martes, 9 de septiembre de 2014

Nuevo Curso, viejos problemas



Una vez más comienza un nuevo curso escolar con los problemas viejos aumentados, pero no corregidos. ¿Para qué sirve analizarlos, si estamos prácticamente seguros de que los grandes problemas van a seguir igual, ya que nadie los quiere remediar?

Lo que se necesita es un cambio de modelo y no una mayor inversión, responde el gobierno popular a la oposición. Contundencia demasiado interesada para evitar implicarse en correcciones necesarias, que llevarían consigo algunas mejoras. Las condiciones de trabajo de escolares y profesorado también cuentan, aunque no ciertamente para la administración educativa.
Respecto a la educación, las fanfarronadas están a la vuelta de la esquina. Quizás la mayor bufonada es la del presidente del gobierno, que se va desmintiendo tras año y mentira tras mentira. "Le voy a meter la tijera a todo salvo las pensiones, la Sanidad y la Educación", dijo Rajoy a bombo y platillo. Qué ocasión de haberse callado, porque es a lo que más está castigando.

Sin embargo, la última espantada ha sido la de la Consejera de Educación de la Comunidad de Valencia. Los periódicos informan de que allí la temperatura alcanza los 30° y que la legislación prohíbe trabajar a más de 27°. Algunos Centros han tenido que impartir clase en el patio, a la sombra de los árboles, o en pórticos con algo de aire. Los inspectores certifican el exceso de la temperatura y algún sindicato ha puesto una denuncia contra la citada Consejería. Ante todo esto, Català da la solución, echando balones fuera: "La consellería no es responsable de la climatología", ni puede prever el calor registrado. Naturalmente que no. Mientras tanto, algunos escolares se han presentado en clase en bañador, y una alumna de Alicante ha tenido que ser trasladada a un centro sanitario por mareo.

En lugar de la contestación tan desabrida de la señora Català, podría aprovechar para introducir mecanismos de refrigeración de los espacios, porque no puede ser tan ignorante como para desconocerlos, o tan radical como para ahogar a todos en sudor. Es que en estas condiciones no se puede trabajar, consejera, y usted lo sabe de sobra. Que no se trata solamente de cumplir el horario lectivo de 180 días, sino de aprender con enseñanza de calidad. No creo que le costara tanto dejar su cinismo y ponerse de inmediato a llevar algunos aparatos de refrigeración para mitigar el calor. En todo las tijeras, menos en educación, ya lo dijo su jefe de filas. Esperemos que en invierno no tengan que llevar mantas a clase por el frío.


La LOMCE -séptima ley de la democracia- se aplica este curso en primero, tercero y quinto de Primaria y en Formación Profesional Básica. Las Comunidades han introducido, dentro de su marco legal, materias como "Educación Emocional y Creatividad", "Cultura del pueblo valenciano", "Cultura asturiana", "Conocimiento aplicado y Lengua de signos" y "Cultura digital", entre otras. Habrá que ver lo que todo esto puede dar de sí. Las clases han comenzado el día 3 septiembre en la comunidad de Valencia y Catalunya será la última, el día 15, con lo que no se da la unificación de entrada, lo que, posiblemente, sería conveniente. Al menos habría que aproximar las fechas lo más posible. Es "una locura" dice Luis Carbonel, presidente de la CONCAPA.

Lo de los libros de texto parece que tendrá que esperar. De momento habrá que reutilizar los viejos materiales. Y con razón. ¿Cómo se puede pretender que la mayoría de las Administraciones hayan sacado los curricula de Primaria este verano y que las editoriales tengan a punto los nuevos en el mes de septiembre? No es posible, a no ser que quieran una pura chapuza.
Como poco, hay que decir que la planificación no ha sido la mejor y que se ha obligado a actuar con calzador, como si se tuviera pánico a la no aplicación de la ley. Las normativas han resultado precipitadas, ciertamente.

A ver si no caemos en el mismo defecto con el material para Secundaria y Bachillerato. En estas fechas, todavía no Ha ofrecido el Ministerio los currícula definitivos. ¿No será que lo que quieren es que todos apliquen miméticamente lo que establece la administración estatal? Hombre, aunque sólo sean las formas, habría que guardarlas.

Las tijeras en Educación

Rajoy exceptuaba de las tijeras a Educación. De momento, ya estamos en este asunto en el 4,4% del PIB, con la promesa a Bruselas de que se reduzca hasta el 4% en 2015, es decir, en unos meses. Claro que lo importante es el cambio de modelo, evidentemente. Lo que no se puede negar es que hemos reducido desde el 5,07% en 2009 al 4% en el 2015 con las consecuencias que esta reducción de gasto puede implicar.

¿Qué pasa con el profesorado? Que en los dos últimos cursos hay 23.000 profesores menos en las aulas de educación pública, según datos oficiales, que Comisiones Obreras eleva a 33.000. Quizás sea que el profesorado es cada vez más brillante y hace mucho más con bastante menos. Al aumento del número de alumnos cada año sigue la consiguiente reducción de profesorado. Lo que tienen que hacer es trabajar más, ya lo decía una presidenta innombrable de la Comunidad de Madrid, que ella trabajaba 12 horas diarias.

Claro que, como baja el gasto, las clases de refuerzo ya no están garantizadas. Puede que los chicos no lo necesiten, puesto que aprenden cada vez más y con mayor eficacia, lo que incrementará, sin duda, el cambio de modelo que ahora comienza.

¿Se reducen las becas de comedor? Bueno, eso significa que tenemos menos necesidades en alimentación y que ningún niño pasa hambre. Y si no que se lo digan a tantas organizaciones sin ánimo de lucro que colaboran en esto con sus voluntarios. Por ejemplo, que se lo pregunten a Educo, según la cual uno de cada tres niños en España vive en riesgo de pobreza, o a Mensajeros por la paz.

¿Qué pueden seguir produciéndose nuevas manifestaciones en la enseñanza? Los trabajadores nunca están conformes con sus condiciones de trabajo, ya se sabe, mientras la Administraciones se vuelcan y trabajan sin descanso por la mejora de la calidad de educación.
En fin, estamos en el mismo caos de siempre, con problemas que cada año aumentan más, sin que queden corregidas las numerosas anomalías denunciadas. Pero no hay por qué preocuparse, ya que maiora videbis, desgraciadamente.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: www. lavanguardia.com 8/09/2014; www. lasprovincias.es 8/09/2014; www. elmundo.es 8/09/2014; barómetro social de España, Educación


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Neofascismos y neocomunismos


La visión de la política, que ha demostrado tener, casi siempre, Alfonso Guerra es como para tomársela muy en serio, porque su virtud es sacar a la luz lo que otros muchos no se atreven a plantear, haciéndolo de una manera directa para que se le entienda. Su última entrega a la revista Tiempo lleva por título "La crisis y los viejos fantasmas totalitarios". Es del día 2 septiembre y Jesús Cintura -más rápido que el viento- lo ha leído antes que nadie y le ha llamado al programa Las mañanas de Cuatro para comentarlo.


Mientras el sonriente Cintora le presentaba el artículo, según su interpretación personal, con la que Guerra no estuvo de acuerdo por incompleta, entró como una exhalación Juan Carlos Monedero, de Podemos, acusando al PSOE de ser uno de los impulsores de la crisis, política y económicamente, por lo que puede concluirse que no es el único responsable de lo que nos viene el neoconservadurismo, sino también Guerra y su partido. Guerra le ha contestado con que no había leído el artículo o, si lo había hecho, lo ha interpretado de acuerdo con una de sus obsesiones contra el Partido Socialista, de forma interesada. Guerra no menciona a la formación Podemos, esto es una obsesión de Monedero.

Aquí se ha producido el momento de mayor tensión, que, finalmente, Cintora, con graciosa ironía ha sugerido que podrían ser los dos Felipe González y Alfonso Guerra de 1982 y dándole las gracias "por este momento televisivo". Ciertamente, ha sido un gran momento.

Analicemos ahora el contenido de la discusión de un modo algo más sosegado. ¿Qué dice Guerra en su artículo? Su planteamiento es que el neoconservadurismo, con la excusa de la crisis generada en Estados Unidos, no en Europa, ha cuestionado el sistema democrático europeo, que garantizaba los derechos de los ciudadanos, dejando las decisiones de política económica en manos de la Unión Europea, cuya única respuesta ha sido la de la austeridad, reduciendo el gasto y conteniendo el déficit. A quien no siga tales directrices el mercado le castigará. Falta por decir también que sus votantes dejarán de apoyarles por esta línea de acción, como ha ocurrido en las últimas elecciones europeas. Se ha puesto "el principio de rentabilidad económica por encima de los valores humanistas", es la crítica de Guerra.

Así ha sucedido una situación de malestar social que ha hecho renacer los fascismos y comunismos, abandonados hace algún tiempo por la mayoría de los ciudadanos europeos. Entre los neocomunistas hace referencia precisa a Grecia y España.

¿Qué molesta de este análisis a Monedero? Su interpretación de que con el neocomunismo español Guerra se está refiriendo a Podemos. Desde luego que con otro nombre, procede de la cultura comunista. Aunque Guerra no cite a Podemos -"¡Están ustedes locos!", le espeta a Monedero-, ¿a quién si no se puede referir? La provocación ha recogido su propio guante.

Además, Guerra da la voz de alerta: si no hay cambio de rumbo, ni una política diferente los totalitarismos del pasado volverán, sin duda. Los partidos conservadores tienen la máxima responsabilidad, pero los socialdemócratas también han de jugar su partida.

Mi opinión personal es que el análisis político de Guerra es correcto. Y también el renacimiento posible de los totalitarismos. Ahora bien, dar un paso más resulta muy peligroso. Hay que denunciar  lo que sea denunciable, pero igualmente se debe parar en la línea roja. Podemos equipara a populares y socialistas para pulverizar así a los segundos. Este es un gran error, porque no son lo mismo. Transmitir esta imagen tampoco será provechoso, ya que es falsa y acabará pasando factura, como empieza a ocurrir ya con Izquierda Unida. Recordemos el exabrupto de Felipe González contra Anguita, al que comparaba con Aznar, hablando de "la misma mierda". También ha pasado factura. Conservadores y socialdemócratas son totalmente opuestos, aunque estos últimos colaboren, a veces, con aquellos. Su electorado los juzgará. Podemos está que se sale, y con razón, pero debería contenerse, distinguiendo entre derecha e izquierda.

Por otra parte, los socialistas tienen que presentar con urgencia sus propias señas de identidad y especialmente la redistribución de la riqueza, mediante los impuestos, la representación política con igualdad de derechos, la organización laboral con peso y representatividad para los trabajadores, libertades públicas para todos los ciudadanos garantizadas por la soberanía del Estado, sanidad y educación públicas. La crisis económica está terminando con todos estos derechos conseguidos no sin esfuerzo.

Otra política diferente, venga de quien venga, me parece necesaria. Así no se puede seguir, sin garantizar el futuro, especialmente, a las personas jóvenes, ofreciendo únicamente como algo prioritario la desesperación. Estamos todos más hartos cada vez, la gente tiene que reaccionar. Hay modelos más dignos de seguir que otros, aunque la práctica nos irá señalando su forma de actuar. Sigo creyendo que "es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad" (tesis II). Y no quiero hacer lo que digan, pero no lo que hacen (Mt. 23,3). Ni siquiera esto, si no lo confirman en la realidad práctica. Por otra parte, el periodista y presentador del programa, Cintora, cumple con su papel. Es precisamente esto lo que tiene que hacer para que luego el público juzgue por sí mismo.

Julián Arroyo Pomeda


Ilustraciones: publico 2 sep 20014; heraldo.es; numerocero.es; mañanasdecuatro

miércoles, 20 de agosto de 2014

La nueva cruzada del obispo Munilla


Un hombre arrogante en su interior, pero revestido exteriormente de la humildad de un servidor para su grey, a quien dirige un discurso apasionado como si estuviera en la verdad absoluta. Bajo el rótulo de "enticonfio" y encomendándose a la Virgen con gran riqueza de simbología religiosa, no deja de hacer proclamas en su diócesis de San Sebastián con un argumentario variopinto y la audacia de un cruzado medieval, marcada en su pecho orgulloso. Pontifica desde su cátedra arzobispal, al tiempo que ofrece titulares a los periódicos.

Con motivo de la festividad de la Asunción, del pasado 15 de agosto, ha conseguido que chirriaran, otra vez, los oídos de la gente sencilla, proclamando que la interrupción del embarazo es equivalente al despido libre. La conmemoración de la fecundidad de la Virgen por el Espíritu y su ascenso al cielo debe ser, sin duda, el marco adecuado para sacar a la palestra el tema del aborto y el despido libre. No me sitúo, es algo desconcertante. Vamos, como para hacer creíble la causa cristiana.

Espíritu (ruah, en hebreo) es aliento, soplo, energía, fuerza y poder, Dios mismo, en una palabra. Lo que hace posible respirar al creyente cristiano. Por eso puede poner su fruto en un vientre y enaltecer a María en su asunción. Ahora este poder de Dios se ha hecho absoluto, de modo que cualquier enemigo de la Iglesia deberá ser igualmente enemigo del Estado. Se trata del constantinismo, que tanto debe añorar el obispo Munilla. No se trata de ideas mías, no. Al anteproyecto de reforma de la ley actual del ministro Gallardón le ha espetado que la Iglesia no bendecirá a quien siga justificando el aborto. Echa en cara a los actuales gobernantes sus "titubeos" acerca del tema.

Tres son los temas tratados en su última homilía: la asignatura de religión, el aborto y el paro. Recorramos con algún detalle el tema de la religión.

Reivindicación de la enseñanza religiosa

La regulación de la asignatura de religión con su alternativa (Educación en valores) de la LOMCE es una buena forma de "normalizar la educación". Algo simplista parece la tesis, aunque se pueda comprender que éste es su único interés educativo. Mantiene el obispo que la religión es "de oferta obligatoria por parte de los centros, y de libre elección para los padres". Nadie le niega esto y la ley lo recoge, así que estamos de acuerdo. Ahora bien, eso de que "parece obvio" que la alternativa tendrá que ser la ética es un asunto bien diferente. Lo que sí debería haber es una asignatura de Ética, como ocurría hasta ahora, sin ser una consecuencia de la religión, ni al servicio de la misma. Lo que ahora se pretende sí es una verdadera involución, porque esto no está en la Constitución, sino sólo en los Acuerdos, que, a todas luces, fueron elaborados previamente a la Constitución y son, por tanto, pre- constitucionales. Por eso, denunciarlos tiene sobradas razones.

En un escrito doctrinal anterior (¿Por qué la religión como asignatura?) reflexiona el obispo sobre las razones para defender la asignatura de religión. Aquí señala las siguientes: la política no puede decidirlo todo, la ética tiene un fundamento religioso, sin la religión no se puede entender nuestra cultura.

En otro escrito ("Asignatura de Religión en la escuela y otros "telares"...") vuelve al asunto de la asignatura de religión. Al parecer, los otros "telares" son la mentalidad laicista, que acosa a la religión. La cuestión es que se confunde laicidad y laicismo. Sólo la primera es sana y positiva, mientras que el segundo es astuto y excluyente, y acabará forzando la salida de la religión del currículo.

Hay razones pedagógicas que fundamentan la necesidad de la asignatura de religión en la escuela. Veámoslas.
a) Se trata de un derecho reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la Constitución española. Son los padres los que pagan impuestos al Estado para que garantice la formación religiosa y moral que les asiste.
b) La religión ayuda a entender la cultura heredada.
c) La religión ofrece una cosmovisión frente al saber fragmentado
d) La religión da sentido a la existencia ante la crisis de valores.
e) La religión tiene una dimensión moral.

La verdad es que toda esta serie de argumentaciones del obispo Munilla son de una pesadez tal que llevan ad nauseam, carecen de sustantividad, no tienen eficacia y no resuelven ni podrá resolver nunca el problema que los obispos se empeñan en hacer palpitante.
Lo que tiene la Ética es un fundamento racional con todas las secuelas religiosas y dimensiones morales que se quieran. Se queja el obispo de que Occidente parece un eclipse de la razón, si, pero es él mismo quien lo estimula permanentemente.

En cuanto a la confusión de laicidad/laicismo, Munilla es el que se empeña en semejante confusión. Construye un fantasma precisamente para darle palos. La escuela tiene que ser laica, respetando el hecho religioso, las tradiciones y la libertad de conciencia de los escolares. Esto implica que no cabe en la escuela la instrucción dogmática de ninguna confesión particular. Al contrario, se deben compartir valores de convivencia y actitudes cívicas de una comunidad, estableciendo prácticas educativas de tolerancia, descubrimiento del pluralismo y de las diferencias, y aceptación de convicciones y valoraciones de distintas fundamentaciones filosóficas. Pero esto no es nuevo, ya que lo practicó el laicista Francisco Giner de los Ríos en su escuela con resultados alabados por muchos.

Lo de los derechos y la judicialización de los mismos en los tribunales es un disparate, que sólo lleva a ver cómo conseguir un estatus escolar para la enseñanza de la religión, en lugar de estar pensando en la propia naturaleza de la misma. Esta es una gran pobreza, además del reconocimiento de un fracaso anunciado, al no ser capaces de resolver el problema como tal.

Que el conocimiento del universo religioso puede contribuir a entender mejor nuestra cultura no lo voy a discutir, es un lugar común pensar así. Pero los ejemplos que nos ofrece el obispo Munilla no significan nada. Léase el de la Magdalena, el del banquete de la Última Cena, o cualquier otro que se quiera poner. No significan nada, porque, aunque los alumnos asistan a clase de religión, tampoco se quedan con mucho. Yo mismo he podido comprobar, al explicar una situación determinada del mundo griego en clase de filosofía, transformada después en el cristianismo, que nunca habían oído hablar del acontecimiento. Como no lo creía, al salir de clase, busqué al profesor de religión, quien me dijo sonriendo que acababa de hablarles de ello hacía una semana. Todavía más. ¿Quién no se ha encontrado con que ante una pregunta de un ejercicio los alumnos le dicen muy serios que eso no se había explicado en clase, ni tampoco viene en el libro?
Lo de la cosmovisión y el sentido de la existencia lo pueden ofrecer perfectamente la filosofía y hasta la misma ciencia, como muestra la historia. Lo que se echa de menos aquí es la reivindicación de las Humanidades, ya que la formación humana se resiente cada vez más.

De nuevo la LOMCE vuelve a establecer la dualidad religión/alternativa. La pequeña historia educativa desde los años 80 confirma que esto no ha funcionado nunca y, además, es una solución discriminatoria e injusta. Calificaciones excelentes traerán más parroquianos en uno y otro caso. Muchos profesores se sentirán instrumentalizados, al tener que explicar Valores sólo para el mantenimiento de la enseñanza de la religión. La desmotivación es más que evidente.

Es, por último, un derroche de horario lectivo y de coste económico. Por pocas que sean las horas semanales que se ofrezcan, la enseñanza religiosa se imparte en cada uno de los cursos de Primaria, Secundaria y hasta de Bachillerato (parece que en este último nivel del Ministerio rectifica, aunque está por ver si no se recurre la decisión) y hay que pagar por ello al profesorado por parte del Estado, aunque los profesores de religión sean nombrados por él Ordinario correspondiente en base a su grado de idoneidad, lo que no tiene sentido en la escuela pública, al menos.
Recordemos también a Munilla que el Estado español no es laico, sino aconfesional, lo mismo que la Constitución. No es lo mismo una cosa que otra y él, que presume de ser tan preciso, debería saberlo.

De toda esta artillería dialéctica del obispo Munilla hay que hacerse una sola pregunta, si vale para solucionar el conflicto planteado. Si la respuesta es negativa, como creo, entonces estamos perdiendo el tiempo y, en todo caso, exacerbando los ánimos para nada. Sería mejor centrarse en el artículo 27,3 de la Constitución ("el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones"). Esta es la verdadera cuestión.

Lo que no se debería hacer

En la hoja de ruta hay que empezar por desbrozar los impedimentos para una solución correcta del asunto.
Judicializar el problema no es la solución. La reciente historia lo ha evidenciado suficientemente. El juez se limita a señalar si una norma es legal o no y conforme a derecho o no, pero no dice cómo enfocar el tema para darle una solución aceptable por parte de todos.

No se puede considerar un estatuto especial para la enseñanza de la religión de modo particular o aislado, sin integrarla en la formación humanística escolar. No hay que tener miedo a esto, que abriría nuevas perspectivas de tratamiento de manera conjunta y podría evitar muchos prejuicios.

La libertad de conciencia, que se trata de proteger, no puede ser excluyente para nadie, teniendo efectos no deseados y discriminatorios, diferenciando entre estudiantes católicos o de otras religiones con los no católicos. Estaríamos entonces utilizando un derecho para manifestar prepotencia y desprecio a otros.
Habría que replantearse la carga horaria y el profesorado que ha de atenderla, siendo prudentes para no caer en el exceso en ninguno de los dos casos. Igualmente habría que plantear unas pruebas estatales para quienes impartan la materia, con la renuncia de los obispos al privilegio de nombrar y cesar.

No se puede seguir proponiendo la alternativa a las enseñanzas religiosas. Esto no es serio, ni profesional, ni pedagógico, sino sencillamente lamentable e impositivo.

El planteamiento actual de la materia no es de recibo, pero, mientras se mantengan las normativas, habría que sentarse hasta alcanzar un acuerdo mínimo, sin exigir derechos ni imponer nada. Los obispos tendrían que dialogar en igualdad de condiciones con la participación activa de todos los interesados, sin hacerlo soterradamente con el Ministerio solamente. Esta situación no es trasparente, ni justa, además de que nunca les deja totalmente satisfechos, ya que la Administración no puede ceder en todo.
¿Qué se podría hacer entonces? Ante todo, abandonar el lenguaje belicoso que sólo habla de vulneración de derechos y ponerse a trabajar en un problema que continúa sin resolverse. La solución sólo puede venir del consenso entre todos los protagonistas para alcanzar un acuerdo social y político necesario.
Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: elmundo.es, fundación G. R., politiquiando.com 


jueves, 7 de agosto de 2014

Ocho apellidos vascos y otros tantos topicazos


Supongo que los lectores estarán al cabo de la calle en relación con esta película, estrenada recientemente, pero que ha tenido tan extraordinario éxito de público, reportando muy buenos beneficios en taquilla.

Todos los comentaristas han subrayado las carcajadas que se producen durante la proyección, señal inequívoca de que los espectadores lo pasan bien y se divierten mucho. A mí no me sorprende, dado que Emilio Martínez Lázaro, su director, ya dejó ver su patita en otras dos películas anteriores, que tenían todos los ingredientes para ser aceptadas por el público. Aquí Clara Lago, Daniel Rovira y Carmen Machi también contribuyen al éxito popular. Igualmente, los guionistas Borja Cobeaga y Diego San José han sido entrevistados y alabados en programas de radio, y parece que ya trabajan en otro guión, que les quitarán de las manos, a buen seguro.
Por los comentarios que oí y leí después del estreno, no me tentaba acudir a una sala de cine para ver la película. Me parecía bastante intrascendente. Ahora bien, como la gente de mi alrededor no dejaba de preguntarme si la había visto y de afirmar que me iba a gustar, por fin caí en la tentación y me la pasé en video. No me gustó nada, quiero decirlo de un tirón para no dar lugar a equívocos.

Por si todavía quedara alguien que no la hubiera visto, no estará de más una brevísima síntesis del contenido. Unas chicas vascas acuden a Sevilla para celebrar la clásica despedida de soltera. Visten de sevillanas, como es de rigor. En la sala se encuentran con unos chicos sevillanos, entre los que destaca Rafa (Dani Rovira), el señorito andaluz, acostumbrado a disfrutar de la diversión y los placeres. Este seductor será rechazado por Amaya (Clara Lago), un ejemplar de mujer vasca de armas tomar y mala leche, pero no se resigna y días después viaja a Argoitia (Leitza) para conquistarla. El truco empleado es hacerse pasar por vasco, con el nombre de Antxon, imitando el modo de hablar de los escaldunes y las expresiones más groseras y populacheras. La película desarrolla el encuentro y su desenlace, esperado y nada original. Así, el final hace válido el principio y no falta de nada, prácticamente, aunque su duración no sobrepase la hora y media, porque la cosa no da más de sí tampoco.

¿Qué han dicho los críticos? Jordi Costa opina que "la película va viniéndose abajo" y que "la catástrofe se impone en el tramo final". Federico Marín cree que "el público se mondará incluso a costa de sus ‘principios’". Fausto Fernández habla del "desarrollo plano" del film. Boyero la considera "visible y audible. Simplemente". Luis Martínez la percibe como "una comedia... mala". Y Jordi Batlle la ve con "rasgos convencionales". En fin, tópicos ramplones, prejuicios, subproducto, mediocre, despreciativa, predecible y cabreante, zafia, son otras tantas lindezas que se han dicho de ella. Es cierto que también hay comentarios favorables. A mí los sevillanos que salen me parecen unos zoquetes y los vascos unos paletos, ahí va la hostia.

El humorismo de los topicazos

Todo el guión está plagado de tópicos, que otros consideran frescura y sentido del humor. La apertura se hace con sevillanas y manzanilla, aunque Amaya, la vasca, amenaza a uno de los chicos con soltarle una hostia. Está contando chistes de vascos hasta que Amaya grita al público que se rían de su puta madre, esa panda de vagos españolazos. Rafa la echa, mientras en el forcejeo la besa y se la lleva borracha a su casa. Los amigos temen que sea un comando de ETA y que esté buscando un piso franco en Sevilla. Se olvida el bolso, en el que no tiene con qué maquillarse, porque "las vascas no se maquillan" y "no pueden ver a los andaluces ni en pintura". Los amigos de Rafa ven en el móvil ‘aita’, que debe ser algo, dicen, y marcan. Rafa, del barrio de la Cruz se va a las Vascongadas para entregar el bolso a su dueña.
Gracias a su encuentro con Mercedes (Carmen Machi), que es de Extremadura, Rafa puede localizar la casa de Amaya, pero ésta le echa, amenazándole con darle un "salpicadito de hostias", aunque él piensa que caerá pronto.

Por una casualidad, Rafa-Antxon se convierte en líder de la kale borroca andaluza. Le salvará de la cárcel Amaya, que le necesita para que su padre Koldo (Karra Elejalde)  no se entere de la ruptura con su novio. Le espeta cosas como "típico de los andaluces, mucho decir y luego..."; "no digas ‘mi arma’, di hostia". Rafa le contesta con "los radicales vascos" y con que "la virgen de la Macarena es lo más grande que hay". El padre le amenaza con ablandarle "a hostias". Se dicen karrikasko y ‘aupa’. "Hasta mañana, corazones", se despide Mercedes, a lo que Rafa contesta con "hasta mañana, mis cojones". Amaya considera una mariconada que las parejas vayan agarradas de la mano.

Sigue la idiosincrasia de su lenguaje. El bonito, pescado por el padre y cocinado, "estaba de la hostia", o "de la hostia está el vino este" (el Chacolí), o "estamos tontos o qué hostias estamos". Rafael y Amaya están a punto de casarse, aunque no sale bien la jugada. "Que se vaya al Rocío a tocar los huevos", se oye otra vez. Y también: "los vascos mucha independencia, pero, al final, España les encanta", dice Merche. "Los vascos ni puta gracia tienen", en expresión de Rafa, mientras que Sevilla "tiene un color especial". Y así sucesivamente, mientras las risas brotan a borbotones. La vasca se rinde al sevillano, por fin, faltaría más. De factoría Tele Cinco, evidentemente.
Por si fuera poco todo esto, resulta que la película no es ni siquiera completamente original. A buen seguro que los guionistas conocían la película francesa de 2008, dirigida por Dani Boon, "Bienvenidos al Norte", que fue de mucho éxito en taquilla, haciendo burla crítica y ácida, pero, eso sí, con una mirada profunda, entrañable y elogiosa del gañan del norte. Supo ser, al mismo tiempo, local y universal.
Poco después, en 2010, se rodó en Italia "Bienvenidos al sur", que fue simplemente un remake de la francesa y resultó desternillante y nostálgica.
Pues bien, aquí se ha aprovechado para tratar conjuntamente el norte y el sur y provocar, solamente, las carcajadas y un gran sentimiento de tristeza, porque el sur ni siquiera es el sur, sino, exclusivamente, Sevilla. El trianero Rafa se indigna, incluso, cuando Merche le pregunta que si es cordobés. A quién se le ocurre comparar a Córdoba con Sevilla. Que falta de profesionalidad, porque hay provincias andaluzas despreciadas por otras. Esto lo hacen incluso los propios andaluces. Hasta este punto somos capaces de llegar. Penoso.


Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: cartel de la película; Lainformación.com (6/08/14); Lainformación.com (5/08/14); Lainformación.com (6/08/14); Lainformación.com (14/08/14).

viernes, 1 de agosto de 2014

¿Es posible distribuir la riqueza justamente?


Del treinta de julio al tres de agosto se está celebrando en Mérida el 60 Festival del Teatro clásico. Este año ha correspondido representar la obra Pluto de Aristófanes, seleccionada muy probablemente por la actualidad del contenido, que conocemos bien en la España actual, además de por sus propios méritos.

Se trata de una comedia escrita por Aristófanes hacia el año 380 a. C., es decir, en el siglo cuarto. Pericles, tan querido y admirado por los atenienses, ha muerto ya y Atenas, cuyo "mito" es expresión de la democracia se encuentra ahora en decadencia. La situación política venía siendo muy turbia, incluso en el siglo quinto, como ha puesto de manifiesto Luciano Canfora en El mundo de Atenas, recientemente editada entre nosotros por Anagrama. Gobernaba una camarilla que se repartía el botín, como enseñó Max Weber. En la polis de Atenas había violencia, la asamblea se encontraba desierta y sus dirigentes eran oligarcas. Es el momento de preguntarse por la naturaleza del poder, que aspiraba a lucrarse profundamente y a mantener sus privilegios.

Pluto o la riqueza


En este contexto sitúa Aristófanes su sátira política para plantear una utopía: si es posible un reparto justo de la riqueza. Hay que saber que el nivel de pobreza era tan alto en Atenas que había ciudadanos que se convertían en esclavos para poder trabajar así y comer, aunque sólo fuera un plato de lentejas. ¿Y si fuera posible acabar con la pobreza y distribuir la riqueza sin abusos, corrupciones y trampas de aprovechados?

Enfrentamientos, injusticias y privilegios luchaban entre sí por medio de dos castas insuperables, los ricos y los pobres. Guerra de clases, democracia destrozada por una plutocracia en aumento. El argumento es simple y fácil de retener, ya que se basa en dos personajes protagonistas antagónicos: Pluto (la riqueza) y Penía (la pobreza).

La situación socio-económica de Atenas, que Aristófanes crítica, es contraria a la democracia. No puede haber democracia sin igualdad y en Atenas la desigualdad crecía cada vez más. Pero la desigualdad es consecuencia de la mala distribución de la riqueza, lo que es injusto. La pobreza es, sin duda, consecuencia de las guerras del Peloponeso y de la corrupción imperante.

Esto impulsó la actividad de los políticos, los sicofantes y los comerciantes. Refiriéndose a los políticos, Crémilo dice: "en cuanto se hacen ricos con los dineros públicos, se vuelven unos sinvergüenzas que conspiran contra el pueblo y luchan contra la democracia". Y Pluto contesta: “Cuando se han hecho ricos, desaparecen todos los límites a su maldad". Incluso se pagaba una remuneración a los que asistían a la Asamblea, porque, de lo contrario, no acudían.

Los sicofantes eran también unos personajes que sabían aprovecharse de la situación: "otros eran los ricos -dice Crémilo-: los robatemplos, los políticos, los relatores y los granujas". Los delatores de la traducción eran los sicofantes, o acusadores e informadores públicos, que con sus infundios y mentiras se atrevían a arruinar a los ciudadanos. Cualquiera podía ser denunciado ante los tribunales, pero necesitaba de algún intermediario que conociera los recursos técnicos a emplear. Éste era el sicofante, que, además, podía acusar directamente por venganza, o para hacer un chantaje, o una calumnia. El delator de Pluto se queja a Carión de que en lugar de hacerle rico el dios le ha empobrecido y éste se extraña: "¿Es que tú eras del grupo de los sinvergüenzas y desvalijadores de casas?". El delator protesta, pero le acorralan más, pidiéndole que diga cuál es el oficio del que vive. Muy irritado contesta: "Yo soy el vigilante de todos los asuntos públicos y privados". Así protege la ciudad, acusando para que se cumplan las leyes, y mantiene la democracia.

Los comerciantes son gente sin escrúpulos que se las apañan para aumentar sus riquezas en medio de la pobreza reinante.

Hasta los mismos dioses están atemorizados, porque, cuando se reparte bien la riqueza ya nadie quiere ofrecerle sacrificios: "ni incienso, ni milagros, ni tortas, ni víctimas, ni ninguna otra cosa". Hermes está hambriento, dado que ya no recibe bizcocho, ni miel, ni higos secos, ni pastel, ni pata de cerdo, ni tripas calientitas, ni un pan bien cocido. El desprecio del esclavo Carión no se hace esperar: "(Se tira un pedo). Chúpate éste y lárgate corriendo". Igualmente se quejan los sacerdotes de Zeus de que ya nadie les hace sacrificios.

El desastre es ilimitado y la corrupción es la única reina. Lo que ahora se impone es "volverse canalla, delincuente, un sinvergüenza total, porque para la vida creo que eso es lo único provechoso". Así se expresa Crémilo. Y su esclavo Carión no se queda atrás: "en los tiempos que corren lo que conviene muchísimo es no ser honrado en nada". A lo que Blepsidemo (blepo = mirar; demos = pueblo), el amigo de Crémilo, añade: "limpio, lo que se dice limpio, no hay nada en ningún hombre: la ambición les puede a todos". No será exagerado proclamar que el panorama era desolador.

¿Cómo acabar con todo esto? Aquí viene el planteamiento de la utopía. Crémilo es un ciudadano de clase media, que se ha convertido en un pobre vergonzante, ya que su riqueza ha ido disminuyendo progresivamente, a causa de su mala distribución. La trama presenta a Pluto (la Riqueza), que ha sido cegado por Zeus, por lo que da dinero a los sinvergüenzas y no a los hombres honrados, porque no ve ni sabe lo que hace. Habría que devolverle la vista para que invirtiera la situación, premiando a los honestos y quitando la riqueza a los malos y deshonestos, que explotan a los demás.

Crémilo es un hombre honrado que no sabe si educar a su hijo para ganar dinero, sin escrúpulos morales y especializándole en el engaño y la sinvergonzonería, o hacerle honrado, pero pobre, como él mismo. Así las cosas, acude al oráculo de Delfos para que le ofrezca una solución. Sorprendentemente, el oráculo le dice que lleve a su casa al primero que se encuentre al salir del habitáculo. Da con un viejo ciego y harapiento, que resulta ser Pluto, el dios de la riqueza. Crémilo sueña entonces con hacer ricos sólo a las personas honradas, que saben usar bien la riqueza, esforzándose y trabajando con ella de manera productiva. Pluto no acaba de convencerse, ya que los hombres "cuando de verdad me tienen y se hacen ricos, son los peores de todos". Además, Zeus se podría vengar. A esto Crémilo le hace ver que el mismo Zeus gobierna a los otros dioses porque tiene más poder y que éste se lo da el dinero. Por tanto, Pluto tiene más poder que el mismo Zeus. Hay que hacer rica, solamente a la gente honrada.

Para que Pluto pueda actuar hay que devolverle la vista y esto sólo puede hacerlo el dios de la medicina: "lo mejor es lo que yo tenía pensado hace un rato, lograr que se acueste en el templo de Asclepios", dice Crémilo.

Penía o la pobreza

Mientras tanto, aparece una vieja mal vestida, que se presenta así a Crémilo y a Blepsidemo: "Soy Pobreza, que llevo viviendo con vosotros dos muchos años". Frente a la opinión de Blepsidemo ("en ningún sitio ha nacido un ser más dañino que ella"), Pobreza se considera "la única causante de todo lo bueno que tenéis". Ante el proyecto de hacer rica a la gente honrada, Pobreza le dice contundentemente: "estás muy equivocado". La razón es que si Pluto "repartiera a todos por igual, ya nadie se ocuparía de artes y oficios", mientras que ahora los pobres están obligados a trabajar para buscar el pan: no les sobra nada, pero tampoco carecen de lo fundamental. Y añade: los hombres con dinero "son gotosos, echan tripa, tienen piernas hinchadas y una obesidad descarada; a mi lado están delgados, con talle de avispa y son terribles para sus enemigos". Acaban echándola, aunque ella protesta que algún día querrán que vuelva.

Es bueno nadar en la abundancia para el hombre honrado, aunque se quejen por ello tanto el delator como la vieja con amantes antiguos, los dioses y los sacerdotes, que suspiran ahora por el puré de lentejas de los pobres. Tras la discusión (agón), se acaba con la procesión festiva a la Acrópolis ("lo indicado es que vayamos cantando detrás del cortejo"). Hay que hacer un cambio radical que mejore la polis: ahora el trabajo y la honradez producirán la prosperidad. Esperanza y pesimismo a la vez, porque los hombres ya no se acuerdan de los dioses, no les sacrifican, ni tampoco cambian los delatores, ni la vieja, pero sí que es necesario mejorar la situación económico-social.


Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: escuelapedia.com; teatres.gva.es; pasionporlacultura.es; ven-a-merida

jueves, 24 de julio de 2014

Mujeres y dilemas morales en el cine


Últimamente he visto dos películas, que todavía están en cartelera en Madrid, cuya historia es conducida por mujeres protagonistas. Incluso en una de ellas la directora es una mujer. Las tres merecen comentarios, por ser susceptibles de ponderada reflexión.

"El sueño de Ellis" nos cuenta la historia de dos hermanas, Ewa (Marion Catillard) y Magda (Angela Sarafyan) que emigran (The inmigrant es el título original) desde su Polonia natal a Nueva York, al final de la Primera Guerra Mundial, buscando su oportunidad en la tierra del sueño americano. Desembarcan en la isla de Ellis, que truncará completamente dicho sueño.

Una vez más la guerra genocida es la causa de los mayores males producidos a los civiles en la historia. Países enteros devastados hacen que los ciudadanos tengan que salir de ellos en busca de mejores condiciones de vida. Y de nuevo, la recepción de los que vienen es pésima, viendo en ellos solamente material desechable con el que obtener mayores beneficios. La inhumanidad no deja de cebarse en los abandonados por la fortuna, sin pensar nunca en miras algo más altas, incluyendo el hecho de que a nosotros nos podría pasar lo mismo. Mientras nos encontremos en situación de abundancia, disfrutemos de la misma, después ya veremos, pero nosotros no debemos atemorizarnos con ello, ¿para qué?

Se trata de un drama sobre la emigración, uno más, aunque todos acaban de modo parecido. El título español busca, sin duda, algo más sugerente para el espectador que el monótono y conocido del emigrante. Nos encontramos con algo bien sabido: la mujer guapa que cae en manos del rufián de turno, que la convertirá en prostituta. La situación es irremediable, ya que a su hermana Magda la internan en un hospital por enfermedad contagiosa. Desde entonces, Ewa hará lo que sea por salvarla. La introducción en la historia de Bruno (Joaquin Fhoenix) hará que todo concluya en un gran melodrama.

Nadie ha discutido la magnífica interpretación, ni la correcta puesta en escena, ni la profunda sensibilidad que rezuman todos sus fotogramas. Al director, James Grey le critican un guión que diluye la magia inicial y termina en un film lúgubre y frío, sin pasión y con excesivo riesgo, que suaviza la rabia y contiene la ira hasta concluir melodramáticamente. Buena película, aunque no sea genial, que presenta la cruda realidad, que, a buen seguro, se vuelve a repetir hoy en la emigración de forma tan descarnada como nos hace visualizar el andamiaje de Ceuta y Melilla, del que tan ufano se siente nuestro ministro del interior.

Es un gran acierto la fotografía grisácea, que se identifica bien con la tierra y la situación interior de dos seres destrozados, Ewa y Bruno. La crítica al sueño americano también es evidente: la tierra prometida impulsa el sueño, pero falla muchas veces y casi siempre hace pagar el tributo que exige el dragón del hambre y el miedo. La estructura policial se muestra, como muchas veces, demasiado corrupta, vendida impunemente al vil metal del dólar ensangrentado, que nunca se sacia. ¡Qué pesadilla!.

Una de las cosas que más me impresiona de la película es la inmensa capacidad del ser humano por sobrevivir. Esto es eterno, sucedió ayer y continúa ocurriendo hoy. Los seres humanos se mantienen por encima de toda una serie de dificultades que la vida nos va regalando sin pedírselo, de forma gratuita: "tanto penar para morirse luego", como nos recordó Quevedo. El dilema consiste en plantear hasta dónde habría que llegar para salvar una vida. Quien aguante sufrir el desgarro que vea la película, incómoda y angustiosa, sí, pero real. Pobres habrá siempre para disfrute de otros muchos.

"Dos vidas" es una película alemana que cuenta la historia de tres mujeres: Katrine (espía de la Stasi), Asi Evensen (su falsa madre) y Anne (hija de Katrine). Naturalmente, hay otros personajes.

Lo que más me interesa aquí es seguir el coraje de una mujer, Katrine (Liv Ullmann) para recuperar su vida y superar un pasado atroz, que trazaron los nazis alemanes, cuyos crímenes son muy difícilmente perdonables, aunque hoy los dirigentes del pueblo alemán se presenten como salvadores de Europa. En la RDU vivieron bajo el totalitarismo de la Stasi y, cuando los nazis ocuparon Noruega, las mujeres fueron sometidas a un terrorífico experimento. En 1935 se creó la organización Lebensborn (Fuente de vida) con unas clínicas en las que mujeres noruegas, de espíritu vikingo, procreaban con personal de las SS para mejorar la raza. Permanecían tres meses con sus hijos, que luego eran entregados a familias arias. El totalitarismo opresor de los seres humanos aparece aquí también en primer plano. Un poder violento y sin entrañas se empeña en la utopía, en este caso nefasta y hasta ridícula, de mejorar la raza aria. Mujeres noruegas con el halo de su historia vikinga son obligadas, con engaños y falsas promesas, a yacer con lo peor de los seres humanos para producir hijos al Reich.

Katrine nació en una Lebensborn y pudo escaparse de la de aquella cruel telaraña para encontrar a su madre. Se casó y formó una familia, olvidando así el pasado y viviendo feliz en Dinamarca.

A la caída del muro de Berlín, el abogado que defiende a Katrine-Vera, Sben Solbach, empieza a sospechar, con pruebas, que no es hija de Asi Evensen, su madre hasta entonces, sino una espía que pertenece a la Stasi. Al verse descubierta, abandona su familia, dispuesta a entregarse a la policía. Su vida ha sido una gran mentira, pero el amor a su marido Bjarde Myrd, a su madre Asi Evensen y a su hija Anne han dado sentido a su existencia. Historia, ideologías totalitarias y repercusiones psicológicas se mezclan en esta ambiciosa película. El dilema es si puede convivir una mentira con una vida auténtica.

Gran narración de intensidad y calidad, complejidad del montaje, excelente fotografía para visualizar imágenes antiguas y nuevas en una historia muy compleja, y llevada con pulso seguro. Claro que podría haberse hecho todavía mejor, pero no es poco lo que aquí se ofrece.

La tercera es una película española, "Marsella", de Belén Macías. Dos mujeres, Sara (María León) y Virginia (Goya Toledo), una, madre biológica de la niña Claire (Noa Fontanals) y la otra, mamá de adopción, viajan en coche a Marsella para que Clara pueda conocer a su padre. Ambas pelean por la niña en una situación verdaderamente límite. Una anti heroína por excelencia, condenada por drogas y abuso del alcohol, es despojada de la presencia de su hija por una sociedad injusta que se obliga a dar a la niña en adopción por una familia burguesa para salvarla del mal, representado por su pérfida madre, que se ha entregado a un ciudadano francés. Se trata de situaciones muy próximas, muchas veces de completa actualidad, aunque no sea literalmente.

Con la historia se plantea en qué consiste la maternidad. Parir a la niña es algo biológico, pero cuidarla, educarla y preocuparse por las condiciones en que puede vivir es algo que trasciende lo puramente físico. El dilema está servido: quien tiene más derecho a quedarse con la niña. La película resuelve el dilema, aunque aquí no lo vamos a descubrir.

La película tiene un gran mérito, además de la actuación de las tres mujeres: magistral la de María León, comedida y acertada la de Goya Toledo y magnifica la de Noa Fontanals, en su primer papel en el cine. Además, se ha rodado en seis semanas, con poco dinero y entrega total. Ricas sensaciones: hay que sacrificarlo todo para ser madre. María León, con el lenguaje al que ya nos tiene acostumbrados, declara que es una película hecha con "fuerza y muchísimos cojones". Aunque está protagonizada por mujeres, el grupo de camioneros, que también sale -estos si son hombres-, tiene, igualmente, su punto de gracia.

Quiero fijarme, especialmente, en estas mujeres fuertes y llenas de energía, que han sido capaces de superar las duras condiciones en las que les ha puesto la vida y que no siempre somos capaces de entender en el entorno hostil en que muchas veces nos vemos obligados a vivir.

Los dilemas morales plantean siempre una situación problemática, que cada persona interesada tiene que resolver, por eso aquí se dejan así, aunque las películas también ofrecen orientaciones y pistas de una posible solución. Tomar partido nos hace crecer en algún mayor grado de moralidad de nuestra conducta cotidiana.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: Carteles de cada una de las películas citadas y fotograma


jueves, 17 de julio de 2014

Asesinatos, fanfarrias y racista graciosa

Cada uno de los tres epígrafes resulta asombroso por cualquier lado que se le considere. Nuevamente aparece la atroz situación de guerra entre palestinos e israelíes, a cargo de misiles y cohetes, que únicamente producen muerte y destrucción de civiles, en su mayor parte. La guerra no está declarada oficialmente, salvo en un lenguaje incendiario, que parte de una premisa exclusiva, la del ojo por ojo y diente por diente. Han pasado muchos siglos desde que se proclamó este dicho, que constituye la única base de los ataques más salvajes e indiscriminados. "La venganza es mía", dice el Señor, sólo que ahora el Señor es un atajo de incivilizados con el armamento más sofisticado para producir la muerte segura.

De otra parte, el ministro de hacienda, Cristóbal Montoro, sigue matando moscas a cañonazos verbales, porque este hombre tiene mucha fuerza en la boca y dispara su gatillo fácil, siempre que se le viene en gana. España, como país, está bien muerto, porque le asesinó la política de austericidio, impuesta por la Unión Europea y aceptada por un gobierno subyugado, que sigue besando las manos de su ama, aunque, eso sí, se desgañite diciendo que no le gusta hacerlo, pero que no le queda otra ante la ruina que otros produjeron en el país.

Luego sucede, igualmente, la actuación desvergonzada de la graciosilla de turno, esta vez en Francia, Anne Sophie Leclère del Frente Nacional de Marie Le Pen. Al partido, que ha recogido un buen triunfo en las últimas elecciones europeas le han impuesto una multa de 30.000 € y a la ultraderechista, que prefiere ver en un árbol a la ministra de justicia del gobierno francés, Christiane Taubira, porque "es una salvaje" y la ha comparado con un mono, por ser negra, a cinco años de inhabilitación para cargos públicos y 50.000 € de multa.

Ya tenemos así resumidos tres acontecimientos que avergonzarán, sin duda, a los seres humanos de bien. Hagamos acerca de los mismos algunas consideraciones para poner de manifiesto el poder de crispación a que están sometidos los ciudadanos y que en nada favorece a nuestra convivencia social. Decía el filósofo francés Alain que la filosofía debía tener siempre presente el pensamiento que sopesa las acciones y evita los prejuicios, gracias a su reflexión lúcida, ejercida permanentemente. No estaría mal si lo tuviéramos muy en cuenta y, antes de dar un paso, midiéramos las consecuencias probables de lo que decimos.

Los bombardeos israelíes contra Gaza han producido ya más de dos centenares de palestinos muertos y más de 1500 heridos, mientras que un cohete palestino ha matado a un israelí. Todo empezó cuando tres jóvenes judíos fueron secuestrados y después muertos, a lo que siguió la venganza de un grupo de israelitas que secuestraron, a su vez, a un adolescente palestino y lo quemaron vivo en el bosque de Jerusalén. A partir de aquí, comenzó la operación denominada ‘Margen Protector’ contra Hamás, a quien se considera responsable de todo. Una machada y un verdadero salvajismo.

Mientras, Naciones Unidas informa del ataque, Estados Unidos lamenta los muertos, pero precisa que Israel tiene derecho a defenderse. Y la Unión Europea prácticamente calla. ¿Dónde se quiere llegar? Parece que al exterminio de los enemigos, pues, cuando todos hayan caído, entonces reinará la paz, la de los cementerios. Los asesinatos ni siquiera tratan de ser selectivos, sino que se actúa indiscriminadamente. ¿Para qué seleccionar, si los enemigos, en cuanto tales, merecen un exterminio urgente y total?
España también se encuentra moribunda, porque el actual gobierno actúa con la más absoluta coherencia en sus principios. Fue votado y obtuvo la mayoría absoluta para un programa que ha incumplido desde el comienzo. Los ciudadanos españoles tendrían que saber que los principios del Partido Popular no pueden ponerse en un programa de gobierno. Se pone lo que interese para conseguir el voto. Después, ya se harán perdonar.

Comprendo que Montoro no hable con semejante claridad, pero, al menos, que no se pase, porque en ese caso habría que pensar en que está despreciando a la ciudadanía y riéndose de ella a mandíbula batiente. El gran burlador se expone demasiado al ridículo. Pronto asombrará España al mundo, ya está en movimiento para ello, proclama. ¿No será a causa de las subidas de impuestos con que nos ahoga Montoro? Claro que debe tenerse presente que será fatal subir impuestos, dice su doble. Esta de coña, pero es esto lo que le pone.

Cuando se lo echan en cara, se cabrea y dice que le sacan las cosas de contexto, porque él se refería lo que sucedió en nuestra economía hace cinco décadas. Vaya por Dios. Entonces, ¿cómo hay que entender eso de que "estamos entrando en el círculo vicioso de la economía española de crecimiento y creación de empleo"? ¿O aquello de que "el ajuste en España se ha hecho sin tocar el gasto social"? Quizás sea que Montoro piensa y escribe sentado, pasando mucho tiempo en su despacho. Nietzsche contestaba a Flaubert que "la carne del trasero es precisamente el pecado contra el Espíritu Santo. Sólo tienen valor los pensamientos pensados en camino". Qué simpático es Montoro. Es como el pito del sereno, que nadie le hace caso, aunque le oiga.

Muertes atroces, España moribunda y la ultraderecha francesa de pitorreo. Leclère piensa que la pena que le han impuesto es desproporcionada, que se cometen injusticias contra esta mujer joven, que no pudo acudir al tribunal que la citó en Cayenne, porque ni siquiera ha podido costearse el avión. Lo que sí ha hecho es comparar a la ministra de justicia, de raza negra, con un mono. Nada original, por otra parte, porque ya antes lo habían hecho otros, desgraciadamente. Ella no es racista y todo es una cuestión política. Ha empleado su derecho a la libertad de expresión, para qué molestarse en reflexionar, aunque sólo sea por una vez. Con hacer fotomontajes le basta, la pobre no merece semejante pena, sólo quería hacer un poco de humor. Ahora resulta que injuriar pertenece al género del humor.

Julián Arroyo Pomeda

Ilustraciones: dailymail.com; digislam.com.ar; libertaddigital.com; noticierodigital.com;