sábado, 20 de junio de 2015

Tomar el rábano por las hojas: prueba de filosofía de Selectividad, Madrid



Ayer, El País, publicó una brevísima carta mía sobre la polémica "irregularidad" cometida en la prueba de filosofía de las universidades de Madrid.

CARTAS AL DIRECTOR
Prueba de Filosofía

Estupor y confusión produjo en los profesores ver la prueba de Filosofía en el examen de selectividad del 9 de junio en Madrid. El texto de Aristóteles de la opción B era un fragmento del libro primero de Ética nicomáquea, cuando estaban fijados obligatoriamente por la Coordinación de las Universidades los libros II y X a comienzos del curso. Tal irregularidad es inaceptable por injusta y perjudicial para los estudiantes. Debería subsanarse este error para no perjudicar a los alumnos y cesar inmediatamente a los responsables del mismo. Los rectores tienen que intervenir para reparar la injusticia, por la dignidad de las instituciones y antes de que sean corregidos los exámenes. Julián Arroyo Pomeda.


Hoy, sábado, vuelve a la carga, con un corto en "El Acento" del autor Juan Andrés Rojo, titulado "Aristóteles, los nervios y las ideas fundamentales". El titular, tan periodístico, es un ejemplo de desenfoque y desorientación de la cuestión. Algo de esto se había hecho ya por parte de los lectores que ofrecen un flash de su primera ocurrencia en unas líneas, pero una sección técnica como "El Acento" necesita mayor rigor en el contenido de la información que  ofrece.

Con "Aristóteles" se refiere al fragmento irregular del examen. Con "los nervios" ironiza acerca de la situación en que se encuentra cualquiera que tenga que hacer un examen. A las tres Asociaciones que protestaron les sale con que "el drama no fue a más porque no ha afectado a las clasificaciones" (sic), queriendo decir "calificaciones". Y ya está, problema resuelto.

Sin embargo, el autor toma ahora el rábano por las hojas para plantear lo importante. Dando una larga cambiada, ofrece su concepción de la educación: los alumnos tienen que aprender a leer y escribir, esto es, a comprender un texto, captar las ideas fundamentales del mismo y relacionarlas entre sí.

Pues bien, que sepa Rojo que esto es lo que hace permanentemente en clase el profesorado, no sólo de filosofía, también de historia, lengua, literatura y otras materias. Así que no podríamos estar más de acuerdo con él. Pero lo que desconoce J. A. Rojo es que la lectura de textos en cada materia tiene características propias y dificultades técnicas específicas en función de sus contenidos respectivos. Y enseñar esto requiere tiempo y dedicación, no es tan fácil como lo presenta, ya que no se trata de una lectura más.

Tampoco sabe que el modelo de examen forma una estructura en la que hay un conjunto de cuatro cuestiones relacionadas entre sí e interdependientes. Ciertamente, no tiene por qué saberlo, pero sí está obligado a informarse y reflexionar un poco antes de escribir (tan mal). Aclarémoslo.

La cuestión 1 pide identificar las ideas fundamentales del texto y su relación. La cuestión 2 pide explicar cómo se trata el problema del contenido del texto, en este caso, la moral de Aristóteles. Es decir, que la idea de la moral es la que se debe desarrollar ahora. De haber sido otro el tema del contenido, sería, igualmente, otro el asunto a explicar, luego no hay segunda cuestión sin la primera. La cuestión 3 pide disponer las líneas generales del problema que ha salido, es decir, de la moral, en este caso, en un autor de otra época. También aquí la cuestión tres depende de la dos y la uno. Por último, la cuestión 4 pide desarrollar el problema del hombre, que sale en la línea primera del texto, con un autor o corriente de otra época. Por todo lo dicho, no se puede lanzar balones fuera, reduciéndolo todo a la primera cuestión, como hace J. A. Rojo, porque entonces el que pide leer y comprender no ha entendido nada.




Finalmente, en los textos de filosofía no hay ningún temario. Se trata de que las universidades establecen unos textos, sacados de la totalidad de las obras de los filósofos para leer y comentar en las aulas, que en este caso van de Platón a Ortega y Gasset, porque es imposible abarcarlos todos en un Curso de tres horas semanales, y, además, innecesario. Los coordinadores universitarios llevan la lista confeccionada y la "proponen" al profesorado de bachillerato. Por eso algunos no acuden a las reuniones, ya que se lo dan todo hecho.

Desde luego, lo importante, que reclama Rojo, es haber tomado el culo por las témporas, aprovechando la anécdota para alertar sobre el sistema educativo español. Esta es otra historia, que no puede mezclarse sin más y que se podría discutir mucho más despacio.

Páginas después, aparece en el periódico otro comentario de Pilar Álvarez, explicando que las universidades dicen que el error en Selectividad “no ha afectado a las calificaciones de los estudiantes", por lo que no lo van a revisar. Se apoya en Carlos de Carlos, delegado del rector de la Autónoma y secretario de uno de los tribunales de la prueba. Que sepa P. Álvarez que el delegado del rector tiene, entre otras tareas, la de parar los golpes para que no lleguen al responsable máximo de la Universidad, que debería intervenir ante cualquier irregularidad. De Carlos lo lleva bien estudiado, aunque ni los rectores, ni los decanos deberían conformarse con sus explicaciones.

Una es puramente para salir del paso. Ante la queja, comprueba que las calificaciones han sido similares a las de los años anteriores, luego el error no ha afectado a los resultados.

La segunda explicación es de más envergadura y los argumentos de De Carlos producen sonrojo. La primera pregunta valía 2 puntos sobre 10, lo que la hace insignificante. Aunque hubiera sido de sólo una décima, tiene su importancia. Lo más grave es que tampoco el secretario del tribunal se sabe la estructura de la prueba, por eso se defiende atacando.



Luego está lo del currículo de la Comunidad de Madrid. Vergüenza e indignación me produce el argumento de pedir a los alumnos "madurez y conocimientos generales", leer "de modo comprensivo" y analizar textos "con rigor". En cerca de cuarenta años de vida activa en la enseñanza pública nunca he oído a la Universidad manifestarse en estos términos, por lo que creo que De Carlos procede de otro planeta. Se reconoce el error o la irregularidad, pero no se mueve un dedo por subsanarlo. Es más, parece que la culpa sea del profesorado de bachillerato. Es intolerable.

Todo esto constituye una grave irresponsabilidad y alguien tendría que responder por ello, junto con el perjuicio que se ha hecho a los estudiantes, a los que les ha tocado el golpe injusto e inesperado.

Ni siquiera un gesto para que el responsable del desaguisado sea retirado de sus responsabilidades. Todos pagaremos por ello. Primero, la misma universidad; después, el profesorado y el alumnado, y, finalmente, los ciudadanos y la sociedad. Es este el verdadero drama, que nadie quiere reconocer. No se podrá decir que las asociaciones denunciantes no lo hayan hecho con sensata prudencia, aunque siempre serán consideradas unos miserables renacuajos que osan cuestionar a la Universidad. Qué pena.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.elmundo.es; www.tintaroja.es; www.desmotivaciones.es; www.uniactualidad.es



martes, 16 de junio de 2015

PAU Universidades de Madrid: irregularidad inadmisible


Las universidades de Madrid establecen un listado de los autores y los textos que entran en el ejercicio de Selectividad de Historia de la Filosofía. Los ahora vigentes se fijaron en el año 2009. Hay, además, unas preguntas que los estudiantes deben resolver para identificar las ideas del texto concreto, el problema tratado, las líneas principales del pensamiento del autor y el tratamiento de este tema por parte de otros autores y de otras épocas.

Hasta hoy, nunca se habían salido de este marco los Coordinadores de la Universidades que proponen el modelo de exámenes, con lo que los estudiantes conocían, al menos, las problemáticas tratadas en los textos y el pensamiento general de los autores. Además, disponían de dos opciones (A o B) para elegir una de ellas. Esto daba una tranquilidad relativa y calmaba algunos nervios que suelen desatarse en una situación de examen.

En el actual mes de junio, y a partir del día nueve, los textos considerados obligatorios en el caso de Aristóteles son los libros II y X de Ética nicomáquea. Pues bien, el profesorado más conspicuo pudo comprobar, con gran extrañeza, que en la opción B de junio salió un fragmento del libro I de la citada obra, capítulo VI in fine. No se lo podían creer. Es más, en la reunión con los correctores, que celebra cada Coordinador en su Universidad, tampoco lo habían advertido.

UNIVERSIDADES PÚBLICAS DE LA COMUNIDAD DE MADRID
PRUEBA DE ACCESO A LAS ENSEÑANZAS UNIVERSITARIAS
OFICIALES DE GRADO
Curso 2014-2015
MATERIA: HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

OPCIÓN B
Si, entonces, la actividad propia del hombre es una actividad del alma según la razón, y si, por otra parte, decimos que esa función es específica del hombre y del hombre bueno, como el tocar la cítara es propio de un citarista y de un buen citarista, y así en todo añadiéndose a la obra la excelencia queda la virtud […], siendo esto así, decimos que la función del hombre es una cierta vida, y ésta es una actividad del alma y unas
acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y hermosamente, y cada uno se realiza bien según su propia virtud; y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y además en una vida entera. Porque una golondrina no hace verano, ni un solo día, y así tampoco ni un solo día ni un solo instante bastan para hacer venturoso y feliz. (Aristóteles, Ética a Nicómaco).
En este texto Aristóteles expone el problema de la moral

[Este es el fragmento de la Opción del presente Curso, libro I, VI]

Para concluir, resulta que se dan unos textos obligatorios para que el profesorado pueda trabajar durante el Curso académico con los alumnos y luego no se respetan, poniendo otros, que no se habían previsto. ¿A qué viene esto? ¿Qué se pretende conseguir? ¿Acaso juegan al despiste, o alguien está boicoteando el sistema establecido?

Algunos profesores han comunicado está anomalía a los responsables, que la han reconocido, sin mover un dedo y dejando las cosas como están. Bueno, tampoco es para tanto, parecen pensar. Menos quejas y más ponerse a trabajar en la preparación de los estudiantes.

Las relaciones personales y profesionales entre los profesores universitarios, que ponen los exámenes, y los profesores de Bachillerato, que se encargan de la preparación de los estudiantes para que superen el nivel de Selectividad, no han sido nunca óptimas. Casi siempre dependía de las personas y no de la estructura establecida. Lo del examen del mes de junio supera todo lo imaginable.
Hace poco, hablando con un editor de materiales de texto para Selectividad, me decía que la Universidad nunca ha hecho mucho caso a los profesores de Instituto. Es verdad, pero lo de este año ha superado con creces cualquier límite. Creo que se trata del más absoluto desprecio a las normas establecidas, actuando desde un autoritarismo que se sitúa en la pura ilegalidad. Es prepotencia y abuso manifiesto con un trato injusto y lamentable para los estudiantes del último año de Bachillerato, impropio de la institución universitaria.

Por mi parte, creo que se trata de simple despreocupación y desidia en relación con los Coordinadores. ¿Cómo puede suceder, si no, que no se percaten del error en un texto que va a poner en el ejercicio? Probablemente, porque no contrastan nada. Tienen preparada una colección de modelos y sacan un par de ellos a voleo. Así nos va. Qué desastre.

Por otra parte, los medios de comunicación, que son tan tiquismiquis todos los años, tampoco han sacado nada de semejante irregularidad, ni siquiera alguna carta de las que se les ha enviado. Se explica, quizás, porque eran otros asuntos los que ocupaban la totalidad de sus energías.
Una vez más, no se puede callar ante tal atropello, aunque algunos se molesten con las denuncias por las injusticias contraídas. Hace unos años, hablando en confianza y particularmente con un Coordinador de la Universidad Autónoma, se sinceraba de este modo: "es que es un coñazo reunirse con los profesores de Instituto". Pues déjelo usted, buen hombre, si no le interesa el cargo. Seguro que otros podrían hacerlo mejor. Cualquier cosa antes que vapulear así a estudiantes y profesores de Secundaria. No vendría mal un poco de vergüenza por la honorabilidad de las instituciones educativas.

¿Nadie va a exigir la dimisión de los responsables, primero, y subsanar la irregularidad, después? Esperemos que los nuevos aires frescos introducidos en la política produzcan mayor sensatez en todos los niveles.

Julián Arroyo Pomeda


lunes, 18 de mayo de 2015

Qué política


Se hacen actualmente tantas críticas a la política y a sus representantes, los políticos, que uno estaría tentado a reivindicar una dedicación tan noble y digna, como han enseñado siempre los filósofos de todas las épocas sin excepción.

Ahora nos encontramos en el apogeo de las elecciones autonómicas y municipales, en las que vemos enfervorizados a todos los candidatos, junto con la histeria de las encuestas que van apareciendo cada día. En las tertulias de radio y televisión las peleas se suceden in crescendo y los titulares periodísticos no dejan de llamar nuestra atención. Desgraciadamente, lo que nunca se hace es prestigiar la política, sino enfangarla cada día más.

En este sentido no es de extrañar que a muchos ciudadanos les parezca nauseabunda semejante situación y estén deseando que acabe todo esto: total, todo va a continuar igual que antes, porque las promesas se hacen para conseguir el voto, después se justifican alegando que la herencia que ha quedado no les permite avanzar. Y así hasta las próximas elecciones.

No se siente ya aquella emoción de hace no muchos años, cuando pudimos votar, después de estar prohibido durante demasiado tiempo. Entonces se notaba entre los ciudadanos, que se encontraban de camino a los colegios electorales de los barrios, el sentimiento de la fiesta de la democracia. Sí, se vuelve a ir a votar, aunque con muy poca convicción, en general. Pero todavía se va, que no es poco y nunca se sabe.


Sin embargo, no es que las cosas sean tan complicadas. Por ejemplo, es digno de celebrar que ahora no se presenten ciudadanos absolutamente profesionales de la política. Tenemos en Madrid un trío inigualable, con independencia de los partidos que representen. En efecto, hay una juez, un poeta y un metafísico. ¿Por qué no? Como dicho alguno, vista la extrañeza que se produce, ¿qué profesión hay que tener para trabajar en política? Ni tan siquiera hay que ser militante de un partido determinado, ya que independencia no significa diferencia. Quizás muchos se encuentren reflejados en el contenido de esta frase. Ojalá que los ciudadanos participen en la votación, aunque no sean militantes, porque no intervenir en los asuntos de la ciudad no es nada inteligente, es nuestra responsabilidad enteramente.

¿Por qué política hay que optar? El profesor de metafísica Ángel Gabilondo recordaba a Kant ("cosas de Kant", decía) para afirmar que "la honradez es la mejor política"; La paz perpetua. Apéndice I). Y continúa: "Decimos sí a las políticas públicas, si a las instituciones justas, si al compromiso con los deberes cívicos". Todo un programa, ¿para qué más?

En cambio, hoy se llevan las cuchilladas y las puñaladas, las mentiras contra los adversarios que defienden programas distintos, no se soporta la pluralidad de voces con otros intereses y objetivos, se hacen ataques permanentes con tal de ocupar portadas en los medios, se tiende todo tipo de trapos sucios, sin aceptar ninguna responsabilidad por lo que ha sucedido durante el mandato, la amnesia es total ante preguntas comprometedoras sobre corrupción, y se echa la culpa a los demás cuando algo no ha ido bien, aunque sean del mismo partido. Desparpajos soberbios y respuestas contundentes, por más que quien las formula quede inmediatamente en evidencia, al sonar la voz del interesado en otros momentos, pero que éste se apresura a negar que sea suya. Las declaraciones se han manipulado, o se han sacado de contexto, mintiendo por ello. "Me he equivocado y no volverá a ocurrir más", parece que resulta una ignominia, si alguien se atreve a reconocer su error, en lugar de montar la bronca correspondiente. Estamos ante gentuza, que no ante gentes y seres humanos.

Cuando el partido gobernante pierde unas elecciones, parece que tendrá que acostumbrarse a ser pagado con la misma moneda que él mismo acuñó y ha utilizado con profusión. "Conocéis el escenario que nos dejan: paro, precariedad, pérdida de derechos, exilio económico, autoritarismo, integrismo contra las mujeres, entrega de nuestro país a potencias extranjeras, vuelta al privilegio educativo, corrupción, impunidad...". Así acaba de escribir J. C. Monedero en un periódico, refiriéndose al partido que gobierna en la actualidad en nuestro país, ante lo que algunos sacan el fantasma del miedo: que viene el lobo anuncian a las ovejas y a los corderos que están dispuestos a depositar su voto para confirmar algunas cosas. ¿Qué lobo? Habría que recordar con Hobbes que sólo hay uno: homo homini lupus.

Muchos son los que llevan años comportándose como lobos con los demás ciudadanos, siendo capaces de arrancarles hasta la piel para sacar mayores beneficios todavía. Con la dichosa gestión política de la austeridad, si no lo han esquilmado todo ya, desde luego queda poco por tocar tan suciamente. Y, además, hasta se atreven a presumir de ello. ¡Qué desfachatez! Indignaos ciudadanos, haced uso de la hybris griega. No es para menos.


El ritmo es frenético esta última semana con el fin de arrancar algún voto más, no para insistir una vez más en que cumplirán su programa, que tienen escrito y que, incluso, alguno no parece ni siquiera conocer, o se le ha olvidado y tiene que preguntar a compañero cómo se llama la propuesta que está tratando ante las cámaras. Una vergüenza por la que no tendrían que pasar, si tuvieran por costumbre comentar en cada intervención uno de los puntos que llevan en el programa escrito. De este modo sería fácil desgranar casi la totalidad del contenido en el tiempo dedicado a la campaña.

Así lo reactualizarían, aclarando aspectos, o matices y estando disponibles algunos minutos a cuantas preguntas quisieran hacer los posibles votantes. Pero no se puede perder un minuto, dado que por la mañana se requiere su presencia en Madrid y Barcelona, y por la tarde en Cáceres y Burgos, por ejemplo. No les queda tiempo para saludar a sus votantes, ni mucho menos para descansar un rato.
Las gargantas pueden quedarse afónicas de gritar, exponiendo a marchas forzadas lo que van a hacer, si logran alcanzar la mayoría. A marchas forzadas siempre hasta quebrarse las cuerdas bucales, si fuera necesario. Tiempo tendrán de descansar durante los próximos cuatro años, porque la herencia adquirida sólo les permite hacer algunos apaños. Los ciudadanos tendrán que conformarse, ¿qué otra cosa podrían hacer?

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: izquierda21.blogspot.com; zoomnews.es; elpaís.com; congestiondepersonas.com; elexitoenvida.com

lunes, 20 de abril de 2015

Nos han robado todo


He vuelto a ver la película Asignatura pendiente, que Garci estrenó en el cine Carlos III de Madrid en 1977, siendo su primer largo metraje. Es una obra generacional, que presenta de un modo muy personal y con una extraordinaria sensibilidad la España de la época, la de los últimos años del régimen franquista y los comienzos de la Transición. Aquí aparece la historia de un período histórico preciso.

                                    Sacristán y Falcoyano en una escena de la película

Hacia la mitad del metraje, Pepe Sacristán (Jose) le dice a Fiorela Faltroyano (Helena) una frase que sintetiza magistralmente el contenido: "Nos han robado tantas cosas, las veces que tú y yo debimos hacer el amor y no lo hicimos, los libros que debimos leer, las cosas que debimos pensar, qué se yo, pues eso, todo eso es lo que no les puedo perdonar...". Y el Epílogo remacha: "A nosotros que nos han robado la inocencia...".

Mas no se queda en esta decepción ya irremediable, sino que, al final, cuando los amantes deciden romper, Sacristán propone a Helena lo que todavía queda, que es "mirar hacia adelante". Y ante la incredulidad y resignada mirada de ésta le aclara que eso vale para él, para ella y para todos. Sólo queda eso, porque aquella herencia moral de los años 50 es el vacío más absoluto. No queda ninguna base, porque nos lo han quitado todo.

No puedo menos que situarme ante otra imagen de época, la de hoy mismo, en los años 15 del siglo XXI. Acaso necesitemos otro Garci que nos vuelva a contar esta historia actual. También ahora nos están robando todo y esta cultura del aprovechamiento de todo y de todos no es nada fácil de superar: están quedando demasiados cadáveres en el camino. La descomposición completa empieza a llamar a las puertas.


En los tres últimos años que llevamos con la austeridad y los recortes, como estrella para salir de la crisis económica, la gestión política del Gobierno se va traduciendo ante los ojos de los ciudadanos en las reformas denominadas estructurales que hacen pagar el máximo de impuestos a las clases medias y bajas, mientras se favorece, sin ningún pudor, a los niveles altos de riqueza. Se están resistiendo -y mucho ya- los servicios básicos en Sanidad y Educación, mientras que el paro sigue en cotas todavía muy altas.

Todo esto repercute en las Comunidades Autónomas de forma incontenida, limitándose la mayoría a echar las culpas al Gobierno Central, como ocurre, incluso, en Madrid, que en unos años ha perdido unos 10.000 empleos en Sanidad y 7.500 en Educación. La nueva ley de educación (LOMCE) ha sido una imposición vergonzante de la mayoría absoluta. Las tarifas universitarias han subido aquí en torno al 65% en dos años y, al parecer, subirán otro 20% en el próximo curso. ¿Qué se pretende, sino echar de las aulas universitarias a la gente que menos poder económico tiene? Como se recortan los presupuestos, suben las tasas y, a su vez, baja la cuantía de las becas. Así la desigualdad crece a marchas forzadas y los servicios públicos tienen que atender a un mayor número de pacientes y a más alumnos con una considerable disminución de sus profesionales.

Mientras transcurre todo esto, acaba de aflorar la escandalera estrepitosa, con espectáculo incluido, del emblema por antonomasia del éxito del milagro económico español, representado por Rodrigo Rato, ex ministro de economía -"el mejor que hemos tenido"- del Gobierno Aznar y es director del FMI. Finis coronat opus, decían los latinos, sólo que aquí el fin es con exclusividad el incremento salvaje del dinero a toda costa. Este gran hombre ha decidido el camino para hacer de su vida algo valioso y proponerlo así a la ciudadanía.

Algunos datos nos ponen los pelos como escarpias: la atribución de Hacienda de un patrimonio de 27 millones a Rato (procedente del fraude fiscal y blanqueo de dinero), la detección por la Fiscalía de 78 cuentas a su nombre en 13 bancos, ocho sociedades en el extranjero para transferir dinero y eludir el embargo, más de 100 millones de fianza por el caso Bankia, un entramado familiar complejo para protegerse, etc. Estamos al borde del precipicio de quien sólo se ha favorecido a sí mismo. Dice R. M. Dworkin en Justicia para erizos (página 31) que "no podemos respetar adecuadamente nuestra humanidad a menos que respetemos la humanidad en otro". Todos deberíamos aprender de esto.
Mientras tanto, el Estado sigue recaudando sin parar para disponer de recursos que hagan posibles nuevos latrocinios. Recordemos a San Agustín en La ciudad de Dios (II, 2.2): "Si en los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de ladrones a gran escala?". Acertó, ahora lo estamos confirmando en todos los bandos.

Igualdad de recursos, según Dworkin, es tratar "a la gente con igual consideración cuando permitimos a cada quien proyectar su propia vida". Así escribe un jurista norteamericano del siglo XXI. Entre nosotros está desapareciendo la equidad y con ello impedimos que cada uno proyecte su vida, que es el mayor valor del que disponemos. Unos pocos nos están robando todo, incluso la propia vida, no digamos nada de nuestra dignidad. Así no podemos seguir. Menuda época nos ha tocado. Produce escalofríos pensar que estamos dedicando prácticamente la totalidad de nuestro PIB para pagar los préstamos que nos han prestado las instituciones extranjeras. Somos esclavos de una globalización rampante, que, además y con el mayor cinismo, aplaude nuestro proceder. Que sigan este camino glorioso muchos países, parecen decir, y nosotros seguiremos lucrándonos. Hemos perdido completamente nuestra dignidad y no existe ya ni la más simple vergüenza.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones
www.elpaís. com; www.elpaís.com; www.elpaís.es; www.aquifrases.com



miércoles, 15 de abril de 2015

La comunicación y su importancia


Comunicar implica todo un proceso para la relación de unos seres humanos con otros, mediante la transmisión de información. Todo el mundo informa, esperando que el contenido del mensaje tenga consecuencias. Para ello el emisor conversa con el receptor. Entre los seres humanos esto se desarrolla a través del medio privilegiado que es el lenguaje, que, además, puede producir errores.
Se puede comunicar en tiempos felices y tranquilos e igualmente cuando todo está revuelto. En este último caso, decía Tácito, que "tanto sabía cada orador cuánto podía persuadir al pueblo errante" y de este modo se estimulaba la elocuencia.

                      Floriano: "¿No crees, María Dolores, que nos ha faltado un poco de piel, un poco de sensibilidad?"

En los tiempos actuales estamos acostumbrados a oír a muchos políticos, cuando las cosas logradas no son percibidas como tales por los ciudadanos, que no han sabido comunicar lo que se ha conseguido y, por eso, los electores permanecen impasibles. Fue muy comentado recientemente lo dicho por Carlos Floriano ante las mejoras económicas de las que informaba el presidente Rajoy: "A lo mejor nos ha faltado darle piel a cada cifra positiva que estamos obteniendo". Hay que ofrecer sensibilidad a las estadísticas. Magnífica excusa para justificar lo injustificable en una conclusión que no se sostiene.

Los logros económicos del Gobierno español son un modelo para Europa, y los ciudadanos no los perciben, luego los hemos comunicado mal. Pues no, porque puede haber otras razones de peso para que los ciudadanos de a pie no se los crean. La más evidente es que tales éxitos no sean coincidentes con la realidad.

Aceptando, en general, que todos los seres humanos son filósofos, cualquiera puede elaborar un pensamiento de una forma parecida a lo que sigue. Si tan bien va la economía, yo tendría que notarlo. Pero sucede lo contrario, que mi economía familiar no aumenta, sino que, por el contrario, o se mantiene igual de mal -en el mejor de los casos- o disminuye. Así pues, mi realidad no confirma lo que me anuncian. Luego no me lo creo.

La no coincidencia entre lo que oficialmente me dicen y la realidad del día a día es un dato digno de comprobación. Lo que falta, pues, es el acuerdo entre lo que me comunican y lo que me muestra la realidad. Y el más avispado puede seguir pensando que le quieren engañar -una vez más- y los porcentajes bajan en las encuestas. ¿Cómo no darse cuenta de esto y más cuando llueve sobre mojado?

En otros ámbitos ocurre algo similar. Por ejemplo, repunta el empleo -según las informaciones oficiales del actual mes de abril- y se afilian a la Seguridad Social 400.000 trabajadores más, pero sólo se recauda el 1% más. ¿Qué ocurre para que se dé esta baja cotización? Eso ya no se dice, ocultando una parte de la realidad tozuda. Lo que se calla es que se han devaluado los salarios y que la situación laboral es precaria, entre otras cosas. Ya, pero es que se trata de cuadros macroeconómicos. Ah, bueno.

Se trata de pensar continuamente, porque si dejamos de hacerlo nos pueden timar, mediante informaciones demasiado parciales, que pueden acabar suplantando la realidad desde la comunicación. La filosofía es pertinente para hacer frente a los retos de nuestro tiempo. Lo importante es estar muy de acuerdo consigo mismo, como dice Sócrates en Gorgias (482, c): "es preferible que mi lira desafine y no suene acorde con mi voz, y que me ocurra igual con el coro que yo dirija, y que un sinnúmero de hombres disienta de mí, a que yo -un hombre solo- discrepe de mí mismo y me contradiga".

Algunas veces se confunden los deseos con la realidad, impulsando así falsamente su transformación y cambio. Puede tener esto algún éxito inmediato y a corto plazo, pero, finalmente, la realidad acabará imponiéndose por más empeños e intentos de comunicar lo que se intenta que quede entendido y explicado. Es que no me entienden, se apresura a manifestar la excusa, pero no cuela, porque hay que dar cuenta de las propias comunicaciones que formulamos.
Comunicar implica también, paralelamente, capacidad de escuchar. Saber escuchar no resulta nada fácil para quien está convencido de tener la verdad. Ahora bien, la escucha es no sólo necesaria, sino hasta imprescindible. Cuando se escucha, sabemos lo que quieren los demás. Y esto ha de ser tenido en cuenta por nuestras comunicaciones. Así disminuye la prepotencia para situarnos en el ámbito de la humildad. El otro es también un yo y, como ya sabemos, yo no puedo discrepar de mí mismo.

Escuchar es prestar atención a lo que oímos. Si no se oye, o no se quiere oír, o no interesa hacerlo, entonces se lanzan soflamas o brillantes titulares para que se graben en el cerebro. De esta manera tratamos de timar a los demás. Pero esto, aunque de momento no se descubra, no es decente, es, más bien, inhumano, porque en la escucha se manifiesta la humanidad, se produce la paz y huyen los temores.

Nunca se enfatizará demasiado la importancia de las comunicaciones. El ser humano es el único animal que tiene logos, palabra, enseñó Aristóteles (Política, 1253 a), y con ella manifiesta lo conveniente lo perjudicial, lo justo y lo injusto. Por eso tiene "el sentido del bien y del mal". Desgraciadamente, cada vez nos olvidamos más de los valores y, entre ellos, de lo que es la justicia y la injusticia y con ello cada vez nos resulta más difícil vivir en polis y participar en ella, lo que es nuestro reto inevitable.

Es absolutamente injusto que avancen las desigualdades sociales, mientras lo que se nos vende es 
que van a bajar los impuestos para que la clase media pague menos y así se vayan ajustando las distancias con la clase superior. Pero si al mismo tiempo me suben los estudios universitarios, por ejemplo, o me hacen esperar más para una intervención en la Sanidad pública, o me ponen obstáculos para que mis hijos puedan estudiar en el centro de su barrio y me obligan a pagar autobús o comedor en otro centro escolar, por haber establecido el distrito único, todo lo que me han vendido es mentira, me están timando otra vez. Pensemos, pues, en lo que nos pasa.

Julián Arroyo Pomeda





sábado, 28 de marzo de 2015

El poder y la corrupción en paralelo

                                          Portada original del libro de Hobbes

"Esta es la generación de aquel gran LEVIATÁN, o más bien, de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa" (Hobbes, Leviatán, segunda parte, capítulo XVII).

¿Quién iba a decirle a Hobbes que una de sus obras más conocidas serviría de título a una película en el siglo XXI, más de 350 años después de su publicación? Así son las cosas.

El director de cine, Andrei Zvyagintsev, ha conseguido hacer un filme de indudable calidad, situado en Rusia, la tierra que le vio nacer, hace ya 51 años. Con él alcanzó el premio al mejor guión (Oleg Negin, Andrei Zvyagintsev) en el festival de Cannes, en 2014, con su sexta película. Unas bellas imágenes, una cuidada fotografía y un ritmo adecuado contribuyen a presentarnos la degradación moral de los habitantes de un pueblo, a orillas del mar de Barents (norte de Rusia) que soportan sus grandes sufrimientos con botellas de vodka sin interrupción.

De nuevo aparece la dureza y desesperación de la condición humana y su absoluta soledad frente a cualquier institución, incluso ante Dios ("¿Por qué, Señor?"), que tampoco responde. Ni la política, ni la religión ofrecen una salida a la desesperación del ser humano por causa de la injusticia que ha producido la corrupción, que todo lo invade ("Nada en este mundo es justo", dice el sacerdote a Kolya (Aleksei Serebriakov), quien se encuentra en la más profunda desesperación).

El caso es que la noticia de la historia la leyó Andrei Zvyagintsev de un hombre de Colorado (Estados Unidos), Marvin Heemeyer, que se vio envuelto en la expropiación de una de sus tierras en la que tenía un taller. Una cementera quería comprarle la parcela que no quiso vender. Entonces pusieron una cerca alrededor para dificultarle el acceso y presionarle. Cuando comprendió que no podía vencer en la defensa de su propiedad tomo un bulldozer y derribó el Ayuntamiento, la casa del alcalde y otros edificios hasta que se suicido, ganándose el apodo de Killdozer. Murió enfrentándose sólo a la injusticia. ¿Cómo puede pasar esto en un país de leyes y libertades?, pensó Zvyagintsev. El suceso le sirvió de inspiración y acabo situando su historia en Rusia, lugar que él conocía, aunque esto podía pasar en cualquier parte del mundo. Es, pues, una historia universal.

Aquí lo que ocurre es que un alcalde corrupto y déspota, Vadin (Roman Madyanov) expropia las tierras del mecánico Kolya, sin que su abogado influyente de Moscú, Dmitri (Vladimir Vdovichenkov), consiga parar la sentencia del poder municipal. El alcalde acaba construyendo en esos terrenos, levantando, además, una nueva iglesia en el lugar de la casa.

¿Acaso se trata de ofrecer un espejo en el que ver la Rusia actual? "Rusia es una simulación democrática", ha declarado el director de la película. Sin embargo, el Estado, a través de sus instituciones culturales, ha financiado casi una tercera parte del film, que no ha gustado al Ministro de Cultura, W. Medinski, aunque entienda que Zvyagintsev tiene talento. Es que la película es una durísima crítica de la realidad rusa en la actualidad y esto nunca gusta las autoridades, que no pueden ocultar las actuaciones políticas, las de la religión y la corrupción, junto con el incremento armamentístico y el alcohol, ejemplarizados en la bebida nacional del vodka.
¿Merece la pena resistirse a la injusticia? En el caso de la narración de la película, no. Sin embargo, hay que hacerlo para no permitir que avance la opresión y acabe con la libertad, que mata la dignidad de los seres humanos. Éste es nuestro deber eternamente.

La tragedia de Kolya es espeluznante. Nada le responde: ni la familia y los amigos, ni los jueces en el tribunal de justicia, ni la entrega a su duro trabajo, ni el abogado, ni la Iglesia Ortodoxa, ni la Comunidad, ni los poderes intermedios. ¿Es posible vivir así? "Vivimos en un sistema feudal donde todo está en manos de una persona y todos los demás se sitúan en un modelo vertical de subordinación", declara el director sobre la Rusia actual. Esto hace imposible vivir con seguridad. "Resígnate a la suerte", como Job, le aconseja el sacerdote.

Los poderes son lobos para los hombres

La subordinación hace que los poderes tengan que enfrentarse entre sí, cubriendo siempre dos funciones complementarias. Por una parte, subordinarse al Poder legitima la fuerza de las administraciones menores. Por otra, tener a raya los ciudadanos que dependen de ellos les hace ser temidos y respetados por estos. Así, el alcalde lucha contra el dueño de una tierra para expropiársela. El abogado lucha contra el alcalde, que tiene asuntos turbios en su pasado. El tribunal se corrompe con sentencias injustas que favorecen al alcalde y doblegan al insumiso. Los policías y demás empleados del alcalde acaban la faena por la violencia física. Todo conforma una cascada que tapona cualquier salida posible. "En Rusia todo pequeño oligarca es una copia de los grandes poderes", en opinión del director.

Hobbes mantuvo que la Iglesia tenía que estar sometida al Estado, dado que la lucha entre las confesiones de su tiempo podía provocar una guerra civil. En la película Estado y Religión se entienden perfectamente con la potente arma de la corrupción de uno, que la otra consiente, y con el poder que da a la Religión estar en la Verdad. Mar y tierra son antitéticas entre sí. El mar representa el origen de la libertad que Lilya Elena Lyadova) busca para huir de la tierra corrompida. Y la brutalidad del relato y lo que en él sucede, ¿qué finalidad tiene? Sólo una: consolidarse los humanos en el poder para conseguir, mediante él, beneficios económicos. El tono, las pausas, los silencios y los sonidos de las aguas, el viento y la naturaleza estimulan la reflexión del espectador y le centran en la horrible y aplastante inhumanidad que se describe.

La vorágine de la mafia que desnuda la película consigue que se pudra en la cárcel un gran hombre, orgulloso de sus antepasados, enraizado en su tierra, honrado trabajador que construye su casa, su hogar y toda su vida.

La verdad

Es la piedra angular de la Iglesia Ortodoxa, a la que el pope sabe sacar buen partido. Con palabras seductoras manifiesta su gran convicción: "Dios no mora en fuerza, sino en verdad..., la verdad es el legado de Dios". Sólo la verdad libera, es la respuesta del sacerdote al problema que se ha planteado.


Cuando el alcalde Vadin acude angustiado al sacerdote, a éste le falta tiempo para tranquilizar a la autoridad: "donde hay poder hay fuerza y la fuerza es Dios" y "Dios está satisfecho" ¿Por qué esto? Sólo hay una única razón: el sacerdote tiene la Verdad y ella justifica dogmáticamente cualquier acción. Al fin y al cabo, todo pasará. La prueba son los esqueletos de las ballenas de la película y los barcos varados.

El humor

En medio de la atmósfera atosigante y de gran crudeza que se respira nos envuelven continuamente los paisajes naturales y los simbolismos visuales permanentes. Hay lugar, incluso, para el humor. Algunos momentos son geniales. Por ejemplo, cuando a los amigos se les acaban los blancos para disparar, en forma de botellas vacías, el policía de tráfico saca fotografías de presidentes rusos, desde Lenin a Gorbachov. Otro ejemplo se da en la lectura de la sentencia por la jueza. Lo hace a la velocidad de un robot, reflejando la burocracia rusa. Este humor, además de la crítica, nos hace sentir la brutalidad de la realidad: un entorno desolado y ruinoso del pueblo de pescadores, con todos los restos de barcos y esqueletos de ballenas, que representan un páramo muerto y desolado, paralelismo claro con la vida de Kolya y su familia.

El poder de la corrupción lo ha desmoronado todo.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones:

sábado, 28 de febrero de 2015

El nacionalcatolicismo español va a la escuela



Para poder conocer por qué se produce algo, por ejemplo, una situación determinada, como la publicación del currículo de la enseñanza de la religión católica (BOE, 47, de 24 febrero 2015), hay que remontarse a sus causas. En la mejor tradición aristotélica, conocemos científicamente una cosa sólo cuando conocemos su causa.

La Constitución española del 78 establece en el artículo 16,3 que "ninguna confesión tendrá carácter estatal", de lo que se deduce que el Estado español es aconfesional. Pero seguidamente pide que se mantengan relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. No se especifica cuáles son las demás confesiones, lo que sí se explicita nombrando a la confesión católica. Esto produce cierta perplejidad, aunque se apoye en que se trata de creencias de la sociedad española. Si nunca en la historia se ha aceptado ninguna otra confesión, es evidente que oficialmente no existen otras creencias. 

Ya se ve la debilidad de esta base argumentativa.
Sobre este apoyo se firmó el Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales, el 3 enero de 1979. Si la Constitución se aprobó el 31 de octubre de 1978, aquí la tradicional lentitud de la diplomacia no se hizo esperar. Se fijaron entonces "las enseñanzas de la religión en todos los Centros de educación en condiciones imparables a las demás disciplinas fundamentales". Se añade que es a la jerarquía eclesiástica a quien corresponde establecer los contenidos de esta enseñanza. Éstas son las verdaderas raíces de la cuestión discutida.


De acuerdo con lo dicho, para resolver este contencioso sólo hay un camino, denunciar el Acuerdo y derogarlo. Otra alternativa no existe. Además, y ya de paso, habría que tocar igualmente el artículo 16 de la Constitución. Si lo primero son palabras mayores, ¿qué decir de lo segundo? No acabará la transición, mientras no se solucionen asuntos como éstos. Y aquí los partidos políticos son los que tienen la palabra. Desde siempre se han producido ruidos en este sentido y en la actualidad todavía más, pero nadie da un paso adelante definitivo.

Ahora bien, casos como los contenidos curriculares de la enseñanza de la religión en la escuela son una ocasión de oro para impulsar algún avance, especialmente cuando el gobierno aprueba el currículo presentado por la Comisión episcopal de enseñanza. Por mucho que se esfuerce el Secretario de la Conferencia, Gil Tamayo, en aclarar que la asignatura no es catequesis, ni tampoco adoctrinamiento, eso parece sugerir la excusatio non petita... del secretario. Efectivamente, se trata de puro adoctrinamiento fundamentalista, aunque enmascarado con ilustrar "a los estudiantes sobre la identidad del cristianismo y la vida cristiana". Parece que no era posible hacerlo de otra manera que ésta: suaviter in forma, fortiter in re. Pero iniciar en una doctrina debe hacerse en otros lugares y no en la escuela, como la parroquia, la sinagoga, la pagoda o la mezquita.

Formas delicadas y sutiles, casi imperceptibles, que podrían pasar desapercibidas, pero que a nadie se le escaparán: "la creación, regalo de Dios", "memoriza y reproduce fórmulas sencillas de petición o agradecimiento" (Primaria, Curso primero, Bloque 1); "expresa, oral y gesticularmente, la gratitud a Dios" (Primaria, Curso segundo, Bloque 1); "recopilar y poner en común con sus compañeros oraciones que la comunidad cristiana utiliza cotidianamente" (Primaria, Curso tercero, Bloque 4); "reconocer y aceptar la necesidad de un Salvador para ser feliz" (Primaria, Curso sexto, Bloque 1); "argumenta el origen del mundo y la realidad como fruto del designio amoroso de Dios" (ESO primero, Bloque 1); "agradece los momentos de su historia en los que reconoce la fidelidad de Dios" (ESO cuarto, Bloque 2); "respeta el significado bíblico de la afirmación <<hombre y mujer los creo>>" (Bachillerato, segundo curso, Bloque 1); "la expresión de la fe genera belleza a través del arte" (Bachillerato, segundo curso, Bloque 4). Y así sucesivamente en otros muchos párrafos que quieran escogerse.

Contenidos contundentes, expuestos con tal claridad, brevedad y rotundidad, que no admite ningún género de duda o crítica posible. Véanse sólo dos ejemplos.

1. Dios existe. Es un dato evidente que las cosas, los animales y el hombre existen (resuena aquí Tomas de Aquino, incluso...: Videtur quod Deum sit per se notum, la existencia de Dios es cosa evidente). Ahora bien, "no se dan el ser a sí mismos. Luego Otro los hace ser, los llama a la vida y la mantiene. Por ello, “la realidad en cuanto tal es signo de Dios, habla de su existencia" (Primaria, Introducción. El mismo párrafo se repite también en Secundaria Obligatoria). Rechazar el regalo de la creación divina trae para el ser humano "la imposibilidad de ser feliz". Ahora se apela a la experiencia más sensible: la incapacidad para ser feliz por sí mismo, dada la naturaleza del hombre, y, por tanto, la imposición de Dios.

2. La realidad de la creación. La realidad es un don de Dios, mediante la creación, y sus efectos son señales del mismo Dios. Por eso, uno de los estándares de aprendizaje pide argumentar "el origen del mundo y la realidad como fruto del designo amoroso de Dios" (ESO, primer curso, Bloque 1). Entonces el hombre tiene "sentido religioso" y Dios interviene en la historia (ESO, primer curso, Bloque 2) y da sentido a la vida (ESO, cuarto curso, Bloque 1). Ante el caso Galileo pide rigor y respecto (Bachillerato, primer curso) y proclama a la Iglesia como "generadora de cultura a lo largo de la historia" (Bachillerato, primer curso, Bloque 4).
No debe olvidarse que la enseñanza de la religión católica se encuentra en todos los cursos y niveles: Primaria (en los seis cursos), ESO (en sus cuatro cursos) y Bachillerato (en sus dos cursos). Ninguna otra asignatura tiene un reconocimiento semejante. Además es evaluable y cuenta para la nota media y las becas. La Conferencia episcopal debería estar muy satisfecha, ¿no? Pues no lo está, porque la LOMCE no cumple ni con la Constitución ni con el Acuerdo, que goza de "rango de ley orgánica", según Gil Tamayo, al no tener carácter fundamental y haberse reducido drásticamente su horario. En Bachillerato no es de oferta obligatoria. Bueno, pues que lo denuncien, cosa que nunca han hecho ni tampoco harán. ¿Entonces? La manera de entender la fe en la actualidad me resulta poco presentable, porque parece que se vuelve al nacionalcatolicismo de otros tiempos.

Respecto a su carácter de evaluable, no lo voy a discutir, creo que no debería serlo, habría otras fórmulas, pero es cierto que lo que se enseña tiene que ser evaluado. Ya sé que no puede evaluarse la fe, y las creencias de cada uno, pero tal como se expresan los estándares, sí que cabe la evaluación. Memorizar y reproducir una fórmula, saber quién es Abraham o Moisés, nombrar lugares en la vida de Jesús, describir un templo, reconstruir un relato bíblico, etc., todo esto es susceptible de evaluación, desde luego.

Lo que no tiene sentido es la alternativa, que sólo sirve para mantener lo que se está tambaleando progresivamente. Además, es algo muy sorprendente: unos tendrán valores cívicos, cuando la LOMCE eliminó la Educación cívica, y otros valores religiosos. Mala solución es ésta, porque unos pueden hacerse fundamentalistas, ya que se les adoctrina, y otros abrirse a la ciudadanía. No vale apelar a los dos niveles, si sólo se estudia uno. Es una especie de contradicción peligrosa.

No se trata de que nos decepcionen también las personas que ahora dirigen la Conferencia episcopal, sino de estructuras que deben ser renovadas. En cuanto se entra en la estructura eclesiástica todo queda contaminado por virus religiosos de los que no se sale nunca ya. Unos y otros terminan haciendo lo mismo.


Mientras tanto, el alumnado de religión va disminuyendo año tras año sin que ninguno de los remiendos que se van pergeñando logre parar el desinterés de esta polémica materia. El remedio de tontos puede ser pensar que tampoco otras tienen mucha más suerte, qué le vamos a hacer. Los gráficos adjuntos de la Conferencia Episcopal, que recoge el diario El País lo confirman suficientemente.



Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www.protestantedigital.com; www.sindioses.org; www.teinteresa.es; revista ecclesia.com; www.es.sliderhare.net; www.publico.es; www.religionconfidencial.com; www.elpais 18.3.2015