye la conversación en una cafetería, acompañado por Jill. Un juez no deja vivir a una pobre mujer a la que ha quitado a sus hijos injustamente. Abe se plantea entonces qué hacer y decide actuar para salvar la situación insoportable, eliminando al juez. Una acción irracional y dramática, pensando que es lo correcto. Entonces acaba su depresión, porque ahora tiene un objetivo para dar sentido a su vida, que solo es contingencia, fragilidad, irracionalidad. Como único sentido de la existencia sólo queda hacer algo por los demás. Si todo es aleatorio, su comportamiento es tan irracional, o tan correcto, como el de cualquiera de nosotros.

El final de la película vuelve a sorprender por hitchcokiano. Abe se ha realizado como persona y su apasionamiento por la vida le impide ser condenado por dar sentido a la misma. Somos mente y cuerpo: nobleza y divertimento, a la vez, y sin preferencia, aunque, finalmente, se imponga Nietzsche, ya que Abe se ha colocado más allá del bien y del mal, cuestionando la moral establecida en su sentido extramoral. El mal es una banalidad. Los humanos no somos racionales por naturaleza, aunque esta sea nuestra aspiración más noble. En circunstancias extremas no es siempre ético decir la verdad y el mito de la razón es real. Decía B. Russell que había buscado pruebas de la racionalidad humana, sin encontrarlas, y que si las tenía de su locura. La película es todo un manantial fresco y creativo de ideas filosóficas que nos hacen pensar.

Julián Arroyo Pomeda



viernes, 8 de febrero de 2019

Reventaremos todos con el conflicto catalán


Parlant la gent s’entén, sostiene el proverbio, pero no es así, desgraciadamente, porque los hechos lo desmienten en el caso del conflicto político catalán. Y no lo es, simplemente, porque no se discute, ni se habla, ni se razona la cuestión, lo único que se busca es imponer los propios puntos de vista al que consideramos adversario. Estamos llegando al hartazgo.

No negaré que la situación parecía destensada a partir del cambio de gobierno último. Ahora nos enteramos de que todo eran destellos para la propaganda a ver si se podía colar lo imposible. Y, si no se lograba, no importa, se trata de esperar pacientemente, ya que cuanto peor, mejor. Hasta que todo estalle como un misil de última generación en nuestras cabezas. Torra acaba de dar a conocer los 21 puntos presentados al gobierno español en diciembre. Esto no lo hizo público dicho gobierno para no romper el último puente del diálogo posible, quizás. Lo comprendo, pero creo que debió darlo a conocer inmediatamente: así sabríamos a qué atenernos ante tales condiciones.

Los dichosos Presupuestos han impulsado el resto. Por fin, el gobierno decidió aceptar una mediación (referencia al punto tres) con la denominación de ‘relator’, aunque sabía que el recurso era muy arriesgado. Se la ha jugado, pero tampoco es suficiente. La respuesta ha sido exigir el derecho a la autodeterminación (punto dos). Y así: tras de uno, otro y a ir tragando como por dosis. Sólo quedaba ya romper la baraja, puesto que la última carta estaba jugada, y cancelar el diálogo.
[www.publico.es; 6/02/2019]
Siempre conviene medir las consecuencias de los actos, porque se puede alcanzar el precipicio. Los barones socialistas ya conocidos, junto con otras figuras históricas, han sido presas del pánico y otra vez quieren morir matando. La oposición se lanza al degüello, convocando a la gente en la calle en un "frente cívico". Las palabras descalificadoras no pueden ser más burdas: alta traición, deslegitimación, vergüenza, humillación, pacto con golpistas. Todo para echar al presidente Sánchez y sacarlo de la Moncloa. Han olvidado que para eso existe un procedimiento inapelable, la moción de censura, que no se atreven a plantear, aunque la fanfarronería grite que no descarta nada contra Sánchez.

Los independentistas tampoco quedan muy dignos, porque, si el gobierno acepta sus puntos, lo aprobarán todo, sin que importe un carajo el contenido de los referidos presupuestos, ¿qué más da? Bueno, pues en las elecciones veremos, si bien los más interesados en resolver el conflicto no tengan que arrepentirse después. Sin embargo, queda pendiente la gran pregunta de cómo resolver dicho conflicto. Esto habrá que dejarlo para una próxima ocasión.

Julián Arroyo Pomeda


domingo, 13 de enero de 2019

Volverán banderas victoriosas



C
ara al sol fue el himno falangista por excelencia, al que puso voz el tenor Miguel Fleta y adoptó el franquismo como suyo al final de la guerra civil. Las personas que cuenten con una edad avanzada lo recordarán bien, porque había que cantarlo en las escuelas: vol-ve-rán-ban-de-ras-vic-to-rio-sas. Se aprendía fácilmente, ya que era sencillo, alegre y vibrante, sin ningún engolamiento. Sin embargo, abunda en imágenes: sol, camisa nueva, compañeros, paz, rosas, primavera... No hacía falta más.

Para que algo vuelva ha tenido que irse, previamente. En este caso, no ocurre exactamente así. El franquismo y sus más eximios representantes siguen en su mausoleo, del que todavía no han logrado sacarlos. Es más, uno de sus dirigentes famosos, especialmente ahora, asegura que nunca lo exhumarán. "Con las bombas que tiran los fanfarrones...", dice la canción, que bien se podría aplicar en este preciso momento. Pero lo cierto es que no se han ido, estaban larvados y ocultos y les está llegando el tiempo de resurgir, con sus banderas victoriosas.

No sólo no se han ido, sino que hasta alguna de las leyes franquistas sirve de base para que el Presidente del Gobierno actual justifique el uso del avión oficial Falcon en la ley 9/1968, de 5 abril, que regula los secretos oficiales. Ante la pregunta de la oposición los lanza una ley de los tiempos de Franco, que todavía no han tenido tiempo -ninguno- de derogar.
[www.eldigitaldealbacete.com]
Los colores de gualda y rojo de la bandera española continúan exhibiéndose en los balcones y terrazas de nuestras ciudades, porque aquí seguimos siendo muy patriotas. En otros tiempos, los pobres colegiales se preguntaban por qué llamaban ‘gualda’ al color amarillo que veían en la bandera. Todavía les producía mayor perplejidad lo de ‘rojigualda’. Amarillo sí sabían lo que era, pero ¿qué querrían decir con lo de gualda? A veces se les daba una explicación tan grandilocuente como mentirosa: gualda representaba el amarillo del oro y, por tanto, la riqueza de la nación; el rojo era el color de la sangre derramada para mantener nuestra identidad de españoles. Desgraciadamente, no somos ni ricos, ni tampoco valerosos. Ni siquiera somos patriotas, porque los graves problemas de la patria, como el paro, educación, la sanidad, la igualdad y la seguridad no se resuelven. No extraña la falta de entusiasmo ante una patria tan llena de carencias.

Tantas son las dificultades que hasta el mismo rey se ha sentido obligado a ensalzar, recientemente, la bandera, que representa la nación española, su soberanía, independencia, unidad e integridad. Una bandera de todos y en la que caben todos, decía, sólo que ya tampoco es así, porque no todos se identifican con ella. Otros consideran que hay que ser beligerantes con el símbolo máximo y se obligaron a repartir, hace unos años, 20.000 banderas en la copa de fútbol del Rey. Así lo hizo la fundación DANAES (Fundación para la defensa de la nación española) en el estadio FC Barcelona entre el Sevilla y el Atlético de Madrid. Todo un gesto, sí señor. Por fin, han vuelto las banderas victoriosas.

Julián Arroyo Pomeda