«Y
cuando vi a mi demonio lo
encontré serio, grave, profundo, solemne: era
el espíritu de la pesadez —él hace caer todas las cosas. No con cólera, sino con la risa se
mata. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez! […]
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí»
(Nietzsche).
No
ha transcurrido ni una semana de las elecciones generales y de nuevo empieza el
atosigamiento a quienes tienen que gobernar. El primero ha sido el líder de U. Podemos. En el momento mismo de
felicitar a P. Sánchez por su victoria, le planteó que contara con ellos para
gobernar y anunció que estaba a la espera de su llamada. Ha aprendido poco de
su experiencia anterior, cuando pidió Interior y CNI, entre otras cosas. Parece
que no quiere dejar respiro. Qué pesadez. Quien ha ganado es el que tiene que
decidir cómo organizar el próximo gobierno. Dada esta premisa, hay que ser
prudente y esperar. Más cuando le han dicho que con Podemos desean tener un
acuerdo programático. ¿Es que no puede
haber un gobierno monocolor?
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Sánchez
dará el primer paso la semana próxima para reunirse por orden con los jefes de
los partidos que han obtenido mayor número de votos. Mal empezamos, porque,
según Podemos, primero llama a la derecha. Se trata de establecer relaciones
institucionales con todos, como corresponde a un posible presidente del
gobierno, qué menos. Ya se sabe la respuesta de los dos primeros: no apoyarán
la investidura, para qué esperar, no cabe la mínima cortesía. Son unos pesados.
La
tensión no cesa, porque Ciudadanos
le comunicará que quiere ser el líder de la oposición. No le corresponde, pero
no importa. Podemos está molesto porque no han sido llamados los primeros.
Además, desean gobernar en coalición, no les basta un acuerdo de programa, si
no lo controlan ellos, porque los socialistas pueden incumplirlo. No se puede
estar siempre en el monte, hace falta urbanizarse
alguna vez. ¿Qué pasará si no hay un gobierno de coalición, aceptando los
nombres de altos cargos que han deslizado? Sería un error volver a las andadas
y cometer otra equivocación. Tiene que imponerse la razón: sólo queda ceder y
dialogar mucho.
Los
independentistas catalanes tampoco cesan en sus exigencias, que fracasaron
estrepitosamente. ERC pide a Sánchez
que visite a Junqueras en la ronda de contactos, por haber ganado las
elecciones en Catalunya. La prudencia y discreción siguen ausentes, aunque
continúan proclamando el diálogo para resolver un problema político. Pesadez a
raudales.
¿Queda alguien sensato
todavía? Sólo el
nacionalismo vasco se cuida de no cometer desmanes. Siempre han sido prudentes
y astutos para obtener sus propuestas tranquilamente. Luego otros se quejan,
pero son de fiar en sus compromisos. Sin embargo, ¿qué decir de Ana Oramas de
Coalición Canaria que ha duplicado su fuerza, pasando de uno a dos diputados?
No ha tardado en sacar músculo, proclamando que no apoyará a Sánchez si pacta
con Podemos, además de los separatistas vascos y catalanes. Qué pesada.
Todo
esto resulta demasiado agobiante, pero está claro que con estos antecedentes, solo queda gobernar en solitario. No
hay otra.
Julián Arroyo Pomeda