martes, 29 de noviembre de 2016

¿Es la era digital un tiempo propicio para pensar?

 "... vivimos en un siglo en el que no se toma en serio más que a los imbéciles..." […]. "Desde la elevada torre del Pensamiento podemos contemplar el Universo" (WILDE, O., Ensayos. Artículos. Orbis, Barcelona 1987, pp. 25 y 71).
  
E
l hecho de pensar hace referencia al aspecto más dinámico de una de las actividades que han caracterizado a los seres humanos a lo largo y ancho de la historia de la humanidad. En cuanto tal, requiere puntos de reposo que concluyen en cierto tipo de síntesis fijada en pensamientos, que en momentos posteriores llegan a ser denominados hipótesis, teorías, experimentos o descubrimientos, algunos definitivamente ya fijados y sin retorno. Al frente de los mismos solemos colocar a una autoridad individual o colectiva que los identifique.

Es sabido que las épocas no son ajenas a la inclinación en favor de uno de los citados sujetos individuales o colectivos. Quizás la nuestra muestre preferencias por el conjunto, aunque esto no excluya alguna forma de liderazgo en la situación de coordinación, dirección, mentor ideológico, artístico, financiero y otras metáforas.

La expresión materializada de los pensamientos más precisos ha hecho avanzar a la humanidad en una u otra dirección. Mas las direcciones no son válidas siempre, por lo que se originan cambios inevitables que nuevamente orientarán el futuro. Esta idea explica que algunos se cuestionen si actualmente seguimos en el progreso o si nos encontramos al final de una determinada época. Tal planteamiento viene, además, estimulado por el concepto de milenarismo, en el que parece que hasta naturalmente culmina una larga etapa histórica, siendo necesario impulsar culturalmente la siguiente. No sé si acaso de este modo lo cultural acabará igualmente imponiéndose a lo natural con la rabiosa importancia -una vez más- del triunfo humano y su sempiterna imposición imperialista.

                                                       Épocas de pensamiento.

Parece que existen épocas más inclinadas al pensamiento que otras, al menos oficialmente. ¿Acaso lo institucional ejerce también su benévola influencia en esa actividad tan propia de lo humano? Ciertamente, y sin ninguna duda. Que la situación cultural alimenta el pensar no puede parecer extraño, cuando hasta la generosa influencia de lo físico tiene tanto que ver en ello. En efecto, la neurofisiología confirma que la carencia de átomos de pensamiento empequeñece el cerebro, dicho sea en términos puramente divulgatorios.

Satisfacer ideales propuestos no deja indiferente al sujeto, al parecer, con la consiguiente repercusión incluso física. Sin duda esto contribuye a propiciar situaciones valorativas en toda sociedad, dirigidas a los grupos humanos que en ella desarrollan su vida. Incluso frente a situaciones de opresión física y agobio intelectual, los humanos se han defendido estableciendo ideas en las que creer, incrementando también de este modo el conjunto de su masa de pensamiento.

Ejemplos de épocas incitadoras del pensar son la griega, en general, y quizás la ilustrada, en particular y como mucho más próxima a la actualidad. ¿Por qué se hizo más presente esta necesidad de tipo cultural? Quizás el criterio más pertinente de respuesta esté en la exigencia de resolver alguna carencia perentoria, a lo que contribuirán, por ejemplo, en Grecia los dos niveles de actuación paralela de la mano y el cerebro (Farrington, Mano y cerebro en la Grecia Antigua). La necesidad de atravesar un río pone en marcha al cerebro, disparando el diseño de objetos que con el tiempo se resolverán en técnicas de navegación e igualmente en medios de defensa inevitables.

Mas no sólo hay este tipo de objetos y estrategias materiales. Con la misma fuerza pondrán los sofistas toda su industria en atender a las nuevas formas de vivir y relacionarse los hombres entre sí, al irrumpir con fuerza la democracia en Atenas.

Respecto de la época ilustrada, el germen que originó la larga marcha del nacimiento de la novedad comenzó en el Renacimiento. Es este un período especialmente simpático, precisamente por esa sensación que barrunta lo nuevo ya en raíz, aunque su desarrollo tenga que ser necesariamente algo más lento. Pero el camino de las ideas está ya trazado y lo viejo quedará quebrado inevitablemente en un recorrido de gran interés, no exento, a veces, de cierto dramatismo.
[www.roble.pn]
Emerge primero el pensamiento filosófico moderno. No sirve la Escolástica porque no da respuestas que expliquen la situación de la sociedad, ni de la economía, ni de la política, ni de la estética, etc. Su decadencia dejará lugar al esplendor de nuevas organizaciones frente al ancien régime. Todo se irá transformando con el pensar de los ilustrados, preparando así aquel mundo con brillos de muchas luces, que fueron diluyendo la agobiante pesantez de tantas e innumerables sombras.

El acontecimiento revolucionario por excelencia, la denominada Revolución francesa, pondría lo nuevo en su auténtico lugar, impidiendo ya definitivamente que el reino de lo antiguo continuara un momento más.

Fue, por tanto, una verdadera necesidad, impulsada por las fuerzas emergentes de la situación social y cultural de aquel momento. El pensar no se ha desarrollado nunca en el más absoluto vacío, surgiendo incontaminadamente, sino siempre como respuesta a los estímulos ambientales para dar cuenta de los acontecimientos dominantes en el influjo de la órbita histórica. Si así fue, de manera similar tendrá que seguir siendo. Mas esta hipótesis necesita ser confirmada.

                                                          La revolución digital

Nos encontramos ahora en el mundo digital. Negroponte (El mundo digital. Ediciones B, Barcelona 1995) lo ha descrito con tal maestría, que ahorra a otros hacerlo como tal, restando sólo, si acaso, de la complementariedad de algún que otro matiz.

Es también la denominación, sin duda, más afortunada, aunque no hay por qué negar la importancia y el interés de otras. Sociedad multimedia, ciudad informacional, telépolis (Echeverría, J., Telépolis. Destino, Barcelona 1995), cibersociedad (Jones, S. G. (Ed.), Cybersociety. Computermediated Communication and Community. Thousand Oaks, Sage Publications 1995), ciberespacio (Muller, S. E., Civilizing Ciberespace. Reading, Addison Wexley 1996), comunidad virtual (Rheingold., La comunidad virtual. Gedisa, Barcelona 1995; GUBERN, R., Del bisonte a la realidad virtual. Anagrama, Barcelona 1996), sociedad informatizada (Bustamante, J., Sociedad informatizada, ¿sociedad deshumanizada? Gaia, Madrid 1993)  son otras tantas metáforas, de mayor o menor fortuna, para recoger lo que es expresión de nuestra forma actual de vida en la sociedad que caracteriza el final del segundo milenio y que se extenderá sin límites, probablemente, en el siguiente.
[www.conocereisdeverdad.com]
Con el término 'digital', que implica una tosca y directa referencia a los dedos (digitus = dedo), porque alude a lo que se puede contar con los dedos, se quiere expresar la situación que resuelve todo en niveles de cuantificación. En efecto, la computadora recurre a dígitos numéricos como forma de control de los datos de información. Lo que interesa es manejar las cosas y los acontecimientos, usarlos o manipularlos.

Es evidente que para construir la máquina de computación son imprescindibles mano y cerebro (recuérdese esta metáfora, aplicada a los antiguos griegos) y consiguientemente un perfecto conocimiento de su funcionamiento. Esto lo hace el experto ingeniero, dotando al instrumento construido de completa autonomía. Por eso cabe preguntar si al usuario del mismo le basta con emplear ya sólo las manos. La sospecha empieza a convertirse en una expresiva evidencia. Pero si esto es así, entonces se está produciendo igualmente una transformación seria en el modo de entender y explicar el mundo. La mano basta para la generalidad, mientras que sólo unos pocos emplearán el cerebro. Estos serán los que piensen por los demás.

¿Esta orientación de cambio tecnológico es, acaso, una nueva revolución? Y en caso positivo, ¿de qué tipo? Es la sociología quien debería evaluarlo con mayor precisión. Pues bien, el sociólogo Giner ha apuntado una de sus más expresivas paradojas: se trata de una profunda transformación que configura una 'revolución sin revolución'. Esto constituye por primera vez la mayor y más importante de sus novedades.

Sin embargo, tal novedad no es menos efectiva. Al contrario, ya quedó apuntada la característica de lo cuantitativo: son cantidades ingentes de información las que permanecen registradas en espacios de capacidad elemental, al menos aparentemente y en lo que se ve. Empero, las cantidades de conocimiento disponibles nunca se han acercado -ni tan siquiera- a las que actualmente pueden ser almacenadas para su utilización precisa y selectiva en el momento necesario. ¿Tenemos, por tanto, más y mejor conocimiento? Teóricamente, desde luego que sí. Lo que en realidad ocurra es otra cuestión que casi nunca va en paralelo con las disponibilidades.

Desde luego que el conocimiento será de otra forma y, por ello, probablemente de distinta calidad. Frente a la relativa abundancia de 'sabios' en la antigüedad, hoy son cada vez más escasos, resultando casi imposible encontrar a alguno. Siendo la información de tal amplitud, se impone necesariamente la conexión y relaciones entre las diferentes disciplinas. Lo que está bien cuando se enriquece la perspectiva de análisis, pero igualmente puede servir para revolotear frívolamente y sin apenas control, por la dificultad de detenerse en alguna clase de fundamentación rigurosa.

La fragmentación desintegra el conocimiento y, generalmente, lo diluye, con el peligro de su desaparición. Hoy casi todo lo encontramos así, en segmentación. Ni siquiera se lleva la simple presentación de conceptos que aludan a situaciones de conjunto o expresiones de contenido holístico. Por ejemplo, ¿qué puede decirnos hoy un texto como el bien conocido de Aristóteles (Metafísica, 981 a 25-b3)? Seguramente nada y quizás los resultados podrían confirmarlo. Detengámonos un poco más en el texto referido que trataba de diferenciar -entre otras cosas- al sabio del experto. Aquél conoce la causa, el porqué de algo, mientras que éste sólo sabe el qué. Por eso realiza actividades, aunque sin saber lo que hace. Tiene ciertamente experiencia, pero ésta, por sí sola, no es ciencia, que requiere también del juicio y la valoración.

Además, la información es el valor mayor en la era digital. Por eso la cultura tecnológica se apoya en datos y hechos informáticos: esto es lo valorativamente importante. Mas una explicación de los hechos por sus causas para poder analizar su procedencia y sus consecuencias, no tiene el menor interés cognitivo. Y no digamos el juicio sobre los acontecimientos: se trata de su conocimiento; lo demás, o no se lleva, o se lleva muy poco. En cambio, no hace tanto que por aquí se orientaba la especie humana. El desfase resulta considerable. ¿Cómo es posible asumir coherentemente las consecuencias de determinados hechos, si no se piensa en ellos ni se establece un juicio de valor acerca de su contenido?

                                           La aventura del pensamiento filosófico

Puede afirmarse que en la historia se ha dado una secuencia interconectada entre pensar, pensamiento y filosofía. En efecto, pensar acaba produciendo objetivaciones de pensamientos. Y la rigurosa sistematización de los pensamientos concluye en teorías filosóficas. Con tal planteamiento cabe preguntarse si todavía es posible pensar en la era digital. De momento cabe sospechar si estamos en un tiempo propicio. Y además, si existe el peligro de la deshumanización, dado que la especie humana apareció y se desarrolló en esta órbita. Y, más indirectamente, se podría reflexionar sobre cómo afectaría toda esta situación a la filosofía misma.

Adelantaré que, en mi opinión, tiene que sentirse muy afectada. Al mismo tiempo creo que saldrá con bien del envite, quizás no a un plazo próximo, pero sí a corto, y, sobre todo, a largo. No me sorprende, sin embargo, lo más mínimo la situación, porque la lechuza de Minerva sólo emprende su vuelo al anochecer (Hegel, G. W. F., Principios de la Filosofía del Derecho). Bien lo sabía Hegel, quien ponía precisamente aquí una de sus características específicas. No será esta una razón menor para afirmar que la filosofía interpreta el mundo, pero que no lo transforma (Marx, K., Tesis sobre Feuerbach).

Aunque no hiciera más que interpretarlo, en una sociedad mundial cargada de información alguien tiene que seleccionarla mediante la criba crítica que establezca cuál es la válida y cuál está conformada sólo por basura informática. Alguien tendrá que establecer dónde poner el límite que permita entender las situaciones, razonar sobre ellas y vivir de un modo inteligente. Todo esto requiere el ejercicio del pensar, que conducirá necesariamente a juzgar cada uno por sí mismo, de lo que tan entusiasta era Kant. ¿Es posible tal ejercicio en la era digital?

Pensar es la actividad inevitable de la especie humana en la organización y orientación de su vida. Pensar tiene mucho que ver con vivir. Esto está realizado y de ello conservamos suficientes muestras en la historia. La vida empieza en la naturaleza y se desarrolla, después, en la sociedad. Pues bien, la sociedad en la que hemos de centrarnos es la digital, la nuestra. He aquí el reto de la actualidad y el lugar exacto en el que debe influir el pensar filosófico, precisamente para modificar situaciones negativas.
En una sociedad cada vez más masificada, en la que no faltan las manipulaciones más sutiles y donde la explotación se hace más refinada a través de la tecnificación, alguna instancia tendrá que alzar su grito crítico. Disponemos de fortísimos estímulos como para no permanecer indiferentes.
[mitosyleyendascr.com]
Existe una interpretación equivocada de los pensadores griegos -los primeros filósofos-, que deberíamos restituir a sus justos términos, porque puede prestarnos un gran servicio en la actualidad como justificación del pensar filosófico. Es común la interpretación de que la filosofía nació cuando se acentuó el peso del logos (Lledó, E., La memoria del logos. Taurus, Madrid 1984), con el consiguiente adelgazamiento de mythos. Logos se propone como razón, instrumento adecuado para desarrollar el pensamiento. Nace la filosofía cuando la especie humana pone su confianza en el instrumento racional en lugar de hacerlo en los oráculos y sacrificios a los dioses.

Desde entonces, razón, racionalidad, razón instrumental son matices terminológicos que tratan de establecer hegemonías. La última denominación es la más peligrosa en los finales del siglo XX, pues vale como eficacia y control científico-técnico ante los que no cabe ninguna otra forma de racionalidad. Mas razón (logos) significó antes que nada diálogo (Platón es el mejor de los modelos posibles), discusión, lenguaje, comunidad, cultura, palabra, comunicación, democracia, en fin. De este modo se convierte en toda una aventura humana.

Siendo cierto todo lo anterior y constituyendo un fantástico programa de actuación, la verdad es que suele olvidarse una segunda vertiente, que es consecuencia necesaria de la primera y se concreta en el término techné. Filosofía es también techné, porque sólo el contenido de tal concepto permitía desarrollar el logos sobre las cosas. La realidad tenía que ser entendida y explicada, pero igualmente proyectada y transformada. Techné es siempre un modo de hacer algo, un oficio, aunque valga tanto manual como intelectual. Traducido como arte es igualmente producción y ciencia, entre otras acepciones. Lo que interesa ahora es potenciar ambos niveles y no sólo uno.
Si la interpretación anterior se acepta como admisible, con el impresionante instrumental tecnológico del que hoy disponemos en la sociedad digital, habría posibilidad de desarrollar, como nunca ha sucedido hasta hoy, las capacidades del logos.

Somos receptores de información que podrá atribularnos si no ejercemos sobre la misma la criba del instrumento racional, que nos llevará a fijar criterios de actuación en ella. Uno podría ser no perder nunca de vista las fuerzas que contribuyen al desarrollo del espíritu frente a los caminos trillados y rutinarios a los que pueden conducir las técnicas.

Vivimos en el presente cercados del consumismo más estúpido, pero igualmente llenos a rebosar de estímulos sustentadores del ojo crítico, mientras continúe despierto, para seguir cuestionando planteamientos. No faltarán estímulos sociales que confirmen la trama teórica sobre la que formar modelos de respuestas explicativas.

El pensamiento filosófico no ha existido nunca con independencia de las condiciones sociales que lo impulsan a emerger. De este modo se encuentra siempre incardinado en una determinada realidad histórica que modela sus contornos. Si así surgió, desarraigarse de la realidad del presente supondría su desaparición. Esto nunca sucederá mientras siga expresando su propio tiempo en pensamientos, según la enseñanza de Hegel. Son precisamente los temas de nuestro tiempo los que tendrán que ser iluminados por las herramientas que el logos maneja para elaborar una reflexión equilibrada acerca de semejantes cuestiones.

Claro que sigue siendo necesario pensar en la era digital. Quizás tenga mucha razón Heidegger cuando creía que actuamos mucho y pensamos poco (Heidegger, M., Conferencias y artículos. Serbal, Madrid 1994). Sin embargo, "el estado del mundo da que pensar cada vez más". Y al hombre, según Ortega, no le queda más remedio que "seguir pensando". Para esto, un mundo en permanente cambio no tiene por qué suponer ningún peligro especial. Siempre habrá cosas que no se pensaron y que queden, por tanto, por pensar, guardadas en el depósito de lo humano.

Julián Arroyo Pomeda


domingo, 27 de noviembre de 2016

Status quaestionis: beneficios empresariales vs. bajadas salariales


 "La política de austeridad miope de Merkel [...] ha impedido dar los pasos necesarios y ha profundizado en las divisiones dentro de Europa" (Habermas, Entrevista en Sin Permiso").

L
a filosofía ha sido siempre crítica, como nos enseña su historia entera, y se ha caracterizado por dar cuenta de las experiencias de los seres humanos en el camino que lleva a su meta. Calicles deja caer ante Sócrates si la política no es más que "una forma de ‘engañar’ a la multitud aprovechándose de su inconsciencia y de sus desordenados deseos" (Platón, Gorgias). Quizás sea esto lo que explique por qué los humanos soportamos tantos atropellos con los que nos hieren.

La OCDE, una institución internacional para el análisis y seguimiento del desarrollo económico, acaba de ofrecer un informe demoledor para el caso de España. En él afirma que la desigualdad se ha incrementado, por lo que ahora hay un mayor número de pobres, y la redistribución de la riqueza permanece estancada desde 2010. Parece una paradoja que, aun estando en crisis, más de seis años ya, la riqueza se concentre en menos manos, mientras que se extiende como bola de nieve la incontenible pobreza. La crisis no es para todos, sino que unos la aprovechan para aumentar sus ya grandes beneficios a costa de los más pobres y desesperados. En la medida en que los salarios de la generalidad disminuyen, aumentan los beneficios que se concentran en un número menor de privilegiados ¿Acaso es esto salir de la crisis? Desde luego que no, salvo para el Gobierno que tanto cacarea lo de la recuperación económica.

Los hechos desmienten afirmaciones rotundas que sólo publicitan con engaños. Si estamos creciendo más que ningún otro país de Europa, ¿por qué entonces los trabajadores españoles son los peor pagados de la Unión? Si las Empresas crecen en beneficios, ¿por qué paralelamente no crecen también los sueldos de los más desfavorecidos? Nadie se cree que hayamos salido de la crisis, cuando contempla nuestra situación. Hay que recordar que el tan denostado por algunos Rodríguez Zapatero pronosticó en 2009 que la salida de la crisis tendría que ser social, de lo contrario no habría tal salida y superación. Para resolver la crisis se están llevando a cabo las políticas más injustas. La prueba de que no está resuelta son los niveles de desempleo tan desorbitados que arrastramos, la caída de los salarios (caída real, sólo la ministra de empleo desconoce que muchas empresas han bajado sus trabajadores un 20% o un 10% de sus nóminas sin discusión, además; o que se les jubila antes de cumplir los 60 años; esto se acepta o la puerta está abierta), y el troceado de los mercados. Conviene preguntar por qué se procede así, ya que es importante conocer las causas de una acción determinada. No lo ignora nadie: es que por el salario de un trabajador de 60 años se contrata a dos trabajadores jóvenes. Cuando éstos vayan creciendo en edad, se procederá con ellos de la misma o parecida manera. Se puede estimar mucho a un trabajador veterano y reconocer sus rendimientos, pero estos y otros valores positivos quedan siempre subordinados al nivel económico, que es el que manda.
[m.forocoches.com]
Los trabajadores pobres cada día será más pobres, éste es el futuro que nos aguarda. La Economía española seguirá creciendo, en el mejor de los escenarios, hasta el 0,7% y con ello los beneficios de las empresas alcanzarán en 2016 el 13%, pero, eso sí, a costa de los salarios que no se mueven (han perdido en torno a un 11% en los salarios, según él INE). La injusticia es más que evidente. Ahora lo que se lleva es poner a la Unión Europea como pretexto. Y también tiene su culpa, claro. Los Estados ya no son soberanos. Todavía más, porque se está creando una nueva Internacional autoritaria y muy poderosa, que lleva gestándose desde los años 70. Thatcher y los gobiernos republicanos sucesivos de Estados Unidos llevan tiempo trabajando en esto y han conseguido ya las peores cosas. En este momento nos escandaliza Trump, pero los neoliberalismos helados produjeron el cambio climático de la economía hace tiempo. Recordemos eso de que sigue habiendo lucha de clases y la estamos ganando nosotros, según el financiero multimillonario estadounidense Warren Buffet.

El desánimo no deja de crecer. ciertamente, el populismo de derechas se está ganando a los oprimidos y desfavorecidos, cuya rabia no aguanta más. Una y otra vez los partidos de la corrupción son cada vez más votados por el pueblo, ¿cómo es esto posible? La izquierda socialdemócrata no logra superarlos, sino que, más bien, retrocede y hasta cae en la perspectiva neoliberal con el objetivo de ganarse el centro. La globalización capitalista se adueña de la iniciativa del gobierno y proclama que favorecen a los pobres y a los trabajadores. ¿Cómo es posible que la gente crea semejantes desvergüenzas? Porque engañan a la multitud, lo que bien sabemos por Calicles. Pues ojo, porque las derechas pueden acabar en extremas-derechas y, en definitiva, en fascismos. Entonces entrarán los bárbaros y se amarrarán de tal modo que resultara imposible echarlos después. Los privilegios y la concentración del poder forman un cemento tan fuerte que resulta prácticamente imposible despegar por las buenas, salvo que se establezca alguna clase de proceso de rebelión por la fuerza, que tampoco es fácil de mantener, como enseña la historia: "Y en esto llegó Fidel. / Se acabó la diversión. / Llegó el comandante y mandó a parar" (Carlos Puebla).

[www.elconfidencial.es 5 jul 2016]
El aumento de la desigualdad alcanza niveles escalofriantes, como puede verse en el Índice de Gini. ¿Por qué hay una desigualdad tan manifiesta? Se suele decir que por falta de crecimiento. Aquí la responsabilidad es de los gobiernos y sus políticas, así como las de los bancos centrales mundiales, de lo contrario no se harían unos cada vez más ricos a costa de los más desfavorecidos. Son favorecidos quienes disponen de dinero efectivo para adquirir bienes. Otros, en cambio, sólo pueden hacerlo -si es que pueden- cuando los mercados han ajustado precios y han hecho las subidas correspondientes. Cuando llega el dinero, otros se han beneficiado ya de él y han comprado bienes a un precio menor, lucrándose financieramente. Así los ricos se enriquecen siempre más, mientras que los pobres y las clases bajas se van empobreciendo también más (Ver Bagus y Marquart, Porque otros se hacen cada vez más ricos a tu costa, Editorial Deusto). Esto invalida totalmente la leyenda popular de que siempre existió la desigualdad, existe ahora y existirá siempre.
[www.laovejanegra.es]

Todo se debe a la crisis y al paro, dicen otros, pero la desigualdad nada tiene que ver con las políticas neoliberales, ni con el reparto y la distribución de la riqueza, lo que ya señaló con lucidez Piketty. Pero no es así: el paro no causa la desastrosa desigualdad, sino que es su consecuencia y procede de las políticas económicas seguidas por los gobiernos de turno, que lo dejan estar y no corrigen casi nada. El capitalismo es el que produce desigualdad, no todo se resuelve con el crecimiento, como llevan machacando año tras año. Una fiscalidad más efectiva y justa podía acabar con el fraude fiscal, resolviendo así un problema de envergadura entre nosotros. También tenemos el trabajo de las mujeres, más precarizado cada vez.

Como en cualquier acontecimiento social, puede decirse, ciertamente, que sus causas no son simples, sino bien complejas. Siendo esto indiscutible, igualmente lo es el hecho de que aumentan los beneficios de las empresas en tiempos de crisis, mientras caen considerablemente los niveles salariales. Esto podrá ser, acaso, algo simple, pero es una realidad efectiva.

Julián Arroyo Pomeda


domingo, 20 de noviembre de 2016

El paseo en otoño


Tan, tan/ ¿Quién es?/ El otoño otra vez (F. García Lorca)

C
uando sale una tarde soleada no hay nada como un largo paseo por el parque. El más próximo a mi casa es el Juan Carlos I de la Avenida de Logroño. Apenas en seis minutos se llega a esta calle, basta con atravesar el semáforo y ya te encuentras en la subida asfaltada que da acceso al parque, con una cascada artificial de agua no demasiado limpia.
[www.llikriver.com]
A dos pasos de la entrada parece que te saludan hospitalarios sendos cipreses que enmarcan el camino y un conjunto de arbustos de hojas amarillas y naranjas, bordeando un pequeño estanque. Aquí puede iniciarse ya la caminata a buen ritmo y con paso rápido. Se tarda aproximadamente una hora en recorrerlo, siguiendo un extenso lago con algunas docenas de patos y barquichuelas que navegan y sirven de entrenamiento y diversión a jóvenes de buena musculatura.

[www.tripadvisor.es]
La música que te acompaña puede ser clásica o pop español, entre otras posibles. La claridad y la luz te embargan y el sol calienta solícito el rostro. Una corta carretera asfaltada, que se bifurcará más adelante para que puedan correr las bicicletas, está adornada por los dos lados con olivos, porque el terreno fue un olivar no hace mucho tiempo. Unos están aliviados de su fruto, dado que amantes de las aceitunas las han ido recogiendo en pequeñas bolsas, sin duda para ponerlas en agua y aliñarlos convenientemente, y poder degustarlas tiempo después. Otros siguen cargadas de frutos delgados o gruesos.

Al lado hay también un campo de almendros japoneses, que en primavera se visten de flores lujuriosas y espléndidas, en cualquier caso. Los jardineros cuidan el parque, cumpliendo diariamente con su trabajo. Sólo en sábados y domingos se dan breves alfombras de hojarasca amarillenta, ya que el fin de semana descansan. El lunes se les ve recogerlas de nuevo con mucho afán, casi tanto como cuando, sentados en el césped a media mañana, dan buena cuenta de sus bocadillos o del contenido de sus tupperware, porque el que consume energía necesita, igualmente, reponerla para aliviar su estómago.

Por el parque siempre se ven ciclistas, familias con niños, runners, pájaros, perros con sus dueños, a veces conejos correteando y, en general, gente disfrutando del paseo en solitario o en grata compañía. Hay suficientes fuentes de agua potable para saciar la sed y abundantes campos y colinas de césped, que se alimentan de agua no potable, tomada del mismo parque.
[www.yelp.es]
Los niños tienen sus rincones reservados con muchos juegos. Igualmente, hay lugares para que se entretengan los perros. La flora es abundante y suele tener rótulos para conocer su especie y los nombres técnicos, así como los vulgares. Hay lugares temáticos, como el espacio de las tres culturas, o el de las estatuas, entre otros. También existen colinas dedicadas a diversos países con arquitecturas que se exhiben orgullosas ante los paseantes.

En el lago hay siempre peces y en diversos lugares pescadores de caña que esperan pacientemente, a veces en su sillita a ver si pican. Cuando lo hacen, son inmediatamente devueltos a su hábitat propio, porque nadie puede llevárselos para cocinarlos. También abundan las palomas, que inundan el camino, bastante desvergonzadas ellas. Los niños pequeños corren detrás para agarrar las, pero saltan y no se dejan. Algunos se quejan ante la mamá o el papá que los consuelan  en vano, tirándolos trocitos de pan para que se arremolinen de nuevo y el niño sonría otra vez.

No se ven parejas acurrucadas en el césped en el otoño, porque, incluso con sol, empieza a sentirse ya el frío. Ha llegado la estación otoñal, que se muestra orgullosa en el dorado de los árboles que parecen pintados por ese pintor tan natural y original que vuelve siempre año tras año.

A veces puedes cruzarte en el parque con algunos vecinos, que echan media mañana distraídos en él. Si se cansan, tienen bancos disponibles para sentarse un rato. Son personas en su retiro laboral, del que nadie se queja, que pueden tener una pensión corta, pero que son multimillonarios en tiempo, porque disponen de todo el que se les antoja, mientras sus nietos se están formando en el colegio cercano hasta las primeras horas de la tarde en que terminan para volver a casa de su mano. El ritmo vital es ahora muy distinto. Prisas y estrés laborales van desapareciendo con lentitud. Lejos quedan los tiempos en que más de uno deseaba aburrirse, o marcharse de vacaciones de verano o de invierno, porque sólo hace falta disponer de algunos recursos para desaparecer unos días, cuando apetezca.
[www.planesdefamilia.com]
La vida sigue también en el tiempo precioso del otoño. A veces lamentamos que sea tan corta esta estación que el verano se encarga de robar con su alargamiento, o se la arrebata el invierno que muchos años le muerde como si no quisiera, pero no puede pasar desapercibido. El frío invierno y el cálido verano no suplen, ciertamente, la frescura reconfortante de la temporada otoñal. El otoño tampoco puede renunciar a su propia identidad.

Huizinga, el historiador holandés, publicó en 1919, aunque se tradujo entre nosotros en 1930, una obra considerada pionera en su campo, El otoño de la Edad Media, que consideró la mentalidad medieval como decadente, sin vitalidad y con formas religiosas meramente externas. Véase un fragmento muy expresivo: "El fuego del odio y la violencia se eleva en altas llamaradas. La injusticia es poderosa, el diablo cubre con sus negras alas una tierra lúgubre, y la humanidad espera para en breve el término de las cosas". Resultan duras estas ideas de Huizinga y uno está tentado por compararlas con la época actual en que vivimos, puesto que no puede negarse que estamos, también ahora, rodeados de odio y violencia, no digamos la injusticia, ni de una humanidad que cuenta con todas las posibilidades de derrumbarse. Los bárbaros han llegado hace algún tiempo y habitan entre nosotros. Pero no deberíamos ponernos tan tétricos, mientras escribimos sobre paseos otoñales. El otoño de la vida no es ya la primavera, desde luego, pero tampoco es un invierno.
[planesdefamilia.com]
Hay que seguir dando caminatas otoñales y pensando entre coloridos amarillo-rojizos que, aunque nada impulsa a recrear las ideas, tampoco tenemos ningún derecho a renunciar a las mismas. El pensamiento tiene manos. Los haces de ideas, o ideologías, no han muerto, ni estamos en el final de la historia. Por el contrario, las utopías son razonables y necesarias para poder cambiar todo lo malo que encontremos en la sociedad. Ellas son la esperanza que alimenta -también ahora- a los seres humanos, porque constituye la condición de posibilidad de su existencia.

El otoño es un buen momento para soltar los lastres que ha podido dejar el verano, expulsar los sudores sufridos y limpiarse de tantas presunciones y bronceados estivales. Es una buena ocasión para que se evapore la ingesta de líquidos y alcoholes a los que casi nos obligan los calores. Es también el tiempo de alimentarse bien con materias sustantivas, siempre con moderación, que el organismo agradecerá. Y a quienes les gusten las setas que aprovechen para disfrutar de estos pequeños, pero sabrosos manjares de la buena tierra, si tenemos la suerte de que acompañan algunas lluvias.

Julián Arroyo Pomeda

Nota: Todas las ilustraciones son del parque Juan Carlos I (Madrid)



sábado, 19 de noviembre de 2016

El malestar puede llevar a totalitarismos


Pardo, J. L. (2016). Estudio del malestar. Políticas de la autenticidad en las sociedades contemporáneas. Barcelona: Anagrama, 291 páginas.

 E
s prácticamente imposible no identificar un libro de Pardo como suyo, porque incluye siempre sus propias señas de identidad. En este caso, todos los capítulos empiezan con una cita de un autor de la actualidad en el original -aquí en inglés, aunque se traduce a pie de página de manera muy ajustada-. Puede pertenecer a cualquier ámbito cultural: literatura, música, cine, arte, etc., esto es lo de menos, con tal de que se ajuste al capítulo que se va a escribir. Al mismo tiempo aparecen los filósofos: Sócrates Platón, Leibniz, Kant, Hegel, Marx, C. Schmitt, Pettit, Deleuze, Benjamin, Foucault, Sartre, Adorno, etc. Otras que se saca a los Beatles, Supermán, Chaplin, el Correcaminos o la zarzuela de Chueca. ¿Qué significa todo esto? Nadie se despiste, ni mucho menos se engañe.

En la concepción de la filosofía de Pardo no hay separación entre la alta cultura, o la especializada, como sería la Filosofía, y la baja cultura, popular o de masas. Lo de saber minoritario (aristocrático), académico y especializado es uno de los prejuicios que hay que superar. A la filosofía le perjudica mucho, porque la convierte en algo propio de especialistas y esto no interesa para la enseñanza Secundaria. Por eso se disminuye su peso cada vez más. No, la filosofía interesa a todos los seres humanos por ser tales, su característica es la universalización y no la especialización.

Esto se evidencia en que los filósofos griegos hablaban a la gente del pueblo en plazas donde se reunían, y lo hacían en el lenguaje y con el vocabulario que ellos entendían. La Edad Media hizo otra cosa muy distinta, pero el mundo contemporáneo volvió a las directrices griegas.

Marina insiste en que uno de los problemas de la LOMCE es que no ha puesto entre las competencias la filosófica, que estableciera una conexión necesaria y básica entre las otras. Lleva razón, pero esto es imposible, dada la orientación de la propia ley, la formación que trata de inculcar a los estudiantes para que tengan éxito en el mundo laboral, para que sepan emprender y manejarse en todos los recursos tecnológicos posibles. No hay más que recordar la unidad 12 de la filosofía de primero de Bachillerato: Filosofía y proyectos. Filosofía y Empresa, con epígrafes como "el modo metafísico de preguntar para designar un proyecto [...] de empresa. Diseño de un proyecto [...] laboral". Todo esto es una auténtica vergüenza. Por si fuera poco, hasta la Facultad de Filosofía de la Complutense está en vías de quedar disuelta por causa del único criterio que priva hoy, el de la rentabilidad. Todo saber tiene que ser rentable y eficaz, lo de buscar la verdad y formarse es ahora puro anacronismo. Y lo del pensamiento crítico, ¿quién se atreve a defenderlo ya?
La anécdota para comenzar este libro fue la intervención de un pensador francés en el Paraninfo de Filosofía de la Complutense. Parece que se trataba de "un problema de filosofía política" (página 10) y de la pregunta por el significado del comunismo.

En el capítulo uno aparece Marx, "Marx que nada", página 17, ya se sabe de la particular ironía de Pardo. En otros momentos de la historia, la nuestra, ser comunista era un ideal que lo llenaba todo, porque era como una orientación general de la realidad. Debemos a Hegel la concepción de la historia como la capacidad de dar sentido a los acontecimientos, sometiéndolos a la razón, pero pronto los hechos confirmaron otra cosa muy distinta: la historia la hacían los Soberanos y los políticos mediante las guerras (hoy, quizás, se puede hablar de los poderes financieros). El comunismo seguía hablando de revolución para alcanzar la justicia, pero en 2010 quedaban ya muy pocos militantes comunistas. Tendríamos que saber por qué, lo que puede plantearse la filosofía, cuyo estatuto es el de ser crítica, precisamente.

Luego se pregunta por el arte y las vanguardias históricas, empezando por la cita de Krauss de la diferencia entre una urna y un original. El arte autónomo o independiente es el que no se compromete y aquí vuelve nuevamente al tema anterior, porque el intelectual es el que mantiene un compromiso con el comunismo: "el comunismo, al menos filosóficamente, era hegemónico entre los intelectuales de las democracias liberales" (página 73). Todavía más ocurría con los intelectuales españoles que la dictadura franquista había sometido al más rígido control. Entonces el Estado del bienestar se consideraba peligroso, pues la democracia, después de la muerte del dictador, podría mantener el Capital, estableciendo la sociedad de consumo como control de los ideales revolucionarios originales.

En el recorrido histórico de Pardo se alcanza la segunda mitad del siglo XX, después de la Segunda Guerra Mundial. Los intelectuales de entonces se topan con la Guerra de Argelia y el Mayo del 68. En mayo de 1979 Foucault publica un artículo en Le Monde (Inutile de se soulever?) sobre la Revolución en Irán, en el que establece que el poder no puede tomarse sin la sublevación: burn, baby, burn. ¿Hay, entonces, una rebelión legítima por encima de la ley? Así sucedió con Jomeini contra el Sah. Más tarde cayó el muro de Berlín, en 1989, y seguidamente la Unión Soviética, a partir de 1990. ¿Qué fue entonces de la posibilidad del comunismo?

El interés por el Estado de bienestar llegó a España en 1977, cuando se instauró la democracia de derecho y se empezó a vivir en paz, superada ya la Guerra Civil. Aunque fue un Estado precario, importaba mucho el bienestar material, primero, y tener una vida digna, después. Sin el bienestar material hay pobreza y sin una vida digna, miseria moral. Los dos niveles nos son bien conocidos, con lo que el comunismo podría actualizarse de nuevo. Los jóvenes sentían que con la transición no se liquidó el franquismo, ni se consiguió una democracia real, auténtica. Economía débil, corrupción política, imposición de los poderes fácticos, etc., todo esto era también democracia. Como no había dinero, quedó un paisaje de "urbanizaciones sin compradores, aeropuertos sin aviones, trenes sin viajeros, periódicos sin lectores [...], hospitales sin médicos, universidades sin estudiantes [...]" (página 143). En una palabra, se impuso el estado del malestar.

Mientras tanto llegó el 15-M. y todo envejeció repentinamente. Ya sólo podía contraponerse lo viejo y lo nuevo y cambiar así la sociedad. Es entonces cuando la filosofía salió a la calle para disolverse en la sociedad civil. Las autoridades vieron aquí la posibilidad de que todo se pusiera al servicio del mercado de trabajo -la filosofía también tendría que hacerlo, si quería subsistir-. Pero con los planes de rejuvenecimiento las viejas facultades de filosofía estaban de más, porque habían sido superadas. Ya no era necesario ni que existieran siquiera, por lo que quedaba firmada así su sentencia de muerte el estado del malestar se había impuesto definitivamente.

¿Qué decir de todo esto? Nos encontramos con un diagnóstico pensado, argumentado y expuesto de un modo muy equilibrado. Pardo presenta detalladamente el origen del malestar, que se ha ido incrementando hasta la actualidad y avisa de lo que puede pasar Y del (no)futuro que nos espera, dado el deterioro constante de las instituciones que podrían hacerle frente. ¿Alguien o algo podrá orientar un diseño de arreglo que tan perniciosa situación de crisis?

Luego está el profundo cinismo de los mayores responsables institucionales de semejante destrozo, acusando a algunos nuevos partidos políticos emergentes de populismo, sin preguntarse por los verdaderos culpables de todo esto, no sea que vaya a aparecer en nombre de algunos de ellos. A ver si va a tener razón Calicles, cuando le habla así a Sócrates: "¿no es verdad que, aunque suene muy feo, eso es lo que ha sido siempre la política, una forma de engañar a la multitud aprovechándose de su inconsciencia y de sus desordenados deseos?" (página 235). Es tan feo que ni la vergüenza puede ocultar el rostro del político que no ha cumplido durante su mandato ni uno solo de los puntos de su programa por el que fue elegido. ¿Qué decir del desorden y de la inconsciencia que supone, a pesar de todo, volver a votarlo otra vez después?

Malestar porque se viene abajo todo lo conseguido en siglos de lucha y trabajo por los ideales, sin que nadie lo remedie. Desigualdad en aumento, que puede acabar incluso con las pensiones de los mayores que amortizaron con el trabajo diario y su contribución. ¿Quién nos ha robado todo, no sólo el mes de abril? Es el hundimiento en el que podría nacer de nuevo el totalitarismo. ¿A quién se le ocurrió ingenuamente que la filosofía es un mal negocio por su falta de actualidad? Aquí nos pone ante los ojos el mayor problema de la actualidad, el malestar de las sociedades contemporáneas, que somete al tribunal de la crítica. Por eso hay que destruir las Humanidades y la Filosofía para que nadie pueda echar las evidencias directamente ante el rostro, que vaya impertinencia presumir de semejante compromiso con la verdad de la realidad.

Julián Arroyo Pomeda


jueves, 17 de noviembre de 2016

La vida como una vid torcida

[Portada del libro]

Recalcanti, M. (2016). La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza. Traducción de Carlos Gumpert. Barcelona: Anagrama, 167 páginas.

Este es un trabajo elaborado con la pasión de los hechos que se han vivido y con el entusiasmo de quien ama la nseñanza tanto como para seguir creyendo que es una verdadera humanización de la vida. Se trata de un testimonio de quien ha tenido una biografía escolar mediana, más bien, pero que gracias a la labor de excelentes maestros se ha transformado por completo. Es un libro pequeño en extensión, pero grande de contenido.

Los detalles de los datos vividos son teorizados sobre la base de las doctrinas de Freud, Lacan, Deleuze y la fecunda lectura e interpretación del Banquete de Platón. El autor se sirve de ellos para hacer una profunda reflexión sobre la enseñanza, no en vano es psicoanalista y enseña actualmente en la Universidad de Pavía.

La introducción plantea con brevedad el tema y hace casi una llamada de socorro en favor de una Escuela que se ha extraviado por completo, prácticamente. "No respira, apenas cuenta ya en absoluto, renquea, es pobre, está marginada, sus edificios se caen a pedazos, sus profesores se ven humillados, frustrados, ridiculizados, sus alumnos han dejado de estudiar, Se muestran distraídos o violentos, defendidos por sus familias, caprichosos y procaces, su noble tradición está en irremisible decadencia. Decepcionada, angustiada, deprimida, no sólo nadie le otorga reconocimiento, sino que es criticada, ignorada, violada por nuestros gobernantes, que han recortado cínicamente sus recursos y han dejado de creer en la importancia de la cultura y la formación que ésta debe defender y transmitir" (página 11). El profesor, el padre, las personas adultas ya no son ninguna referencia y mucho menos su palabra. La época anterior ha terminado, no cabe añorarla, porque no va a volver. Hay una crisis sin precedentes. Y en medio de todo ello la Escuela tiene que seguir siendo la transmisora del saber: "debe mantener viva la relación erótica del sujeto con el saber" (página 13). No puede desaparecer, si queremos que perviva lo humano y no se extinga.

Pensemos en lo que ha sido capaz de hacer el neoliberalismo y su pedagogía liberal. Ahora se trata de enseñar a los estudiantes a resolver problemas, cuando lo que habría que hacer es enseñar a planteárselos. Nos encontramos aquí por "una concepción meramente cientificista y utilitarista del saber" (página 24). ¿Cómo hemos podido llegar a esto?

La Escuela, según Recalcanti, es consecuencia de tres complejos. La Escuela-Edipo era la tradición, la autoridad y la fidelidad al pasado. Todo estaba jerarquizado y se mantenía gracias a un modelo pedagógico correctivo-represivo. Al alumno había que formarlo (darle forma). Así, hasta las protestas del 68 y el 77, cuyo objetivo fue transformarla y cambiaria

Luego vino la Escuela-Narciso con la afirmación de uno mismo y la eliminación de cualquier límite. Los únicos objetivos son los del rendimiento y la competición, mientras "desfallece la palabra" (página 38). Se ha roto la relación profesores-padres, quedándose sólo el profesor, que busca compensarlo pareciéndose a los alumnos en un "falso igualitarismo" (página 37).

Por último, está la Escuela-Telémaco, que busca restituir la función del docente y reconstruir su figura para que pueda impulsar sueños en la juventud que los ha perdido. El ideal es ahora "el del maestro-testimonio que sabe abrir mundos a través del poder erótico de la palabra y del saber que ésta sabe vivificar" (página 45).

¿Cómo producir la ilusión escolar y movilizar el deseo de saber de nuevo? Para esto es necesario ser capaz de erotizar como Sócrates hace con Agatón en el Banquete de Platón, lo que no es tan fácil, puesto que no se trata de pasar la sabiduría de uno a otro como se hace con el agua de una copa llena a otra vacía. Los primero es producir el vacío, hacer sentir la carencia en el que no sabe, de tal modo que permanezca inquieto hasta llenarse. Este sería entonces el trabajo del docente: "Abrir vacíos en las cabezas, abrir agujeros en el discurso ya formado, hacer hueco, abrir las ventanas, las puertas, los ojos, los oídos, el cuerpo, abrir mundos, abrir aperturas no concebidas antes" (página 54). De esta forma se plantearía "el arrebato heroico hacia el saber”, porque "toda enseñanza [...] es profundamente erótica" (hacia 57).

Educar (de educere) es conducir por el camino correcto, pero también apartar del camino trazado hasta conseguir que uno mismo y por sí mismo desee saber y ame el conocimiento. Para conseguir esto no se puede invadir al sujeto: "¿Cómo puede hacerse brotar el deseo -el deseo de saber- cuando el aprendizaje del saber se vuelve obligatorio? ¿Cómo no convertir la obligatoriedad en un parásito mortal del saber? ¿Cómo, en última instancia, entrelazar el deseo con la Ley?" (página 78). En esto los profesores se encuentran solos, porque las familias a veces no existen y otras viven una existencia llena de angustia para ocuparse de este asunto. Y los estudiantes quieren ser autónomos e independientes cada vez más, desconectarse.

¿Dónde puede conseguirse todo esto? En la hora de clase, proclama Recalcanti con la más firme convicción. De aquí el título de su estudio. A pesar de los pesares, el individuo tiene que formarse, por cierto que "instrucción y educación supone una falsa alternativa" (página 94). Hay que recordar cuántas veces se ha metido la gamba en esto. El problema es que la hora de clase se encuentra en declive actualmente, porque los docentes están cargados de otras muchas tareas que no son la actividad didáctica: "La escuela de cualquier nivel parece haber quedado reducida a ‘examendería’" (página 99). Más todavía, porque, en definitiva, el docente acaba convirtiéndose en un psicólogo que tiene comprender al alumno para ayudarle en sus problemas de aprendizaje y convivencia y escuchar con toda paciencia sus confidencias. De este modo se ganará su plena confianza. Pero las cosas no son así: "En clase la confianza se genera cuando la palabra del docente se revela digna de respeto y sólo se vuelve tal si se apasiona por lo que enseña" (página 102).

En la Escuela la función del docente es enseñar, es decir, transmitir conocimientos durante la hora de clase con su propio estilo, sin falsas simetrías igualitarias: alumno y profesor no son iguales por mucho que pueda amar al sujeto que tiene que aprender el conocimiento. No sirve de nada en esto interactuar con los adolescentes y jóvenes, entretenerlos y distraerlos, porque así lo que evitamos es "el pensamiento crítico" (página 124), dado que lo que importa es el rendimiento y la eficiencia. Los jóvenes tienen que estar abiertos a pensar en medio de tantas incertidumbres y vacilaciones que nos rodean, igual que pasa con el maestro: "los límites del saber son los que animan el impulso del conocimiento" (página 139). No hay que temer equivocarse, porque a todos les ocurre, es mejor "hacer de nuestra vida una vid torcida" (página 163).

Es éste un libro magnífico que ningún docente debe dejar de leer y debatir, si ama su profesión y cree verdaderamente en la Escuela, precisamente en medio del drástico vértigo de la crisis envolvente. La productividad y el economicismo serán propios de las Empresas, pero la Escuela tiene otras funciones. Es muy peligroso confundir ambos niveles, aunque leyes y normativas se empeñan en convencernos de lo contrario, por desgracia. La palabra del maestro es capaz siempre de abrir las mentes y crear nuevos mundos. Para convencernos de ello sólo tenemos que observar y hablar con los niños en su más tierna edad. Enseñar y aprender son posibles por amor al saber, tienen algo erótico. Sin el maestro la sociedad no podrá humanizarse. Es hora de reconocer su trabajo en todos sus niveles por contribuir a que la vida y la existencia de cada uno tenga un mínimo de sentido. Y esto a pesar de no negar lo evidente, que en cuestiones educativas el horno no está para bollos.


Julián Arroyo Pomeda

domingo, 13 de noviembre de 2016

Ganó, contra todo pronóstico


Con el poder mantenemos una relación ambigua: sabemos que si no existiera autoridad nos cometeríamos unos a otros, pero nos gusta pensar que, si no existieran los gobiernos, los hombres se abrazarían (Leonard Cohen).
[Trump, EFE, 11 Nov 2016]

E
l magnate neoyorquino de 70 años, acostumbrado al éxito en cualquier nivel, venció -por fin- de modo arrollador en las elecciones recientes de 2016. El flamante Donald John Trump se proclamó presidente electo de Estados Unidos con un lema bien expresivo y significativo: Make America Great Again. Pocos pronosticaron la victoria, que se reservaba para Hillary Clinton. Sé de una persona tan segura de su derrota que no dudó en apostarse un almuerzo para varios comensales, con un buen aperitivo de entrada. Y lo ha perdido, claro, aunque a alguno se le hayan quitado las ganas y le cueste participar en el evento.

Todos se preguntan ahora porque ha ganado Trump, un hombre zafio en grado sumo, fanfarrón, xenófobo, exógeno, racista, arrogante y agresivo, especialmente con la prensa, evasor de impuestos, machista, que tiene fama de embestir y cuya ambición es ganar siempre. En el intento de explicación no pueden ofrecerse soluciones simples a problemas tan complejos, que es lo que se acostumbra a hacer. Además, los centros demoscópicos no han podido equivocarse más. Sorprende, en cambio, que las últimas encuestas pusieron las diferencias en tres o cuatro puntos, lo que entra en el margen de error normalizado. El establishment mediático tampoco quiso apearse del burro, quizás porque consideran su influencia definitiva en la población, y no es así, porque no están en la realidad. Claro es que "los seres humanos no pueden soportar demasiada realidad" (Eliot). Somos seres deseantes, sin duda, hasta el punto de que Aristóteles (Política I,3) ya escribió: "Siendo limitado el deseo, los humanos desean lo infinito". Por estar tan desajustados con la realidad llega un momento en que nos hundimos en el abismo, por más que no queramos reconocerlo.


[elpais, 11.nov 2016]
Razones para ganar

De las varias razones que se han dado para explicar lo inexplicable, la mayoría tienen aspectos aceptables, pero suelen ser parciales. Veamos algunas de ellas.

A) La más perceptible es que los estadounidenses blancos han tenido que tragarse durante ocho años a un presidente negro, Obama, uno de los mejores comunicadores de aquel ámbito político. Ahora les tocaba lidiar con una mujer, que recogía su legado y sería la primera presidenta femenina. Eran cambios chocantes, que, además, les obligaban a quedarse sin ‘primera dama’, sustituyéndola por el marido que, a su vez, también fue Presidente. Demasiados cambios. Otra cosa hubiera podido ocurrir, si el candidato demócrata hubiera sido B. Sanders, cuyos votantes, al dejarle caer el Partido Demócrata, no se inclinaron por Hillary Clinton, en cuanto tal. Su voto era sólo anti-Trump.

B) La furia del hombre blanco estaba perdiendo la primacía a pasos agigantados, al tiempo que, paralelamente, América dejaba de ser great, al aceptar su complejo de inferioridad, haciendo concesiones al castrismo, mirando con mucho temor al ISIS vengativo, quien los humilló en el ataque del 16 de septiembre, y, en general, al mundo musulmán. Ahora lo que se imponía era la igualdad entre hombres y mujeres, entre negros y blancos, entre los derechos de los emigrantes y los genuinos norteamericanos, entre los distintos países y hasta entre ricos y pobres.

C) La adhesión al Tratado de Libre Comercio (NAFTA) en pie de igualdad, con la consiguiente destrucción de los Estados industriales y la pérdida de puestos de trabajo para su población. Las industrias se trasladan a países donde los costos de promoción son menores y las máquinas van desplazando a los trabajadores. Es una de las más importantes consecuencias de la Globalización, tan alabada y de la que todos se sienten orgullosos. La influencia de China se estaba infiltrando imperceptiblemente. En cambio, Estados Unidos era el país que más contribuía con sus dólares al mantenimiento de la OTAN.
[youtube.com]
D) La frustración del pueblo trabajador, del mundo rural y de las personas blancas con poca educación por no haber podido pagarse en la Universidad y tener que vivir de su trabajo. Los establishments mediáticos y políticos los denominan ‘basura blanca’ (white trash) y la clase media, en general, que son los verdaderos productores, pero que no pueden medrar. Malviven en ciudades pequeñas y no han progresado en estos ocho últimos años del mandato Obama. Constituyen la conocida como ‘América profunda’ y han ocultado su voto. Al fin y al cabo, América se está recuperando y el paro es menor del 5%, pero, mientras mejoran los ingresos de los ricos, la clase media está llegando el hundimiento, prueba de que la recuperación económica no es igual para todos. Tampoco los afroamericanos han mejorado con un presidente de su mismo color. También hay blancos que son pobres.

E) La desafección entre los votantes de la sociedad con sus políticos. Hillary Clinton pertenecía al establishment político y era una personalidad que conoce mejor que nadie la Administración, de la que ha sido Secretaría de Estado. Trump no era nada de esto, sino un ciudadano que sabía de la inseguridad (siendo Estados Unidos la primera potencia militar mundial) en los Estados (el Medio Oriente está hecho un desastre), de la inmigración, de las entradas ilegales, de las humillaciones infringidas al país más importante del mundo, de los problemas de la educación y la seguridad, por ejemplo. Hay más pobreza y menos ingresos, no digamos nada las oportunidades.

Un gran país
[dailymail.co.uk]

A
quí es donde entró Trump de manera indirecta y con demagogia muy simple, que es la que se entiende bien: "les devolveré el país que han perdido", "les devolveré los empleos que han perdido", "construiré un muro para que no vengan más inmigrantes y a los que están aquí los voy a controlar". En una palabra: "Hagamos América grande de nuevo". Esto es lo que todo mundo estaba deseando oír, alguno se atrevía a ir contra el sistema y a favor del pueblo llano. ¿Cómo es posible que alguien ultraderechista gane apoyado por el descontento de la clase trabajadora y la furia del hombre blanco que representa las esencias oriundas de América, el que reducirá los impuestos a las grandes fortunas, precisamente? ¿Cómo es posible votar a quien vive rodeado de bronces y mármoles en una torre privada de la Quinta Avenida de Manhattan? ¿Quién puede creer en semejantes desvaríos y verdaderos disparates?

Las cosas de la política son demasiado complejas para poder ser explicadas de forma simple. Para mostrar lo voy a referirme al artículo de Asra Nomani, publicado en The Washington Post, anteriormente periodista en Wall Street Journal. Nomani es inmigrante hindú, musulmana, periodista, madre soltera e invitada en programas políticos de la TV norteamericana. En su artículo confiesa y explica por qué votó a Trump. En lo fundamental, dice que no puede pagar un seguro de salud, no le ayudó al programa de hipotecas vigente y está entre los que difícilmente llegan a fin de mes. Son estas razones económicas. Hay más: no puede aceptar las donaciones millonarias a la Fundación Clinton de Qatar y Arabia Saudita, que son teocracias dictatoriales que no respetan los derechos humanos fundamentales, ni quiere condescender con el ISIS. Se trata de intolerables influencias negativas que continuarán con Clinton. Y lo hizo a pesar de que rechaza la prohibición de entrada a los musulmanes, el sueldo desigual entre hombres y mujeres y tantos exabruptos y parloteos de bar de Trump. Entre lo malo y lo peor, Nomani se inclinó por lo primero. Le quedará seguir luchando porque no se cumplan los peores veredictos anunciados.
[G. Ralli, Salario para matar, jotdown.es]
Esperemos que no se imponga de nuevo el salvaje Oeste americano, cuyas películas nos gustan tanto por los magníficos realizadores que las filmaron, aunque fuera terrible, pero que tuvo su momento en los años fundacionales y ahora ya no podría sostenerse. Mientras tanto, hemos de estar muy atentos a cómo actúa el presidente electo.


Julián Arroyo Pomeda